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Madrid, 26 de agosto de 2025

Victor Nieto González
Instituto de Inteligencia Artificial del ámbito Social, IIAS

En el último año, la llegada de la Inteligencia Artificial (IA) ha transformado de manera muy rápida nuestra sociedad, reflejando tanto oportunidades como desafíos. Uno de estos desafíos y problema al que nos enfrentamos son los sesgos inherentes a los datos con lo que se entrena la IA, replicando desigualdades presentes en nuestra sociedad. Herramientas como COMPAS, que muestran sesgos raciales en decisiones judiciales, o de análisis de curriculum con sesgos machistas, necesitan de una mirada social. Por ello, es importante que el Trabajo Social pueda hacer que la IA se sume a los principios de justicia e igualdad que promueve la disciplina y exigiendo un uso ético y responsable tanto a creadores/as, como a usuarios/as.

Desde el lanzamiento de ChatGPT 3.5 de OpenIA, en 2022, la invasión de la Inteligencia Artificial (IA) en nuestro día a día ha sido como un tsunami. Aunque debemos tener en cuenta que la IA es algo más antiguo de lo que nos imaginamos. En la mitología griega surgió la figura de Talos, un gigante de bronce creado por Hefesto; Aristóteles introdujo la idea del syllogism, una manera del razonamiento deductivo que se podría considerar como un algoritmo en su forma más temprana. En definitiva, el ser humano siempre ha tenido un interés por esa unión entre la máquina y las personas. 

Aunque algunos consideran que uno de los fundadores de la IA fue Alan Turing (1912-1954), no debéis olvidaros de que nada de esto sería sin la figura de una mujer: Ada Lovelace (1815-1852), considerada la primera programadora de la historia. Pero no fue hasta 1957, cuando John McCarthy (1927-2011) acuñó el término “inteligencia artificial” en la conferencia Dartmouth. 

Esta tecnología también ha llegado al ámbito social. En nuestro país ya conocemos prácticas donde se está utilizando la IA con herramientas de Chatbot para comunicarse con la ciudadanía, o bien para poder determinar las necesidades que tendrá la ciudadanía y así poder calcular los presupuestos necesarios en Servicios Sociales.

En este sentido, no solo encontramos ejemplos prácticos en el ámbito público, sino también en el privado. Las empresas y entidades privadas (asociaciones, ONG, etc) están apostando por utilizar la IA en sus procesos, automatizando proyectos para así poder aumentar su eficacia.

Aunque el objetivo de la IA es facilitarnos el trabajo y potenciarlo, también existe un lado “oscuro”. Es por ello, que el Trabajo Social necesita estar presente en este paradigma de la IA, como profesión que se centra en la justicia social y en la igualdad de las personas.

En los últimos meses hemos podido observar cómo algunas herramientas de IA tienen sesgos, los cuales desfavorecen a los grupos más vulnerables. Los sesgos en los sistemas de IA pueden tener consecuencias significativas, como reproducir y amplificar patrones discriminatorios existentes, tomar decisiones perjudiciales para ciertos grupos y perpetuar las desigualdades (Nazer et al., 2023).

En este artículo podrás entender de manera muy sencilla qué es la IA, conocer ejemplos y proyectos donde la IA tiene sesgos y cómo desde el Trabajo Social podemos trabajar para disminuirlos y poder tener una IA más justa e igualitaria.

Sin querer ser muy detallista y con el objetivo de facilitar la compresión, en los siguientes párrafos explicaremos de forma sencilla qué es la IA, cómo funciona y así poder entender cómo se producen los sesgos.

La primera pregunta que debemos hacernos es ¿qué es la Inteligencia Artificial? Explicado de modo sencillo, podríamos decir que es cuando las máquinas aprenden y realizan tareas que anteriormente eran realizadas por personas: tomar decisiones, reconocer patrones, comprender el lenguaje natural o la resolución de problemas complejos. Es decir, cuando una máquina puede ser programada para imitar la inteligencia humana. Para que esto suceda es necesario que la máquina se “alimente” de datos, datos que son recibidos, analizados y devueltos por el algoritmo. Los datos son la gasolina del algoritmo. 

La parte importante de los algoritmos con la IA, es que gracias al aprendizaje automático (Machine Learning), la máquina es capaz de identificar patrones y tomar decisiones basadas en los datos. Como veíamos anteriormente, para que la IA funcione necesita que el algoritmo se alimente de meta datos (Big Data), y aquí es donde está la clave principal de los sesgos. Esos datos son introducidos y “manipulados” por las personas, las personas por sí mismas tenemos sesgos en nuestro día a día; y estos sesgos, son trasladados a los datos. Por lo tanto, los sesgos que tiene la IA son una réplica de los sesgos de las personas en el mundo offline.

La investigadora del ámbito de la IA, Kate Crawford, entiende a los algoritmos como “incrustaciones materializadas de prioridades, normas y valores”, es decir, que no solo procesan datos, sino que están modelados por el contexto de las personas. Al final son un espejo de la sociedad.

Llegados a este punto las preguntas que deberíamos hacernos son: ¿Quién tiene la responsabilidad cuando la IA comete un error? ¿Qué garantías tiene la IA si se basa en los valores de las personas? 

Hoy en día existen numerosos ejemplos donde distintas herramientas de IA contienen un elevado índice de sesgos. A continuación, descubriremos algunas de ellas por su alta repercusión, pero, sobre todo, porque la vida de las personas pueden depender de su algoritmo.

El primer ejemplo lo vemos en el ámbito de la justicia. En EEUU existe una herramienta llamada COMPAS, esta herramienta ayuda a los y las jueces a determinar si una persona debe continuar en prisión, o, por lo contrario, puede quedar en libertad. Según ‘Techonology Review, esta herramienta tiene un sesgo racial hacia los acusados afroamericanos y/o latinos.

Otro caso con una alta carga de sesgo racial y de edad, es la referente a los coches automáticos. En octubre del 2024 Elon Musk presentó el taxi del futuro: un vehículo capaz de transportar a viajeros/as de un punto “A” hasta un punto “B” sin necesidad de conductor/a. A priori, puede ser algo positivo. Imaginémonos aquellas zonas rurales donde no pasa el transporte escolar, porque hay un bajo número de niños/as y no es “rentable” en términos económicos contratar a una persona para llevar un autobús. En este caso, un taxi automático facilitaría esa comunicación y transporte. 

El problema se encuentra en los sesgos. Según el estudio realizado por la Universidad de Beijing, el King’s College y la University College de Londres, los coches automáticos son un 7.5% más precisos con los peatones de piel clara que con los de piel oscura.

Además, otra pregunta que podríamos hacernos es: si un coche autónomo atropella a un peatón, ¿quién es responsable el fabricante, el/la programador/a del algoritmo o quién lo ha comprado? Una cuestión que aún no tiene respuesta jurídica clara.

Otro conocido caso es el de Amazon, que utilizó un algoritmo de IA que discriminaba contra las mujeres al priorizar los curriculum de los hombres. Nuestra labor, en este sentido, sería modificar estos algoritmos con enfoque de igualdad de género y la inclusión de variables que garanticen la equidad en la selección.

Un algoritmo que nos afecta a la mayoría de las personas es el que tienen plataformas como YouTube o Spotify que pueden recomendar contenido que refuerza estereotipos o ideologías sesgadas. 

Siguiendo con los ejemplos, veamos otro que nos puede resultar más próximo a la profesión. En el ámbito sanitario ya existen algoritmos capaces de diagnosticar enfermedades (y no queda mucho que también suceda en el ámbito social), y en este caso si hay un tratamiento erróneo ¿quién tiene la responsabilidad? ¿El algoritmo o el/la profesional que no ha supervisado y corroborado los resultados?

Ante estas cuestiones hay un debate filosófico muy amplio. Daniel C. Dennett sostiene que es fundamental establecer el grado de responsabilidad que puede llegar a tener la máquina, y entiende, que no se le puede atribuir a las máquinas la misma responsabilidad moral que a las personas, y que por supuesto, no debe eximir ni a sus creadores/as ni a los/as usuarios/as de la responsabilidad ética.

Según Wendell Wallach “al confíar demasiado en las máquinas, corremos el riesgo de deshumanizar el cuidado de la salud y de perder la intuición y el juicio experto que solo puede provenir de la experiencia humana”; partiendo de esta idea, es aquí donde consideramos que el Trabajo Social juega un papel fundamental. 

Para concluir con los ejemplos, y poniendo énfasis en delimitar la desigualdad económica de la sociedad, nos encontramos con los algoritmos utilizados en bancos para evaluar solicitudes de préstamos, los cuales, están desfavoreciendo a ciertos colectivos ya vulnerables entre sí. Desde nuestra disciplina, deberíamos ser capaces de asegurar que los criterios de evaluación no incluyan variables que perpetúen su discriminación.

Mirar hacia otro lado es, desde nuestro punto de vista, un acto de irresponsabilidad. La IA ha llegado para quedarse, y es por ello por lo que debemos abanderar la parte ética y de justicia de su uso. 

