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Madrid, 15 de junio de 2023

Rubén Yusta Tirado
Trabajador Social en la Unidad de Hematología y Oncología Pediátrica
Profesor Asociado del Grado en Trabajo Social en la Universidad Pontificia de Comillas

Desde hace algunos años, al hablar sobre Atención Centrada en la Persona (ACP) y “aterrizar” el tratamiento que muchas instituciones hacen de este enfoque, siempre había pensado que, sin tardar mucho, llegaría el momento en el que se hablaría de esta ACP en pasado o, cuanto menos, dando por hecho que se trataba de algo conseguido o de lo que se podía hablar en primera persona. Lejos de lo que hasta el momento podía parecer un comentario irónico tras el que se escondía cierta advertencia en el tratamiento que las instituciones estaban haciendo de estos modelos, la actualidad nos ha mostrado que el día de superar la ACP y dar paso a nuevos enfoques ya ha llegado. 

Hace algunas semanas, cierta patronal de centros residenciales privados, la cual no nombraremos para no centrar el debate sobre ella, anunciaba una segunda fase de la Atención Centrada en la Persona que, como todo aspecto novedoso, iba más allá de lo que plantea este enfoque inicial. De acuerdo con esta institución, el nuevo horizonte hacia el que debemos dirigirnos se llama Modelo asistencial de Atención Centrada en la Conexión Emocional de la Persona (ACCEP), un enfoque que como su propio nombre indica, propone el acercamiento a las emociones de la persona para abordar aspectos como la soledad no deseada. En palabras de una de sus promotoras, además de suponer un segundo nivel de ACP, no trata tanto de preguntar a la persona si le gusta el puré o la sopa, sino más bien de abordar la soledad emocional, incluyendo aspectos “nuevos” dentro de este ámbito como el amor profesional, la construcción del proyecto vital o diferenciar entre soledad social y soledad emocional. Dejando a un lado la idoneidad de las medidas planteadas o su existencia, o no, dentro de los enfoques centrados a la persona, es necesario que hagamos una reflexión acerca de lo que supone este avance de la ACP a nivel general para el ámbito de la gerontología y, de forma concreta, en el ámbito residencial. 

Lo primero en lo que debemos reparar es en el escenario en que nos encontramos. Actualmente, la mayor parte de los centros residenciales se encuentran ajustando sus modelos de cuidados al nuevo modelo residencial aprobado de forma ajustada por el Gobierno y por las Comunidades Autónomas y entre cuyas medidas más importantes encontramos la limitación del número de plazas totales de los centros, el aumento del ratio de personal, la flexibilidad de los horarios de los/as profesionales o la supresión de las contenciones físicas. Tal y como demostró la votación de este modelo, con diez votos a favor y nueve en contra, este plan cuyo enfoque fundamental se encuentra sustentado en la Atención Centrada en la Persona, nace con cierta controversia, ya que a estas posturas disconformes de las nueve Comunidades Autónomas que votaron en contra, también se suma el rechazo de patronales, que consideran que este modelo es inasumible e instan a la administración a preguntarse por la sostenibilidad de este sistema, y al de sindicatos y asociaciones de familiares, que creen que este acuerdo es insuficiente y opinan que se ha perdido una oportunidad importante de avanzar en este sentido (Garde, 2022). 

Continuamos analizando este nuevo modelo y, aunque ya adelantamos que no disponemos de un amplio despliegue de principios y valores, esta institución sí que enumera alguno de los aspectos que se encuentran detrás de este enfoque. Entre los principios identificados encontramos la capacidad del modelo de generar que la persona se sienta única y merecedora de cuidado y respeto, la importancia de la implicación de la familia, más allá de la mera solicitud de información, o la construcción del proyecto vital de la persona cuando llega al entorno residencial. Si analizamos los principios del Decálogo de la Atención Centrada en la Persona (Martínez, 2013) o algunos documentos básicos en la construcción y el sustento de la ACP como suponen los de Bonafont (2020) o Martínez et al., (2014), se pueden extraer valores tales como la individualidad, la dignidad, la singularidad o la importancia de la biografía y del establecimiento del plan de atención y vida, curiosamente aspectos del todo significativos dentro del modelo de atención hacia el que, hasta el momento, todos/as nos dirigíamos y que como podemos comprobar coinciden con las novedades planteadas por este Modelo ACCEP. 

