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Málaga, 1 de diciembre de 2020

Nadia Vivas Radulich
Licenciada en Trabajo Social, Universidad de Buenos Aires

Cuando se emprende un viaje por los motivos que fuere siempre una cuota inmensa de esa decisión es de ilusión. Al llegar a España, comienzan una serie de trámites burocráticos entre los que se encuentra la validación de nuestros estudios. Aquí comenzamos muchas veces a desprender pétalos de esa ilusión tan grande que traemos. Todo es más complejo de lo que una se imagina. 

Así llegaba yo en 2016 con mi título de Licenciada en Trabajo Social de la Universidad de Buenos Aires Argentina, imaginando que validarlo aquí sería un trámite simple. Pues no lo fue del todo. 

En principio existe en España tres maneras de validar los títulos extranjeros: Homologación, convalidación y equivalencia. 

La Homologación es el reconocimiento oficial de títulos de educación superior otorgados por instituciones extranjeras a títulos oficiales universitarios españoles de Grado o Máster, a efectos académicos y laborales. Pero, solo se lleva a cabo para las llamadas profesiones reguladas, es decir, aquellas que tienen una ley que desarrolla su ejercicio. El Real Decreto 967/2014, de 21 de noviembre señala en total 36 profesiones reguladas. Conllevará la posibilidad de ejercicio de la profesión regulada de que se trate en las mismas condiciones de los poseedores de los títulos españoles que habiliten para tal ejercicio.

La Convalidación de estudios extranjeros por estudios universitarios españoles parciales, es el reconocimiento oficial, a efectos académicos, de la validez de estudios superiores realizados en instituciones de educación superior extranjeras, hayan finalizado o no con la obtención de un título, respecto de estudios universitarios españoles parciales que permitan proseguir dichos estudios en una universidad española.

La equivalencia a titulación o a nivel académico se podrá solicitar para cualquier tipo de título universitario extranjero de Grado o Máster. Permite declarar la equivalencia a titulación o a nivel académico de titulaciones de ramas de conocimiento y campos específicos. La equivalencia a titulación otorga los mismos efectos de los títulos comprendidos en el área y campo de formación al cual se haya declarado la equivalencia, con exclusión de los efectos profesionales respecto de aquellos títulos susceptibles de obtenerse por homologación.  

La carrera de Trabajo Social no se homologa en España, lo que se debe solicitar es la equivalencia de título extranjero de educación superior a titulación y a nivel académico de Grado en la rama de las Ciencias Sociales.

Este trámite lo realiza el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades de España, y se realiza en Málaga en la Sub Delegación de Gobierno. En la Sede Electrónica se encuentra detallada toda la documentación a presentar, como el formulario y el pago de una tasa estipulada. 

Todos los documentos que se aporten deberán ser oficiales y estar expedidos por las autoridades competentes para ello, de acuerdo con el ordenamiento jurídico del país de que se trate. Asimismo, los documentos originales han de estar debidamente legalizados. En el caso de la mayoría de los países latinoamericanos los documentos deben estar legalizados por la universidad de origen y por la apostilla de La Haya.

Así explicado resulta un procedimiento sencillo, pero no siempre lo es. Cuando una persona viene de otro país espera que, en alguna institución, alguien, explique mínimamente la diferencia entre estas formas de validar los estudios, los pasos a seguir, qué se hace luego de la obtención de la equivalencia, y demás dudas que traemos; pero esto no siempre sucede. 

Nos encontramos con instituciones y funcionarios que no tiene en cuenta la dificultad que implica enfrentarse a mecanismos propios de la burocracia española, tan ajena a la propia. Al fin de cuentas venimos de otros países, de otros continentes, de otras costumbres, modos y formas, y el proceso de habituación no siempre resulta fácil. Por otro lado, hay que decirlo, en muchos casos no se atiende de la mejor manera a las personas migrantes de países latinoamericanos.

Nos encontramos con instituciones públicas que muchas veces no nos acercan la información que necesitamos, nos destratan y confunden.

Pero todo lo anterior no es lo más complicado de este procedimiento, una vez iniciado el expediente el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades tarda entre dos y tres años en resolver.  ¡¿Entre dos y tres años?! Si, absurdo, pero así es. Es un plazo absolutamente excesivo para los intereses de los profesionales que necesitan de la equivalencia para comenzar una nueva etapa profesional o académica. Pero lamentablemente es así. 

Si volviera mis pasos atrás recomendaría no perder ni un solo día, e iniciar el trámite ni bien se cuente con toda la documentación.

