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Coahulia (México), 13 de febrero de 2023

Jesús Acevedo Alemán
Doctor en Políticas Sociales, con especialidad en Trabajo Social. Profesor de Tiempo Completo, Facultad de Trabajo Social. Universidad Autónoma de Coahuila, Saltillo, México

Daphne Jaqueline Pérez Siller
Trabajadora Social. Facultad de Trabajo Social Universidad Autónoma de Coahuila, Saltillo, Coahuila, México

Reflexionando sobre los trastornos

Según la Organización Mundial de la Salud (2022), un trastorno mental en principio se puede entender cómo, aquellas alteraciones clínicamente significativas de la cognición; dentro de la regulación de las emociones o el comportamiento de un individuo. En la mayoría de las ocasiones son entendidas como problemas de salud mental. Destacando el mismo organismo, que se pueden agrupar varias, y de diferentes tipologías, por el hecho de que el término es aún más amplio y puede abarcar, desde los trastornos mentales, las discapacidades psicosociales y otros estados mentales asociados a la angustia, a la discapacidad funcional o riesgo de conducta autolesiva. 

Por su parte, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-V-TR (2022) en sus más recientes modificaciones le denomina “Trastornos del desarrollo neurológico”, agrupando ocho dimensiones de ellas, como lo son: las Discapacidades intelectuales, los Trastornos de la comunicación, Trastornos del espectro del autismo, Trastornos de atención con hiperactividad, Trastorno específico del aprendizaje, Trastornos motores, Trastornos de tics y Otros trastornos del desarrollo neurológico (imagen 1).

Los desafíos que emanan del acompañamiento e intervención en los sectores poblacionales que atraviesan por algún tipo de Trastorno del Desarrollo Neurológico, se podrían agrupar en diferentes dimensiones, desde las personales, familiares, sociales, institucionales, sociedad civil, entre otros. En el caso puntual del ámbito educativo, las dificultades que se potencializan con el trabajo con los niños, niñas y adolescentes que presentan algún tipo de discapacidad intelectual, o trastorno de hiperactividad, repercute no solo en la formación escolar, sino en la dinámica de las familias, las cuales, al verse rebasadas en sus competencias parentales, es caldo de cultivo para la generación de escenarios y dinámicas estresantes de hostilidad y violencia. Revelando todo un entramado de necesidades y problemáticas en las familias, que requieren de acompañamientos cada vez más especializados y pertinentes, desde las diferentes trincheras disciplinares, como puede ser desde el Trabajo Social.

Imagen 1. Tipología de los Trastornos del Desarrollo Neurológico 

Fuente: DSM-V-TR (2022)

Repensando el Trabajo Social, frente a la esquizofrenia social

Ahora bien, aunado a lo anterior, en un mundo globalizado, de abrumantes transformaciones sociales, y de fenómenos complejos, que ofrecen oportunidades para un repensar del Trabajo Social como profesión y en consecuencia, para mejorar los diseños metodológicos que atiendan dichos desafíos sociales; a través de los conocimientos que permitan cultivar y reforzar no solo la identidad profesional, sino la capacidades para ubicarse en un mercado de trabajo cada vez más exigente y competitivo, como lo puede ser en una era Pos-pandémica (CELATS, 2022).

Momento histórico, donde predominan los fenómenos esquizofrénicos, caracterizados por la presencia de diversos trastornos mentales, en los cuales existe una distorsión del pensamiento, percepciones, emociones, lenguaje, conciencia y conducta; qué afecta a más de 21 millones de personas en el mundo y donde se desconoce su causa (Gobierno de México, 2022). En tal sentido, según el Foro Económico Mundial de Davos, se sitúa como el sexto riesgo global para el 2022, que se irá potencializando en los próximos años, representando la salud mental, uno de los elementos que más se estará deteriorando desde que empezó la pandemia del Covid-19 (Reunión Anual del Foro Económico Mundial, 2022).

Contexto, que se ha asociado al suicidio en todos los perfiles poblacionales, el cual según Acevedo (2019) en una era de creciente esquizofrenia social, se requiere de estrategias de mayor precisión, acompañadas de políticas publicas incluyentes, en donde se refleje la participación de todo los actores sociales e institucionales. A lo que Cornejo (2005) recomienda a partir de sus hallazgos en el caso del comportamiento suicida de los adolescentes, con algún tipo de trastorno, la necesidad de orientar estrategias de prevención del comportamiento suicida en diferentes niveles donde se observa el problema, como puede ser en los ámbitos familiares y educativos.

Argumentando Cassidy, Bradley, Robinson, Allison y McHugh (2016), la necesidad de fortalecer las valoraciones, los estudios vinculados a los impactos de las condiciones de los diferentes tipos de trastornos, y sus efectos en los riesgos de ideación y conductas suicidas, como es en el caso de las personas con Síndrome de Asperger; las cuales, son estigmatizadas peyorativamente como “flojos”, “malcriados”, “hiperactivos” o también como “tontos” o “estúpidos”. Etiquetas que afectan en su autoestima, ansiedad y depresión, y en casos más extremos en conductas suicidas. 

Desafiándose de igual manera, en el ámbito educativo, el cual pese a los esfuerzos por generar las condiciones incluyentes y de atención a las múltiples necesidades educativas, reconocidas en las premisas de la UNESCO (1994), donde se expone que las escuelas tienen que encontrar la manera de educar con éxito a todos los niños, incluidos aquellos con discapacidades graves. Que según la Unicef (2022), los niños, niñas y adolescentes con discapacidad, representan uno de los grupos de mayor marginación, y exclusión social, cuyos derechos son vulnerados de manera generalizada; enfrentando diariamente a actitudes negativas, estereotipos, estigma, violencia, abuso y aislamiento; así como la falta de políticas y leyes adecuadas, lo mismo que, la ausencia de oportunidades educativas y económicas.

Escenario que convoca a los diferentes profesionales, incluyendo al trabajo social; profesional que debe de involucrarse en el diseño de estrategias, y líneas de acción que permitan fomentar una cultura de equidad y de prácticas libres de violencia; bajo el respeto de los derechos humanos y las garantías necesarias para el buen vivir. Donde se involucren a las instituciones educativas, de manera que puedan generar acciones conjuntas, en diferentes niveles e impactos, mismas que contribuyan en el fortalecimiento emocional y la sanación de las familias, y cada uno de los actores involucrados en la atención aquellas condiciones de deterioro emocional. 

¿Mentes brillantes o enfermos mentales?

El conocimiento sobre el funcionamiento de la mente, cada día nos sorprende más, ante los nuevos hallazgos científicos; el reconocer que estamos frente a una nueva generación de humanos, con capacidades mentales distintas, nos abre la posibilidad para mejorar nuestros referentes teóricos y metodológicos. En tal sentido, al identificar que por una evolución genética en su cerebro, existen nuevos humanos que pueden relacionarse mental y emocionalmente con otros, y con su medio ambiente; pueden ver, oír y sentir, todo lo que los demás están experimentando; y que poseen un linaje genético que se destaca por contar con habilidades y destrezas por arriba del promedio; así como la capacidad de desafiar el sentido común, la audacia de recorrer el camino difícil y la manera de destacar por encima de los demás, gracias a la creatividad, el esfuerzo y la singularidad; estando en diferentes niveles cognitivos, donde sus relaciones interpersonales las llevan a otro nivel, y que son conocidos como los homo sensorium (Acevedo y Arteaga, 2019).

Donde autores como Gardner (1998), apuntan que dicha evolución del humano, se ha podido constatar al potencializar sus diferentes tipos de inteligencias, las cuales, pueden ostentar un solo sujeto en mayor o menor medida, dependiendo de su habilitación o destreza, como pueden ser: la inteligencia lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal y cinestésica, intrapersonal, interpersonal y naturalista. 

Es entonces, donde se contrasta las posturas entre el potencial de la mente y los Trastornos del Desarrollo Neurológico que pueden presentar. Premisa que pone en tela de juicio, las capacidades de la mente, frente los efectos adversos, ya sea por las condiciones de vida, por los escenarios hostiles, o por las realidades deprimentes que se pueden vivir; que sentencian a una mente brillante, en el mejor de los casos hacia el vituperio y escarnio social, o en el peor de los escenarios, hacia la locura o el suicidio, por sentirse incomprendidos, o no encontrarle, algún sentido a la misma vida (Barkley,1999). 

Lo anterior, como punta de iceberg, ofrece el panorama de varias áreas de oportunidades frente a los recientes entendimientos, de los trastornos del Desarrollo Neurológico; con directas implicaciones no solo, en el plano de las dinámicas personales, sino familiares, educativas, laborales, sociales, culturales, económicas, entre otras. Donde particularmente el trabajo social, puede generar innovaciones a partir de su congruencia disciplinar y su permanente búsqueda por una justicia social para todos.   

Consideraciones finales, pero no concluyentes 

La esquizofrenia social que se vive, acompañada por la necesidad de visibilizar aquello que no se entiende, mediante algún tipo de etiqueta que defina la salud mental, es y seguirá siendo, todo un tema reflexivo y de amplio espectro de construcción de nuevos saberes; que se irá acortando la brecha, en la medida que se disipe la ignorancia, el prejuicio y los miedos, por el conocimiento verdadero, aquel que pueda ser fundamentado, reflexivo, y proactivo, que busque en todo momento el mejorar las condiciones de vida de los menos favorecidos, o que mínimamente contribuyan a ir cerrando las brechas de las desigualdades sociales, frente un mundo que por su canibalismo social, sostiene aparentemente a los más fuertes, frente a los más débiles. Que a fin de cuenta, ¿quién dice?, que eso no es a la inversa, y aquellos etiquetados como enfermos mentales, pueden ser los que cuenten con las respuestas para mejorar el mundo y con ello, salvar a la misma humanidad. 

El cerebro y su entendimiento, como una Matrioshka, aún nos ofrece senderos y niveles que podemos seguir explorando, y al hacerlo se pueden identificar formas distintas de construir, y de generar ecosistemas incluyentes y de paz. ¡Atrévete a hacerlo!

Referencias

Acevedo Alemán, Jesús (2019). El suicidio infantil, retos de una sociedad global. Tópicos del Trabajo Socia. REVISTA INTERNACIONAL DE TRABAJO SOCIAL Y BIENESTAR ASARBE. Nº 8 (49-59) 2019.

Acevedo, J. y Arteaga, C. (2019). La irracionalidad. Porque de lo irracional también se puede hacer teoría. México, UNAM-ENTS

Asociación Americana de Psiquiatría (APA) (2022). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 5.ª edición, DSM-5-TR 

Barkley, R. (1999). Niños hiperactivos: cómo comprender y atender sus necesidades especiales. Barcelona: Paidós. 

Cassidy, Sarah; Bradley, Paul; Robinson, Janine; Allison, Carrie y McHugh, Meghan (2016). Ideación suicida e intentos o planes de suicidio en adultos con Síndrome de Asperger, asistiendo a una clínica especializada en el diagnóstico: estudio de una cohorte clínica” RET, Revista de Toxicomanías. N.º. 77 – 2016 

Cornejo, J. W. (2005). Prevalencia del trastorno por déficit de atención hiperactividad en niños y adolescentes colombianos. En: Revista de Neurología. Vol. 40, No 12, pp. 716-722. 

Gobierno de México (2022). La esquizofrenia en México. https://www.gob.mx/salud/articulos/que-es-la-esquizofrenia 

Gardner, H. (1998). A Reply to Perry D. Klein’s ‘Multiplying the problems of intelligence by eight’. Canadian Journal of Education, 23 (1): 96–102. doi:10.2307/1585968. JSTOR 1585790.

OMS (2022). Trastornos mentales, su definición y cifras en el mundo. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-disorders

CELATS (2022). Trabajo social latinoamericano. https://celats.org/quienes-somos/

Reunión Anual del Foro Económico Mundial (2022). Riesgos globales de salud. https://es.weforum.org/events/world-economic-forum-annual-meeting-2022 

UNESCO (1994). Declaración de salamanca y marco de acción, para las necesidades educativas especiales, http://www.unesco.org/education/pdf/SALAMA_S.PDF

Unicef (2022). La discapacidad infantil. https://www.unicef.org/lac/ninos-ninas-y-adolescentes-con-discapacidad 

Granada, 27 de diciembre de 2022

Gema Ruiz Rodríguez
Trabajadora Social y Mediadora. Granada

El objetivo de esta investigación documental es mostrar a través de una serie de planteamientos teóricos la necesidad de instaurar servicios de apoyo enfocados al cuidado y atención sociosanitaria de las personas mayores dentro del entorno laboral. A nivel mundial el envejecimiento va en aumento, y circunstancias como la jubilación extensa para seguir cotizando en el sistema de seguridad social, la incorporación laboral tardía de los jóvenes, etc, hace necesaria la implicación de las políticas públicas y el sector privado. Es necesario favorecer la conciliación laboral y familiar, tanto de las propias personas mayores que aún siguen en activo y siguen manteniendo la economía familiar, como de las personas más jóvenes empleadas que, no sólo tienen que atender las necesidades de su familia nuclear (pareja, hijos), sino también las de su familia extensa (padres, suegros, tíos) en situación de dependencia o discapacidad. Una vez identificadas las necesidades de los/as trabajadores/as se plantean una serie de acciones sociales que favorezcan la conciliación familiar y laboral de los empleados en el entorno laboral. 