El Trabajo Social se caracteriza por luchar por la justicia social, y por trabajar en beneficio de una igualdad de oportunidades. En este sentido, como profesionales debemos empezar a formar parte de las empresas de IA y de sus comités éticos, capaces de plasmar nuestro conocimiento y visión a sus proyectos. Debemos revisar esos algoritmos plagados de sesgos y prejuicios para que se puedan ofrecer una herramienta más neutral. Siguiendo las recomendaciones incluidas por Loi et al. (2021, pa.2), se tienen que analizar los riesgos de una sistema de IA caso a caso, no de forma generalizada,  y de forma transparente con el fin de no vulnerar principios éticos, tal y como plantea la autora, aunque la transparencia no erradica los riesgos éticos de sistemas de inteligencia artificial, sí es un requisito para tal fin.

Es importante que aprendamos más sobre la IA para ser capaces de entenderla y comprenderla, solo así, seremos capaces de poder prevenir y actuar. Pero, sobre todo, la manera más eficiente de disminuir los sesgos es el autoconocimiento, ¿qué sesgos tengo yo como persona? ¿cuándo me comunico con la IA, plasmo los sesgos? ¿Corrijo a la IA cuando detecto un sesgo?

Los sesgos en IA suelen originarse en datos de entrenamiento incompletos o desbalanceados. Para reducirlos, es fundamental asegurarse de que los conjuntos de datos incluyan diversidad en términos de género, etnia, edad, condición socioeconómica y otras variables.

Es crucial realizar auditorías de equidad con métricas específicas (como paridad de resultados o impacto dispar) para identificar posibles sesgos en los modelos antes de su implementación.

Los equipos de desarrollo, donde debe haber profesionales del Trabajo Social, deben realizar evaluaciones éticas periódicas, considerando los impactos negativos que pueden generar los sistemas automatizados en poblaciones vulnerables.

Bibliografía

Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Caso práctico: probamos por qué un algoritmo judicial justo es imposible. (2021, noviembre, 11). Techonology Review, de https://www.technologyreview.es/s/13800/caso-practico-probamos-por-que-un-algoritmo-judicial-justo-es-imposible

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Nazer LH, Zatarah R, Waldrip S, Ke JXC, Moukheiber M, Khanna AK, Hicklen RS, Moukheiber L, Moukheiber D, Ma H, Mathur P. Bias in artificial intelligence algorithms and recommendations for mitigation. PLOS Digit Health. 2023 Jun 22;2(6):e0000278. doi: 10.1371/journal.pdig.0000278. PMID: 37347721; PMCID: PMC10287014.

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Tánger, 27 de junio de 2025

Mohamed Haouari
Profesor de Trabajo Social en el Instituto Nacional de Acción Social-Tánger (Marruecos)

La historia del trabajo social en Marruecos ha pasado por una evolución constante, desde formas tradicionales de solidaridad hasta su progresiva institucionalización. Antes de la colonización, el apoyo a las personas en situación de vulnerabilidad se basaba en redes comunitarias y en principios religiosos, reflejados en la caridad islámica. Estas prácticas, profundamente arraigadas en la vida social, promovían la ayuda mutua y aseguraban la protección de los más desfavorecidos dentro de un marco normativo basado en la tradición.

Con el establecimiento del protectorado español y francés, la asistencia social sufrió una transformación profunda. Las autoridades coloniales impusieron regulaciones e instituciones basadas en modelos occidentales, priorizando un enfoque asistencialista orientado al control social. Esto debilitó las formas tradicionales de ayuda comunitaria y reforzó la intervención colonial en acciones sociales destinadas a la población indígena.

Tras la independencia, Marruecos tuvo que reorganizar su sistema de acción social en un contexto de profundos cambios políticos y económicos. La creación de la Entraide Nationale marcó un primer intento de centralizar y estructurar las políticas sociales, aunque durante décadas la asistencia siguió fragmentada y dependiente de asociaciones caritativas y organizaciones de la sociedad civil. Con el avance de las reformas económicas y la apertura política, se hizo evidente la necesidad de profesionalizar la intervención social para hacer frente a las crecientes desigualdades.

En la actualidad, el trabajo social busca desempeñar un papel trascendental en el nuevo modelo de desarrollo. No obstante, su consolidación como disciplina y práctica profesional enfrenta desafíos significativos, como la falta de uniformidad en la formación, el escaso reconocimiento profesional y la necesidad de una mayor incidencia en las políticas públicas.

Período precolonial y colonial: antecedentes del trabajo social en Marruecos

El trabajo social en Marruecos tiene sus orígenes en la época precolonial, cuando la asistencia a los más vulnerables se organizaba mediante redes familiares, comunitarias y religiosas. La solidaridad se manifestaba a través de instituciones como la zakat (limosna obligatoria), los awqaf (fundaciones benéficas), los funduq (hospederías) y la sadaka (caridad), todas con un fuerte componente espiritual. Además, estructuras como la djamaa (asamblea local), la twiza (trabajo cooperativo) y las zawiyas (cofradías religiosas) cumplían funciones clave: la primera como espacio de consulta y autogestión, la segunda fomentando la colaboración en tareas comunitarias y la tercera ofreciendo refugio y apoyo a las personas más necesitadas (Lemligui, 2017, pp. 89-95).

La colonización, iniciada en 1912, transformó profundamente estas dinámicas. La administración francesa impuso un modelo asistencialista inspirado en los esquemas europeos, con un doble propósito: mejorar las condiciones de vida de la población local y ejercer control social. En consecuencia, la zakat se destinó a financiar proyectos coloniales, los awqaf quedaron limitados al ámbito religioso y los funduq fueron reconvertidos en centros de vigilancia contra movimientos independentistas. En este contexto, la Sociedad Musulmana de Beneficencia, creada en 1927, intentó estructurar la solidaridad tradicional bajo supervisión colonial. Aunque logró apoyar a muchas personas, su impacto fue restringido por la falta de recursos y personal especializado (Ghoti, 1995, pp. 23-45).

Las políticas sociales de la época reflejaban grandes desigualdades. Mientras los colonos europeos tenían acceso a servicios sanitarios de calidad, la población marroquí dependía de estructuras benéficas con escasos medios. A partir de 1945, se intentó organizar la financiación de la asistencia social, pero no se consolidó un sistema de protección integral. Durante este período, persiste la caridad islámica a nivel local, al tiempo que se empezaba a reconocer la pobreza como un problema de interés público. Aunque en Francia la década de 1940 marcó un punto de inflexión en el bienestar colonial, en Marruecos la asistencia social siguió dependiendo de actores locales y estuvo atravesada por tensiones entre la administración colonial y la población nativa. Paralelamente, muchas organizaciones benéficas se politizaron, convirtiéndose en espacios de resistencia vinculados al movimiento nacionalista (Perrier, 2022, pp. 1-6).

En el protectorado español, la asistencia social se centró en la infancia. En 1944 se fundó el orfanato “Franco” en Melusa para hijos de musulmanes fallecidos en la guerra de liberación española. En 1952, la Dirección de Acción Social lanzó programas orientados a la protección infantil y la prevención de la delincuencia juvenil, lo que llevó a la creación de preventorios y al fortalecimiento de las estructuras de asistencia infantil. También se ampliaron los servicios sanitarios con la apertura de consultorios y hospitales, aunque los asilos y hospitales psiquiátricos seguían operando en condiciones precarias, con cobertura limitada para los sectores más vulnerables (Ibn Azzuz, 1955, pp. 21-31).

Pese a los cambios impuestos por el colonialismo, Marruecos conservó un sistema de ayuda basado en la solidaridad comunitaria y diversas formas de cooperación. Prácticas como la jemaâ (asamblea comunitaria), la touiza (trabajo colaborativo en el ámbito agrícola), el almacenamiento colectivo de alimentos y las redes informales de financiamiento jugaron un papel esencial en la gestión de recursos locales. Estos mecanismos fueron fundamentales en la enseñanza religiosa, la producción agrícola y el abastecimiento de agua, operando bajo el derecho islámico y las tradiciones. Sin embargo, su efectividad se veía limitada por la jerarquización tribal y las desigualdades de género, lo que restringía el acceso equitativo a los recursos (Planas y Domínguez, 2014, p. 354)

Período posindependencia (1956-1975): inicios de la institucionalización del trabajo social 

Tras la independencia en 1956, Marruecos carecía de un sistema público de acción social estructurado. La asistencia a personas vulnerables recae en las Asociaciones Musulmanas de Beneficencia (AMB), presentes en las principales ciudades. Para organizar mejor este sector, el Estado creó la Entraide Nationale (EN), encargada de gestionar programas sociales y supervisar las AMB, marcando el inicio de la colaboración entre el gobierno y el sector privado (Bencherki, 2017).