Pero si existe algo que nos llama la atención de este nuevo enfoque es la creación del concepto amor profesional. Lejos de ser un desarrollo literal del concepto, de acuerdo con este modelo el amor profesional es un requisito indispensable que debe estar presente en toda aquella persona que se dedica a la atención y que consiste en hacer sentir a la otra persona como un ser único. Sin entrar a valorar si este aspecto ya se encontraba presente en otros modelos, tales como la ACP o la Terapia de Validación, resulta cuanto menos llamativo que uno de los principios fundamentales del enfoque apunte de forma directa a unos/as profesionales que, como afirman Méndez et al., (2011) y Martínez et al., (2014), se encuentran sometidos/as a unas condiciones estresantes, en las que existe una tensión física y emocional cuyo origen se encuentra en su puesto de trabajo, que acaba desembocando en la aparición de cambios en los ciclos del sueño, irritabilidad, cansancio, tristeza, abuso de sustancias o el amplio espacio de aspectos medidos a través de las escalas de medición de las situaciones de burnout. En este sentido también se echa en falta la mención hacia aspectos tales como el tiempo de dedicación profesional necesario para poner en marcha este amor profesional o cómo encajaría este desarrollo dentro de los ratios y condiciones generales de las personas que se dedican a este ámbito. 

Y ya por último, puesto que tampoco disponemos de mucha más información de esta evolución de la ACP, también es interesante que, para tener un conocimiento general de este avance, analicemos el canal o el origen del mismo. Tal y como se ha comentado previamente, este enfoque es presentado a través de una agrupación de centros privados, los cuales gestionan en España alrededor del 70% del total de las plazas residenciales y alcanzando el 85% en Comunidades Autónomas como Málaga, Huelva, Barcelona, Sevilla o Comunidad de Madrid (Abellán et al., 2021). En este sentido, se entiende que los centros de titularidad privada manejan unos criterios de competitividad y de marketing que no son propios, o que por lo menos no son tan familiares para el ámbito de los Servicios Sociales, como ocurre con otros tipos de titularidad; en cambio, sería pertinente analizar si un nuevo enfoque o una evolución de un modelo aún en el horizonte de nuestra intervención es adecuado a la hora de abordar las necesidades que, por definición, presenta cualquier recurso de índole privada. Al hilo de esto, la institución afirma que se trata de un modelo teórico, no de un elemento comercial, aunque según apuntan ya se ha empezado a trabajar para incorporar este nuevo modelo a la formación de centros y profesionales en colaboración con los Laboratorios INDAS. 

A modo de conclusión, entendemos que el ámbito de la gerontología cada vez está tomando más relevancia en nuestra sociedad, potenciado en gran medida por el incremento del número de personas mayores que estamos viviendo y que está previsto que continúe en los próximos años (Díaz et al., 2022). Este aspecto está generando que cada vez sean más las voces, instituciones y organizaciones que intervengan en este ámbito, intentando sentar las bases de un futuro en el que este grupo de personas llegará a suponer, si las previsiones en materia demográfica se mantienen, casi un tercio del total de la población española. En cambio, es del todo discutible si esta preparación o evolución necesaria del ámbito de la gerontología debe pasar por la “superación de fases” en modelos que, como estamos viendo en este momento, aún no hemos empezado a desarrollar, y muchos centros e instituciones están presentando dificultades a la hora de alinear las necesidades básicas del modelo de cuidados con las prestaciones disponibles dentro de la potencialidad de sus centros. 