Actualmente el envejecimiento demográfico es un proceso activo, con variaciones entre países pero bien fijado, y con antagonismos sociales y económicos que lo convierte en un tema de transformación actual. 

En 2015, con la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, las personas mayores, la edad, o ambas, se incluyeron explícitamente en algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Esta incorporación no fue al azar: fueron las mismas organizaciones de la sociedad civil, que están trabajando en favor de los derechos humanos de las personas mayores, las que generaron un debate y propuestas para incluirlas en la Agenda 2030. 

En España, el decremento de la tasa pensionista/cotizante implica la imposibilidad de que la fuerza productiva mantenga a los pensionistas en los términos actuales, de lo que cabe esperar que la vida laboral se alargue, con el consiguiente retraso en la edad de jubilación. El quinto objetivo, que busca lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a las mujeres y las niñas, se ha marcado entre sus metas reconocer y valorar los cuidados y el trabajo doméstico no remunerados, mediante servicios públicos, infraestructuras y políticas de protección social, promoviendo la responsabilidad compartida en el hogar y la familia; así como asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios en la vida política, económica y pública.

El Acuerdo de 31 de mayo de 2022, del Consejo de Gobierno, aprueba la I Estrategia de Conciliación en Andalucía 2022-2026. Ésta tiene como finalidad concebir la conciliación como un derecho de la ciudadanía y como una condición para garantizar la igualdad entre mujeres y hombres, ampliando los recursos para hacer compatible el cuidado familiar con la participación en el mercado de trabajo de hombres y mujeres. La estrategia parte de la necesidad del desarrollo de políticas públicas que favorezcan dicha conciliación, así como de la corresponsabilidad y la coeducación en la distribución y tiempos de los cuidados no remunerados y de la visión de la conciliación para compatibilizar la vida familiar y la laboral.

Por lo tanto, teniendo en cuenta el envejecimiento acelerado actual a nivel prácticamente mundial, es necesario reflexionar al respecto para tomar las medidas adecuadas.

Cambiar las condiciones de trabajo es, por una parte, cambiar la organización y, por otra, reducir o evitar un gran número de riesgos para la salud de las personas trabajadoras, y por tanto, reducir el envejecimiento “producido”. La transformación de las condiciones de trabajo solo puede hacerse a través de un proceso global que concierne, a la vez, a la organización de la producción y a la formación del personal. Esto acrecienta la vulnerabilidad de las personas que precisan cuidado y de las que lo brindan, que en la actualidad se ven directamente afectadas por la distribución desigual de los recursos según el origen familiar. Las familias monoparentales crecen y el modelo patriarcal en la empresa impide la conciliación, ya que la estructuración del trabajo sigue siendo diseñada para empleados varones y con una sola fuente familiar de ingresos, con horarios de trabajo que son incompatibles para cuidar a niños y personas mayores dependientes y/o con discapacidad. 

El rol de cuidado de los hijos, de las personas mayores y el mantenimiento del hogar ha estado tradicionalmente asignado a la mujer, que se ha dedicado en exclusivo a ello. En la actualidad los roles, o al menos sus funciones deben compartirse entre los cónyuges, si es que se quiere que ambos, padres y profesionales a la vez, puedan llegar a todo. El descenso brusco de natalidad es evidente, muchas mujeres han tenido que elegir entre la estabilidad laboral o tener hijos. Esta realidad requiere una especial atención puesto que preocupa de forma genérica. 

Las propias particularidades de los mercados laborales y la desigual distribución de oportunidades que caracterizan a la región andaluza, se traduce en la persistente inequidad socio-económica y de género. Consecuencia de este cambio demográfico, es que muchas personas viven un conflicto entre el trabajo y la familia. El conflicto trabajo-familia se da cuando las presiones del medio hacen que trabajo y familia no sean compatibles en algún aspecto (Greenhaus y Beutell, 1985). 

A nivel internacional, se han realizado una serie de estudios que revelan los problemas que se generan cuando no existe un equilibrio adecuado entre el tiempo y los esfuerzos que los trabajadores destinan a sus actividades laborales, y los espacios y energías que dedican a su vida familiar (Brett, 1997; Felmlee, 1995; Greenhaus et al., 1997; Klerman y Leibowitz, 1999;  Konek y Kitch, 1994, y Oppenheim-Mason y Duberstein, 1992). Entre ellos es posible mencionar los mayores riesgos de deterioro de la salud de los padres que trabajan, un mal desempeño en la función parental, la tensión psicológica, la ansiedad, la irritación frecuente, la depresión, el estrés laboral y los diversos problemas psicosomáticos (Frone, Russell y Cooper,1997). La dificultad derivada de la ejecución de múltiples roles no solo afecta a las personas, sino también a las empresas. La insatisfacción con el trabajo, el menor desempeño y compromiso con la organización, junto con mayores niveles de absentismo y rotación, pueden ser efectos derivados de las tensiones provocadas por el desempeño simultáneo de los roles laboral y familiar (Greenhaus y Beutell, 1985).

Con respecto a todos los aspectos mencionados anteriormente y que afectan de manera grave, tanto a las personas mayores como jóvenes, es necesario hacer algunas consideraciones al respecto: 

Los datos que actualmente existen acerca de las cifras de envejecimiento de la población y las que se prevén en los próximos años, hacen visible la urgente y necesaria actuación del Estado, las Administraciones Públicas y el sector privado. Es fundamental implementar políticas de flexibilidad en cuanto a horario y espacio de trabajo. En una sociedad cambiante y diversa, como en la que vivimos, llegar al bienestar general de todas las personas es eje primordial y objetivo general de la Agenda 2030.

Una esperanza de vida alta trae consigo un envejecimiento prolongado en el que pueden aparecer situaciones de dependencia o discapacidad entre las personas mayores. Los acontecimientos vitales unidos a una jubilación tardía, hacen que las personas mayores necesiten recursos de apoyo enfocados a atender las necesidades básicas de su vida diaria para garantizar el bienestar de éstas. Las personas mayores prolongan su actividad laboral para seguir cotizando a la seguridad social, generar una pensión digna y seguir manteniendo la economía familiar. Por lo tanto, una alternativa a proponer, tanto a los poderes públicos como al sector privado, sería establecer mecanismos de conciliación para implantar esos recursos de apoyo cerca del entorno laboral. La población joven no solo cuida de su familia nuclear sino también de su familia extensa convirtiéndose así en dobles cuidadores.

Una inexistente conciliación trae consigo problemas familiares y dificultades en el propio entorno laboral. Todo ello pone en peligro la salud tanto física como mental de las personas que intentan, con todas las dificultades mencionadas anteriormente, sostener el sistema con un sobreesfuerzo. 

Como tal, la familia no es una institución aislada. Los hogares familiares están ligados al mercado de trabajo y a la organización de redes sociales, por lo que las tasas de fecundidad y de divorcio, o los procesos de envejecimiento, son parte de procesos sociales, económicos y culturales más amplios, que están también sujetos a las políticas públicas. Como institución social básica, la familia no puede estar ajena a los valores culturales y a los procesos políticos de cada momento o período histórico (Jelin, 2004).

En el momento actual en el que nos encontramos y en previsión de lo que se avecina en los próximos años, proponer estrategias sociales para elaborar una normativa conciliadora en España es una responsabilidad y un compromiso de todos, todas y todes trabajadores sociales para hacer frente al proceso de envejecimiento de la población.

Por un lado, es cierto que tras la aparición de la pandemia Covid-19 se ha incrementado en algunas empresas el teletrabajo como política de flexibilidad horaria. Pero por otro lado, para algunos/as trabajadores/as de otras empresas eso no ha podido ser posible al formar parte de los servicios esenciales básicos, que requerían la presencia física para sacar el trabajo adelante. Por lo que, es necesario proponer otras alternativas de flexibilidad para este tipo de empleados/as que compense la carga laboral y el riesgo de salud que han llevado consigo. Ejemplos podrían ser reducciones de jornada laboral actual, un banco de tiempo libre, flexibilidad a la hora de establecer los períodos de los días de vacaciones, etc. 

Una de las propuestas que se plantea como medida de apoyo sociosanitario es la Geronteca, un servicio diurno que se implantaría en el entorno laboral para favorecer la conciliación laboral y familiar. Este servicio estaría compuesto por profesionales  cualificados de las disciplinas del trabajo social, enfermería, terapia ocupacional, medicina, psicología, mediación, fisioterapia, así como personal de cocina y limpieza. Consistiría en ofrecer apoyo, cuidado y atención de las actividades básicas de la vida diaria de las personas mayores que, por un lado, sean familiares de los/as jóvenes trabajadores/as, así como las propias personas mayores que aún se encuentren en activo en la empresa y necesiten cuidados.  

Es un recurso novedoso, facilitador y accesible tanto para el entorno laboral como para el/la trabajador/a. A largo plazo puede convertirse en un servicio  que se ajuste de manera real a la situación de envejecimiento acelerada que vivimos para conseguir la tan deseada conciliación. La gestión del servicio podría clasificarse dentro de las promociones extrasalariales para los empleados/as siendo un beneficio para ambos. Por un lado el servicio invierte en la salud y bienestar de los/as trabajadores/as por lo que, éste/a funcionaría más productivamente, y por otro lado, los/as trabajadores/as conservarían su salud, tanto física como mental, lo que les permitiría poder llevar a cabo sus empleos con más motivación y calidad de vida a largo plazo. Un servicio que apueste por la salud de sus empleados/as, tiene garantizado que éste tenga una organización y coordinación óptima, lo que se materializa en su continuidad e ingresos en el tiempo.  

Como propuesta de líneas futuras y con la finalidad de comprobar la viabilidad del servicio, se podría realizar una investigación que persiga los siguientes objetivos: 

– Conocer la situación personal de los/as trabajadores/as en cuanto a cómo compaginan el empleo con las cargas familiares, incidiendo principalmente en el cuidado de las personas mayores de su entorno familiar. 

– Comprobar, a través de los resultados de los cuestionarios que se les proporcionen,  la necesidad de tener cercano el servicio de Geronteca como recurso de apoyo en el entorno laboral. 

BIBLIOGRAFÍA

  • I Estrategia de Conciliación en Andalucía 2022-2026. Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación. Junta de Andalucía. 
  • S. Huenchuan (ed.), Envejecimiento, personas mayores y Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: perspectiva regional y de derechos humanos, Libros de la CEPAL, N° 154 (LC/PUB.2018/24-P), Santiago, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2018.
  • Melé Carné, D. (2004),  Conciliar trabajo y familia: un reto para el siglo XXI. Ediciones Universidad de Navarra, S.A (EUNSA).
  • Plan Estratégico de la Inspección de Trabajo y la Seguridad Social 2021, 2022 y 2023. Hacia un nuevo modelo de inspección de trabajo y seguridad social. Ministerio de Trabajo y Economía Social. 

Cádiz, 11 de noviembre de 2022

Cristina Lucía González Calero
Trabajadora Social Sanitaria especializada en Adicciones

Encontrándome leyendo a una de las referentes del Trabajo Social del Siglo XIX, Concepción Arenal, pude darme cuenta de que un sentimiento que experimentaba con gran frecuencia y por el cual me sentía una Trabajadora Social “extraña” ya había sido tratado con anterioridad y era resumido y conceptualizado de una forma bastante clarificadora por esta gran pensadora.

Conocida por ser pionera en el feminismo español y por tener una mente inmensamente filosófica, dejó un legado que hoy día podemos seguir aplicando a nuestras prácticas en el sector social; la Filosofía de la Compasión. 

No nos resulta indiferente la tan conocida frase “Odia el delito y compadece al delincuente” que nos dejó Concepción Arenal cuando visitaba a las mujeres que se encontraban en prisión, una situación que no era sencilla para ellas teniendo en cuenta el machismo que impregnaba aquellos años. Ser mujer y estar en la cárcel era peor condena que esa propia privación de la libertad a la que se hallaban sometidas.

Con esta Filosofía de la Compasión, explica el concepto de lo que hoy en día llamamos “Empatía”, es decir, saber colocarnos en el lugar de la otra persona para poder comprender sus circunstancias y los motivos que llevan a las personas a actuar de la forma en que lo hacen, sus sentimientos y convicciones. Según la precursora del Trabajo Social en España, es gracias al concepto de Compasión por el que podremos modificar el sistema y convertirlo en uno que no reprima ni discrimine, un sistema de las personas, piadoso y entregado a los demás. Y es precisamente de esta compasión de la que quiero hablar aquí; de la compasión de profesionales del Trabajo Social. 