Paralelamente hay opciones para no “perder” completamente este periodo de espera. Una de ellas es realizar estudios en la Universidad de Málaga. Algunas universidades latinoamericanas tienen convenios y no requieren de equivalencia u homologación para comenzar un máster oficial.

Otra buena opción mientras se espera es también homologar el título de bachillerato que tarda cerca de 6 meses y nos habilita para hacer diversos cursos oficiales y para determinados trabajos. Es importante tener en cuenta que, hasta que no se obtenga la validación de nuestro título no se nos reconocerá ningún estudio, ni siquiera de educación primaria. Por lo cual se pasa a ser una persona sin estudios por cerca de tres años para instituciones públicas de educación o empleo, lo que claramente nos limitará para desarrollarnos plenamente en este país. La obtención del título bachiller nos permitirá tener al menos algún tipo de certificación de estudios en menos tiempo.  

Recomendaría también, acercarse a espacios de profesionales o personas migrantes   que puedan informarte, acompañarte y apoyarte. La migración no es fácil, es mucho más dura de lo que la gente imagina, y esto muchas veces solo lo entiende otra migrante. En mi caso soy parte de la Red Feminista Latinoamericana, un espacio de mujeres migrantes que ha sido un gran acompañamiento y de suma importancia para fortalecerme y empoderarme.  

Lejos de desanimar a nadie, considero que ante las adversidades hay que fortalecerse y una forma de hacerlo es estar informadas. 

Al fin de cuentas, estoy convencida de que la profesión de Trabajo Social se elige por vocación, convicción y compromiso social. No es una profesión fácil, nos suele enfrentar a realidades dolorosas e injustas, trabajamos a diario con quienes sufren las consecuencias de la pobreza, de la marginación y la exclusión social.  Considero que se elige el trabajo social con la ilusión de que otros mundos más justos sean posibles; y que la profesión nos aportará herramientas para sumar nuestro granito de arena para estos cambios. 

En definitiva, el Trabajo Social también es como un viaje que se inicia con mucha ilusión, con altos y bajos; un día creemos que podemos cambiar el mundo y al otro la realidad nos devuelve una bofetada. Sin embargo, personalmente, creo que vale la pena.

Por lo tanto, si este trámite engorroso y largo es la llave de acceso para poder trabajar de lo que amamos habrá que armarse de paciencia y realizarlo. Quizá en algún momento podamos abogar por que revisen nuestros expedientes y los tramiten en un tiempo más razonable, quizá podamos incidir para que no se pongan tantas trabas a las personas migrantes para desarrollarse plenamente en España; entre otras muchas luchas que nos toca librar a la hora de migrar y ejercer nuestra profesión. Eso sí, intentando nunca perder la ilusión con la que un día decidimos ser trabajadoras sociales. 

El trabajo social se trata de eso, de creer que todo se puede cambiar… 

                                                  “Al fin de cuentas no es locura ni utopía sino justicia” 

Cork, 17 de noviembre de 2020

Ana Planas Domínguez
Trabajadora Social

Llegué a Irlanda hace ahora 10 años. Cuando me fui de España, salí literalmente con 5  maletas y arrastrando a dos bebés por el aeropuerto de Málaga. Sabía que no volvería,  pero no quería admitirlo. 

Mis primeros años fueron de adaptación, aunque pronto empecé a trabajar de ‘asistencia  técnica’ para una gran empresa cerca de Dublín. ¡Yo! ¡De asistente! Tuvo su gracia, pero no mucha. En esta compañía conocí a una chica de Barcelona que era trabajadora social también,  ambas decidimos investigar cómo podríamos ejercer nuestra profesión en este país. No  parecía una tarea fácil.  

Allá por el 2012, el organismo encargado de hacer los registros (nuestras colegiaciones)  era CORU (https://www.coru.ie/). Tenía un sistema bastante extraño, que ofrecía una  fecha determinada cada año para hacer el trámite. El problema era que ningún año era en  la misma fecha y tenías que adivinarla −o tener la suerte de todos los dioses de acertarla.  Nada fácil. No conseguí hacerlo ni en 2012 ni en 2013. Ese año me ofrecieron otro puesto de trabajo más interesante para mí en Cork. Se trataba  de una empresa mejor, con más sueldo y sin duda en una ciudad más tranquila para mis  dos chiquitinas. 

Pasaron unos años y aunque no estaba mal (la empresa me gustaba, el trabajo un poco  menos, pero bien), no era lo que yo quería. Yo soy trabajadora social, la vocación estaba  en mí y en este país, cosa que me alegra mucho ver, la ayuda, el prójimo, el respeto y el darse la mano el uno al otro, es muy importante (como en los pequeños pueblos en  España, donde la red de ayuda es vital). Por lo que volví a investigar y a centrarme en la  conversión del título. 