Entendemos el peso que actualmente tiene el sector privado en el ámbito residencial y no es difícil entender los aspectos particulares existentes dentro de este campo, pero la solución, o más bien la evolución, no pasa por la creación de nuevos modelos, técnicas o términos que compliquen aún más la realidad del sector, creando nuevas necesidades de formación o de implantación sin tener aún un manejo de todo lo que puede abordarse desde la ACP. La respuesta de este sector debería pasar por la asunción de la responsabilidad y la importancia por parte del ámbito privado, tal y como reflejan los datos actuales (Abellán et al., 2021), para dejar a un lado estrategias más propias del marketing, dando paso a un sistema centrado en la persona en el que verdaderamente se priorice el bienestar frente al llenado de plazas, la identificación de entornos y planes de vida frente a elementos técnicos alejados de las realidades de las personas usuarias o la apuesta por que todos los agentes implicados en los procesos gerontológicos, no solo las personas usuarias, se vean beneficiadas por este enfoque. 

En muchos casos, hablar de evolución consiste en una tarea de selección de oportunidades y esfuerzos, de tal manera que puedan alcanzarse los máximos objetivos con los recursos disponibles. Es por ello que, con la realidad del sector al que nos estamos refiriendo, identificamos aspectos mucho más urgentes y necesarios de ser abordados como son la coordinación sociosanitaria, la atención de todos los agentes, tanto públicos como privados, las condiciones laborales de las personas que a diario sostienen en sistema gerontológico o el avance hacia un sistema en el que se priorice las necesidades del servicio frente a los requisitos preestablecidos que pueda llegar a marcar una normativa. Únicamente con esto es con lo que, verdaderamente, nos posibilitaría hablar de una nueva fase.  

BIBLIOGRAFÍA

  • Abellán, A., Aceituno, M. P., Ramiro, D., y Castillo, A. B. (2021). Estadísticas sobre residencias: distribución de centros y plazas residenciales por provincia. Datos de septiembre de 2020. Envejecimiento en RED. CSIC. http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/enred-estadisticasresidencias2020.pdf
  • Bonafont, A. (2020). Guía Nº 5: Atención Centrada en la persona: Historia de Vida y Plan Personalizado de Atención y de Apoyo al Proyecto de Vida. Fundación Pilares. 
  • Garde, M. C. (30 de junio de 2022). ANEA pone en duda la viabilidad del nuevo modelo de residencias. Diario de Navarra. https://www.diariodenavarra.es/noticias/navarra/2022/06/30/anea-pone-duda-viabilidad-nuevo-modelo-residencias-533121-300.html
  • Martínez, J. P., Méndez, I., Secanilla, E., Benavente, A., y García, J. (2014). Burnout en cuidadores profesionales y calidad de vida en residentes de centros institucionalizados. European Journal of Investigation in Health, 4(1), 41-53. 
  • Martínez, T. (2013). Decálogo. ACP Gerontología. http://www.acpgerontologia.com/acp/decalogodocs/sudecalogo.htm
  • Martínez, T., Díaz-Veiga, P., Sancho, M., y Rodríguez, P. (2014). Conocer a la persona y apoyar su autodeterminación. El plan de Atención y Vida. Cuadernos Prácticos. Matia Fundazioa. 
  • Méndez, I., Secanilla, E., Martínez, J. P., y Navarro, J. (2011). Estudio comparativo de burnout en cuidadores profesionales de personas mayores institucionalizadas con demencias y otras enfermedades. European Journal of Investigation in Health, 1(2), 61-70. 
  • Pérez, J., Ramiro, D., Aceituno, P., Muñoz, C., Bueno, C., Sebastián, J., Fernández, I., Castillo, A. B., de las Obras-Loscertales, J., y Villuendas, B. (2022). Un perfil de las personas mayores en España 2022. Indicadores estadísticos básicos. Informes Envejecimiento en red. CSIC. http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/enred-indicadoresbasicos2022.pdf

Madrid, 5 de mayo de 2022

Rubén Yusta Tirado
Trabajador Social especializado en el ámbito de la gerontología.
Doctorando en Trabajo Social por la UCM

Han pasado ya más de dos años desde que en España se decretó el Estado de Alarma. Una situación que, sin duda, cambió la vida de todos y todas y, en especial, de las personas mayores de nuestro país. Han tenido que pasar los meses para poder ser conscientes, no solo del impacto directo que esta pandemia ha tenido para este sector, que en la actualidad, solo en el ámbito residencial se traduce en más de 32.000 decesos, sino para poder tomar distancia y a la vez conciencia de las consecuencias que esta enfermedad ha tenido en lo que actualmente se conoce como el Cuarto Pilar del Estado de Bienestar (Navarro y Pazos, 2020) o como el Pilar de los cuidados (Gallardo y Sánchez, 2020). 