Antes de profundizar en el tema, me gustaría realizar una distinción entre el sentimiento de compasión y el paternalismo en las intervenciones. Yo, como Trabajadora Social, estoy a favor del empoderamiento de las personas y no considero que un estilo paternalista repercuta de forma positiva en las personas usuarias. Sin embargo, el tema que abordo en este texto es la dificultad tan extrema a la que nos enfrentamos las/os profesionales cuando no podemos aislar el dolor, la angustia y la tristeza de la mayoría de casos que debemos encarar.

Recuerdo escuchar innumerables veces en mi estancia en la facultad que, cuando comenzase a ejercer mi profesión, vería situaciones que me romperían el corazón a pedazos y que, sin embargo, esas mismas me pasarían inadvertidas años más tarde. Según las palabras que escuchaba, el bagaje te iba haciendo cada vez más fuerte, hasta que, poco a poco, irías convirtiendo cada parte de ti en piedra y dejarías de sentir ese dolor por la vida ajena y esa frustración por no poder actuar en determinadas ocasiones que se escapan a tu control. Sin embargo, he de decir que tras trabajar en diferentes ámbitos del Trabajo Social como hospitales de cuidados paliativos, centros de día de personas con enfermedad de Alzheimer, residencias para personas mayores, entre otros, sigo sintiendo el suplicio y el desconsuelo de la persona que tengo frente a mis ojos y a la que tiendo mi mano.

Actualmente, me encuentro trabajando en Coordinadora Despierta, una entidad ubicada en La Línea de la Concepción, dedicada a ayudar a personas con adicciones y, además, en un proyecto de pisos tutelados llamado “Tomando Impulso”, subvencionado por la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, para mujeres e hijos/as que se encuentran en situación de exclusión social. Dichos pisos tienen la finalidad de cubrir sus necesidades básicas, a la vez que se trabaja el área laboral, con la misión de conseguir un empleo y lograr su independencia total, alcanzando así la forma para valerse por ellas mismas.

Mis funciones en este proyecto son diversas. Principalmente, son funciones relacionadas con incidir en las carencias (o “puntos de mejora” como a mi me gusta llamar) que tiene cada una y trabajarlas junto a ellas para hacerles frente y superarlas. Vivir el día a día, sus problemas y sus pesares. Juntas, ahondamos mediante talleres en la importancia de tener una buena autoestima y salud mental; ambas destruidas por las experiencias de vida que han tenido, aprendemos sobre economía doméstica y establecemos planes de ahorro para cuando deban enfrentarse a esa independencia que tanto ansían, habilidades sociales y de resolución de conflictos para el día a día, la formalización de redes de apoyo, tan necesarias para ellas para mitigar ese sentimiento de soledad que no parece desaparecerles nunca. Así como realizamos estos talleres, trabajamos el área laboral mediante la realización de un itinerario personalizado para cada una, elaborando curriculum vitae, mostrando los portales de empleo más óptimos para ellas y cómo usarlos, así como redes sociales y los servicios de empleo oficiales que existen a nivel regional y comarcal. Por otro lado, se atiende su salud física y mental realizando seguimientos de sus citas médicas y terapias con el área de psicología de la entidad.

Este pasar del tiempo junto a las mujeres, me hace retraerme entonces a mis tiempos universitarios y a aquella charla que anteriormente comenté. Porque, por muchas personas que accedan al recurso, nunca dejó de empatizar con sus vidas y de sentirlas como mías. Y que, seguramente, cualquier trabajador/a social pueda sentirlas también como suyas. 

Qué decir que el sentimiento de dolor aún no ha mitigado. Aún vivo con intensidad la vida de aquellas que luchan y no consiguen cambiar sus rumbos por motivos ajenos a ellas, el desaliento de la inmigrante que no puede regresar a su hogar y no consigue encontrar su sitio, la tortura de las que se vieron envueltas en redes de tratas de seres humanos por intentar labrarse un futuro ellas mismas y la angustia de la que no cree en la esperanza porque solo ha vivido en un eterno tormento.

El Trabajo Social es trabajar con el dolor y es sanarlo. Es curar, aliviar, regenerar, fortalecer. 

Es saber que jamás nos podremos poner la coraza contra la pena, que estas situaciones nunca nos resultarán indiferentes porque jugamos con vida y que, hasta un punto, somos responsables de ellas. Pero que, al mismo tiempo que nos vemos envueltos en esta espiral de inquietudes, estamos cicatrizando heridas de personas que llevan tiempo siendo lastimadas.

Y lanzo mis preguntas al lector: ¿Qué Trabajador/a Social es piedra dura contra el pesar de la desesperanza? ¿No han sido acaso la compasión y la empatía las que nos han hecho progresar como sociedad? ¿Cómo habríamos avanzado si cada persona hubiera pensado exclusivamente en sí misma?

En lo que a mi respecta, considero que de no haber existido jamás este sentimiento, la profesión del Trabajo Social no habría llegado a nacer. Y mucho menos habría conseguido evolucionar hasta el punto en que nos encontramos hoy día. A pesar de vivir en una sociedad cada vez más individualizada, una sociedad “de la inmediatez” en la que se busca satisfacer nuestros deseos de forma inminente debido al frenético ritmo de vida que, en cierta forma, estamos obligados/as a llevar, aún sobrevive el espíritu de la ayuda, la protección y la defensa de las personas que lo necesitan. Es por esto que creo, como reflexión final, que para desarrollar una buena práctica, las personas que nos dedicamos al Trabajo Social debemos potenciar este sentir de la “compasión” traducida como ”empatía” con la finalidad de alcanzar la tan ansiada justicia social que busca nuestra profesión desde sus inicios y que, sin duda y con muchísimos esfuerzos, trataremos de conseguir.

BIBLIOGRAFÍA

  1. Arenal, C. (1861). La beneficencia, la filantropía y la caridad. Madrid, Imprenta del Colegio de Sordo-Mudos y Ciegos.
  1. Arenal, C. (1865). Cartas a los delincuentes. Madrid, Librería de Victoriano Suárez.
  1. Arenal, C. (1873). La Justicia bien entendida ¿Por quién empieza? La Voz de la Caridad79, 108–110.

Las Palmas, 28 de octubre de 2022

M. Ángeles Araya Perdomo
Trabajadora Social de Atención Primaria de Salud
Servicio Canario de Salud

Para continuar analizando el efecto de estos vínculos y su relación con la satisfacción de las necesidades del individuo, aprovecharemos un segundo diagrama que ha sido diseñado por Krogerus y Tschäppeler, dentro del mundo de la comunicación y publicidad estratégica, y pincelado por la autora para convertirse en una estrategia personal que facilite la reflexión autoconsciente y la posterior toma de decisiones del cliente.

Mediante la geometría de un polígono regular, como es un triángulo equilátero, podremos exponer a cada una de las personas consignadas en el microsistema y mesosistema en base a tres disectrices que formarán los tres ángulos de 60º del triángulo equilátero, pronosticando una relación significativa por su armonía y equilibrio. Generando además la introspección sobre la satisfacción de las necesidades asociadas a ese micro o mesosistema.

En este boceto podemos observar rápidamente el vínculo y las áreas en desequilibrio  para establecer un marco de estrategias de intervención desde trabajo social clínico, siendo primer protagonista la persona y su medio social más cercano y simbólico.

Imagen
Tabla 2.Elaboración propia basado en “The personal performance model” (Krogerus,M. y Tschäppeler, R. 2008)

Cada disectriz de 60º plantea una relación armónica de ese vínculo social en una escala de intensidad sentida del 0-10, de las siguientes cualidades:

Amor y compromiso: Decía Empédocles que el amor es la fuerza metafísica de la vida, causa de todo movimiento, separación y unión. Lo cierto, es que la definiremos como un sentimiento intenso o convicción profunda que experimenta alguien hacia otra persona, a la que le desea y propicia con esmero y respeto  con las mejores condiciones para su bienestar.

Reciprocidad: Se trata de una acción transformadora realizada entre dos o más personas propiciando beneficio, cuidado y crecimiento mutuo, y siempre es equivalente al recibido.

Seguridad y protección: Aquella situación caracterizada por estar libre de daño, peligro o riesgo alguno. La cual no admite dudas sobre su firmeza y estabilidad, ofreciendo garantías a los que están bajo su parábola.

Estos diagramas pretenden ser una aproximación al universo relacional de los informantes. Mediante una herramienta de sencillo uso y rápida percepción visual, para percatarse, no sólo de la manera en que se ubican e incluyen en su vida cotidiana, sus relaciones personales más importantes, sino también para estimar junto a ellos la calidad de dichos vínculos, la satisfacción de las necesidades y la intervención social, desde una perspectiva no directiva, anti-opresiva y de empoderamiento. Además, de la intervención social coordinada de agentes sociales y profesionales para seguir creando vínculos entre las personas y la sociedad (macrosistema). Fomentando así, la cohesión social, mediante procesos de participación y desarrollo personal y comunitario. En la consulta de trabajo social clínico, estos dos diagramas manifiestan nos sólo la red significativa de la persona y las características de la misma como: la calidad, densidad y ubicación. Sino también la fuerza centrípeta de dicha red, donde la persona tiene un marco de aprendizaje con apegos seguros, estables y duraderos para satisfacer sus necesidades y la bidireccionalidad de dicho efecto centrípeto.

Esta profunda necesidad social de vincularnos, fruto de nuestra naturaleza gregaria,  puede quedar  insatisfecha por la sociedad tecnológica y de consumo actual. Más aún, en una etapa de pandemia, como la que afecta a un tercio de la población mundial, con el SARS2-COVID 19. Ya que, las vías de contagio de esta enfermedad (contacto por micro gotas de fluidos corporales) afectan drásticamente el modelo de relaciones humanas, pasando a un modelo de distanciamiento físico, cuarentena o confinamiento. El contacto social íntimo, no sólo está en el modelo básico de las relaciones humanas, sino que representa como queda expuesto en el artículo, un fundamento neuroquímico que facilita un equilibrio psiconeuroinmunoendocrino a través de las relaciones y del vínculo entre las personas. Favoreciendo la mejora del estado de salud con los efectos bioquímicos que provoca la hormona de la oxitocina. 

En la etapa de pandemia que vivimos, el contacto social queda reducido al mínimo  por el distanciamiento físico de 1,5-2 metros recomendado por las autoridades sanitarias y sólo se trasluce a través de la mirada (por tener los rostros protegidos con mascarillas); dejando una importante disolución del lenguaje kinésico corporal y facial y creando a las personas una necesidad acuciante de feedback verbal y grandes ansias de cercanía y/o vínculo. 

El efecto  psiconeuroinmunoendocrino de la brecha de relaciones sociales en esta pandemia se observa en gran medida en aquellos pacientes confinados o aislados en sus domicilios, en personas hospitalizadas en habitaciones de aislamiento restrictivo o en el peor de los casos en unidades de cuidados intensivos, donde las personas mantienen altos niveles de emociones desagradables como la angustia, miedo, estrés, soledad, etc. De ahí, la importancia que la familia (en los casos de aislamiento domiciliario) o los sanitarios (en los casos hospitalizados) mantengan contacto verbal y kinésico constante buscando el feedback del paciente confinado. Se recomienda un mensaje verbal sencillo, concreto, con articulación clara, entonación suave y volumen adecuado manteniendo en todo momento un contacto ocular constante e íntimo a través miradas intensas, que dejen traslucir la información gestual facial no disponible. Complementado con un lenguaje no verbal más marcado que habitualmente donde la efusividad sea la característica de la comunicación. Favoreciendo así no sólo la comunicación sino también mantener vivo el flujo del llamado pegamento social.

Conclusión

La coloquialmente conocida como la hormona del amor, la oxitocina, se activa coordinadamente con otras sustancias químicas neuronales relacionadas con el placer y la recompensa, y en última instancia, con el comportamiento social.

Las personas con relaciones sociales sanas, estables y duraderas experimentan mayores beneficios, gracias a que los efectos de la oxitocina se hacen más pronunciados con el tiempo. En concreto, gracias a las poderosas características de los vínculos sociales, se    estimula vigorosamente la secreción de la hormona del amor, generando más cantidad de oxitocina y mayor disponibilidad de receptores de oxitocina en las personas. Y a su vez, la oxitocina facilita la acción del vínculo en esa interacción social formando una espiral ascendente que propicia mejores vínculos posteriores y una acción más duradera de los efectos oxitócicos.

Esta relación entre los vínculos sociales y la oxitocina se retroalimenta por sí misma. El efecto de esta retroalimentación es la denominada fuerza centrípeta, un acción etérea que nos mantiene unidos en el vínculo e integración social, aunque haya pasado tiempo desde nuestro último encuentro.

Los sucesos neurobiológicos afectan a los procesos sociales, y a su vez éstos, recíprocamente están constantemente modificándose a  nivel psiconeuroinmunoendocrino.

