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Huelva, 27 de octubre de 2025

Teresa Gómez-Rasco
Trabajadora social y contratada predoctoral en el Departamento de Sociología, Trabajo Social y Salud Pública de la Universidad de Huelva

Manuela Á. Fernández-Borrero
Profesora Titular del Departamento de Sociología, Trabajo Social y Salud Pública de la Universidad de Huelva. Vicedecana de Estudiantes y Proyección Social de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Huelva y Directora del Máster oficial en Investigación e Intervención en Trabajo Social.
Miembro del grupo de investigación Estudios Sociales e Investigación Social (ESEIS) y del centro de investigación COIDESO. Equipo científico técnico del Plan

Vivimos en una sociedad cada vez más digital. Las formas de comunicarnos, trabajar, acceder a derechos o relacionarnos con las administraciones han cambiado rápidamente. Sin embargo, esta transición no ha sido homogénea ni universal. En los servicios sociales, esto plantea retos importantes para el trabajo social y su práctica profesional, especialmente en el desarrollo de competencias digitales que permitan responder con eficacia, ética y cercanía a las necesidades ciudadanas y del sistema.

En los últimos años, el equipo profesional del trabajo social ha visto transformadas muchas funciones por la incorporación de herramientas digitales en gestión, intervención, coordinación, derivaciones y comunicación con la ciudadanía. No obstante, esta transformación no siempre ha contado con formación adecuada ni con un análisis de las competencias digitales del equipo profesional.

Desde hace un tiempo, se aborda la realidad de las competencias digitales en la profesión del trabajo social y el marco de los servicios sociales. Por ejemplo, la sociedad americana de profesionales del trabajo social recoge expresamente la capacidad para hacer un uso adecuado de la tecnología digital en la práctica profesional del trabajo social, incorporando el consentimiento de la persona usuaria, las  capacidades de uso y acceso de las personas usuarias, así como la importancia de conocer, evaluar y comprender los desafíos especiales de comunicación asociados a cuestiones de privacidad, diversidad cultural, ambiental, económica, de discapacidad, lingüística y otras cuestiones de diversidad social que puedan afectar a la prestación de servicios digitalizados o con medios tecnológicos. También en la Declaración de Principios Éticos del Trabajo Social, la FITS (2018) dedica una sección específica al uso ético de la tecnología y las redes sociales, y subraya la necesidad de que profesionales del trabajo social adquieran las competencias necesarias para proteger la privacidad, la confidencialidad y evitar prácticas poco éticas al utilizar tecnologías digitales. 

En este espacio hay que señalar la transición socio-digital en los servicios sociales. Es posible partir de la realidad del e-social work y sus avances en los tiempos presentes, a la par que cambiantes, y en futuros no tan lejanos. López-Peláez et al., (2018) habla sobre este trabajo e-social, que hace uso de la tecnología y lo digital para sus intervenciones con personas, comunidades y grupos que pueden desarrollarse a través de la tecnología. Además, permite no solo desarrollar programas de intervención, sino que se conecta con investigaciones y el diseño de políticas públicas para abordarlas. Pero ir un paso más es también considerar lo que este mismo autor, y su equipo, denomina v-social work donde no se hace uso de la tecnología como medio para la intervención social, sino que la intervención se desarrolla íntegramente en el entorno tecnológico y virtual y que está siendo usado como complemento y no reemplazo de procesos de intervención. De cualquier modo, existe una tendencia hacia un modelo híbrido que fomenta y vincula el trabajo social con medios y procesos digitales, e interpela a la profesión a este respecto en múltiples frentes.

En el marco de la realidad nacional española, el equipo de trabajo social de la Universidad de Huelva hemos desarrollado un estudio sobre las competencias digitales en la profesión. Con la participación de 415 profesionales del sector, los resultados principales evidencian un nivel medio-alto de competencias digitales, pero con diferencias importantes entre las dimensiones estudiadas: mayores competencias en elementos de comunicación y colaboración con medios digitales, así como la seguridad en su uso. Sin embargo, en la generación creativa de contenidos digitales y la resolución de problemas la percepción de competencias es menor.