Pero vayamos al origen de la que ya podemos categorizar como anómala situación dentro del ámbito de la gerontología. Tras el grave impacto del Covid-19 en el ámbito de la gerontología en general y en el ámbito residencial en particular, profesionales, entidades y organizaciones públicas coincidían en un aspecto: lo sucedido en las residencias españolas, no podía volver a ocurrir. Para ello, y dejando atrás un sinfín de cuestiones sucedidas en los meses más duros de la pandemia y sobre las que aún apenas se han depurado responsabilidades, diferentes organizaciones e instituciones se fueron haciendo eco de la necesidad de cambio en nuestro actual sistema de cuidados de larga duración. Un claro ejemplo de esto fue la Declaración en favor de un necesario cambio en el modelo de cuidados de larga duración de nuestro país, promovida por Fundación Pilares (2020) y a la que se sumaron más de 1000 profesionales de diversas disciplinas. Este documento pretendía, tal y como se ha señalado, aprovechar la compleja situación vivida durante la pandemia para crear e impulsar un nuevo modelo de cuidados, tanto en el ámbito domiciliario como en el residencial. Pues bien, ¿qué ha quedado de todo aquello? ¿Hasta dónde ha llegado todo este “empuje” por parte de profesionales y entidades y cuánto de todo esto está llegando realmente a las personas usuarias?. 

Si tuviéramos que responder de una forma rápida a estas preguntas, podríamos afirmar que poco o nada ha cambiado la situación de las personas mayores en estos dos últimos años, atendiendo a las afirmaciones de Pérez et al., (2022) y Vila (2022). En cambio, si queremos hacer un buen análisis de la situación actual de este cuarto pilar, es importante que analicemos qué cuestiones motivan estas afirmaciones y, en definitiva, esta pérdida de fuerza y de motivación respecto a los principios desarrollados en 2020. 

Muchas instituciones y profesionales, se han hecho eco de la sobrecarga que las personas dedicadas a la intervención sociosanitaria, han sufrido durante los meses más complejos de la pandemia (Elola, 2020; Blanco-Donoso, 2021). Como respuesta a esto, algunas instituciones y manifestaciones, han señalado la necesidad de cuidar a estas personas cuidadoras y de establecer acciones que mejoraran sus condiciones sociolaborales, facilitando aspectos como la conciliación familiar, el nivel socioeconómico y, por consiguiente, la disminución de los niveles de sobrecarga en este sector. En relación a esto, la realidad nos aporta una respuesta clara, la cual la encontramos en la negociación del VIII Convenio Colectivo para el ámbito residencial que, en palabras de de Martí (2022), debería estar vigente desde hace 3 años y cuya pugna se encuentra en el desacuerdo entre sindicatos y patronales de residencias por el aumento del IPC. En el ámbito de la atención domiciliaria, sector en el que suele emplearse el Régimen Especial de Empleados del Hogar, la situación no dista mucho de la anterior, puesto que aunque poco a poco parece que ya se va avanzando en la subsanación de este aspecto, aún hoy en día estas personas siguen sin tener derecho a la prestación por desempleo a la finalización de su contrato. Sin duda, aspectos muy relevantes en cuanto a la mejora de las condiciones laborales de los y las profesionales de este sector. 

Pero los cambios, o la ausencia de éstos, no sólo están afectando a los y las profesionales del ámbito de la gerontología. Las personas usuarias también están siendo protagonistas de esta ausencia de medidas tras la pandemia, tal y como se está poniendo de manifiesto en bastantes Comunidades Autónomas. Sin ir más lejos, la entrada en vigor del nuevo Acuerdo Marco de la Comunidad de Madrid, dejaba a más de 600 personas usuarias en una situación de vulnerabilidad al tener que buscar un nuevo centro residencial (Tragacete, 2022), al quedarse fuera de este acuerdo varios centros concertados de la región. 