Por tanto, sería perspicaz asegurarnos un vínculo, que reúna estas increíbles cualidades -amor, reciprocidad y seguridad-, con aquellas personas que sentimos agradablemente cerca (Levy N, Douglas T, Kahane G, et al. 2014). Tanto así que, las relaciones sean de apego y sigan estimulando la generación de esta fuerza centrípeta que posibilita equilibrados y saludables estados neuroquímicos y sociales que responden a nuestra inherente condición humana. 

Y aunque el incierto escenario de la pandemia genere a las personas vivencias, experiencias y emociones límites y en constante cambio en un ambiente inédito. También  se puede advertir el efecto antagonista de la oxitocina, aquel que se manifiesta en las reacciones de miedo, rechazo y huida de aquellas personas contagiadas, de personal sanitario o de servicios públicos que pudieran haber sido identificadas como un riesgo para la salud de las personas del círculo más próximo, la familia o la vecindad, por su exposición laboral a escenarios pandémicos.

Estas condiciones provocan la sobreestimulación de los receptores oxitócicos en nuestros escasos encuentros sociales, tanto sean su efecto positivo o antagonista, facilitando la respuesta neuroquímica de forma más inmediata y duradera en el tiempo. Creando vínculos  más intensos de filiación con sentimientos de pertenencia y protección del clan. Propiciando así, el mantenimiento de esos vínculos fuertes y sanos que existían con anterioridad, y facilitando respuestas agresivas ante la identificación de supuestas amenazas. Pero dificultando la generación de nuevos vínculos de confianza. Comienza a esgrimirse a través de las pantallas de zoom, meet y plataformas virtuales de encuentros, un nuevo modelo relacional impulsado por la pandemia. Los cuales sería interesante estudiar, para explorar definitivamente otro modelo de comunicación y conexión, que pudieran ser utilizados para crear vínculos seguros y confiables. Así como, sus efectos en la salud de las personas, que por sus condiciones físicas, sociales o de salud no pudieran generar ese vínculo de forma presencial. Explorando así, inéditos campos de intervención social que permitan la satisfacción de las necesidades primigenias del ser humano.

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Las Palmas, 21 de octubre de 2022

M. Ángeles Araya Perdomo
Trabajadora Social de Atención Primaria de Salud
Servicio Canario de Salud

La coloquialmente conocida hormona del amor, la oxitocina, se activa coordinadamente con otras sustancias químicas de áreas neurales relacionadas con el placer y la recompensa. Debido a nuestra naturaleza inherentemente social, nuestro sistema químico no sólo viene a favorecer la reproducción de la especie, sino a asegurar su subsistencia, fomentando el mantenimiento del vínculo entre los miembros de una misma red. Esta interacción social favorece un sistema de retroalimentación química con fuertes repercusiones sociales que inciden indiscutiblemente en nuestra salud. 

De ahí que la llamen comúnmente el pegamento social, aquel que está presente en nuestra red personal significativa, la cual quedará analizada a través de dos diagramas para abordar en consulta la calidad de dichos vínculos, la satisfacción de las necesidades y la intervención social a proponer para seguir manteniendo el flujo bidireccional de este neuropéptido.

En  1953 el bioquímico premio Nobel Vincent du Vigneaud consiguió aislar y sintetizar la hormona de la oxitocina, para facilitar las contracciones uterinas. Pero en 1992 Insel comenzó a mostrar interés por esta influyente hormona, no sólo en la reproducción, parto y conducta maternal, sino también en el comportamiento social: conductas afiliativas y prosociales. De la misma forma, hoy en día, la neurociencia social y la psiconeuroinmunoendocrinología intentan explorar aún más las reacciones químicas, físicas, psicológicas y comportamentales de esta hormona conocida coloquialmente como la hormona del amor, de la afiliación, del vínculo social, en definitiva, el pegamento social

Y es que, este péptido ha sido detectado en varias estructuras cerebrales relacionadas con el sistema motivacional o de recompensa neuronal, el sistema mesocorticolímbico de la dopamina. Convirtiéndose así, en un neurotransmisor que no actúa solo, sino en conjunción con otros neurotransmisores y hormonas (Caba M. 2003), con capacidad para moldear el comportamiento social provocando cambios en nuestras relaciones sociales, afiliativas y sexuales. (Love, T.M.2014) 

Oxitocina y las relaciones sociales

Existen multitud de artículos científicos argumentando el carácter prosocial de la oxitocina como facilitadora de las relaciones sociales. Esta hormona desencadena tres efectos diferentes:

  • Ampliación de la atención a las señales sociales (Love, T.M. 2014) y mejora de la memoria social (Campbell, A. 2010).
  • Reducción de la ansiedad y el miedo (Bartz, J.A. et al. 2011).
  • Mejora de la motivación social (Depue, R.A. & Morrone-Strupinsky, J.V. 2005), el apego y la confianza (Campbell, A. 2010).

Y, por tanto, se propician así conductas de confianza, generosidad, altruismo, empatía  (Love, T.M.2014, Bartz, J.A. et al. 2011) y cooperación, se percibe a los demás de manera confiable, atractiva, accesible, y con apego. Así como, la oxitocina facilita la conexión interpersonal (por ejemplo, a través del etnocentrismo, motivación y conciencia social/sesgo de atención, mirada fija y estilo de comunicación) (Bartz, J.A. et al. (2011).

Pero, a su vez, el efecto pegamento social depende de la relación que tengamos con esa persona, es decir, depende de si nuestro vínculo con esa persona es cercano, sano y confiable y si pertenecemos al mismo círculo. Como por ejemplo el grupo familiar, grupo de trabajo o compañeros de equipo deportivo, para que funcione el efecto del pegamento social. De hecho, en recientes investigaciones se resalta el efecto antagonista de este neuropéptido que aumenta la competitividad y agresividad hacia aquellas personas que no han sido identificadas cercanas al grupo (Love, T.M. 2014), como en la incipiente competitividad  que despiertan los encuentros deportivos entre los jugadores de los diferentes equipos. También, puede tener ese efecto antagonista, cuando una persona tiene conductas que perjudican al grupo del vínculo más cercano (Levy N, Douglas T, Kahane G, et al. 2014).

Estas cualidades de la oxitocina suscitan en la neurociencia social, un considerable entusiasmo científico, aunque sigue siendo complicado encontrar evidencias, los datos sugieren que las disfunciones del metabolismo de esta hormona podrían estar relacionados con varios trastornos psiquiátricos, caracterizados por el déficits en el funcionamiento social, como: el trastorno del espectro autista, la depresión, la esquizofrenia, la ansiedad social (Bonet, JL. 2019), el trastorno por déficit de atención/ hiperactividad (Campbell, A. 2010), el trastorno obsesivo compulsivo, bulimia y anorexia nerviosa (Heinrichs, M. et al 2003).

Además de los receptores cerebrales oxitócicos, también hay receptores de esta hormona en el útero, en los cuerpos cavernosos (pene y clítoris), en las mamas, las motoneuronas del músculo pubococcígeo (Manzo, J. 2004), en el corazón y el tubo digestivo. 

Entonces, si existen receptores periféricos, también  hay acción de la hormona en estas zonas corporales. Por ello, hablar con personas de confianza, tomar un brunch en buena compañía, dar o recibir un abrazo amistoso, bailar, pasar el día con un/a amigo/a, dar o recibir apoyo social (Heinrichs, M. et al 2003), disponer un espacio cálido y agradable (Uvnäs- Moberg, K. 1998) provocan que el cerebro libere al torrente sanguíneo, altos niveles de oxitocina, estimulando así nuestra vinculación y bienestar (Bonet, JL. 2019) como consecuencia de las múltiples y constantes interacciones entre los sistemas inmunitario, nervioso, endocrino y social. 

Los ensayos y estudios en mamíferos no humanos detectan que las relaciones y vínculos estables y armoniosos generan mayor cantidad de receptores de oxitocina. Sin embargo, en las relaciones inestables existen menos receptores oxitócicos (Feldman, R. 2012). De ahí que con una calidad de relación más alta se muestran niveles más altos de oxitocina y se predicen, significativamente, incluso un mes después (Holt- Lunstad, J. et al.  2015).

Los efectos de la oxitocina demuestran la reducción de la presión arterial, de los niveles de cortisol, y de la actividad del sistema simpático, aumenta el umbral de dolor y la actividad del sistema parasimpático. Además, disponemos de un efecto ansiolítico, inducido por la hormona del amor. A su vez, ésta estimula interacciones sociales positivas de nuevo.  Su exposición repentina y continuadamente causa efectos duraderos y clínicamente relevantes en la activación de este sistema (Uvnäs- Moberg, K.1998) que hemos aprovechado a denominar la fuerza centrípeta de la oxitocina en las relaciones sociales. Stephanie Cacioppo afirma “al igual que las fuerzas entre elementos químicos, las fuerzas que operan entre individuos son difíciles de observar directamente pero se hacen visibles a través de sus efectos en los individuos” (Cacioppo, S. & Cacioppo 2012). Pudiendo provocar una cascada neuroquímica capaz de generar pensamientos, sentimientos y comportamientos de poderoso vínculo entre las personas y efectos directos sobre su salud. Si esta fuerza centrípeta es explotada desde el  trabajo social clínico, propiciará una relación terapéutica fuerte y de confianza entre ambos (terapeuta y cliente). Además, en el resto de sus relaciones, se identifica una fuente de modelado social, donde la capacidad de aprendizaje de las personas será superior a otros contextos. 

El desarrollo social

La presencia de las interacciones sociales es una y otra vez motor de búsqueda científica para tratar y resolver problemas de salud. Además, es el primer eslabón que manifiesta nuestra poderosa e influyente unicidad e interdependencia. Aquella donde se nutren, interactúan y retroalimentan nuestras cualidades culturales, sociales, emocionales, psicológicas, fisiológicas, neurológicas, inmunológicas y endocrinológicas, dando una compleja relación entre el ser humano y su medio. Motivadas razones para que el trabajo social se sumerja en la neurociencia, aportándole a ésta una amplia visión integradora de los procesos sociales.

Después de todo, las relaciones sociales son resultado de la naturaleza filogenética del ser humano, y pueden estar poniendo de manifiesto varios paradigmas sociales, que la ciencia implementa a través de ensayos clínicos. Aún no siendo la intención de este artículo, para quien desee profundizar, estos paradigmas se comienzan a esgrimir en la bibliografía de Antonio Damasio y Stephen Porges, entre otros.

Por consiguiente, y dada la importancia de las relaciones sociales nos introduciremos, mediante dos diagramas, en las cualidades indispensables de las mismas, para que faciliten la bidireccionalidad de los neuropéptidos especificados anteriormente. Las relaciones sociales son el objeto de interés para cualquier rama del trabajo social, que persigue el equilibrio saludable de las personas, familias, grupos y sus comunidades facilitando espacios de reflexión, reconocimiento y aprendizaje mutuo entre el profesional de trabajo social clínico y la persona, acercándonos así a la maravillosa red neuronal por defecto que nos permite conectarnos con el resto. 

La persona establece vínculos sociales constituyendo una red, donde se manifiestan sus relaciones más significativas, desempeña roles y status sociales. En esta red se facilita el ajuste social de la persona y se evidencian los fenómenos sociales, ideológicos, culturales y morales. Así como, se satisfacen las necesidades básicas o primarias y se favorece el acceso a la cobertura de otras necesidades sociales. Tal como recoge Dabas  “Es un sistema abierto, que a través de un intercambio dinámico entre sus integrantes y con integrantes de otros grupos sociales, posibilita la potenciación de los recursos que poseen. Cada miembro de una familia, de un grupo o de una institución se enriquece a través de las múltiples formas de relaciones que cada uno de los otros desarrolla” (Dabas, E. y Najmanovich, D.1999), siendo el intercambio entre las partes, el  núcleo y el motor que impulsa las relaciones sociales y crea el vínculo.

La sociología plantea que las relaciones sociales son intersecciones entre varios puntos cercanos o lejanos, integrados o en conflicto que se diferencian en círculos concéntricos (Herrera, M 2000). Así, en la década de los ochenta, autores como Gottlieb, Lin, Bronfenbrenner y Weiss proponen también tres contextos concéntricos  donde se fraguan las relaciones: 

El microsistema donde se dan las relaciones más íntimas y de confianza (pareja y familia nuclear) las cuales requieren de reciprocidad, compromiso y responsabilidad mutua, y satisfacen las necesidades de subsistencia y de seguridad.

El mesosistema en el cual se generan las redes sociales habituales de familia extensa, amistades y trabajo, que necesita interacción interpersonal frecuente y satisfacen la necesidad  de vinculación, desarrollo y reconocimiento de la persona, y apoyo social.

Y por último el  macrosistema donde las relaciones sociales son participativas y comunitarias a través del compromiso ideológico, cultural y moral, donde se propicia el sentimiento de pertenencia e identidad social. Cubriendo la necesidad de autorrealizacion.