Además, las puntuaciones varían en función de cuestiones como la antigüedad en el trabajo y el ámbito público o privado de la entidad. Profesionales con menos de cinco años de experiencia tienen mejores habilidades, sobre todo en comunicación, colaboración y creación de contenidos digitales, en comparación con aquellos con más de 20 años de trayectoria. Además, quienes trabajan en el sector público presentan menores competencias digitales que en el ámbito privado, especialmente en la creación de contenidos.

Estamos entonces ante un escenario complejo donde la digitalización ha llegado para quedarse en los servicios sociales, pero no siempre lo hace de forma planificada, equitativa ni acompañada. El equipo profesional del trabajo social se enfrenta al reto de integrar lo digital en su práctica profesional, incorporando los principios éticos, relacionales y comunitarios que definen su intervención. Las competencias digitales “básicas” están relativamente asentadas, pero cuando se trata de herramientas específicas del entorno institucional, protección de datos, desarrollo de contenido, gestión de la información o habilidades más críticas y reflexivas, las dificultades aumentan. Este desequilibrio genera tensiones entre lo que se espera profesionalmente y lo que realmente se puede hacer con los recursos, la formación y el tiempo disponible.

En nuestras sociedades de “post-desarrollismo”, la tecnología, la sobreinformación, la velocidad de los avances, los procesos que se digitalizan, etc., son una realidad desafiante. Estamos también en momentos de auge de la individualidad hiperconectada, pero no podemos (ni debemos) obviar la realidad sistémica de los servicios y contextos donde profesionales del trabajo social ejercen su rol profesional. Y es aquí donde la reflexión debe abrir el foco, incorporando los elementos de carácter institucional y propios del sistema. Existe una importante diferencia entre la adquisición individual de competencias y el desarrollo e integración organizativa de una cultura digital compartida y de innovación socio-tecnológica.

1.- ¿Y ahora qué? Pasar del clic al cambio: propuestas para el Trabajo Social digital.

      La transformación digital en los servicios sociales no puede obviarse. Pero para que sea justa, eficaz y sostenible, debe abordarse desde un enfoque integral y desde la Cuádruple Hélice donde la administración pública, la universidad, el sector productivo y la ciudadanía/profesionales sean actores conectados. No se trata solo de introducir tecnología, sino de generar entornos que favorezcan el aprendizaje, la adaptación y el trabajo en equipo. En este sentido, los estudios previos realizados por nuestro equipo nos llevan a reflexionar sobre las necesidades detectadas y atrevernos a avanzar propuestas y claves a considerar.

      1.1.- Estrategias de formación para una digitalización inclusiva.

      La rápida evolución tecnológica y de la Inteligencia Artificial hace urgente el diseño de programas de formación que respondan a las necesidades reales. No basta con adquirir habilidades técnicas, sino que es fundamental comprender cómo aplicar las herramientas en la intervención social de forma crítica, ética y ajustada a las personas usuarias. Esta formación debe garantizar que tanto profesionales como ciudadanía puedan desenvolverse en los nuevos entornos digitales (Fernández-Riquelme, 2019; García-Castilla et al., 2019). 

      La implicación de los equipos directivos y de los mandos intermedios en las organizaciones sociales es clave para impulsar con éxito los procesos de digitalización (Christodoulou et al., 2022; López-Muñoz y Escribá-Esteve, 2022). Resulta igualmente fundamental la creación de espacios de intercambio profesional dentro de las organizaciones, que puedan convertirse en entornos de aprendizajes colaborativos, y poder abordar tanto cuestiones técnicas como dilemas éticos o emocionales vinculados al uso de tecnologías (Morilla-Luchena et al., 2025). 

      En este camino es también necesario formar y preparar al equipo profesional del mañana. Esta transformación debe comenzar desde las universidades, mediante metodologías activas, reciclaje e incorporación de contenidos y conexión con la realidad social. Estas experiencias pueden combinarse con procesos de mentorización y acompañamiento con aprendizajes bidireccionales entre universidad y el ejercicio profesional. Desde nuestro equipo de investigación se han impulsado iniciativas orientadas a este objetivo con el desarrollo de proyectos de innovación docente centrados en la incorporación de herramientas tecnológicas en la práctica del Trabajo Social y de investigación educativa sobre competencias digitales en el alumnado de Trabajo Social. Además, el proyecto Optimización de los Servicios Sociales a través de modelos de machine learning ha propiciado el análisis crítico y el intercambio de ideas, y un acercamiento a la realidad de la IA en el trabajo social.