Cabe destacar que, en esta Comunidad Autónoma, más del 75% de las residencias son privadas (Abellán et al., 2018), por lo que podemos hacernos a la idea de lo que podría haber supuesto para las personas usuarias la salida del acuerdo de más centros.  

Pero esto no es algo que únicamente suceda en la capital, ya que hace apenas unos días también descubrimos que el reglamento de un centro residencial de Alcalá de Guadaíra, fijaba sanciones para las personas usuarias que pudieran hacer declaraciones que supusieran el “descrédito” del centro residencial (Sosa, 2022), lo que sin duda choca de forma directa con los principios de dignidad, individualidad, autodeterminación y promoción de la autonomía que desde un primer momento han formado parte de la piedra angular de este nuevo sistema de cuidados y, por tanto, de nuestro cuarto Pilar del Estado de Bienestar. 

Por último, no podemos olvidarnos de la Ley de Dependencia, motor principal de la atención a las personas mayores y/o dependientes de nuestro país que, tras más de 15 años de desarrollo, sigue presentando carencias en cuanto a su aplicación y en la llegada de las prestaciones y servicios a la ciudadanía, lo cual es manifestado por múltiples profesionales instando a una necesaria renovación que permita ajustar estas prestaciones y servicios a las necesidades y preferencias de las personas usuarias (Novillo y Cubero, 2021; Sanchís, 2022). 

En definitiva, nos encontramos ante una situación en la que podemos confirmar, a tenor de lo desarrollado, que la oportunidad de cambio que muchas instituciones y profesionales identificaron en las complejas situaciones vividas tras la pandemia, apenas ha servido para cambiar la realidad del sector más golpeado por la situación de emergencia vivida en los dos últimos años. Parece ser que todos los propósitos, iniciativas y proyectos de enmienda y mejora, apenas han calado en las principales instituciones prestadoras de servicios y, en mucho menor grado, en la situación de las personas mayores de nuestro país. Por tanto se puede afirmar que la situación, lejos de mejorar, continúa en un proceso de languidecimiento en el que los principales afectados son las personas usuarias y las personas profesionales que conforman el actual sistema de cuidados a nivel nacional. Todo ello, no hace más que indicarnos el largo camino que tenemos por delante y la necesidad de, ahora sí, comenzar a trabajar en un nuevo modelo de cuidados integral e integrado por todos los agentes que confluyen en este ámbito. 

BIBLIOGRAFÍA

Abellán, A., Aceituno, M. P., y Ramiro, D. (2018). Estadísticas sobre residencias. Distribución de centros y plazas residenciales por provincia. Datos de julio de 2017. Informes Envejecimiento en Red Nº18. http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/enred-estadisticasresidencias2017.pdf

Blanco-Donoso, L. M. (2021). Riesgos psicosociales del personal de residencias geriátricas en el contexto del COVID-19. Archivos de Prevención de Riesgos Laborales, 24(4), 414-419. DOI: https://doi.org/10.12961/aprl.2021.24.04.08

De Martín, J. (2022). Desacuerdo en las tablas salarias de residencias 2022. InfoResidencias.com. https://www.inforesidencias.com/blog/index.php/2022/02/28/desacuerdo-en-las-tablas-salarias-de-residencias-2022/

Elola, F. J. (Dir.). (2020). Los sanitarios frente a la COVID-19. La reforma necesaria del Sistema Nacional de Salud. Instituto para la Mejora de la Asistencia Sanitaria. http://sectcv.es/wp-content/uploads/2020/04/LOS_PROFESIONALES_SANITARIOS_FRENTE_A_LA_COVID-19.pdf

Fundación Pilares. (2020). Declaración en favor de un necesario cambio en el modelo de cuidados de larga duración de nuestro país. Fundación Pilares para la Autonomía Personal. https://www.fundacionpilares.org/wp-content/uploads/2020/08/Declaración-en-favor-de-un-cambio-de-modelo-en-el-ámbito-de-los-cuidados-de-larga-duración.pdf

Gallardo, L., y Sánchez, E. (2020). ¿Para qué servimos las trabajadoras sociales?. Catarata. 