Siguiendo las premisas de dichos autores con las pinceladas de Sluzki, C. (Sluzki, C. E. 2010) en “Las relaciones que un individuo percibe como significativas” podremos vislumbrar nuestra red personal significativa y nuestras necesidades, cumplimentando la siguiente representación de su teoría.

Imagen
Tabla1.- Elaboración propia basado en Sluzki,C.(2010)

En primer lugar, advertir que la figura en forma de corazón en el epicentro del diagrama de los sistemas de relaciones no es aleatoria; pues a través de nuestra marca genética, el vínculo de apego con nuestros cuidadores, la personalidad, la interacción con el ambiente, se fragua nuestra primera relación, la que tenemos con nosotros/as mismos/as. Ésta condicionará el nexo, acceso, disposición y concentración de los demás sistemas relacionales, favoreciendo el repertorio de los vínculos interpersonales y emocionales a lo largo de nuestra vida (Martino, P. 2014). Por ello, el corazón en el epicentro ha sido introducido por la autora para que sea valorada también esta trascendental relación contigo mismo/a.

Este diagrama puede ser utilizado en consulta o de forma autónoma por el cliente. Siendo la primera la más provechosa para generar, desde una visión propia (la del cliente), su red significativa, autorellenando los tres círculos (interior, intermedio y externo) en cada una de sus vertientes/ambientes (familiar, relaciones de amistad, relaciones laborales y relaciones comunitarias) de nombres propios de personas significativas en su vida. Y aunque pudiera parecer la génesis entre un genograma y un sociograma, queda bastante lejos de esta realidad, pues potencia la activación neuronal de la llamada red por defecto, que ofrece al cliente un contexto de reflexión y conexión con los demás.

Sin embargo, en las entrevistas clínicas basadas en el genograma, sociograma o similar, podemos impregnar nuestra relación terapéutica de la desagradable evocación de recuerdos biográficos, relacionales y emocionales engendrados en el dolor, conflicto, maltrato, ruptura, duelo, venganza, etc. Que se suele generar durante la descripción de relaciones rotas, tóxicas o de maltrato provocando una sobreactivación neuroquímica, al poner en jaque una vez más la circuitería neuronal del dolor social y de la supervivencia.   Reactivando la amígdala cerebral,  el eje hipotálamo hipofisario adrenal (HPA) y respuestas inflamatorias inapropiadas, un dispositivo neuronal de emergencia que suele estar normalmente sobreactivado en el cliente, ya que ha alertado al mismo/a en innumerables ocasiones anteriores, de que sus relaciones sociales han sido dañadas. Por lo que, la entrevista profesional basada en el rastreo sistemático de las relaciones para elaborar la historia social puede dar lugar a un nefasto efecto sobrevenido y de daño colateral. Ya que, esta señal primitiva está enraizada a la supervivencia del individuo y relacionada con  su  aprendizaje, memoria, emociones, funciones ejecutivas (planificación, ejecución, evaluación), autoconsciencia, toma de decisiones y empatía, entre otras (Araya, M.A. 2021)

Por lo que, se recomienda realizar otras intervenciones clínicas menos preceptivas  invasivas y lesivas para el cliente, como la exploración natural de su red más significativa, en la que se apoyará un trabajo social clínico desde las fortalezas y oportunidades del cliente.

Bibliografía 

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Zaragoza, 5 de octubre de 2022

Raúl Torres Carrillo
Trabajador social en el área de Psicogeriatría en el hospital neuropsiquiátrico Nuestra Señora del Carmen y miembro del comité de ética asistencial de dicho centro.
Coordinador del grupo de mayores y Trabajo Social del Colegio Profesional de Trabajo Social de Aragón.

La Ética es uno de los pilares fundamentales de la profesión de Trabajo Social; respeto a la autonomía y empoderamiento son dos vocablos que las personas que desarrollamos esta profesión tenemos grabadas a fuego en la cabeza, pero… ¿qué ocurre cuando nuestro trabajo se desarrolla en el campo de la Psicogeriatría, es decir, entre personas que tienen su capacidad de autogobierno limitada y/o no pueden aparentemente ser empoderadas debido a un mal pronóstico médico? En este artículo tratamos de ofrecer algunos tips que sirvan de orientación en este terreno pantanoso.

Trabajo Social y Ética, una relación inevitable.

El Trabajo Social es una profesión que acompaña a las personas que atiende; no parte de la base de un/a profesional experto/a en lo que una persona debe hacer para reconducir su vida de una manera adecuada en un momento de dificultad, sino de un/a profesional que, siendo experto/a en relaciones humanas y en recursos (económicos, de servicio y de redes comunitarias) hace que la persona usuaria sea capaz de tomar las riendas de su existencia para, apoyándose en estas ayudas, redirigir su vida del modo en que ella considere más acertado.

Tal es así, y tan fundamental resulta esta cualidad de nuestra profesión, que no sólo la libertad de la persona (usuaria) es uno de los principios básicos de nuestro Código Deontológico (Consejo General del Trabajo Social, 2012), sino que además varios de los principios generales de este documento no vienen sino a reforzar esta idea: respeto activo a la persona, aceptación de la persona, superación de categorizaciones, ausencia de juicios de valor sobre la persona, individualización, personalización, autonomía y autodeterminación. Y en los Códigos Deontológicos, como señala Verde-Diego (2019) “se alude a los deberes u obligaciones morales que son mínimamente exigibles a los y las profesionales en el desempeño de su actividad”

Recordar esto es especialmente importante en un ámbito sanitario. Quienes acuden en busca de ayuda profesional para superar problemas de salud y sus consecuencias buscan, y encuentran, profesionales expertos y expertas, que saben lo que hay que hacer y lo que no. Es cierto que disciplinas como Enfermería o Medicina han evolucionado muchísimo en lo que a autonomía del/la paciente se refiere, pero la población en general sigue considerando aquello de “hazles caso, ellos/as saben lo que hay que hacer”. Sin embargo, los y las profesionales del Trabajo Social Sanitario seguimos siendo acompañantes; por mucho que vistamos una bata o un uniforme blancos, no somos expertos/as en qué, cómo y cuándo debe una persona tomar una determinada decisión.

Todo ello, sin embargo, parece saltar por los aires cuando un o una profesional del Trabajo Social comienza a desarrollar su labor en el ámbito de la Psicogeriatría, máxime si lo hace desde una institución residencial. Y ello es así por tres motivos:

  1. El gran dilema ético de la salud mental nos afecta de pleno; debemos respetar y fomentar la autonomía de personas que, en mayor o menor medida, tienen su capacidad de autogobierno limitada (orgánica y/o legalmente) y, como señala Martínez, M. C. (2002), “es frecuente en algunas enfermedades psiquiátricas, que el enfermo no tenga conciencia de enfermedad y, por consiguiente, no acuda al médico y, si acude, sea precisamente, contra su voluntad”.
  2. Estas personas, además, viven en un centro residencial donde el riesgo de institucionalización es muy real. En estos centros van a dejar de desarrollar muchas de las actividades instrumentales de la vida diaria que en su domicilio particular continuarían ejercitando.
  3. Dada su avanzada edad y/o su deterioro, no es realista plantear un futuro en el que las capacidades perdidas puedan recuperarse.

Así pues, ¿qué sentido tienen los principios expresados al comienzo de este artículo cuando nos referimos a un ámbito como el de la Psicogeriatría?

Psicogeriatría y Ética

Antes de proseguir, conviene detenerse en dos conceptos clave para entender lo que exponemos en este artículo: Psicogeriatría y Ética.

La Psicogeriatría es un ámbito de la salud que se ocupa de la atención a la salud mental de las personas mayores, tanto de aquellas personas que han tenido una patología a lo largo de su vida y ahora han envejecido, como de las que padecen una demencia o proceso neurodegenerativo de manera sobrevenida. A todo ello, debemos añadir un deterioro (incipiente, moderado o avanzado) físico, con lo que las personas que viven en un centro residencial precisan no sólo de cuidados a las alteraciones conductuales que puedan presentar, sino también un apoyo en las actividades básicas de la vida diaria. Dicho de una manera vulgar, nos encontramos en un terreno a medio camino entre la salud mental y la geriatría.

Por otra parte, cuando hablamos de Ética, hacemos referencia a la necesidad de cuestionar nuestras propias acciones profesionales; debemos evitar actuar por inercia o pragmatismo, y procurar que nuestra actividad profesional se desarrolle de manera correcta. No hablamos de cumplir la ley (que por descontado debemos cumplir) ni de seguir los protocolos marcados por la Institución en la que trabajamos. Tampoco hablamos de adecuarnos a nuestra propia escala de valores, sino de tomar la decisión más adecuada entre todas esas posibilidades que la ley y los protocolos permiten, y entre las que solemos encontrar respuestas que nos incomodan porque no se trata de soluciones mágicas, sino terrenales que conllevan alguna consecuencia negativa que, de entrada, parece que debamos evitar.

Navegar en este mar es complicado, y para ello contamos con cuatro balizas que nos pueden orientar, los principios básicos de la Bioética:

  • Autonomía: toda persona tiene derecho a tomar sus propias decisiones, y aquellas que no tengan esta capacidad deben ser protegidas.
  • Beneficencia: toda actuación debe procurar el bienestar de las personas a las que afecta.
  • No maleficencia: ninguna actuación debe producir daño a las personas a las que afecta.
  • Justicia social: toda actuación debe respetar la equidad de distribución de los recursos existentes.

Entonces ¿qué hacemos?

De modo que tenemos por una parte a una población con una capacidad de autogobierno limitada (orgánica y/o legalmente), en mayor o menor grado, y por otra parte cuatro principios que, a priori, parecen difíciles de conjugar. Si las personas a las que atendemos no tienen su capacidad de autogobierno completa y debemos protegerlas ¿podemos respetar su voluntad (Autonomía)? ¿debemos no respetarla si con ello las protegemos, para asegurar la Beneficencia? ¿no estamos incurriendo en Maleficencia, en ese caso?

La clave está en cambiar la óptica desde la que nos planteamos estas cuestiones: no pongamos el foco en la persona usuaria con la que estamos trabajando, sino en nosotros/as mismos/as; debemos cuestionar si nuestras acciones están debidamente justificadas desde un punto de vista ético o no. Debemos cuestionarnos todas y cada una de nuestras acciones. Y debemos ser capaces de justificar el porqué de la decisión finalmente adoptada.

Y para ello es fundamental tener en cuenta los siguientes aspectos:

  • El objetivo debe ser siempre el bienestar de la persona usuaria desde su propia voluntad, no desde nuestra visión profesional. Un interesante artículo de Ulsamer (2013) afronta este aspecto, ilustrándolo con un caso concreto en el que este dilema ético se puede apreciar de una manera muy clara. Y no es cosa sencilla, pues en muchas ocasiones las valoraciones profesionales (participación en determinadas actividades, potenciar las relaciones con los compañeros y las compañeras, comprar un determinado tipo de ropa o calzado, cómo utilizar su dinero, …) no son compartidas por la persona usuaria y, sin embargo, nos obcecamos en ellas porque “son lo mejor para el o la paciente”. Aunque en ocasiones lo que realmente esconden es la incomodidad de permitir que una persona con la capacidad de autogobierno limitada (orgánica y/o legalmente) tome una decisión que choca frontalmente con nuestra opinión profesional. Por supuesto, este dilema ético sólo surge cuando la decisión del o la paciente no coincide con la nuestra; si es coincidente, no dudamos en ningún momento de sus capacidades, y además aportamos su voluntad como prueba de soporte de lo acertada de nuestra decisión.
  • Cada decisión debe ser personalizada. No podemos caer en el error de pensar que pacientes con un mismo diagnóstico deben ser atendidos del mismo modo, sino que cada persona debe serlo de manera individualizada, atendiendo a sus deseos y capacidades, pues la voluntad es algo que varía de una persona a otra. Tampoco podemos pensar que esa voluntad es inamovible; puede variar con el paso del tiempo, así que ojo con dar por sentado que sabemos lo que un usuario o una usuaria quiere en todo momento. Es necesario el diálogo continuo, y preguntar, preguntar y preguntar. En el caso de pacientes sin capacidad alguna de comunicación, conviene indagar en sus creencias y valores a través de las personas más allegadas, para tratar de que nuestras actuaciones sean lo más respetuosas posible con la persona atendida.
  • No debemos escondernos en la legalidad para eludir un debate ético. Como habréis observado, hacemos referencia a limitaciones orgánicas y/o legales de la capacidad de autogobierno, y ello es porque el hecho de que una persona tenga una representación legal no debe hacernos caer en la respuesta fácil de limitarnos a realizar lo que la persona que la ostenta indique, sin cuestionarnos nada, ya que existe una sentencia judicial. En este aspecto, la reciente ley 8/2021 ofrece avances al cambiar la sustitución legal por acompañamientos específicos cuando sean necesarios, en la línea de lo que exponemos en este artículo. Debemos respetar, y exigir respeto, para las decisiones que la persona afectada manifieste, siempre y cuando no supongan un riesgo para sí misma, evitando que una sentencia judicial anule completamente a dicha persona. Aún existiendo una medida judicial de apoyo en lo económico, debemos evitar que esa persona no pueda opinar acerca de qué ropa, de entre la que puede permitirse, debe comprarse, por ejemplo. 
  • No debemos tener miedo a preguntar. Existen diferentes organismos (Comités de Ética Asistenciales, o Comités Deontológicos de Colegios Profesionales) a los que podemos consultar cuando no seamos capaces de decantarnos por una decisión, o no estemos del todo convencidos/as de que la decisión adoptada sea realmente ética. Estos organismos, consultivos, pueden ayudarnos a decidir, y recurrir a ellos no nos hace peores profesionales; esta autocrítica, esta revisión de nuestra propia actuación, es un ejercicio de madurez y conocimiento de nuestras propias limitaciones. Obviamente, no estamos sugiriendo que consultemos a estos comités todas y cada una de nuestras decisiones, pero sí que no dudemos en hacerlo cuando, tras una profunda reflexión, consideremos que necesitamos apoyo.
  • Tampoco debemos tener miedo a no satisfacer la demanda de la persona a la que estamos atendiendo. Dado que se trata de pacientes con su capacidad de autogobierno limitada (orgánica y/o legalmente), en ocasiones nos veremos en la obligación de desechar sus pretensiones y actuar de modo diferente, sería iluso pensar que en este contexto siempre podemos encontrar el medio para facilitar sus aspiraciones. Pero nuevamente, esta decisión deberemos justificarla atendiendo a la necesidad de protección que la Ética nos señala, y en busca de la Beneficencia y la No Maleficencia, es decir, huyendo de la respuesta con base en nuestras creencias o de las de quien ostente la representatividad. 