En 1957, la EN se estableció formalmente como mecanismo de acción social pública y, en 1968, fue integrada plenamente en la estructura estatal. Cuatro años después, un decreto real consolidó su papel con la creación de la Secretaría de Estado de la EN, transformándola en un organismo público responsable de la implementación de políticas sociales. Durante este periodo, la EN tiene amplias competencias, incluyendo asistencia directa, promoción del bienestar familiar y programas de emancipación de la mujer (Ibid).

Sin embargo, las políticas públicas tras la independencia otorgaron un papel secundario a la regulación social, profundizando desigualdades. Esta situación se agravó con los ajustes estructurales de finales de los años 70, que obligaron al Estado a replantear sus estrategias. Este proceso puede interpretarse como la “invención de lo social”, fenómeno similar al ocurrido en la Europa industrial del siglo XIX, cuando los Estados consolidaron sistemas de bienestar para garantizar estabilidad y mitigar conflictos (Catusse, 2011, p. 63).

Transición hacia la profesionalización: desde los años 80 hasta la actualidad

Desde la década de 1980, Marruecos ha promovido la profesionalización del trabajo social mediante políticas estructuradas y la creación de entidades especializadas. Un hito fundamental fue la creación del Instituto Nacional de Acción Social (INAS) en 1981, que marcó el inicio de la formación académica en el trabajo social (INAS, 2016, p. 45). La adopción del sistema LMD en dicha institución amplió la oferta educativa, aunque persisten desafíos como la fragmentación de los programas y la brecha entre teoría y práctica.

En los años 90, surgieron organismos como la Agencia de Desarrollo Social y agencias regionales para reducir desigualdades y fomentar el desarrollo local. La sociedad civil adquirió un papel clave mediante ONGs y asociaciones centradas en educación, vivienda e inserción laboral. La expansión de estas organizaciones respondió al aumento de la vulnerabilidad social, derivado de la crisis económica. A partir del 2000, las reformas políticas y económicas fortalecieron su papel en la lucha contra la exclusión y la promoción de derechos humanos (Haouari, 2014, pp. 6-19).

En 2002, la creación de la Dirección de Economía Social, el Fondo Hassan II para el Desarrollo Económico y la Fundación Mohammed V para la Solidaridad intensificaron los esfuerzos contra la pobreza y la exclusión. Tres años después, la Iniciativa Nacional para el Desarrollo Humano (INDH) consolidó el trabajo social mediante la financiación de proyectos locales y la mejora de infraestructuras. No obstante, su implementación ha sido criticada por la centralización de recursos y la falta de personal especializado, lo que ha limitado su impacto en algunas regiones (Guerraoui, 2013, p. 3).

Para atender la creciente demanda de trabajadores/as sociales, un estudio de 2006 del Ministerio de solidaridad en colaboración con UNICEF estimó la necesidad de 30.000 profesionales. Entre 2007 y 2012, se formaron 10.000 personas en ocho perfiles clave: agentes de desarrollo social, gestores de establecimientos, mediadores, animadores socioculturales, asistentes sociales, educadores especializados, agentes socioeducativos y auxiliares sociales (Le Matin, 2007).

La promulgación de la Ley n.º 34-09 en 2011 estableció un marco regulador para el sector del trabajo social, abarcando ámbitos como la violencia de género, la migración y la protección de mujeres y niños. Esto fortaleció la colaboración entre entidades gubernamentales y no gubernamentales, promoviendo estándares profesionales en la prestación de servicios. Desde 2012, la Entraide Nationale (EN) ha sido reestructurada para consolidarse como el principal operador de asistencia social, priorizando la formación de trabajadores/as sociales y la mejora de estrategias de intervención.

En los últimos años, la profesionalización del trabajo social se ha reforzado con la creación de Centros de Orientación y Asistencia para Personas con Discapacidad y Unidades de Protección de la Infancia (UPE). En 2015, la EN asumió la gestión del componente de discapacidad del fondo de apoyo a la cohesión social, y en 2018 desarrolló un sistema integral de apoyo para adultos mayores. Políticas como la Política Pública Integrada de Protección de la Infancia (2015) y el Plan Gubernamental IKRAM (2016-2021) han reflejado el compromiso con la equidad de género y la atención a sectores vulnerables (MSFDS, 2019, pp. 31-42).

En 2021, la Ley 45-18 estableció un marco más definido para el trabajo social, regulando roles, condiciones laborales y ámbitos de intervención (Cámara de Representantes, 2021, pp. 7-45). A pesar de estos avances, aún existen desafíos como la escasez de trabajadores/as sociales y la concentración de recursos, lo que limita la efectividad de las intervenciones en comunidades vulnerables. La tercera fase de la INDH, iniciada en 2023, fortaleció el enfoque en la promoción del capital humano y el apoyo a sectores desfavorecidos (Belhassani, M. (2024, pp.102-135). Para ello, el Tribunal de Cuentas ha señalado deficiencias en la disponibilidad de profesionales especializados y el bajo nivel educativo de muchos/as empleados/as, subrayando la urgencia de mejorar la capacitación y ampliar la contratación de trabajadores/as sociales cualificados/as (CESE, 2020, p. 8)

Actualmente, Marruecos cuenta con aproximadamente 35.000 trabajadores/as sociales, con una proyección de 45.000 para 2025 (Badri Souad, 2021). La Ley 45.18 ha definido cuatro áreas clave: asistencia, educación y animación, apoyo familiar y gestión del desarrollo social. A pesar de ello, el sector del trabajo social enfrenta retos como la precariedad laboral, con un 60% de trabajadores/as en el ámbito asociativo, y la feminización de la profesión, ya que más del 50% son mujeres. A nivel de formación académica, el 80% posee títulos, pero solo el 13% está especializado en trabajo social, mientras que el 45% carece de formación continua. Además, el 57% inicia su labor sin experiencia previa, y los estereotipos sobre la profesión siguen dificultando su reconocimiento y fortalecimiento institucional (MSFDS, 2024, pp. 13-22).

Conclusiones

El trabajo social en Marruecos ha experimentado una transformación notable, pasando de un modelo de asistencia basado en la solidaridad tradicional a un enfoque más estructurado y profesionalizado. No obstante, sigue enfrentando desafíos importantes, como la falta de reconocimiento profesional, la insuficiente integración en las políticas públicas y la escasez de personal cualificado. A esto se suma la ausencia de un programa nacional de formación, lo que dificulta la consolidación de estándares unificados en la disciplina.

Uno de los principales retos de la formación en el área del trabajo social es la ausencia de una base común, lo que ha generado una diversificación de los contenidos impartidos dentro de una misma especialidad. Asimismo, la interrupción de programas en ciertas carreras del trabajo social y la falta de adecuación de algunos programas de formación a las nuevas exigencias limitan la profesionalización y adaptación de la disciplina a las necesidades emergentes.

Para garantizar la sostenibilidad del trabajo social en Marruecos, es necesario adoptar medidas concretas, como el diseño de programas de formación especializados, el establecimiento de normas laborales que brinden estabilidad, el fortalecimiento de la investigación en intervención social y una cooperación más estrecha entre entidades públicas, ONGs y actores locales para maximizar su alcance. Enfrentar estos desafíos permitirá estructurar un modelo más equitativo, inclusivo y orientado a la defensa de los derechos fundamentales, asegurando así una respuesta más eficiente a las problemáticas sociales emergentes.

Referencias bibliográficas 

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Belhassani, M. (2024). Protection sociale au Maroc : État des lieux. Dossiers de Recherches en Économie et Management des Organisations, 8(2), 102-135.

Bencherki, S. (2017, 10 de julio). La création de l’Entraide nationale s’inscrivait dans la dynamique de développement social lancée après l’indépendance. Le Matin. https://lematin.ma/journal/2017/-laquo-la-creation-de-l-rsquo-entraide-nationale-s-rsquo-inscrivait-dans-la-dynamique-du-developpement-social-lancee-apres-l-rsquo-independance-raquo-/274936.html

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Catusse, M. (2011). Le “social” : Une affaire d’État dans le Maroc de Mohammed VI. Confluences Méditerranée, 2011(3), 63-73.

Conseil Economique, Social et Environnemental. (2020). Avis sur le projet de loi 45-18 relatif à la réglementation de la profession du travailleur et travailleuse social (Saisine n°29/2020). https://www.cese.ma/media/2023/08/Avis-projet-de-loi-45-18-VF-2.pdf

Ghoti, M. (1995). Histoire de la médecine au Maroc, le 20e siècle. Casablanca: Idéale.