Navarro, V., y Pazos, M. (Coords.) (2020). El cuarto pilar del Estado de Bienestar. Una propuesta para cubrir necesidades esenciales de cuidado, crear empleo y avanzar hacia la desigualdad de género. Comisión para la reconstrucción social y económica. https://www.upf.edu/documents/3943251/0/INFORME+-+4º+Pilar+del+Estado+del+Bienestar/80828c07-ae14-8419-2225-f18c2744fb93

Novillo, B., y Cubero, M. (2021). Los factores sociales en el acceso a las prestaciones y servicios del catálogo de servicios del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de Dependencia. Trabajo Social Hoy, 92(1), 125-137. DOI: http://dx.doi.org/10.12960/TSH.2021.0006

Pérez, S., Noriega, D., y Borraz, M. (7 de febrero de 2022). Nada ha cambiado en las residencias dos años y 32.000 muertos después. Eldiario.es. https://www.eldiario.es/sociedad/cambiado-residencias-anos-32-000-muertos-despues_1_8719287.html

Sanchís, J. (31 de marzo de 2022). La dependencia acumula casi 14.000 casos sin resolver y dos años de retrasos. Las Provincias. https://www.lasprovincias.es/comunitat/dependencia-acumula-14000-20220330163338-nt.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.lasprovincias.es%2Fcomunitat%2Fdependencia-acumula-14000-20220330163338-nt.html

Sosa, M. (12 de abril de 2022). Una residencia fija sanciones para los mayores que hagan declaraciones que supongan el “descrédito” del centro. El País. https://elpais.com/sociedad/2022-04-12/una-residencia-fija-sanciones-para-los-mayores-que-hagan-declaraciones-que-supongan-el-descredito-del-centro.html

Tragacete, M. (24 de abril de 2022). La entrada en vigor del nuevo acuerdo marco de residencias de Madrid obliga a trasladar de centro a 649 mayores. 20minutos. https://www.20minutos.es/noticia/4975360/0/traslado-mayores-residencias-comunidad-madrid-entrada-vigor-nuevo-acuerdo-marco/

Vila, I. (16 de marzo de 2022). ¿Está cambiando la pandemia las residencias de mayores?. El país. https://elpais.com/podcasts/hoy-en-el-pais/2022-03-16/cambiara-la-pandemia-las-residencias-de-mayores.html

Madrid, 13 de abril de 2021

Rubén Yusta Tirado
Trabajador Social en el ámbito de la gerontología

La crisis generada por el Covid-19 en el ámbito geriátrico residencial ha tenido un gran impacto en el sector. Y no es para menos, teniendo en cuenta los datos que actualmente manejamos en relación a los efectos de esta pandemia en el ámbito residencial donde ya se habla de que en torno al 49% de las comunicaciones de fallecimiento sucedidas a causa de esta enfermedad, han sucedido en residencias de mayores («Casi la mitad de los muertos en España por la Covid-19 vivían en residencias», 2020). Es por eso que actualmente no nos equivocamos al decir que el sector geriátrico residencial ha sido el más golpeado  por el coronavirus en nuestro país. 

Debido a las complejas situaciones que se han vivido, y que aún se siguen viviendo en los centros residenciales de nuestro país, son muchas las personas profesionales, instituciones y entidades que han puesto de manifiesto la necesidad de un cambio de modelo residencial y de cuidados de larga duración que transforme y mejore los centros residenciales tal y como los conocemos en la actualidad. Dos claros ejemplos de estos movimientos institucionales y profesionales han sido la Declaración en favor de un necesario cambio en el modelo de cuidados de larga duración de nuestro país (Fundación Pilares, 2020) o el Manifiesto hacia un nuevo modelo de cuidados de larga duración, elaborado por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y la Real Academia Española de Medicina en España (RANME) (2021). El primero de ellos aboga por una urgente revisión del modelo actual de atención a personas que precisan apoyos, que pasa por el refuerzo y la renovación de los sistemas actuales de cuidados en entornos domésticos y residenciales, al que se han adherido más de 1000 profesionales de toda España; el segundo, tiende a ampliar y reforzar las prestaciones existentes entre el entorno doméstico y el ámbito residencial, potenciando la atención de las necesidades de las personas dependientes en entornos no residenciales. 