En definitiva, todo ello nos lleva a dudar, a no dar nada por sentado, a cuestionar las decisiones que tomamos cada día. Y como bien señala Martín (2011, p. 19) “Dudar incomoda; dudar angustia; dudar alarma; dudar asusta. Pero dudar es un ejercicio de prudencia, es la antesala de la reflexión”.

Conclusiones

Podemos resolver que el hecho de trabajar con personas que tengan su capacidad de autogobierno limitada (orgánica y/o legalmente), así como el hecho de desarrollar nuestra labor en un centro residencial, donde en muchas ocasiones deberemos tomar decisiones en nombre de las personas que atendemos, incluso en contra de su deseo manifestado, no puede hacernos olvidar la importancia que la autonomía de la persona atendida tiene para nuestra disciplina.

Y ello podemos hacerlo apoyándonos en la Ética. Debemos cuestionar cada actuación que llevamos a cabo, planteándonos si da respuesta al bienestar de la persona atendida desde su propio punto de vista, evitando tomar decisiones preestablecidas en función de lo hecho en ocasiones similares, y evitando escudarnos en las decisiones tomadas por quien ejerza cualquier figura representativa a nivel jurídico, para facilitar nuestra decisión.

Igualmente, no debemos sentir miedo ni vergüenza a la hora de reconocer que no somos capaces de tomar una decisión que nos satisfaga moralmente de manera absoluta. Lo importante es ser capaces de justificarla a nivel ético, e incluso solicitando apoyo y consejo a los diferentes comités de ética existentes. Ello no es una debilidad, sino una fortaleza.

Bibliografía

Consejo General de Trabajo Social. (2012). Código Deontológico de Trabajo Social. C&M Artes Gráficas.

Martín, M. (2011). Los dilemas éticos en la profesión de trabajo social. En T. Zamanillo (Ed.), Ética, teoría y técnica. La responsabilidad política del trabajo social (pp. 19-43). TALASA.

Martínez, M. C. (2002). Ética psiquiátrica. Desclée de Brouwer, S.A.

Ulsamer Riera, D. (2013). Partim de la necessitat i voluntat de la persona o partim del seu benestar segons l´equip?. Revista de Treball Social, 199, 122-127. 

Verde-Diego, C. (2019). La dimensión deontológica de la ética profesional. En M. J. Úriz Pemán (Ed.), La necesaria mirada ética en Trabajo Social (pp. 79-109). Consejo General del Trabajo Social.

Andalucía, 11 de agosto de 2022

En esta época vacacional os invitamos a compartir algunas de las reflexiones de profesionales asistentes al XIV Congreso Estatal de Trabajo Social y II Congreso Iberoamericano de Trabajo Social, que tuvo lugar en Ciudad Real el pasado mes de mayo. Reflexiones impregnadas de sentimientos y vivencias, de contacto y reencuentro.

Os acercamos las consideraciones de nuestras/os compañeras/os, deseando que nos contagien de sus experiencias. Si quieres puedes acceder a los contenidos del Congreso de manera online.


CONCLUSIONES DEL XIV CONGRESO ESTATAL DE TRABAJO SOCIAL Y II IBEROAMERICANO DE TRABAJO SOCIAL

Maite Villaluenga de la Cruz, Ana Jurado Galindo, Antonio Ismael Huertas Mateo, Paqui Bonet Linera
Trabajadoras/es Sociales. Cádiz

Los días 26, 27 y 28 de mayo de 2022 se ha celebrado en Ciudad real el XIV Congreso Estatal y II Iberoamericano de Trabajo Social y el 40 aniversario de su constitución, para ello, el Consejo General contó con la colaboración del Colegio Oficial de Trabajo Social de Castilla La Mancha, la participación de profesionales del trabajo social de países europeos, como Reino Unido, Portugal, Italia y Bélgica y de Iberoamérica así como la participación de los diferentes Colegios Profesionales de España y diferentes asociaciones vinculadas al TS, como ATSEL… La consigna o título de este año era El Trabajo Social en esencia: cambiar para avanzar, crear para crecer teniendo tres importantes temas/ejes de debate que reúnen la esencia de la profesión como son la ética, la deontología y los objetivos del trabajo social. Cada eje integraba una ponencia marco y diversas comunicaciones y talleres que se desarrollaban simultáneamente (había que elegir talleres, comunicaciones).

El primer eje: Ética y deontología como pilares clave para la calidad en la intervención desde el Trabajo Social.

La ponencia marco estuvo a cargo de Adela Cortina “Ética y Deontología como pilares clave para la calidad en la intervención del trabajo social”: Adela Cortina señaló que lo que especifica cada actividad profesional es el bien interno, y el bien interno del trabajo social es estar al servicio de las personas, tratar de empoderar a lo más vulnerables, para que puedan llevar adelante sus propios planes de vida.

Debemos pararnos y reflexionar sobre lo que hacemos, cómo lo hacemos y para qué lo hacemos, generar conocimiento, identificar las acciones que nos acercan al cumplimiento de los objetivos planteados para establecer regularidades y basar nuestras acciones en la evidencia científica. Nunca se puede cambiar el bien interno por el bien externo. Definió vocación, como la actitud de poner todo su esfuerzo en llevar adelante el trabajo. Y advirtió de un peligro, el de convertirse el/la profesional del trabajo social en burócrata. Nos animó a dar lo mejor de uno/a mismo/a, para estar al servicio de las personas. Puso de manifiesto lo importante que es en nuestra profesión tratar de ser competentes, eficientes, no quedándonos en las técnicas, estar a la última, formarnos para el servicio de las personas.

El segundo eje: Generando conocimiento desde la práctica profesional.

Mesa de Debate: El nuevo modelo de servicios sociales en España. Objeto y Funciones del trabajo social en el sistema público de servicios sociales.

Patricia Bezunartea Barrio, Directora General de Servicios Sociales del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, reconoció el debilitamiento del actual sistema público de servicios sociales, que con la pandemia se ha evidenciado.

Izaskum Ormaetxea, su comunicación realiza una importante crítica y toma de conciencia de la situación que estamos viviendo en servicios sociales que es cada vez más coincidente, aunque con gran desigualdad entre el norte y el sur. Estefanía Martín, (Málaga), puso de manifiesto cómo la Ley Andaluza de Servicios Sociales sigue en pañales después de 5 años de su publicación. Y del papel relevante que está tomando el tercer sector.

Oscar Seco Revilla (Bizkaia), durante estos 10 años en los servicios sociales ponen el acento en la relación y en las personas. Se han revelado a otros sistemas, que consideraban a los servicios sociales como sucursales. Están consolidando cartera. Consideran el Ingreso Mínimo Vital como oportunidad para la cobertura material y oportunidad de servicios sociales. 

Estas exposiciones pusieron con mayúsculas la importancia de CAMBIAR PARA AVANZAR Y CREAR PARA CRECER.

Ponencia marco: Generando conocimiento desde la práctica profesional. 

Concha Vicente. Insiste en la importancia y necesidad de tender puentes entre las Universidades, la formación y las prácticas profesionales. 

Pedro Celiméndiz. Destacó tres de los grandes problemas que sufrimos actualmente:

– Abandono de las funciones propias de los servicios sociales, mientras que han asumido otras necesidades no resueltas por otros sistemas.

– Abandono de espacios de encuentros

– Desprestigio de la profesión.

Mesa de presentación de comunicaciones-descriptor: respuestas desde el trabajo social en tiempo de pandemia.

De las distintas presentaciones destacamos la que presentó el departamento de servicios sociales San Blas-Canillejas (Madrid), que expusieron cómo fue la intervención social en los servicios sociales comunitarios como consecuencia del estado de alarma. Lo bueno es que han podido evaluar la experiencia y valorar aquellos aspectos que requieren mejorar y mantener. Creo que es algo que tenemos pendiente, realizar reflexiones sobre cuáles fueron nuestras fortalezas y cuáles nuestras debilidades en aquellos momentos del estado de alarma. Entre los muchos ponentes que nos acompañaron disfrutamos de la presencia de Elsa Punset, la cual nos deleitó con su intervención sobre “Inteligencia emocional: ¿Cómo cuidar y cómo cuidarse? La importancia de los abrazos”.

Eje 3. Entornos sostenibles y libres de desigualdades, motores de cambio desde el Trabajo Social.

Ponencia Marco: Entornos sostenibles y libres de desigualdades, motores de cambio desde el trabajo social 

El concepto de sostenibilidad ha estado presente en diversas mesas así como ponencias, planteándose como parte de nuestra esencia de nuestra forma de trabajar y actuar.

La presidenta del Consejo General del Trabajo Social, Emiliana Vicente, ha destacado el papel que tienen que desempeñar las y los trabajadores sociales para crear “sociedades socialmente sostenibles libres de desigualdades”, frente “a las cifras insufribles de pobreza, exclusión y desigualdad”. Sin olvidar al querido autor Malcolm Payne que nos habló sobre “Entornos sostenibles y libres de desigualdades, motores de cambio desde el Trabajo Social”, quien invitó a  hacer una mirada interna de nuestro quehacer profesional. Es importante ver lo que estamos haciendo como trabajo relevante para la sociedad, examinar nuestras acciones, qué valores reflejan, qué valores transmitimos con nuestra práctica.

Música, ponencias, presentaciones, talleres, presentación de libros, mesas de debates, exposiciones, fotomatón, escape room, cenas y la entrega de premios, han hecho que haya sido un Congreso dinámico, en permanente desafío que han hecho que el tiempo pasara rápidamente y el día se quedase corto y con ganas de más.


COMPARTIR FRUSTRACIONES Y ACTITUD DE CAMBIO, UNA EXPERIENCIA POSITIVA

Mª Angustias Varo Benavides
Trabajadora Social. Córdoba

En mi caso era la primera vez que asistía a un Congreso de Trabajo Social y la experiencia no ha podido ser más positiva.

Todos/as las trabajadoras y trabajadores sociales que allí nos encontrábamos sufrían las mismas frustraciones ante la imposibilidad de “poder hacer” Trabajo Social, pero también compartíamos la actitud de querer mejorar las cosas.

Destaco la magnífica organización por parte del Consejo General y el Colegio Oficial de Castilla La Mancha. Manejar a tal volumen de personas requiere una gran maestría.

Con respecto a las ponencias y mesas de trabajo, destacar el “Trabajo Social en ejercicio libre” por dar una visión de apertura a este tema y mostrar con un ejercicio práctico donde está nuestra valía como profesionales. Destacar la conferencia dada por Adela Cortina y cómo la ética debe de estar presente en cada uno de nuestros pasos en nuestra práctica profesional, como la manera de poder realizar una intervención ‘excelente’.