Guerraoui, D. (2013). Modelo de protección social universal de Marruecos: Componentes, paradojas y desafíos. Colegio Oficial de Trabajo Social. Región de Murcia. https://trabajosocialcordoba.es/murcia/noticias/modelo-de-proteccion-social-universal-de-marruecos-componentes-paradojas-y-desafios/1378/view

Haouari, M. (2014). Experiencias de trabajo social en el norte de Marruecos con grupos vulnerables en tiempos de crisis. Gazeta de Antropología, 30(2), artículo 06. http://www.gazeta-antropologia.es/wp-content/uploads/GA-30-2-06-Mohamed-Haouari.pdf

Ibn Azzuz Haquim, M. (1955). La capacitación técnico-administrativa de los marroquíes en la zona jalifiana de Marruecos. Cuaderno de Estudios Africanos, 31, XX-XX. https://www.cepc.gob.es/sites/default/files/2021-12/32275cao027021.pdf

Instituto Nacional de Acción Social (INAS). (2016). Decreto N° 2.15.449 del 21/09/2016 relativo a la reestructuración del INAS. Tánger. https://inastanger.ma/historique/

Le Matin. (2007). Entrevista con Abderrahim Harouchi, Exministro de Desarrollo Social, Familia y Solidaridad. Le travail social constitue un gisement considérable d’emploi. https://lematin.maijournal/2006/Develùppement-sociaLLe-travall-social-constitue-un-gi-sement-considerable-d-emploi/6508.html

Lemligui, A. (2017). La construction sociale des solidarités au Maroc : Contrôler l’Islam et gérer l’action sociale. Le Sociographe, 58, 89. https://typeset.io/library/untitled-folder-2ugic8sl/la-construction-des-solidarites-sociales-au-maroc-pdf-878ilxe9?ascm=1

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Perrier, A. (2022). Les sociétés de bienfaisance musulmane au Maroc: Fiscalité, dons et subventions publiques dans le financement de l’action contre la pauvreté (années 1920-années 1950). Revue d’histoire de la protection sociale, 15, 48-XX. https://doi.org/10.3917/rhps.015.0048

La Rioja, 22 de enero de 2025

María Teresa Sampedro Zorzano
Trabajadora Social

El presente texto está concebido como un artículo de opinión desde la óptica del trabajo social sobre el tema objeto de desarrollo. El objetivo es invitar a la reflexión sobre la mediación como medio de resolución a los conflictos familiares que pueden plantearse en el cuidado de personas mayores dependientes (con especial incidencia en los casos de los cuidados de larga duración), presentes tanto en el ámbito de los servicios sociales como en el ámbito sanitario. 

La dependencia impacta en diferentes ámbitos de la vida de la persona: afectivo, social y económico lo que hace que se precise una reorganización familiar en muchos casos, con redefinición de roles y funciones del sistema para cubrir las nuevas necesidades. 

Las dimensiones del cuidado siguiendo a Thomas (2011, en Carrasquer, 2012) son: la identidad social de la persona cuidadora, la identidad social de la persona receptora de los cuidados, las relaciones interpersonales entre la persona cuidadora y la receptora de los cuidados, la naturaleza de los cuidados, el dominio social (público o doméstico) en que se producen, la relación económica que media en la provisión de cuidados y el contexto institucional en que se desarrollan.

Las personas en situación de dependencia -moderada, severa o gran dependiente- tienen unas necesidades derivadas de la diversidad funcional que presenten (física, psíquica, en salud mental, sensorial, mixta) de diverso origen (enfermedades crónicas, accidentes…) y unas preferencias para su atención (domiciliaria por familiares, en el entorno con servicios públicos y/o privados, residencias) que hay que tener en cuenta. Cuestiones centrales, junto con el impacto y las dimensiones del cuidado, para elaborar los proyectos individualizados de atención, el plan de cuidados sanitarios y en las intervenciones con los usuarios/as y sus familias.

¿En qué momentos puede surgir el conflicto?

Según Caravaca, Martínez y Sáez (2021), se identifican varios momentos críticos susceptibles de conflictos familiares:     

  • Inicio de valoración de la dependencia    
  • Atribución/identificación del cuidador principal
  • Decisión sobre el recurso adecuado
  • Implementación del recurso solicitado 
  • Solicitud de la incapacitación judicial

Aumentando la complejidad cuando, se añade la circunstancia que la persona dependiente no cuenta con capacidad suficiente para poder indicar cómo quiere que se le presten los cuidados y precisa de tercera persona que le apoye: 

  • Propia familia (medidas de apoyo judiciales: curatelas) o institución pública/fundación 
  • Autotutela: poder notarial en caso de incapacidad de hecho o de derecho 
  • La guarda de hecho como medida informal.

¿Qué tipos de conflictos nos encontramos en nuestro quehacer profesional?  

Para Espiniella (2021) existen varios tipos de conflictos familiares- dependientes en relación a: 

  1. Salud y cuidado, como son:
    • Cuidado
    • Atención médica y sanitaria…
  2. Información y toma de decisiones:
    • Tiempos de cuidado
    • Contratación de personal o prestaciones
    • Toma de decisiones de carácter ético/moral relacionados con cuidados paliativos
    • Tutela
    • Cuestiones legales
    • Decisiones sobre el final de la vida…
  3. Relación y comunicación, tal como:  Crisis de comunicación y relación entre miembros de la familia (hermanos/as…)
  4. Intereses:
    • Herencias, patrimonios
    • Problemas financieros. Administración de patrimonio
    • Repartir roles y responsabilidades de los miembros de la familia
    • Conciliar la vida familiar, laboral, social y personal
    • Problemas de vivienda…
  5. Psicológicos: Sobrecarga …

 Según Munuera y Gómez (2015), por otra parte, dichos conflictos serían:

  1. De relación en la infancia o familia de origen.
  2. Relaciones actuales.
  3. De comunicación.
  4. De intereses.
  5. Psicológicos.
  6. Económicos.
  7. De poder.
  8. Por escasez de recursos sociales.
  9. De organización de recursos.
  10. Por culturas diferentes.
  11. Legales: proceso de incapacitación, herencia, testamento vital.
  12. Con la Administración: por prestación de dependencia.
  13. De valores.
  14. Rechazo a la enfermedad, dependencia, muerte.
  15. En el tratamiento médico a seguir. 

¿Existen textos legales, estrategias y recomendaciones para proteger a las personas dependientes? 

Diferentes textos legales, estrategias, recomendaciones  tanto en el ámbito nacional como en el internacional tienen en cuenta los derechos de las personas con diversidad funcional entre otras: La Carta Social Europea (1961), Convención de Naciones Unidas de los Derechos de las Personas con Discapacidad (2006), Estrategia Europea de cuidados (2022), artículos 49 y 50 de la Constitución Española de 1978,  Ley de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia, (2006), Ley General de Sanidad  (1986) renovada  en 2022 por Ley reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información, Ley general de personas con discapacidad (2013), Código Civil vigente (en materia de  derecho de alimentos/cuidados entre parientes, capacidad jurídica y de obrar…), ley de reforma de legislación civil y procesal (2021) en relación a la capacidad jurídica, Ley Enjuiciamiento Civil (2000).

¿Y qué hay de la mediación?  

En el ámbito nacional, la mediación está regulada por la Ley 5/2012 del 6 julio, de mediación en asuntos civiles y mercantiles. Existiendo diferentes leyes autonómicas que tratan y hacen referencia específica a la mediación familiar como es el caso de Andalucía, País Vasco y Cataluña.  

En mediación, es necesario adaptar el proceso al tipo de familia y al conflicto que se va a abordar, si bien el proceso de mediación familiar es común al proceso general.  

¿Qué es la mediación de conflictos en los cuidados? 

Según Munuera (2015) la mediación aplicada al trabajo social en el contexto de los conflictos en los  cuidados de las personas mayores es una técnica alternativa de resolución de disputas, que permite a las partes transformar sus pautas de comunicación desde el reconocimiento de los intereses de los  involucrados en el conflicto, en un espacio creado por el mediador (imparcial y neutral) para el diálogo, desde el respeto a los derechos de las personas, que favorece la participación con el fin de lograr el reconocimiento y la legitimación de todos los participantes. El objetivo final según el planteamiento de Romero (2002) es ayudar a restablecer la organización familiar desde una nueva configuración, ofreciendo una nueva identidad familiar, donde las figuras familiares adquieren nuevos significados, respecto a la configuración familiar anterior, favoreciendo el restablecimiento de las relaciones.

¿Cuál es el proceso de mediación con las familias? 

Parkinson (2005, en Caravaca, Martínez y Sáez, 2021) establece las etapas en el proceso de mediación con familias en situación de dependencia:

  1. Compromiso de las partes, explicación de principios y términos de la mediación.
  2. Ayudar a presentar y priorizar los asuntos que necesitan resolver y separar estos de sentimientos no relacionados con el problema. Cambio de narrativa en el discurso de las partes y la descontextualización del problema. 
  3. Identificar los intereses de los involucrados. 
  4. Recoger y compartir la información necesaria, normalmente información económica, relacional y laboral, donde se incluye como necesario el genograma familiar en casos relacionales. 
  5. Explorar las opciones disponibles, examinar la realidad y centrarse en los puntos en común del acuerdo, evitando los desacuerdos. 
  6. Estimular a las partes a trabajar acuerdos que puedan aceptar, y puntos de encuentro en su historia relacional.
  7. Redactar un documento de acuerdos. 
  8. Llevar un seguimiento a través del medio más accesible para las personas con dependencia funcional.