      Existen otras experiencias que muestran el potencial de estas herramientas. Por ejemplo, un estudio reciente sobre el uso de realidad virtual 360° con alumnado de Trabajo Social apunta que esta tecnología permite reducir la distancia entre la teoría y la práctica, fortaleciendo la calidad de la intervención profesional y contribuyendo a la construcción de sinergias entre el aula y el terreno y al aprendizaje significativo (Minguela-Recover et al., 2022).

      1.2.- Resistencias al cambio: reconfiguración más allá de lo técnico.

      Otro de los principales desafíos en el proceso de digitalización de los servicios sociales tiene que ver con las resistencias al cambio. No se trata únicamente de barreras tecnológicas, sino de una transformación profunda en las formas de trabajar, de relacionarse y de entender la intervención social en marcos digitales e innovadores. Estas resistencias aumentan con la edad y con el tiempo de permanencia en el mismo puesto de trabajo (Ferri-Fuentevilla et al., 2023; Gómez-Rasco, et al., in press), lo que evidencia que el factor generacional y la rutina profesional juegan un papel importante.

      Estas resistencias pueden surgir tanto en los equipos profesionales como en las propias personas usuarias de los servicios, así como por elementos macro y estructurales que condicionan las tomas de decisiones y procesos instaurados. Además, por un lado, hay quienes ven las tecnologías como una amenaza a sus metodologías tradicionales, sienten inseguridad ante herramientas que no dominan o desconfían del valor añadido que puedan aportar. Por otro lado, las brechas digitales dificultan el acceso equitativo a los recursos, especialmente en colectivos vulnerables, lo que puede generar frustración o exclusión en procesos que se pretendían más accesibles y eficaces (Morilla-Luchena et al., 2025).

      Las causas de esta resistencia son múltiples: desde la falta de habilidades digitales o el miedo a la automatización, hasta la ausencia de participación en el diseño de las estrategias de cambio. Muchas personas no perciben el valor de lo digital porque no han sido parte activa de su construcción. Por ello, la clave no está solo en formar, sino también en implicar, escuchar y acompañar a quienes protagonizan esta transformación durante el proceso. Es importante poder contar con escenarios de prueba, sin juicios y permitiendo procesos de errores en el aprendizaje personal y organizacional.

      Tal y como señala el Informe sobre Digitalización e Innovación en el Tercer Sector de Acción Social (Plataforma de ONG de Acción Social, 2023), la transformación digital implica un cambio cultural en las organizaciones, porque supone nuevas rutinas, nuevos lenguajes y nuevas formas de colaboración. En este contexto, es necesario vencer la aversión al riesgo y generar confianza en procesos que, al principio, suelen provocar incertidumbre o rechazo.

      1.3.- Acompañando en los procesos de transformación digital.

      Avanzar en y hacia la digitalización no solo implica diseñar buenas políticas y programas formativos, conocer y actuar en las resistencias al cambio, sino también acompañar los procesos de cambio en el terreno, allí donde se concreta el trabajo cotidiano con personas y comunidades. En este sentido, la mentorización se revela como una estrategia clave para facilitar la apropiación crítica de las tecnologías, reducir resistencias y fortalecer las capacidades digitales de los equipos profesionales. El desarrollo de proyectos piloto con acompañamiento activo permite generar entornos seguros donde experimentar con nuevas herramientas y con apoyo. Generar comunidades permitirá también establecer espacios de encuentro e intercambio. 

      En definitiva, avanzar hacia una verdadera transformación digital en los Servicios Sociales requiere mucho más que tecnología: exige escuchar al equipo profesional, reconocer su saber experto y promover una digitalización justa, ética y situada que no desdibuje el vínculo social, sino que lo potencie. A la par, requiere un trabajo organizacional y de apuesta política que acompañe y atraviese estos procesos. Para lograrlo, es imprescindible incorporar la formación como eje estratégico desde el ámbito universitario hasta el desarrollo profesional continuo, generar espacios de participación en el diseño de los procesos y abordar las resistencias legítimas que surgen ante el cambio. Solo así será posible construir una transformación digital que no sea impuesta, sino compartida, reflexiva y orientada al bienestar colectivo. Proyectos piloto innovadores con acompañamiento pueden ser la vía para ensayar, aprender y avanzar.