Reconocimiento de la titulación

Con sorpresa, esta vez no desagradable, vi que habían cambiado el sistema en CORU: el  período de reconocimiento estaba abierto todo el año. Eso sí, el proceso para reconocer mi título era aún más complicado, tenía que pasar por varias fases. Así que me puse  manos a la obra. 

Lo primero que tuve que hacer fue mandar un mail a [email protected] explicando mi  situación y lo que necesitaba hacer. Una vez hecho esto, hay que leerse un documento  que se llama “Social Workers Registration Board Standards of Proficiency and Practice  Placement Criteria” donde se explican los estándares para que el título sea reconocido  (puedes revisarlo aquí https://coru.ie/files-recognition/standards-of-proficiency-for-social workers.pdf) y pagar las tasas de registro, algo más de 500 euros.  

El siguiente paso es rellenar una aplicación electrónica y obtener todos los certificados  correspondientes (laborales, educacionales y otros documentos relacionados con el  trabajo social, tanto los originales como sus traducciones certificadas). En el formulario  inicial que tenemos que rellenar hay un ‘check list’ de todos estos documentos. Además de enviar toda la documentación vía online, también se tiene que mandar de  manera física. No es necesario trasladar los originales por correo, pero sí las traducciones  certificadas y copias. 

Una vez se ha enviado todo, lo revisan y este proceso, aunque en la página pone que  tarda aproximadamente un mes, puede extenderse casi seis meses. Un agente indica si  está todo en orden para seguir con los siguientes pasos o no. Si no lo está −que es lo más  probable− te pedirán nuevos documentos, con su nuevo tiempo de espera. Cuando finalmente está todo, los archivos se mandan a la junta directiva, que se reúne  una vez cada mes (pero nunca en la misma fecha). Este órgano decide si se procede o no, o si necesita algún paso más.  

En realidad, hasta aquí la parte “fácil” porque en mi caso, la decisión de la junta era que  necesitaba para completar el proceso de registro, hacer un examen y pagar otra vez las  tasas de dicha prueba, que eran algo más de 400 euros o, en su defecto, hacer un  período de adaptación.  

Inocente de mí, decidí hacer el período de adaptación debido a que soy disléxica y  teniendo en cuenta los nervios y que a pesar de que entiendo, escribo y hablo inglés, esta  no es mi lengua materna y podría terminar seguramente escribiendo el Quijote o cualquier otra cosa porque no he entendido bien las preguntas. Así que opté por hacer las 540 horas de prácticas que me exigían. 

Ciudad de Cork (Irlanda)

Las prácticas

En 2018, en la empresa donde trabajaba decidieron “dejar a la gente ir” con una paga  compensatoria, así que pensé que era el mejor momento y a finales de 2018 abandoné la  empresa y me puse a buscar un sitio donde quisieran tenerme para hacer las prácticas. No sabía que esto iba a ser tan complicado, llamé a mil puertas, mandé mil emails,  hablé con tanta gente que ni me acuerdo.  

Un día, mi marido, que ha sufrido todo este proceso tanto o más que yo, me dijo: “¡Oye!  ¿Por qué no contactas con esta señora que es la jefa de prácticas de la UCC (University  College Cork)?”. Para ser sincera yo era muy reticente con esta idea porque es una  persona con mucha responsabilidad y pensé: “¿qué caso me iba a hacer?”. Pues,  ¡bendito sea y menos mal que le hice caso! 

Esta señora en realidad estaba jubilada, pero recientemente, por lo que tenía todos los  contactos frescos. Me dijo que no me preocupara, que sabía que mi situación era  delicada, pero que iba a hacer todo lo que estuviera en su mano por ayudarme y dicho y  hecho.  

A las pocas semanas recibí un mail de ella diciéndome que me pusiera en contacto con el  jefe de grupo de trabajo social de TUSLA (agencia de protección de menores) en Cork.  Así lo hice y gracias a que existen personas como Padraig, fui a verlo y me dijo que  empezara cuando quisiera. 

Una vez encontrado quien podía supervisar las prácticas contacté de nuevo con el  CORU para confirmarle los datos, me dijeron que no podía empezar hasta que la junta lo  aprobara (Julio de 2018).  

Así que empecé y tengo que decir que fue una experiencia increíble, unos compañeros  inmejorables, un ambiente de trabajo excelente donde todos estaban más que dispuestos  a ayudarme. Aprendí muchísimo sobre el sistema de trabajo social en Irlanda, a decir  verdad, bastante diferente al de España. Sobre todo, en el área de atención al menor y a la familia.