¿Cuáles son los roles de la persona mediadora?

Los roles del mediador, según Álvarez (2017, en Caravaca; Martínez y Sáez, 2021), de manera resumida son: facilitador de comunicación, convocante, educador (instruye), traductor (parafrasea, reenmarca), interrogador/clarificador (cuando no se entiende algo), asesor del proceso: en sus fases, temas, caucus1, consulta a experto, ”abogado del diablo” (pone a prueba, cuestiona), catalizador y responsable (del procedimiento, de recordar, de escribir acuerdos). 

¿Qué técnicas y habilidades se requieren? 

Existen diferentes técnicas  y habilidades que proponen diversos autores para este tipo de mediación,  que los mediadores podrían combinar dependiendo de: la dinámica entre los participantes y de su nivel de conflicto: lenguaje positivo, proyección al futuro, resúmenes, escucha activa, preguntas circulares y reflexivas, parafraseo, reformulación, metáforas, fragmentar los problemas,  gestión de la ira en contextos de mediación; o manejo de diferentes tipos de interacciones (enredadas, de confrontación abierta, ambivalentes, de lucha de poder y cerradas) como son el desvío, bloquear y tranquilizar, provocar conflictos controlados, neutralizar amenazas, provocar interacción entre las partes, manejar silencios, etc. 

¿Qué beneficios tiene la mediación?

Los beneficios con los que nos encontramos en la mediación de este tipo de situaciones, son entre otros: 

  • Ayudar a ordenar las ideas, los medios, facilitar la escucha y el diálogo.
  • Potenciar la responsabilidad individual.
  • Aportar recursos y producir cambios en los comportamientos.
  • Ser un instrumento que favorece la resolución de las crisis familiares.
  • Según Romero (2012, en Cerezo 2013), favorece la organización o reorganización familiar, ayudando a establecer la funcionalidad de las personas que forman parte del mismo.
  • Evitar la judicialización con los consiguientes efectos negativos para una de las partes
  • Garantizar los cuidados de calidad para las personas dependientes.
  • Evitar los estereotipos de pasividad decisional de las personas mayores en la etapa final de su vida.
  • Propiciar el empoderamiento del dependiente como adquisición de poder para manejar y comprender la propia vida e influir en el entorno (Álvarez, 2017).
  • “… puede ser un recurso complementario a las intervenciones de carácter psicosocial donde se incluyan objetivos de prevención, promoción de la salud, establecimiento de pautas comunicativas adecuadas y reorganización de las relaciones y responsabilidades.” (Caravaca, Martínez y Sáez, 2021).
  • Como indican Sánchez y Cotiñas (2023): “la mediación intergeneracional es un mecanismo de participación activa de las personas mayores en los conflictos derivados de la relación cotidiana en los núcleos familiares.”
  • Las decisiones no son impuestas, son las personas participantes quienes mantienen el control sobre los acuerdos. (Munera, 2006).

Pero… ¿sirve para todos los conflictos? 

Es fundamental tener en mente que, no siempre la mediación es válida para todos los conflictos, ni todos los conflictos pueden ser mediados. Las excepciones que nos encontramos para mediar son:  situaciones donde exista alguna situación de maltrato o violencia de género.  

¿Es lo mismo intervención con estilo mediador que mediación en conflictos familiares? 

Ripoll-Millet (2001, en Cerezo, 2013) destaca que la mediación familiar es aplicable a algunos de los múltiples contextos que utiliza el trabajo social, no convirtiendo las intervenciones psicosociales en mediaciones familiares (sino en intervenciones con estilo mediador para la resolución de conflictos) y que las mediaciones familiares e intergeneracionales en sentido estricto, requieren de unas reglas difícilmente compatibles con el encargo institucional del trabajador/a social (teniendo en cuenta la especial complejidad de los conflictos a tratar).

¿Mediamos? 

Habida cuenta de los aprendizajes sobre las familias y los dependientes en la práctica profesional y las diferentes perspectivas de diversos autores, para concluir se puede llegar a las siguientes reflexiones desarrolladas a continuación para tener en cuenta. 

En primer lugar, tenemos que estar atentos a los indicadores de conflicto para conocer evolución, actitudes, defensas, soluciones intentadas, conciencia de existencia de conflicto, latencia/manifestación del mismo… para prevenir y actuar en consecuencia, en pro del bienestar de las familias y de la persona dependiente. 

En segundo lugar, los servicios sociales y de salud de atención primaria poseen una posición privilegiada de observador para poder identificar y diagnosticar; de dinamizador, acompañante para el cambio y derivante a los recursos especializados que en su caso se precisen como son los servicios de mediación, siendo indispensable los protocolos de coordinación. 

En tercer lugar, la mediación es una herramienta de gran utilidad para el trabajo social con las familias y la persona cuidada para resolver conflictos de diversa índole, teniendo en cuenta que todos los conflictos no van a ser mediables.

En cuarto lugar, que dependiendo de la intensidad del conflicto puede ser resuelto en el contexto de la intervención familiar con estilo mediador del trabajador social dentro equipo interdisciplinario o si es complejo a través de los servicios de mediación. 

Por último, que en el contexto de la intervención psicosocial con la perspectiva de atención centrada en la persona es fundamental la mediación, ya que: es un recurso que empodera a las partes, facilita el diálogo, fomenta puntos de encuentro entre las diferentes posiciones, ayuda a mejorar las relaciones y en definitiva la atención del dependiente donde todos los intereses son tenidos en cuenta.

Por lo que atendiendo a todo lo anterior, la respuesta a la pregunta es: MEDIAMOS. 

REFERENCIAS

  1. Caucus: Reunión privada entre una de las partes afectadas y el mediador que se produce de manera excepcional cuando no hay avances entre las partes envueltas en el conflicto: sirviendo entre otros para escuchar las necesidades de esta parte sin influencia de la otra parte, para rebajar intensidad del conflicto, abordar temas complejos desde otra perspectiva.  ↩︎

Málaga, 23 de febrero 2024

Aleix Morilla-Luchena
Trabajador Social, Doctor y Profesor en la Universidad de Huelva

  • Los androides no parecen capaces de ampararse unos a otros en momentos difíciles. 
  • Tiene usted razón. Aparentemente carecemos de un don específico de los humanos. Creo que se llama empatía.
  • ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? – Philip K. Dick, 1968

Tomando la definición de Rouhiainen (2019), la Inteligencia Artificial (I.A.) puede definirse como la habilidad de los ordenadores para hacer actividades que normalmente requieren inteligencia humana. Es la capacidad de las máquinas para usar algoritmos, aprender de los datos y utilizar lo aprendido en la toma de decisiones tal y como lo haría un ser humano (p.17). Esta mera consideración, la de “lo humano”, ya abre puerta a una primera reflexión, desde las Ciencias Sociales en general, y desde el Trabajo Social en particular. Por una parte, señala el autor que los dispositivos basados en I.A. no necesitan descansar, pueden analizar grandes volúmenes de información a la vez y que la proporción de errores es significativamente menor en las máquinas que en los humanos. Por otra parte, parece aventurado afirmar algo tan categórico como “tal y como lo haría un ser humano”, pues cabría preguntarse: ¿y cómo actúan los seres humanos? Tema complejo, como el de la propia condición humana, sobre el que se ha discurrido ampliamente desde la filosofía, la sociología, las ciencias del comportamiento, o el propio Trabajo Social.

Si se está comparando el actuar “humano” a uno relacionado con cuestiones como la lógica, la eficiencia en la toma de decisiones, la capacidad de seleccionar la mejor alternativa, entre otras cuestiones, la realidad nos muestra que el comportamiento humano muchas veces no se rige por estos parámetros, sino que entran en juego otras cuestiones difícilmente atribuibles a priori al cálculo o la simulación de un algoritmo: las emociones, la empatía, el compromiso con causas que trascienden la individualidad, como la justicia social, la solidaridad… 

A priori, podría parecer que nos adentramos en un mundo muy alejado de nuestro campo de actuación, donde proliferan términos como Big Data, machine learning, algoritmos, tokens, blockchain… y que nos podría inducir a pensar que se trata más de un asunto de ciencias computacionales que de Trabajo Social. Una vez dispuesto sobre la mesa el asunto en torno a la cuestión que recoge la propia definición de I.A. sobre “cómo es o cómo debería ser el actuar humano”, aspecto que ya abriría la puerta a la entrada de un amplio abanico de ciencias sociales, entre las que se incluye por supuesto el Trabajo Social, del que parafraseando el esclavo liberado Publio Terencio Africano, podríamos decir: “Soy Trabajador/a Social, nada humano me es ajeno”.