      Referencias

      British Association of Social Workers (2022). Digital Capabilities Statement for Social Work Practice: Summary. https://www.basw.co.uk/digital-capabilities-statement-social-work-practice-summary

      Christodoulou, I. P., Wasim, J., Reinhardt, R. J., y Ivanov, K. (2022). The strategic role of middle managers in the formulation and implementation of digital transformation projects. Strategic Change, 31(6), 613-622. https://doi.org/10.1002/jsc.2528

      García-Castilla, F., Oliva, Á., Vírseda-Sanz, E., y Gallego, J. (2019). Potencial educativo del e-trabajo social: la formación en trabajo social en España. Revista Europea de Trabajo Social, 22, 897 – 907. https://doi.org /10.1080/13691457.2018.1476327

      Federación Internacional de Trabajadores Sociales (FITS) (2018). Global social work statement of ethical principles. https://www.ifsw.org/global-social-work-statement-of-ethical-principles/

      Fernández-Riquelme, S. (2019). Conocer, integrar y divulgar. Las tecnologías digitales para la investigación y la intervención en Trabajo Social. Trabajo social hoy, 88, 43-68. http://dx.doi.org/10.12960/TSH.2019.0015

      Ferri-Fuentevilla, E., Fernández-Borrero, M.A, Morilla-Luchena, A. y Gómez-Rasco, T. (25-27 de octubre de 2023). ¿Preparados/as para la transformación digital? Competencias digitales en los/las profesionales de los Servicios Sociales. En Carbonero, REPS, Crisis globales e impactos locales: Tendencias y respuestas públicas y comunitarias para la transición ecosocial. Comunicación llevada a cabo en el IX Congreso de la Red Española de Política Social (REPS), Universidad de las Islas Baleares, Palma de Mallorca, España.

      Frederic G.R (2017) Eye on Ethics New NASW Code of Ethics Standards for the Digital Age. Social Work Today. https://www.socialworktoday.com/archive/081617.shtml

      Gómez-Rasco, T., Muñoz-Moreno, R., Ferri-Fuentevilla, E., Vallejo-Andrada, A. y Morilla-Luchena, A. (in press) Competencias digitales y herramientas tecnológicas en profesionales de Servicios Sociales en Andalucía. Global Social Work

      López-Muñoz, J. F., y Escribá-Esteve, A. (2022). Executives’ role in digital transformation. International Journal of Information Systems and Project Management, 10(3), 84-103. https://doi.org/10.12821/ijispm100304

      López-Peláez A., Pérez García R., Aguilar-Tablada Massó M. V. (2018). e-Social work: Building a new field of specialization in social work?, European Journal of Social Work, 21(6), pp. 804–23.

      Minguela-Recover, M. a Á., Munuera, P., Baena-Pérez, R., & Mota-Macías, J. M. (2022). The role of 360o virtual reality in social intervention: a further contribution to the theory-practice relationship of social work studies. Social Work Education, 43(1), 203–223. https://doi.org/10.1080/02615479.2022.2115998

      Morilla-Luchena, A.; Gómez-Rasco, T.; Muñoz Moreno, R.; Vázquez-Aguado, O. (2025). Diseño de estrategias para el proceso de digitalización y modernización tecnológica en organizaciones de Servicios Sociales. Cuadernos de Trabajo Social 38(1), 37-48. https://dx.doi.org/10.5209/cuts.96376

      Plataforma de ONG de Acción Social (2023). Informe sobre Digitalización e Innovación en el Tercer Sector de Acción Social. https://www.plataformaong.org/recursos/340/informe-de-digitalizacion-e–innovacion-en-el-tercer-sector-de-accion-social

      Madrid, 20 de abril de 2021

      José María Regalado López
      Trabajador Social, Director de Inmersión TIC Academy Profesor Universitario en la Universidad de La Salle y en la Universidad Pontificia de Comillas

      El Trabajo Social se encuentra en un momento paradójico, tiene que acompañar en un contexto en el que lo tecnológico es fuente de inclusión y exclusión social. Y  donde, para garantizar una igualdad de oportunidades de desarrollo, se requiere orientar en la adquisición y aprendizaje de unas competencias digitales que, en buena medida, profesionalmente hemos dejado conscientemente y alejado de nuestro propio desarrollo profesional. 