REENCUENTRO CON LA NORMALIDAD Y EL TRABAJO SOCIAL

María José Urbano Maldonado
Trabajadora Social. Córdoba

El XIV Congreso Estatal de Trabajo Social III Congreso Iberoamericano de Trabajo Social, ha sido un reencuentro con la normalidad y con el Trabajo Social. Dentro de la programación planteada en estos días, quiero destacar la mesa de debate “Innovando en Trabajo Social” que dio una perspectiva actual de otras maneras de ver nuestra profesión, donde entidades sociales abren camino e innovan donde las entidades públicas no llegan, y como desde Europa se apuesta por formas diferentes de trabajar, dando mucha importancia a la digitalización y a las nuevas tecnologías para fomentar la independencia de las personas.

También quiero resaltar la mesa de debate “Trabajo Social en el ámbito Rural”, en esta mesa nos expusieron las dificultades que supone trabajar con una población dispersa, pero eso no ha sido impedimento para que las experiencias expuestas hayan obtenido resultados positivos, adaptando los recursos generales a necesidades concretas, un estudio completo de la población, sus características, costumbres y necesidades permite obtener resultados favorables para nuestra población. 


EL CONGRESO DE LOS ABRAZOS

Belén Navarro Llobregat
Trabajadora Social. Granada

Si solo una palabra tuviese que definir este XIV congreso estatal de trabajo social elegiría abrazos. Abrazos entre compañeras deseosas de tocarnos, de sentirnos, de disfrutarnos después de tanta pantalla. Abrazos en forma de ponencias como la de Elsa Punset o comunicaciones como la de Izaskun Ormaetxea, que nos conminaba a la conjura colectiva. Abrazos al ritmo de la música del flasmob y de los diferentes momentos de ocio que invitaron al baile y al disfrute, al ansiado disfrute después de casi dos años de encierro.

Pudimos compartir el malestar con muchas compañeras que por fin lo van politizando a través de protestas como en Burgos o Granada, o a través de reflexiones bien amuebladas ofreciendo propuestas para aliviar el sufrimiento de la ciudadanía y acompañarla en sus proyectos vitales. Y sentí que, también por fin, las mujeres vamos reclamando y ocupando el espacio que, legítimamente, nos corresponde en esta profesión. Porque esta es una profesión de mujeres y se nota. También en los abrazos.


“DUELOS Y QUEBRANTOS” DESDE EL TRABAJO SOCIAL

Darío Hidalgo Domínguez
Trabajador Social. Málaga

Como ese buen revuelto manchego, el Congreso de Trabajo Social de Ciudad Real ha mezclado muchas cosas, dando lugar a un plato sabroso a la vez que contundente.

Durante 3 días pudimos disfrutar en dicha ciudad de ponencias, conferencias, encuentros con profesionales del Trabajo Social, actividades prácticas, así como charlas en los pasillos y cafés con muchas personas a las que hemos podido desvirtualizar de las redes sociales.

Eso sí, puede que nos faltara un postre, nos hemos quedado con un gusto de echar de menos un poco más de tiempo para poder haber compartido más espacios con otras personas, en los que poder interactuar, aparte de los círculos por los que nos hemos movido. Por lo demás, nos volvimos con el estómago lleno de satisfacción y ganas de más encuentros profesionales pronto.


UN REENCUENTRO NECESARIO

Joaquín Sánchez Espinosa
Trabajador Social. Málaga

Fueron tres intensos días en los que Ciudad Real se convirtió en el punto de reencuentro de la profesión. Compañeras y compañeros de múltiples puntos de la geografía española, latinoamericana y de otras partes del globo se daban cita viéndose las caras, por fin, sin una pantalla de por medio por primera vez en mucho tiempo.

El mundo ha cambiado y la disciplina lo sabe. Durante tres días, además de dejar fluir los abrazos, las risas y las anécdotas, hemos compartido una ingente cantidad de experiencias, preocupaciones, enfoques y propuestas. Es difícil pensar que alguna de las personas asistentes se haya marchado sin un crecimiento de este encuentro, cuyos espacios, si bien apenas han logrado contener el volumen de actividad que con tanto entusiasmo se ha desarrollado, ha sabido ser aprovechado por la organización.

Engranaje, mano, rama. Trabajo social en esencia.


FORMARNOS, UNA EXIGENCIA PROFESIONAL Y ÉTICA

Lola Ruiz Segura
Trabajadora Social. Málaga

En muchas ocasiones renunciamos nosotras mismas a asistir a cursos, jornadas, congresos, etc. porque, pensamos que no podemos permitirnos faltar ni un solo día al trabajo. Sin embargo, me siento muy agradecida, de haber podido asistir al XIV Congreso Estatal de Trabajo Social, aunque eso signifique tiempos extras de dedicación posterior al trabajo. Han sido tres días de conocimiento y reconocimiento a nuestra profesión, la del Trabajo Social, que cuenta con grandes profesionales, que trabajan por la Igualdad, Equidad, Solidaridad, Justicia Social y en definitiva la Dignidad Humana con rigor científico-técnico, compartiendo saberes y experiencias y construyendo comunidad. “Un ser humano no puede ser cuidado por otra única persona. Necesita una comunidad entera para ser cuidado”, dice M° José Aguilar Idáñez.

Vuelvo muy contenta de lo vivido y con la mochila llena de lecturas para los próximos meses, “….desde, por y para el Trabajo Social….”, como indica la dedicatoria del libro “Trabajo Social y Servicios Sociales, Conocimiento y Ética” de Patrocinio Las Heras porque “formarnos es una exigencia profesional y ética” como dice Natividad de La Red.


REAFIRMACIÓN PROFESIONAL

Rafael Arredondo Quijada
Trabajador Social. Málaga

Han transcurrido semanas desde la celebración del Congreso Estatal de Trabajo Social, y en este tiempo he podido leer e incluso escribir sobre el mismo en mi blog con el título “Un Congreso lleno de humanidad”, pero me rectificaría a mí mismo y tras estas semanas hablaría de hermandad, de camaradería, de unidad… es lo que respiré y uno de los términos que más recorrido tuvo fue el que nos dejó nuestra compañera Izaskum “nos tenemos que conjurar” cuando presentó el nuevo Sistema de Servicios Sociales.

No ha sido un congreso típico, ha sido un congreso diferente, donde en su mayoría las más de 900 personas inscritas han querido compartir, no pensando tanto en que no se me olvide el certificado de haber estado, porque era lo de menos. Se ha estado más en la cercanía y el contacto, difícil será llegar a superar este nivel, pero seguro que no imposible. Ha sido un chute de adrenalina y de reafirmación de la profesión que hemos elegido, porque es difícil enseñar y trasladar qué somos y qué hacemos desde el Trabajo Social, si no lo vivimos, y este congreso ha tenido mucha vida y mucho aire fresco, que no termine.


REENCUENTROS Y ENCUENTRO CON EL EJERCICIO LIBRE PROFESIONAL

Ahahí Rama Samperio y Javier Espinosa Mateo
Trabajadora y Trabajador Social. Málaga

Resumir todo lo vivido en el Congreso Estatal de Trabajo Social celebrado en el  mes de mayo, se antoja difícil, aunque es un reto que asumimos con gusto. 

En nuestro caso, como trabajadora y trabajador social en ejercicio libre, teníamos que  valorar nuestra propia asistencia puesto que los compromisos laborales por esas fechas eran muchos y no era fácil priorizar. Sin embargo, teníamos muchas razones para  apostar por nuestra presencia en el Congreso: 

  • Suponía el primer gran evento presencial de la profesión después de 4 años con  una pandemia mundial en la que el contacto entre personas estuvo realmente  limitado.
  • Teníamos “mono” de encuentro con las compañeras y compañeros para  compartir vivencias y reflexiones. 
  • Teníamos el convencimiento de que teníamos mucho que aportar a través de  nuestras experiencias y, así, participamos activamente en varias actividades  (comunicaciones y talleres). 
  • Y, especialmente, queríamos nutrirnos de la esencia del Trabajo Social para  seguir innovando en nuestro día a día. 

No cabía duda de que este era el Congreso del reencuentro. Ya en la estación de tren y  durante del viaje estuvimos charlando con nuestras queridas y queridos colegas del  Colegio de Málaga, con su Presidente a la cabeza, sobre todo lo que esperábamos de  este evento y, en general, de nuestras experiencias cotidianas. 

En la comida ya tuvimos un “aperitivo” de lo que nos esperaba, abrazos y besos para  compañeras y compañeros con quienes trascendemos lo laboral y nuevos  descubrimientos.

Nada más entrar en el recibidor del Pabellón de Ferias y Congreso de Ciudad Real, había  un grupo que se arremolinaba y que iba creciendo cada vez más porque nos reconocíamos de inmediato; trabajadoras y trabajadores sociales en ejercicio libre (Ana  Hernández y su equipo, Jonathan Regalado, Ángel Luis Arrecivita, Gema Cámara, Silvia  Monge, Maite Villaluenga, Mª Jesús Bárcenas, etc.) con Loli Rodríguez como Presidenta  de la Asociación Nacional de Ejercicio Libre (ATSEL). 

Como dijimos al principio, queríamos aprovechar este escaparate ante toda la profesión  para hacer nuestras aportaciones desde el ejercicio libre que cada vez va “calando más” dentro de la Disciplina y la sociedad. Así, participamos activamente en: 

  • Comunicación “Pericial social en un caso de asesinato” (Anahí Rama) en la que expuse el valor de la pericial social para perseguir la justicia social más allá de la  gravedad del delito. Aprovecho para agradecer a mi compañera de batallas Sandra Tornero por su generosidad ya que, a pesar de haber sido una de las  perito en este caso, no podía acudir al Congreso y, aún así, consideró que era  más importante dar visibilidad a este trabajo que el hecho de firmar la comunicación. 
  • Encuentro con la BlogoTSfera (Javier Espinosa): espacio en el que presenté mi blog profesional de Jábega Social junto a otras/os colegas, compartiendo impresiones sobre esta forma de hacer profesión.
  • Comunicación “Somos los perros verdes del Trabajo Social”: quienes suscriben,  junto al compañero Jesús Jiménez, hablamos de los peritajes sociales, ofrecimos  consideraciones generales y presentamos oficialmente la Asociación Nacional de  Peritaje Social.

No queremos dejar pasar la oportunidad sin destacar otro de los hitos del ejercicio libre, la presentación de la Guía informativa sobre el ejercicio libre del Trabajo Social  encargada por el Consejo, cuyas autoras son Ana Hernández y Mª Jesús Ortiz, herramienta imprescindible para quienes quieran saber más sobre la posibilidad de ejercer desde el ámbito privado y, por supuesto, para quienes ya estamos en este  camino. 

Para concluir, queremos expresar lo que “nos llevamos” del Congreso: 

  • La alegría del reencuentro y de los descubrimientos reflejado en compañeras y  compañeros que se nos han acercado para preguntarnos, reflexionar, opinar, escuchar, etc. sobre el ejercicio libre del Trabajo Social. Momentos “de pasillo” y espacios distendidos de gran riqueza profesional y humana. 
  • La satisfacción de compartir nuestros conocimientos en el ámbito académico, aportando nuestro granito de arena en la visibilización del Trabajo Social privado y, en especial, del peritaje social. 
  • El sentimiento colectivo de haber salido reforzados y reforzadas después de los momentos tan duros que hemos tenido que afrontar tras la pandemia del COVID. 
  • La reconexión que te dan estos eventos con la propia Disciplina ya que te permiten ver, una vez más, su grandiosidad; su riqueza, su ser holístico, su capacidad de innovar y transformar. Estos encuentros son como esos “viajes” que se toman las parejas (sin familia, sin niños/as…) para re-enamorarse, porque lo cotidiano, la exigencia de los tiempos, etc., pueden acabar con el mayor de los amores y, por eso, estos encuentros permiten parar y mirar; “beber de la fuente” para fortalecernos hasta que nos volvamos a encontrar.

Huelva, 28 de julio de 2022

María Antonio Cortés
Trabajadora Social

La maternidad ha sido una cuestión ignorada por parte de la investigación, de hecho, hasta finales del siglo XX no se publican las primeras evidencias empíricas. Desde la antigüedad la maternidad se ubica en el centro de las relaciones de poder del sistema patriarcal y ha estado vinculada a la reproducción sexual biológica. No obstante, la idea de maternidad y familia ha experimentado un profundo cambio debido a la promoción de igualdad entre hombre y mujeres, la incorporación de la mujer en todas las esferas de la vida, la independencia económica, los cambios legislativos, la planificación familiar, la falta de compromiso y la inestabilidad de las relaciones de pareja, entre otros motivos, han llevado a que la mujer se plantee la maternidad en solitario de manera voluntaria y planificada.

A pesar del creciente porcentaje de mujeres que deciden un proyecto maternal en solitario, los mandatos patriarcales se encuentran muy arraigados en nuestra cultura impuestos para castigar a cualquier mujer que no desee una relación biparental, ya sea a través del matrimonio o de una pareja amorosa, y vivir la maternidad como experiencia única sin la presencia de la figura paterna. Para alcanzar esta opción familiar recurren a las técnicas de reproducción asistida y los procesos de adopción, tanto nacional como internacional. Cuando se hace referencia a la monoparentalidad no sólo se alude a la familia va mucho más allá, es hablar de mujer, de maternidad y de cómo sus derechos las deriva a una posición de subordinación.