Dicho esto, no puede obviarse que el desarrollo de nuevas tecnologías y su incorporación en la vida cotidiana y en la práctica profesional tienen potencial para afectar, de forma positiva o negativa, a la vida de las personas. De no adoptar una actitud proactiva desde el Trabajo Social (tanto en la práctica como en la investigación) respecto a los cambios tecnológicos que se vienen produciendo y que nos esperan en los próximos años, lo más probable es que sean otras disciplinas quiénes establezcan los marcos de referencia: y que, probablemente no nos guste el resultado. Concretamente desde el trabajo social, no deberíamos renunciar a los numerosos debates que se plantean sobre qué tecnologías pueden incorporarse a nuestra práctica profesional, y cuál es la mejor forma de hacerlo, qué partes de nuestro trabajo pueden ser automatizadas y cuáles no, cómo van a conjugarse los procesos de digitalización en Servicios Sociales con la calidad de la intervención y la necesaria presencialidad, qué cuestiones éticas deben considerarse, cómo puede afectar a las personas con las que trabajamos… 

En esta línea Castillo de Mesa (2019, en Méndez-Domínguez, 2020) defiende una una “reconceptualización” de la práctica profesional del trabajo social, lo que comprende “nuevas formas de hacer” como disciplina científica y como profesión, incorporar la tecnología digital y usar nuevas técnicas y metodologías de intervención e investigación. Respecto a la I.A., Codina (2020) señala algunos beneficios que ésta podría aportar a los Servicios Sociales, por ejemplo en lo referente a una mayor rapidez, seguridad, eficiencia y objetividad en las decisiones profesionales, soporte para una mayor eficiencia y calidad en diagnósticos e intervención, apoyos para la autonomía personal y la vida independiente, fortalecimiento de las políticas preventivas, de la acción comunitaria y participación, mejor planificación de los servicios, de los equipos y económica, evaluación en tiempo real del impacto social de los programas y las intervenciones, entre otros. 

Lo cierto es que estas cuestiones no quedan a la deriva de futuribles o teorizaciones, sino que desde el campo del trabajo social y los servicios sociales ya se están explorando las aplicaciones de la I.A. a la práctica profesional. Un ejemplo de ello podría ser “DPR, herramienta inteligente para facilitar el trabajo de los/las profesionales de atención primaria de servicios sociales” (Fundación iSocial, 2021), instrumento entrenado mediante técnicas de machine learning a partir de 300.000 entrevistas hechas por los servicios sociales del Ayuntamiento de Barcelona, y que automatiza el proceso de tipificación de las demandas que reciben los centros de servicios sociales, procesa las anotaciones del/la trabajador/a social, clasifica el problema y la demanda de la persona entrevistada, y sugiere al/la profesional la respuesta a dar, de acuerdo con los recursos y servicios que la institución puede ofrecer o aconsejar.

Por otra parte, se ha explorado de manera preliminar a través de un caso práctico las posibilidades de un modelo de lenguaje por IA, como el conocido ChatGPT, para facilitar la toma de decisiones en las funciones y tareas de los/las trabajadores sociales en relación a la gestión de prestaciones  (Morilla-Luchena et al., 2024), concluyendo entre otras cuestiones que el rol profesional es clave y prioritario en la utilidad real del uso de la I.A. en la gestión y sobre todo en las orientaciones de intervención, pues las conclusiones y respuestas arrojadas por ChatGPT en este caso, deben ser interpretadas y analizadas profesionalmente, pues la I.A. sigue encontrando importantes limitaciones (cuestiones éticas precisas, componente emocional, conocimiento de los contextos y realidades sociales concretas). No obstante se reconoce su potencial como soporte en la toma de decisiones y en las orientaciones diagnósticas y de intervención, 

Hecha esta contextualización, se aborda la cuestión que da nombre a este artículo: ¿Cómo “piensa”  la Inteligencia Artificial al Trabajo Social? Y no se trata de algo baladí: el marco de referencia en el que nos sitúa actualmente la I.A. va a marcar nuestra representación dentro de un “imaginario cibernético” que puede extenderse en la medida en que un mayor número de personas, instituciones, herramientas, etc. se apoyen en la I.A. para consultar información, generar contenidos o responder a determinadas cuestiones. Un primer ejemplo lo encontramos en la pregunta (o prompt, en la jerga de la I.A.): ¿Qué es el Trabajo Social?, respuesta que se presenta a continuación junto a la Definición Global del Trabajo Social de la Federación Internacional de Trabajadores/as Sociales (IFSW):

Definición de Trabajo Social de “ChatGPT”Definición de Trabajo Social de la IFSW
El trabajo social es una disciplina profesional que se enfoca en ayudar a individuos, familias, grupos y comunidades a mejorar su bienestar social, emocional y económico. Los trabajadores sociales suelen trabajar en una variedad de entornos, como hospitales, escuelas, agencias gubernamentales, organizaciones comunitarias y servicios sociales.El trabajo social es una profesión basada en la práctica y una disciplina académica que promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la liberación de las personas. Los principios de la justicia social, los derechos humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son fundamentales para el trabajo social. Respaldada por las teorías del trabajo social, las ciencias sociales, las humanidades y los conocimientos indígenas, el trabajo social involucra a las personas y las estructuras para hacer frente a desafíos de la vida y aumentar el bienestar.

Otra pregunta que podríamos hacer (y hacernos), tal cómo podría hacer cualquier persona interesada en saber a qué nos dedicamos, es la siguiente: ¿Qué hace un profesional del trabajo social?:

Los trabajadores sociales utilizan una variedad de técnicas y enfoques, que van desde la terapia individual y familiar hasta la defensa de políticas y la promoción de cambios sociales a nivel comunitario y estructural. Algunas de las actividades que realiza incluyen:

1. Evaluación y Planificación: Realiza evaluaciones exhaustivas de las necesidades y circunstancias individuales o familiares para comprender los problemas y desarrollar planes de intervención adecuados.

2. Apoyo Emocional y Asesoramiento: Proporciona apoyo emocional y asesoramiento a individuos y familias que enfrentan dificultades emocionales, traumas, crisis y transiciones difíciles.

3. Coordinación de Servicios: Conecta a las personas con recursos y servicios comunitarios, como atención médica, vivienda, servicios de emergencia, asesoramiento legal, programas de alimentación y asistencia financiera.

4. Abogacía y Defensa: Defiende los derechos y la dignidad de las personas y grupos marginados, luchando contra la discriminación, la exclusión social y las injusticias sistémicas.

5. Intervención en Crisis: Proporciona intervención y apoyo inmediato durante crisis emocionales, situaciones de abuso, violencia doméstica, suicidio, desastres naturales y otras emergencias.

6. Trabajo con Familias: Ofrece apoyo a las familias para fortalecer sus habilidades parentales, resolver conflictos familiares, abordar problemas de relación y promover un ambiente familiar saludable y seguro.

7. Protección de la Infancia: Interviene en casos de abuso o negligencia infantil, investiga denuncias, realiza evaluaciones de riesgo y trabaja con familias para garantizar la seguridad y el bienestar de los niños.

8. Educación y Prevención: Ofrece programas educativos y preventivos sobre temas como la salud mental, la adicción, la violencia, la crianza de los hijos y la prevención del abuso y la negligencia infantil.

En un primer vistazo, ya podríamos encontrar elementos problemáticos o que al menos requerirían de una adecuada contextualización o clarificaciones. Conceptos como “ayuda” o “terapia” han sido frecuentemente debatidos en nuestra profesión. También puede ser cuestionado (desde la propia y otras disciplinas) la atribución que hace la I.A. al trabajo social de funciones como Educación o Abogacía, que requerirían, cuanto menos, de una delimitación clara. Por otra, también es destacable el uso que la I.A. hace del masculino genérico, en una profesión mayoritariamente compuesta por mujeres, tras años de reivindicaciones y avances sobre el uso de lenguaje inclusivo y no sexista, especialmente en las administraciones públicas. 

Si queremos complejizar más el asunto y hacerlo más visual, podemos utilizar la herramienta DALL-E 2, que genera imágenes por I.A. siguiendo las instrucciones que se introduzcan. Por ejemplo: “Dibuja una trabajadora social durante su práctica profesional, estilo realista”:

En este caso, la I.A. nos representa mayoritariamente con el ámbito sanitario (incluso, sin saber muy bien por qué, nos coloca un fonendoscopio). La tercera de las imágenes representadas, podría ser la de una trabajadora social en su vertiente educativa o de formación. 

Otra de las preguntas o prompts que podemos introducir es: “Dibuja un imagen que refleje la esencia del Trabajo Social, estilo realista”: 

Aquí, el trabajo de interpretación resulta mucho más subjetivo, con imágenes que pueden evocarnos cuestiones relativas a la resolución de conflictos, realización de talleres comunitarios, estudio y reflexión, diálogo, generación de ideas, trabajar con las personas…

Cabe preguntarnos, ¿hasta qué punto estamos de acuerdo como  trabajadores/as sociales con esta definición y funciones que nos atribuye la I.A.? ¿Nos vemos identificados/as en las imágenes generadas respecto a nuestro trabajo? ¿Pueden elaborarse estrategias –de entrenamiento del algoritmo, u otras-, que permitan una representación del Trabajo Social que se ajuste más a la realidad sobre la que llevamos investigando y reflexionando desde la propia disciplina?

