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Día del Trabajo Social

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TSDifusión, 15 de marzo de 2022

Si has comenzado a leer estas líneas, gracias por dedicarnos y dedicarte unos minutos. Quizás seas una o un profesional de las o los que siente que “no le da la vida”, si es así, para ti es este artículo.

El 15 de marzo de 2022 se celebra el Día Mundial del Trabajo Social, día en el que según recoge en su página web el Consejo General del Trabajo Social: Esta fecha conmemora el compromiso, la contribución y la labor de nuestros/as profesionales como conocedores/as de primera mano de la realidad social, líderes del cambio y de la intervención social, e impulsores de la lucha y la garantía de los derechos sociales de la ciudadanía. Y más que nunca este día se debe dar a los/as profesionales del Trabajo Social el sentido de reconocimiento y orgullo que se merecen.”

Cada vez más, este perfil profesional se hace imprescindible en la realidad que vivimos, y demuestra la plasticidad de sus funciones y de sus profesionales que realizan el trabajo en nuevos sectores, moldeando su potencial personal y técnico, en áreas que aún no estaban reconocidas. 

La capacidad de generar nuevas respuestas de manera dinámica, y el uso creativo de los recursos, secundan la idea de ser líderes del cambio con mayúsculas y del cambio cotidiano en las vidas de las personas que atendemos, las que realmente nos posicionan e identifican como expertos. 

En paralelo, a nivel académico, la máquina de creación teórica sigue su curso, ahora con más oportunidades de investigación desde el grado y el doctorado, aunque aún con necesidad de aumentar su conexión con el conocimiento que se genera desde la práctica cotidiana. 

Pero ¿es reconocimiento y orgullo lo que sienten las y los las/os profesionales en su día a día? ¿Nos identificamos/identifican como profesionales? ¿Y a nuestra profesión? ¿Podemos sentir satisfacción por nuestros logros, capacidades o méritos?

El exceso de trabajo y burocracia, la infradotación de personal, la precariedad de las contrataciones, recursos inversamente proporcionales a unas necesidades que crecen exponencialmente y las políticas sociales cortoplacistas y “miopes” merman nuestra autoestima profesional, lo que repercute en nuestra autoestima personal, que lucha a diario por la conciliación de nuestra vida personal/familiar y profesional. No es fácil no “sentirse quemada/o” y encontrar sentido a nuestro trabajo diario. ¿Cuál es el sentido de ese trabajo? ¿Qué nos mueve?

Dediquemos una mirada a esa/e estudiante que fuimos, a recordar qué nos llevó a estudiar Trabajo Social y no otra cosa. Tal vez recordemos que:

  • Sentíamos la necesidad de asistir, ayudar de alguna forma, a las personas desfavorecidas, vulnerables y/o excluidas. Queríamos “hacer algo” contra la segregación social.
  • Pretendíamos motivar y acompañar a las personas en su “cambio” para la mejora de sus vidas, promoviendo su opinión y participación.
  • Buscábamos el apoyo en el prójimo, la unión, la comunidad y el trabajo en red.
  • Nos indignaba la pobreza y la injusticia social, no “normalizábamos” su existencia.
  • Poníamos nuestra voluntad y compromiso en nuestro trabajo con las personas.
  • Creíamos que luchar contra la pobreza era una lucha por la igualdad.

Quizás si recuperamos esa mirada hacia las personas más vulnerables y hacia la defensa de sus derechos, y tomamos conciencia y buscamos estrategias para no “quemarnos”, seamos capaces de reconocernos y sentirnos orgullosas/os de ser profesionales del Trabajo Social.

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