De forma conjunta a estos dos comunicados oficiales, también han sido muchas las profesiones del sector que han coincidido en esta necesidad de cambio del modelo residencial tal y como lo conocemos, así como medios de comunicación que no pertenecen al sector, pero que de igual forma plantean la necesidad de revisar este ámbito para que no se repitan situaciones como las que se vivieron a partir de los meses de marzo-abril de 2020. Pero, ¿cuál es el cambio de modelo residencial que actualmente estamos planteando?, ¿desde dónde partimos y hacia dónde vamos en la conformación del nuevo sistema de cuidados de nuestro país? 

A continuación vamos a realizar un breve desarrollo sobre los puntos en común en los que coinciden las y los diferentes profesionales del ámbito de la gerontología, pero también sobre los aspectos a los que no se les ha dado tanto desarrollo y que son fundamentales para lograr un cambio de modelo residencial y de cuidados en nuestro país. 

Un modelo de cuidados centrado en la persona 

Si hay algo en lo que la mayoría de instituciones y profesionales coinciden es en la necesidad de que el nuevo modelo de atención esté centrado en la persona, potencie la dignidad en los cuidados, huya de la estigmatización de la vejez y proteja la autodeterminación de las personas usuarias. Todos estos aspectos coinciden y son desarrollados a la perfección por la Atención Centrada en la Persona, modelo que ha generado un antes y un después en el ámbito de la gerontología y que se erige como la evolución de un ámbito geriátrico residencial en el que, una vez que se han cubiertos las necesidades más básicas de las personas usuarias, requiere de mayor sentido común, de una apertura a la comunidad y de una normalización en el desarrollo de los cuidados. 

La Atención Centrada en la Persona se presenta, por tanto, como el principal modelo de intervención que reúne los valores y principios demandados actualmente en los procesos de cuidados. Cada día son más las y los profesionales que desarrollan, se forman y trabajan para extender este modelo dentro de un ámbito gerontológico que, como hemos visto en los últimos meses, requiere de un nuevo punto de vista que se adapte a las necesidades reales de las personas usuarias. 

En este sentido, para garantizar un buen y común desarrollo,  es necesario que todas las instituciones, tanto públicas como privadas, venzan sus resistencias y comiencen a avanzar hacia un modelo centrado en la persona que mejore sustancialmente la vida de las personas mayores de nuestro país. 

Diversidad en los procesos de envejecimiento y diversidad en las prestaciones que apoyan estos procesos

Tal y como se pone de manifiesto en el documento desarrollado por la SEGG y la RANME (2021) el envejecimiento de la población española es considerado un éxito de nuestro sistema sanitario y de las formas de vida que desarrollamos. En cambio, este amplio número de personas mayores, que en 2066 podría llegar a suponer más del 35% del total de la población (Abellán, Ayala, Pérez y Pujol, 2018), también indica la gran diversidad de necesidades y de formas de envejecimiento que ya hoy en día observamos en nuestra sociedad. Por eso es necesario que tanto instituciones, organizaciones y profesionales tengan en cuenta las diferencias existentes entre las diversas formas de afrontar el envejecimiento que confluyen en nuestro país, y desarrollen prestaciones y servicios acordes a las necesidades y preferencias actuales. A día de hoy contamos con un modelo residencial que muchas veces difiere con cómo quieren ser cuidadas las personas usuarias, con prestaciones públicas que no consiguen cubrir la necesidades de los/as dependientes y con un sistema de cuidados que sigue recurriendo a la familia, y más concretamente a la figura de la mujer, como primera y principal figura cuidadora. 

Por todo ello necesitamos prestaciones y servicios que se ajusten a las necesidades reales y actuales de las personas usuarias, que estén desarrollados en función a éstas y que lleguen de forma equitativa a la sociedad, salvando las diferencias entre CC.AA, lugar o entorno de residencia y titularidad de la prestación o del servicio. 