Si bien se presenta aquí un experimento sencillo, pretende reflejar que la forma que tiene la I.A. de “entender” el mundo, y el Trabajo Social en concreto, pueden llevar a consecuencias imprevisibles en el futuro. Formarnos e informarnos sobre estos temas no debería ser algo “ajeno” a nuestra profesión y disciplina, lo contrario sería renunciar a nuestro particular enfoque y visión, y quedar a merced de lo que quieran traer los vientos –o, los bits-.

BIBLIOGRAFÍA  

ChatGPT (s.f). Disponible en: https://chat.openai.com/ 

Codina, T. (2020). Por qué la inteligencia artificial transformará los Servicios Sociales. Revista de Treball Social, 219, 85-99.

DALL-E 2 (s.f). Disponible en: https://openai.com/dall-e-2 

Fundación iSocial (2021, 15 de septiembre). DPR, herramienta inteligente para facilitar el trabajo de los/las profesionales de atención primaria de servicios sociales. Disponible en: https://isocial.cat/es/dpr-herramienta-inteligente-para-facilitar-el-trabajo-de-los-las-profesionales-de-atencion-primaria-de-servicios-sociales/ 

International Federation of Social Workers, IFSW (s.f). Definición global del Trabajo Social. Disponible en: https://www.ifsw.org/what-is-social-work/global-definition-of-social-work/definicion-global-del-trabajo-social/ 

Méndez-Domínguez, P. (2020). Reseña de Castillo de Mesa, J. 2019. El Trabajo Social en la era digital. Comunitania: Revista internacional de trabajo social y ciencias sociales, (19), 95-97.

Morilla-Luchena, A.; Fernández-Borrero, M. A., Muñoz-Moreno, R. y Ferri-Fuentevilla, E. (2024). “Posible utilidad de un modelo de lenguaje por IA para la gestión de prestaciones en Servicios Sociales”, en García Domingo, M. y De la Fuente Robles, Y. (Dirs.) Innovación social y digitalización al servicio de la ciudadanía: nuevas metodologías aplicadas al aprendizaje y la práctica profesional del trabajo social. Navarra: Aranzadi, ISBN: 9788411620055Rouhiainen, L. (2018). Inteligencia artificial. Madrid: Alienta Editorial, 20-21.

Málaga, 22 de septiembre de 2023

Raquel Fernández Nieto
Trabajadora Social

Aprovechando este espacio, me gustaría escribir una carta abierta dirigida a todas aquellas personas que actualmente estén estudiando el Grado de Trabajo Social, y que en un futuro inmediato pasarán a ser compañeros/as de profesión.

Estas líneas están sacadas de mi propia experiencia, quizás no acabe siendo la tuya, pero espero que te pueda ayudar a tirar hacia delante, coger impulso, y por supuesto a estar orgulloso/a de la profesión que has escogido. Porque sí, el Trabajo Social te va a gustar.

Me gustaría empezar con la parte más difícil de esta larga travesía, por la simple razón de que conocer la realidad del ámbito y la profesión que estamos estudiando es la forma más adecuada de aceptar y construir el camino y sobre todo nuestra experiencia laboral y/o profesional

Porque como rezan las líneas del poema de Antonio Machado (1912) (1): “Caminante no hay camino, se hace camino al caminar”. Así que vamos allá, recorramos el camino.

En primer lugar, has de saber que, aunque por mucho concepto teórico que veamos en la carrera, conoceremos realmente lo que es el Trabajo Social cuando salgamos al mundo real.

Esto se debe a que durante los cuatro años que dura el Grado de Trabajo Social estamos en una especie de burbuja conceptual, donde nos enseñan  conceptos básicos de la profesión, pero no realmente sabemos aplicarlos. En pocas palabras, mucha teoría y poca práctica.

Durante mis años como estudiante de Trabajo Social las horas de prácticas profesionales eran escasas en comparación con otros grados universitarios. Afortunadamente, poco a poco la carrera está cada vez más orientada a la excelencia y van introduciendo cambios. No obstante, no será hasta que empieces a ejercer como profesional del Trabajo Social cuando conozcamos de primera mano la realidad.

Y será en ese momento donde podrás aplicar todo lo aprendido durante tus años de universidad, especialmente tus habilidades sociales y no en el pupitre de la facultad. La atención social pone a prueba tu asertividad, empatía y sobre todo la escucha activa. 

Otra realidad es que no, no vamos a cambiar ni a salvar al mundo (a gran escala) con nuestro trabajo ya que no somos superhéroes ni superheroínas. Debes saber que en ocasiones hay muchas trabas ya que dependes de muchos factores externos, los cuales la mayoría se escapan de nuestras manos. (Políticas Públicas, acuerdos, convenios con instituciones o burocracia administrativa)

Desgraciadamente no tenemos esa varita mágica pero no hay nada más bonito que poder aportar tu granito de arena cada día como profesional en la entidad u organización en la que trabajas.

Cosas tan simples como sacarle una sonrisa a una persona que le estás realizando cualquier trámite y tiene una situación realmente compleja, consultar un Ingreso Mínimo Vital que tramitaste, y ver que está resuelto de forma positiva o recibir la noticia de una usuaria a la que estás realizándole un itinerario de inclusión sociolaboral ha conseguido un puesto de trabajo, son esas pequeñas cosas que le dan sentido a la profesión, y a nunca tirar la toalla. 

Y no, con esto no quiero desanimar a nadie, pero la gran realidad del Trabajo social es esa, el riesgo de exclusión social y/o desigualdad, así como la pobreza no va a acabar solo con nuestro trabajo. 

Y creedme, ojalá pudiéramos acabar con todas estas situaciones. No podemos luchar contra gigantes, pero sí contribuir a reducir su impacto en la sociedad. 

Otra gran realidad de la que no nos hablan es la precariedad laboral. Actualmente, hay compañeros/as con contratos en dudosas condiciones económicas y laborales, así como como horas extra y trabajo que no se ve recompensado. 

Hernández Echegaray (2017) (2) afirma que la precarización laboral crea un mercado dual de profesionales del Trabajo Social, y un número alto de desempleo y subempleo.

Todo lo anterior crea la sensación de que simplemente podemos optar a un camino: El de la administración pública, o lo que es lo mismo opositar como única vía de salvación.

Hablando de lo público, opositar no es un paseo, quien decida optar por esta vía lo primero que tiene que saber es que es un camino largo, tedioso y en muchas ocasiones frustrante por muchos motivos: escasas convocatorias y oferta de plazas en Trabajo Social, preguntas de exámenes que no se corresponden en muchas ocasiones a las funciones del Trabajo Social, entre otras problemáticas.

Así pues, deciros que lo público existe y es una opción, pero el ejercicio libre cada vez es más real. Existen cada vez más compañeros/as que deciden emprender y embarcarse en este camino hoy en día desconocido para muchos.

Y hasta aquí lo negativo, sé que puede parecer abrumador, pero creedme cuando os digo que hubiese agradecido que me hubiesen dicho este tipo de realidades cuando todavía estaba en mis años de universidad.

A pesar de todo lo comentado, luchar por el Trabajo Social merece la pena. Personalmente estoy muy orgullosa de haber escogido la profesión, y seguir cada día intentando por lo menos aportar mi granito de arena.

La profesión ha dado pasos agigantados, cada vez hay más formación, los colegios profesionales cada vez están más al día y luchando por visibilizarnos, pero aun así debemos seguir remando y conseguir avanzar por conseguir un trabajo social digno, y con ello una sociedad más inclusiva, y que por fin se nos ponga en valor nuestro trabajo.

Todavía nos quedan pequeños cambios que deben llegar como por ejemplo el conseguir que se nos siga conociendo como ‘asistentas sociales’, o la mera tramitadora de ayudas. El trabajo social es más que eso, y prueba de ello es que el abanico es cada vez más amplio.

Solo me queda deciros que luchéis, que os sintáis orgullosos/as de la profesión, y que nos vemos pronto en el camino.

BIBLIOGRAFÍA

(1) Manuel Machado. (1912). Campos de Castilla. 

(2) Arantxa Hernández Echegaray. (2017). La precarización laboral como factor de la desprofesionalización del Trabajo Social. Análisis y propuestas desde la perspectiva experta. Dialnet. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6588968

Málaga, 7 de julio de 2020

En febrero de 2020, y tras casi un año de trabajo creando un nuevo proyecto de revista, TSDifusión inició su andadura. Apenas comenzó nuestro “rodaje” cuando éste se vio interrumpido por las consecuencias que ha traído la pandemia del COVID-19, y que tantas cosas ha cambiado en los últimos meses.

Si algo positivo nos deja la pandemia, es que hemos aprendido que las Nuevas Tecnologías nos permiten comunicarnos, interrelacionarnos y trabajar de forma conjunta, y pueden facilitar que TSDifusión cuente con un equipo de trabajo real e interprovincial que va a aprovechar la oportunidad que nos dan las herramientas digitales para fomentar la participación y enriquecer la revista.