      El último año, con la pandemia COVID_19, nos ha arrollado el tsunami de la digitalización y nos ha encontrado a pie cambiado para iniciar la carrera de la denominada Transformación Digital. Siendo profesionales especializadas en luchar contra las desigualdades y perseguir la justicia social, nos hemos encontrado carentes de herramientas y habilidades para dar la atención adecuada a quien más lo necesita. Nos hemos visto inmersas en un entramado de brechas digitales que va más allá de cuestiones instrumentales. 

      No hablamos de conocer y manejar herramientas de videoconferencia, nada más lejos. Esto va mucho más allá de saber usar Zoom o subir documentos a la nube. 

      La unión europea define  la inclusión social como un proceso que asegura que aquellas personas en riesgo de pobreza y de exclusión social aumenten las oportunidades y los recursos necesarios para participar completamente en la vida económica, social y cultural, así como gozar de unas condiciones de vida y de bienestar que se consideran normales en la sociedad en la que viven (Unión Europea).

      En este sentido, en un contexto de Sociedad Red, en términos de Castells, las competencias digitales se posicionan como una herramienta fundamental para alcanzar la mencionada inclusión social. La resolución de las problemáticas de la pobreza, la exclusión y el subdesarrollo no puede ser analizada sin tener en cuenta la dimensión tecnológica: producción de alimentos, vivienda, transporte, energía, acceso a conocimientos y bienes culturales, ambiente, organización social (Thomas, H., 2012). Esta situación lleva a inducir, que la carencia de adecuadas competencias digitales entre las profesionales de Trabajo Social puede sesgar o limitar el correcto acompañamiento a personas en vulnerabilidad.

      Este hecho, más allá de la necesidad y oportunidad de desarrollar habilidades digitales adecuadas a nuestro desempeño profesional sin dilación, implica una responsabilidad ética para cumplir con nuestra misión. 

      En palabras de D´Antonio y de Lucas, la profesión se ha caracterizado por una cierta acomodación distante hacia las tecnologías, con un importante recelo por amplios sectores que las entienden carentes de sentido social e, incluso contrarios al mismo y culpables en buena medida de su despersonalización. 

      En este punto, tiene sentido repensar el propio objeto del Trabajo Social, para esto me parece interesante recuperar la propuesta de Zamanillo, que identifica el malestar psicosocial como objeto en Trabajo social. Así, dicho objeto del trabajo social son todos los fenómenos relacionados con el malestar psicosocial de los individuos, ordenados según su génesis socio-estructural y vivencia personal. La autora describe esta génesis como los problemas psicosociales derivados de la falta de oportunidades vitales necesarias para el crecimiento de los individuos en situaciones de pobreza, morales, sociales y culturales que impidan su autonomía y desarrollo personal (Zamanillo, 2018). Y es en este punto donde debemos referir las competencias digitales como una de las cuestiones transversales fundamentales para desarrollarse en igualdad de oportunidades en la sociedad tecnificada contemporánea. 

      Es decir, aquellos elementos biopsicosociales que afectan al bienestar de la persona, que incluyen los aspectos razonables de libertad de expresión, educación, atención mediática, trabajo o vivienda entre otras. Identificadas por la FITS como derechos humanos esenciales para el desarrollo en bienestar de las personas, vienen en buena medida determinados por el acceso y apropiación tecnológica, en un contexto altamente digitalizado como el actual. 

      Llegados  este punto, hemos de conceptualizar las competencias digitales en relación a una lógica humanista. Para ello, nos vamos a basar en la recomendación de la Comisión Europea que describe como la competencia digital implica el uso crítico y seguro de las Tecnologías de la Sociedad de la Información para el trabajo, el tiempo libre y la comunicación.

      La competencia digital es una habilidad transversal para alcanzar aquellos aspectos psicosociales que se identifican como fuente de bienestar como las relaciones sociales, el acceso a la información o el desempeño profesional.

      Por tanto, la competencia digital también puede definirse como el uso creativo, crítico y seguro de las tecnologías de información y comunicación para alcanzar los objetivos relacionados con el trabajo, la empleabilidad, el aprendizaje, el tiempo libre, la inclusión y participación en la sociedad (INTEF, 2017).