Revisión de las condiciones laborales de las y los profesionales del ámbito de la gerontología

Las y los profesionales del ámbito de la gerontología, y más concretamente del ámbito residencial, han sido, junto a las profesiones sanitarias, las personas profesionales más reconocidas durante esta compleja crisis. Son muchos los medios e instituciones que han reconocido la labor de estas y estos profesionales, situándose en primera línea y manteniendo en todo momento la atención en un servicio que, por definición, no puede cesar en su desempeño y en sus cuidados. En cambio, dejando a un lado este reconocimiento público, ¿cuál es la situación real de estos/as trabajadores/as dentro de un ámbito crucial para el desarrollo de nuestra sociedad? 

Pues la realidad en las condiciones laborales de estas y estos profesionales es muy distinta de esta primera línea en la que los situaban los medios de comunicación. La situación de estas personas profesionales coincide más con grandes situaciones de sobrecarga, con situaciones de pluriempleo entre el personal auxiliar, con la utopía de la conciliación familiar y con técnicas y técnicos cuyos salarios cada día son más y más próximos al Salario Mínimo Interprofesional, al amparo de los temidos convenios colectivos que imperan dentro de este ámbito. 

Lo cierto es que si se quiere lograr un cambio de modelo de atención, las y los profesionales, estas personas que desarrollan los cuidados, no pueden tener una situación laboral como la que actualmente predomina en este sector. Como todas y todos sabemos son los recursos humanos los medios más complicados de mantener y de gestionar dentro del ámbito laboral y, por tanto, se requiere de una revisión urgente, intensa y efectiva de las condiciones de estas personas profesionales para lograr un cambio de modelo de cuidados que englobe y afecte a todos los agentes implicados. 

Apuesta real por el cambio de modelo de atención y de cuidados

Y por obvio que parezca es necesaria una apuesta real por este cambio de modelo de atención y de cuidados en nuestro país. De nada sirve que profesionales e instituciones gubernamentales elaboren manifiestos, propuestas y comunicados si este guante no es recogido por las instituciones públicas y privadas, y plasmado en las nuevas normativas. Como todo cambio social, este necesita de un apoyo público, profesional y político para llevarse a cabo porque, de lo contrario, seguiremos hablando y refiriéndonos a utopías y hablando de futuro en el ámbito de la gerontología. 

Estas son algunas de las claves que profesionales, organizaciones e instituciones han puesto encima de la mesa a la hora de afrontar la renovación y el regreso a una nueva realidad tras la crisis del Covid-19. Nueva realidad que pasa por la vacunación de todos los agentes implicados en nuestro sistema de cuidados y que, como no podía ser de otra forma, también ha presentado notables diferencias entre las diferentes Comunidades Autónomas y entre las diversas prestaciones y dispositivos en los que se desarrollan estos cuidados. Esperemos que muy pronto podamos alcanzar altas tasas de vacunación que nos permitan dejar a un lado este virus y empezar a trabajar entre todas y todos en el desarrollo de un nuevo modelo de cuidados de larga duración que incluya a todas las personas susceptibles de ser cuidadas y a todas las profesiones que intervenimos en este sector. 

Bibliografia

Abellán García, A., Ayala García, A., Pérez Díaz, J., y Pujol Rodríguez, R. (2018). Un perfil de las personas mayores en España, 2018. Indicadores estadísticos básicos. Madrid, Informes Envejecimiento en red, 17. 

Casi la mitad de los muertos en España por la Covid-19 vivían en residencias (2020, diciembre 28) La Vanguardia. Extraído el 10 de marzo de 2021 de https://www.lavanguardia.com/vida/20201228/6151572/covid-residencias-espana-impacto-mayores-muertes.html

Fundación Pilares. (2020). Declaración en favor de un necesario cambio en el modelo de cuidados de larga duración de nuestro país. Noticias destacadas. Extraído el 18 de marzo de 2021 de https://www.fundacionpilares.org/noticias/200401-cambio-modelo-cuidados-php/

Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. (2021). Manifiesto conjunto de la RANME y de la SEGG “Hacia un nuevo modelo de cuidados de larga duración”. Extraído el 20 de marzo de 2021 de https://www.segg.es/actualidad-segg/2021/03/18/manifiesto-ranme-segg-hacia-un-nuevo-modelo-de-cuidados-de-larga-duracion

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