En nuestra vuelta a las publicaciones, os invitamos a que contéis vuestras vivencias profesionales durante la pandemia. TSDifusión agradece la colaboración a las profesionales que nos han contado su experiencia a través de una entrevista, las cuales iremos publicando.

ENTREVISTA A
María del Pilar Estévez Muñoz
Trabajadora Social. Centro de Menores

Tu trabajo diario, durante el confinamiento, ¿ha sido distinto? ¿En qué ha cambiado?

Muy distinto. Tratándose de un centro de protección de menores, hemos tenido que confinar a 19 menores, los y las cuales no han podido relacionarse ni siquiera con sus familiares de manera directa, teniendo que cambiar una dinámica completa de funcionamiento, para adaptarla a la situación generada de dicho confinamiento. Con flexibilización de normativa interna, cambios en el Proyecto Educativo y demás instrumentos educativos de centros, reinvención en las formas de relación (video llamadas con familias, intervenciones telemáticas) etc.

Todo ello con el objetivo de reducir el impacto emocional que ha producido el aislamiento de la población atendida, y en un tiempo record para adaptar rápidamente la situación a las necesidades del grupo de menores atendidos/as.

Igualmente se ha tenido que imponer un protocolo estricto de medidas sanitarias, tanto para un equipo de profesionales que trabajamos en el centro, como para los propios y las propias menores, teniendo que integrarlo e interiorizarlo en la dinámica convivencial del recurso. Algo que ha sido realmente complicado.

¿Qué has echado en falta para haber podido desarrollar tu trabajo en unas mejores condiciones?

En una fase inicial, más apoyo de la Administración Pública de la que dependemos. En la primera fase del confinamiento, los centros de protección de menores no se les reconocían como servicio esencial, por lo que no se nos consideraba como grupo de riesgo. A pesar de que tuvimos a un menor durante 20 días en aislamiento, con síntomas compatibles al COVID-19. Y en otros centros, me consta que también ha habido menores aislados/as.

Empezamos a afrontar la situación sin los equipos de protección adecuados y suficientes. Los pocos que teníamos se consiguieron a través de nuestra propia organización Prodiversa. A medida que fueron pasando las semanas, la Junta de Andalucía, reconoció a los centros de protección de menores, como servicio esencial y de riesgo, y empezaron a surtir de los medios para llevar a cabo nuestras funciones. Hasta el momento, que han vuelto a retirar la distribución de los EPI, coincidiendo con la reanudación de las visitas familiares e intervenciones con las mismas, aludiendo que el material está disponible en distintos comercios.

¿Se puede implementar de manera permanente la tecnología en algún aspecto de tu trabajo? ¿De qué forma?

El teletrabajo combinado con lo presencial de las intervenciones, ha supuesto una novedad importante, que ha resultado ser bastante positiva y productiva.

Pero es imposible un Trabajo Social solo desde el teletrabajo, éste debe quedar para la parte más creativa y de desarrollo de nuestras funciones, como la elaboración de los planes de intervención, acciones administrativas telemáticas, proyectos, programaciones y memorias, redacción de informes sociales, etc.; y de coordinación con reuniones telemáticas. En cierto modo el COVID-19 ha servido para reinventarnos.

Y la parte presencial para intervenciones directas, que éstas evidentemente siempre deben ser presenciales, porque se ha demostrado en estos días de confinamiento, en las que se han tenido que hacer intervenciones sociales vía telemática, han perdido cercanía, calidad y calidez en las mismas. Algo que en Trabajo Social es fundamental, para conseguir unos resultados óptimos.

¿Han puesto en marcha desde tu puesto de trabajo algún nuevo servicio o prestación? ¿Algo relevante o innovador?

Seguimos manteniendo dos días de teletrabajo, para todas las funciones que anteriormente se ha mencionado, y las reuniones de coordinación telemáticas con distintos profesionales externos e internos de nuestra área.

¿Qué supondrá la situación post-COVID de cara a tu trabajo diario? 

Aprender a trabajar con un estricto control en protocolos y medidas sanitarias que muchas veces cuesta mantener, sobre todo en cuanto al distanciamiento social.

Trabajamos con personas, y cambiar un sistema de relación, en intervenciones sociales, teniendo en cuenta las situaciones que tratamos, es muy difícil. Pero hay que integrarlas, a pesar de lo que nos va a costar cambiar ese modelo.

¿Qué debe aportar el Trabajo Social después de lo vivido en estos tiempos de crisis sanitaria por el COVID? 

El Trabajo Social es un servicio esencial que debe estar presente más que nunca en estos momentos. Debemos aportar todos los medios técnicos necesarios para resolver aquellos problemas derivados de esta grave crisis, y acompañar a todas las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad, dotándolos de todas las herramientas necesarias para que puedan salir de la situación en la que se encuentran. Esto solo lo puede hacer la profesión.

Si se me permite la comparación, yo siempre digo, que el Trabajo Social es como la Medicina en el ámbito de los problemas sociales. Más que nunca debemos estar al pie de cañón interviniendo de manera directa en los problemas derivados de esta grave situación. Porque somos los/las profesionales especializados/as y formados/as para ello.

¿Qué más se podría haber hecho desde tu puesto de trabajo?

En mi área de trabajo, se ha hecho todo lo que se podía hacer. No creo que se podría haber hecho más, dadas las circunstancias.

¿Podrías contarnos alguna anécdota o un caso relevante durante el Estado de Alarma?

En un centro de protección de menores, se podrían escribir mil anécdotas. Momentos de angustias y miedo, familias desesperadas y asustadas por sus hijos e hijas sin poder verlos, el aislamiento de un menor, etc.  

Pero de todo me quedo con la lección que me han dado 19 menores con sus diferentes problemáticas, que han superado de manera muy positiva una situación tan complicada a pesar del aislamiento que han tenido; y el trabajo de un equipo interdisciplinar que ha trabajado intensamente, demostrando que sin ese espíritu de equipo y gran profesionalidad hubiera sido imposible salvar estos días tan terriblemente duros que hemos pasado. 

ENTREVISTA A
Josefa Rodríguez Galán
Trabajadora Social. Centro de personas con diversidad funcional

Tu trabajo diario, durante el confinamiento, ¿ha sido distinto? ¿En qué ha cambiado?

No ha variado mucho, en el sentido de que he seguido con mi día a día, gestionando recursos para las familias que lo precisan e informando

¿Qué has echado en falta para haber podido desarrollar tu trabajo en unas mejores condiciones?

El contacto directo con las familias y las administraciones. 

¿Se puede implementar de manera permanente la tecnología en algún aspecto de tu trabajo? ¿De qué forma?

Si, a través de video llamadas con familias y otras Asociaciones.

¿Han puesto en marcha desde tu puesto de trabajo algún nuevo servicio o prestación? ¿Algo relevante o innovador?

No, he seguido trabajando como siempre, de forma presencial en mi trabajo a puerta cerrada, pero con los mismos recursos (telefónicos y ordenador).

¿Qué supondrá la situación post-COVID de cara a tu trabajo diario? 

Más labor social, ya que debido a esta situación han aparecido muchas familias en situación de riesgo y vulnerabilidad.

¿Qué debe aportar el Trabajo Social después de lo vivido en estos tiempos de crisis sanitaria por el COVID? 

El Trabajo Social debe aportar mucho ánimo a las familias y reforzar las medidas de protección para los usuarios y familiares  para poder volver a la normalidad lo antes posible, ya que nuestros/as usuarios/as son de gran riesgo.

¿Qué más se podría haber hecho desde tu puesto de trabajo?

Se ha trabajado e intervenido en todas las situaciones que se nos han planteado, dentro de nuestras limitaciones, ya que no se ha podido tener un contacto directo, que esto siempre facilita mucho el trabajo.

¿Podrías contarnos alguna anécdota o un caso relevante durante el Estado de Alarma?

Una familia que me comentó que su hija gravemente afectada, llevaba una semana en la cama sin poder levantarla para sentarla en la silla de ruedas, por ser ellos mayores y no poder hacer la transferencia.

Me puse en contacto con Servicios Sociales Comunitarios para solicitarle ayuda a domicilio, les expuse el tema y les comuniqué que esta usuaria, aunque asiste al Centro de día, y debería de tener las 22 horas mensuales de ayuda domicilio, la familia nunca la había solicitado. Les comenté la posibilidad de que pudiera ir una cuidadora por la mañana para asearla y levantarla y nuevamente por la tarde/noche para volverla a asear y acostarla, para evitar que se le produjeran escaras.

A la semana llamé a la familia y ya tenían a la cuidadora que les prestaba el servicio solicitado. Volví a retomar la conversación con el padre, para que una vez que finalice el confinamiento, debe solicitar la ayuda domiciliaria, de una hora diaria de lunes a viernes que le corresponde por asistir al centro de día, ya que su hija lo precisa y ya han visto el problema que les ha surgido por no haberla solicitado en su momento. Siempre que se les proponía, la rechazaban. 

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