      Relación del Trabajo Social y la tecnología en un marco de competencia tecnológica

      Por todo lo mencionado anteriormente, podemos concluir que los y las profesionales del Trabajo Social, para alcanzar su objeto de reducir o eliminar el malestar social de las personas en situaciones de vulnerabilidad social, requieren procurar una correcta alfabetización digital de aquellas personas con las que intervienen. Y esto, implica partir de su propio desarrollo competencial.

      Es decir, para promover esta alfabetización digital crítica, los y las profesionales requieren de un nivel de apropiación tecnológica adecuado, que no está definido actualmente en ningún marco institucional de la profesión.

      Es por ello imprescindible el desarrollo de un marco de referencia para el desarrollo y evaluación de las competencias digitales deseables en los y las profesionales del Trabajo Social. 

      Para ello, proponemos DigComp como el modelo de referencia más adecuado en el contexto europeo y particularmente en España. Este modelo, en su versión 2.1 desde 2017, deriva de una investigación del Centro Común de Investigación (CCI) de la Comisión Europea sobre aprendizaje y habilidades para la era digital, que comenzó en 2005 con el objetivo de brindar apoyo político basado en evidencia a la Comisión Europea y a los estados miembros sobre el aprovechamiento del potencial de las tecnologías digitales para innovar en la educación y prácticas de formación, mejorar el acceso al aprendizaje permanente y hacer frente al surgimiento de nuevas habilidades y competencias digitales necesarias para el empleo, el desarrollo personal y la Inclusión social (DigComp 2.1, 2017).

      El Marco Europeo de Competencias Digitales para Ciudadanos, también conocido como DigComp, ofrece una herramienta para mejorar la competencia digital de la ciudadanía.

      Publicado por primera vez en 2013, DigComp se ha convertido en un referente para el desarrollo y planificación estratégica de la competencia digital. En junio de 2016, el CCI publicó DigComp 2.0, actualizando la terminología y el modelo conceptual, además de mostrar ejemplos de su implementación a nivel europeo, nacional y regional, y actualizándose en 2017 con nuevos niveles de desarrollo y descriptores.

      El marco de DigComp tiene 5 áreas, que a su vez, se dividen en 21 competencias digitales específicas. A partir de la versión DigComp 2.1 se han dividido en ocho niveles de adquisición de dicha competencia a través del aprendizaje y se vienen usando verbos de acción, siguiendo la taxonomía de Bloom, e inspirado por la estructura y vocabulario del Marco Europeo de Cualificaciones (EQF). 

      En la figura 1 se muestra una infografía con el diseño de DigComp 2.1

      De las 21 competencias digitales, hemos seleccionado las que, a nuestro parecer, son las esenciales para garantizar unos mínimos a la hora de desempeñar nuestra profesión, identificando en nivel de adquisición que consideramos adecuado, de los descritos por el modelo.

      En el área de la información y alfabetización informacional destacamos:
      Un nivel avanzado en la navegación, búsqueda y filtrado de información, datos y contenidos digitales.
      Y un nivel avanzado en la evaluación, almacenamiento y recuperación de dicha información, datos y contenidos digitales.

      En el área de la comunicación y colaboración destacamos:
      Un nivel avanzado en la interacción mediante las tecnologías digitales
      Un nivel avanzado a la hora de compartir información y contenidos digitales
      Un nivel especializado en la participación ciudadana y la colaboración mediante canales digitales
      Un nivel avanzado en netiqueta y gestión de la identidad digital

      En el área de creación de contenidos digitales destacamos:
      Un nivel intermedio en el desarrollo de contenidos digitales y conocimientos de derechos de autor y licencias de contenido
      Y un nivel avanzado en la integración y reelaboración de contenidos

      En el área de seguridad
      Un nivel intermedio en protección de dispositivos, de la salud y el entorno
      Un nivel avanzado en la protección de datos personales y privacidad

      Y por último, respecto al área de resolución de problema destacamos:
      un nivel avanzado en la innovación y uso de la tecnología digital de forma creativa. 
      Y muy especialmente, un nivel especializado en la identificación de lagunas en la competencia digital. 