En diciembre de 2019 terminé mis prácticas con mucha pena por dejar TUSLA, pero con  muchas ganas de terminar el proceso ya y de poder ejercer. Padraig y yo hicimos el  documento final que tenemos que presentar sobre las prácticas. Esto es un dossier con  toda la documentación, más de 60 páginas de documentación y redacción, donde se  me pedía hablar de los casos, el aprendizaje sacado y las reuniones con mi supervisor. Tardamos un par de meses en tenerlo completo, o al menos es lo que creíamos. Se  mandó el documento para que la junta lo revisara cuando se reuniera (recordemos, una  vez al mes no siempre en la misma fecha). Cuando lo revisaron parece ser que no les  gustó, así que pidieron más información. Lo corregimos, me pidieron un marco teórico y  más información sobre los casos, y volvimos a mandarlo. Con todo esto, ya estamos en  plena pandemia, marzo de 2020.  

Esta vez sí que les gustó el documento y por fin terminé el proceso de reconocimiento,  pero ahora entramos en el proceso de registro, es decir, ya me aceptan que puedo ejercer  como trabajadora social, pero tengo que registrarme, por lo que, en realidad, no puedo  ejercer. 

El proceso de registro

El proceso de registro es algo más ligero (sólo algo más ligero). Para ello he tenido que  volver a rellenar una solicitud interminable y volver a mandar documentos, que ya había  mandado antes −por lo que un truquito es pedir varias copias de las traducciones  certificadas, por si acaso. 

Uno de los requisitos para el registro es hacer lo que llaman “Garda vetting”, que es  simplemente un registro de penales, pero al contrario que en España, este registro lo  tienes que hacer con cada organización con la que quieras trabajar que así lo requiera. En el proceso de aplicación me hicieron varias preguntas, algunas ciertamente incómodas  (más tarde hablaré de una de ellas en particular) y una prueba de que sé hablar y escribir  inglés. La forma de demostrarlo era un examen de C1 o cartas de mis empleadores  anteriores (a pesar de que cómo dije en un principio, llevo ya 10 años aquí). Así que les  mandé todas las cartas y un examen que había hecho hace unas pocas semanas para  entrar en la universidad.  

Ahora mismo, me encuentro precisamente ahí, con la etiqueta de “aplicación incompleta”  en mi página de CORU, esperando que revisen esas cartas y terminen el endiablado  proceso que tanto tiempo y sufrimiento me ha costado.

Llegó el trabajo

Quiero terminar comentando esa “pregunta incómoda” que mencioné antes. En este  momento estoy trabajando como investigadora para el ‘Royal College of Surgeons in  Ireland (RCSI)’ con la figura de ‘Social prescriber coordinator o Community link worker’. Este trabajo no está regulado aún en Irlanda, pero sí en Inglaterra. Sin embargo, está en  proceso.  

Lo curioso de este puesto de trabajo, es que es, en realidad, parte de lo que hace un/a  trabajador/a social, al menos en España. El trabajo consiste en que el médico de cabecera  deriva un paciente que está en situación de soledad, ansiedad o socialmente aislado,  siempre y cuando la situación no llegue a ser clínica (principalmente en el caso de la  ansiedad).  

Nosotros recibimos al paciente y evaluamos el caso y lo que hacemos es entender sus  gustos, sus preferencias en el área social, sus ‘hobbies y tratar’ de buscarle los recursos necesarios para que pueda hacer aquello que busca o cubrir sus necesidades sociales con clubs, voluntariado que les pueda ayudar, asociaciones, etc. Este trabajo, según  estamos revisando en el proyecto, tiene un enorme impacto en la salud del paciente, lo que reduce sus visitas al médico y el consumo de medicamentos.  

La pregunta incómoda, era que cómo estaba ejerciendo de ‘Social prescriber’ si ellos aún  no me habían dejado ejercer como trabajadora social. Es verdad, pero en el RCSI no me  exigieron el registro en Irlanda, aunque sí el título español. 

Como última nota, quiero comentar que el trabajo de ‘Social prescriber’ está en un  momento en extremo importante y se están haciendo reuniones con el HSE (la seguridad  social en Irlanda) por lo que es posible que esté asistiendo a la creación de un nuevo  puesto en el área social y puede ser que sea un campo a evaluar por todas aquellas  personas que no quieran pasar por todos estos años de reconocimiento.  

Aunque el puesto aún no esté regulado ni hay muchos puestos abiertos, es algo que  parece estar cambiando rápidamente y un campo más donde podemos ejercer nuestra  profesión y lo que es más importante: ayudar a aquellos que más lo necesitan.

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