      Conclusiones

      Es fundamental, y de exigencia ética, que las personas profesionales del Trabajo social desarrollemos las competencias digitales adecuadas a nuestro desempeño, que implica, en términos de Bloom, la capacidad para aplicar y evaluar tecnologías adecuadas a las necesidades sociales.

      Para ello, contamos con la referencia impulsada por la comisión europea en el modelo DigComp, con una referencia para adquirir un nivel avanzado de competencias digitales en las áreas que se identifican como claves, para acompañar a terceras personas. 

      Las estructuras pedagógicas y formativas de la profesión, encabezadas por las universidad y los colegios profesionales, deben integrar de forma expresa, urgente y transversalizada las competencias digitales en los programas formativos de la profesión, tanto en su formación universitaria, como en su formación para profesionales en activo. 

      Las administraciones públicas que integran la atención a la vulnerabilidad, las organizaciones no lucrativas del tercer sector y las empresas, deben apresurarse en implementar procesos de evaluación al desempeño para evaluar la situación individual y colectiva, y acometer los procesos formativos y de revisión metodológica que se requieran. 

      Para estructurar un modelo de referencia profesional, disponemos del modelo DigComp 2.1, y ejemplos de implementación profesional como el desarrollado para el desarrollo de la competencia digital docente por parte de INTEF en España. Este sería un buen modelo a seguir para nuestra implementación. 

      Y todas y cada una de las profesionales que ejercemos esta magnífica profesión, ya sea en ejercicio libre o por cuenta ajena, debemos asumir nuestra responsabilidad a la hora de repensar nuestra forma de intervenir, integrar nuevos medios y entender la influencia que la tecnología está ejerciendo en el devenir humano. 

      La tecnología puede mejorar y ha mejorado la calidad de vida de las personas, pero sin una supervisión crítica, consciente e informada, puede atender a los intereses de unos pocos, en lugar de al bienestar del conjunto de la sociedad, ¿qué es más característico de nuestra profesión que esto?

      Bibliografía

      Castells, M. (1999). La era de la información: economía, sociedad y cultura (Vol. 1). Alianza

      Maceiras, S. D. A., de Lucas, F., & de la Cueva, M. (2017). Trabajo Social y tecnología: acomodación distante y precariedad. In Innovación social en la práctica del trabajo social (pp. 189-208). Tirant lo Blanch.

      Thomas, H. (2012). Tecnologías para la inclusión social en América Latina: de las tecnologías apropiadas a los sistemas tecnológicos sociales. Problemas conceptuales y soluciones estratégicas. G. Santos, & M. Fressoli (Eds.). Tecnología, desarrollo y democracia. Nueve estudios sobre dinámicas sociotécnicas de exclusión/inclusión social, 25-78.

      Enlaces de interés 

      DigComp 2.1 The Digital Competence Framework for Citizens (2017) JCC, Comisión Europea. Recuperado de 

      https://publications.jrc.ec.europa.eu/repository/bitstream/JRC106281/web-digcomp2.1pdf_(online).pdf

      Definición global de Trabajo Social FITS, recuperado de https://publications.jrc.ec.europa.eu/repository/bitstream/JRC106281/web-digcomp2.1pdf_(online).pdf

      Principios éticos del Trabajo Social FITS, recuperado de https://www.ifsw.org/what-is-social-work/global-definition-of-social-work/definicion-global-del-trabajo-social/

      Traducción del modelo DigComp 2.1, Plan de Competencia Digital en Extremandura, recuperado de https://www.nccextremadura.org/competenciadigital/ 

      Digital Competence Framework for Educators (DigCompEdu), recuperado de http://educalab.es/documents/10180/12809/MarcoComunCompeDigiDoceV2.pdf

      Declaración universal de los derechos humanos
      https://www.un.org/es/universal-declaration-human-rights/

      Definición de Inclusión social, Ministerio de Sanidad
      https://www.mscbs.gob.es/ca/ssi/familiasInfancia/inclusionSocial/inclusionSocialEspana/marcoUnionEuropea/home.htm#:~:text=Desde%20la%20Uni%C3%B3n%20Europea%20se,unas%20condiciones%20de%20vida%20y

      Poster imagen: https://ec.europa.eu/jrc/sites/jrcsh/files/digcomp-framework-poster-af-ok.pdf 

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