Durante el siglo XIX, la pensadora feminista Adrienne Rich rastrea en su obra “Nacemos de mujer. La presencia de la maternidad como institución a lo largo de la historia”, asentada como un pilar fundamental del mundo tal y como lo conocemos, junto a la heterosexualidad obligatoria, para describir cómo se sustrajo el conocimiento y el poder de las personas con capacidad reproductora; cómo se mediatizó la relación con el embarazo y el parto, expropiando saberes, y cómo se construyó la noción de madre en el seno de la familia nuclear pero que no cuenta con ellas. Por otra parte, alude al término de ‘matrofobia’ para considerar la escisión femenina del yo, el deseo de expiar de una vez por todas la esclavitud de nuestras madres, y convertirnos en individuos libres” (Rich, 1996, 310).

Con respecto a la maternidad en solitario, el sistema va a castigar a estas mujeres por negar implícitamente que puedan tener una familia al margen de otro progenitor. Las mujeres solas con hijos a cargo siempre han sido mal vistas, influyendo el nivel socioeconómico en la percepción de la sociedad ante las mujeres solteras por el motivo que sea. La ausencia del padre significa que va a haber un estigma, sin un padre los y las menores podrían tener algún trauma. Sin embargo, estamos en este punto a causa de la violencia institucional que sufrieron muchas mujeres y que abrieron este camino por el hecho de querer ser madres en solitario. Cabe destacar que la maternidad implica unos deberes y cuidados que casi siempre son ejercidos por las mujeres en solitario, aunque tenga una pareja y, a pesar de ello, esta institución se ha encargado de invisibilizar y culpar a estas mujeres que escapan del mandato social. Por tanto, decidir iniciar la maternidad en solitario ha sido una de las mayores transgresiones por parte de las mujeres (FAMS, 2020).

En líneas generales, no es posible hablar de monoparentalidad sin adoptar una perspectiva feminista que permita analizar y estudiar sus dificultades y problemáticas desde la subordinación histórica de las mujeres. Por lo tanto, es necesario integrar en la reflexión y en el diagnóstico cómo influye la lógica del sistema patriarcal en las mujeres que crían solas a sus hijos e hijas sin la presencia de un hombre y en el ejercicio de los derechos sexuales y los derechos reproductivos de las mujeres. Las consecuencias de esta visión hegemónica de legislar a favor de un determinado modelo de familia biparental conllevan invisibilizar la diversidad familiar y, por ende, negar la libertad de la mujer a elegir si desea formar o no una familia y cómo debe ser esta para ser moralmente “aceptable” (Assiego et al., 2019).

El concepto que se utiliza en la actualidad para referirse a este tipo de sistemas familiares es relativamente joven, pues no fue hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX cuando se dieron las condiciones sociales y estructurales necesarias para su aparición en determinados países como Estados Unidos e Inglaterra, así como la manera en la que afectaron a las propias familias monoparentales (Avilés, 2013). Tras la Segunda Guerra Mundial se produce un profundo cambio de valores que favorece la autorrealización de los individuos provocando una evolución hacia otras formas de convivencia, lo que lleva a las mujeres a poder planificar la familia que desean e incluso a desvincularla de un proyecto en pareja (Assiego et al., 2019). 

Lo que caracteriza a las familias monoparentales, en concreto las madres solas por elección, es ser fruto de una opción voluntaria y libremente elegida, y ello las diferenciaría de las madres solteras en el sentido tradicional, mujeres que han tenido hijos e hijas como resultado de relaciones prematrimoniales de los y las que luego el padre se ha desentendido. Solé y Parella hablan de la gineparentalidad de las madres solteras voluntarias, cuya maternidad se insertaría en un conjunto de estrategias vitales que pasarían por la realización personal sin el recurso a la pareja estable y, por tanto, formando parte de un paradigma de parentesco postradicional o posmoderno (citado en Jociles et al., 2008).

Las mujeres que deciden ser madres sin pareja cuentan, principalmente, con dos vías para llevar a cabo su tarea: la adopción y las técnicas de reproducción asistida (Díez, 2015). Estos distintos procesos de acceso a la maternidad entrañan experiencias vitales muy diferentes en lo que se refiere a la cercanía/lejanía de los lugares en que dichos procesos tienen lugar, al tipo de entidades con las que deben ponerse en contacto durante los mismos, a las relaciones que las mujeres mantienen con los y las expertos/as o profesionales de estas entidades, a los sentimientos que embargan a las mujeres en el tiempo de espera, etc. Estas experiencias resultan cruciales para entender ciertas características que estas mujeres presentan y, particularmente, la distinta actitud que adoptan ante la necesidad y/o posibilidad de cambio y, sobre todo, de transformar el trato diferencial de que son objeto con relación a otros modelos familiares (Jociles y Rivas, 2009).

Actualmente no resulta una tarea sencilla poder determinar cuántas de las familias monoparentales están encabezadas por una madre sola por elección debido a la ausencia de perspectiva de género en el abordaje de censos y datos estadísticos sobre familias y hogares. En tal sentido, requieren una profunda revisión metodológica con el fin de captar mejor la diversidad en la composición de los hogares y ofrecer datos fiables a nivel individual (ONU Mujeres, 2019). Es cierto que existe una gran variedad de causas o vías de entrada, permanencia y salida de las situaciones de monoparentalidad que no son captadas a partir del estado civil, una categoría que en definitiva solo caracteriza una situación formal-legalista de los progenitores monoparentales. De este modo, tendrían que incluirse los perfiles, las trayectorias, los análisis de las dinámicas de los grupos monoparentales y en cualquier caso la realidad de estas familias (Almeda y Di Nella, 2011).

Entre los principales cambios demográficos en el contexto español y que afectan a lo que se conoce como familias monoparentales-monomarentales, pueden señalarse, entre otros, el menor número de matrimonios, el incremento de la convivencia, el aumento de las tasas de separación y divorcio o el incremento de hogares unipersonales (CEET, 2012). De este modo, se comenta la transformación socio-demográfica más destacada en la dinámica de formación de la familia o sea la maternidad en solitario, que está experimentando un importante aumento en su visibilidad estadística y social, enmarcadas en las familias monoparentales.

Por otra parte, es necesario recalcar que el Derecho europeo no dispone de una normativa expresa sobre la autonomía reproductiva de las mujeres. No obstante, los atentados contra esta se han canalizado a través del derecho a la vida privada de manera que a través de la protección de este derecho se ha dado una protección indirecta de aquella. Atendiendo a esta consideración, no existe ningún documento vinculante que comprenda la visibilidad, reconocimiento y protección de la autonomía reproductiva a nivel europeo, lo que constituye una muestra del sesgo androcéntrico, y sólo recientemente están siendo incorporadas al discurso jurisprudencial. En lo referente a los derechos específicos de las mujeres en el ámbito de la reproducción, se parte de una óptica igualitarista en la que hombres y mujeres deben tener el derecho intangible de adoptar decisiones sobre las cuestiones sexuales y reproductivas en condiciones de igualdad. Por tanto, no se estarían tomando en cuenta las dificultades que tienen las mujeres a la hora de adoptar sus decisiones reproductivas de forma libre. Tampoco se precisa si el derecho a la salud sexual y reproductiva abarca el derecho a beneficiarse de las técnicas de reproducción asistida (González, 2015).

A modo de conclusión, la institución de la maternidad sigue influyendo negativamente en la decisión deliberada del proyecto maternal en solitario ante la presencia de normas heteropatriarcales y los roles sociales asignados a hombres y mujeres, provocando la minusvaloración de las familias monoparentales por elección. Así pues, las mujeres que encabezan esos modelos familiares siguen sufriendo estigmatizaciones e invisibilidad, dado que excluyen la figura paterna y la reproducción sexual patriarcal en la panificación de su maternidad, quebrantando los códigos de la familia nuclear a través de las técnicas de reproducción asistida o la adopción.

El movimiento feminista ha sido crucial en la transgresión de las familias monoparentales: por una parte, vincula la reproducción biológica y social como el sustento del sistema patriarcal que arrebata la autonomía de las mujeres y oculta sus condiciones de desigualdad y dominación masculina. Y, por otra parte, reivindica la lucha por los derechos de las mujeres, logrando su independencia y su participación en la sociedad y su capacidad para criar en solitario a sus hijos e hijas, sin depender del “cabeza de familia”, que históricamente representaba legalmente a las mujeres y tomaba las decisiones sobre los y las menores. Los aportes feministas también han sido necesarios para generar cambios sociales y políticos hacia la igualdad de mujeres y hombres, así como para replantear nuevas formas de atender los problemas sociales, éticos y legales que surgen con el cambio del paradigma reproductivo, ya que antiguamente la maternidad estaba ligada fundamentalmente a la biología.

BIBLIOGRAFÍA

Almeda Samaranch, Elisabet y Di Nella, Dino. (2011). Monoparentalidad, género y bienestar. Colección familias monoparentales y diversidad familiar, 2(11), 93-123. Recuperado de http://www.ub.edu/tiifamo/wp-content/uploads/2014/11/volumen2_cap5.pdf.

Assiego Cruz, Violeta et al. (2019). Madres y punto: la realidad invisible de la monoparentalidad en España: desde las prácticas sociales a la voz de las madres. Madrid: Federación de Asociaciones de Madres Solteras. Recuperado de http://familiasmonomarentales.es/wp-content/uploads/2019/12/Estudio-FAMS-Mujeres-y-Punto.pdf.

Avilés Hernández. (2013). Origen del concepto de monoparentalidad: un ejercicio de contextualización sociohistórica. Papers: Barcelona, 98(2), 263-285. Recuperado de https://papers.uab.cat/article/view/v98-n2-aviles.

Centro de Estudios Económicos Tomillo. (2012). Estudio sobre familias formadas por una sola persona adulta con hijo(s) y/o hija(s) a su cargo: diagnóstico y propuestas. Madrid: Instituto de la Mujer. Recuperado de https://www.inmujeres.gob.es/areasTematicas/estudios/estudioslinea2013/docs/FamiliasFormadas.pdf.

Díez López, Marta. (2015). Familias de madres solas por elección como contextos para el desarrollo infantil. (Tesis doctoral). Depósito de Investigación Universidad de Sevilla. Recuperado de https://idus.us.es/handle/11441/31006.

Federación de Asociaciones de Madres Solteras. III Congreso familias monoparentales: entre redes y cuidados, tejiendo oportunidades. Bloque 3. Maternidades y feminismo. El estigma de madres solteras. (2020). Madrid: Ministerio de sanidad, consumo y bienestar social. Recuperado 18 de marzo de 2021 de https://www.youtube.com/watch?v=ezDhU8Nei_8.

González Moreno, Juana María. (2015). Autonomía reproductiva y derecho. Un análisis de los marcos jurídicos internacional, europeo y español desde la teoría jurídica feminista. (Tesis doctoral). Depósito de Investigación Universitat Autònoma de Barcelona. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=117403.

Jociles, María Isabel y Ana María Rivas. (2009). Entre el empoderamiento y la vulnerabilidad: la monoparentalidad como proyecto familiar de las MSPE por reproducción asistida y adopción internacional. Revista de Antropología Social, 18, 127-170. Recuperado de https://revistas.ucm.es/index.php/RASO/article/view/RASO0909110127B

Jociles, María Isabel et al. (2008). Una reflexión crítica sobre la monoparentalidad: el caso de las madres solteras por elección. Portularia: Huelva, 8(1), 265-274. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2797266.Rich, Adrienne (2019). Nacemos de mujer. La maternidad como experiencia e institución. Traficantes de sueños. Recuperado de https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/map54_Rich_web_2.pdf.

Málaga, 19 de julio de 2022

Gabriela Orrego Sánchez
Trabajadora Social- estudiante del máster universitario de Igualdad y Género. Universidad de Málaga.

Laura Domínguez de la Rosa
Profesora contratada doctora. Departamento de psicología social, trabajo social y servicios sociales y antropología social.
Universidad de Málaga

Las redes sociales online constituyen una parte fundamental de nuestra cotidianidad. Desde que las tenemos al alcance de nuestros teléfonos móviles se han hecho indispensables para el correcto desarrollo de las interacciones sociales. A través de estas, no sólo tenemos la posibilidad de mantener una conexión continua con nuestros contactos, sino que también podemos diseñar nuestra propia plataforma de autorrepresentación en la que exponemos al público nuestra identidad en función de lo que deseamos o no deseamos mostrar (Renau et al., 2012).

Tal es su importancia en nuestro día a día, que la falta de participación en las mismas te excluye de algunas circunstancias y situaciones que inevitablemente requieren de su uso, y ante nuestro natural instinto de pertenencia social, la tendencia a la cibernavegación se incrementa a niveles impensables. De acuerdo con Flores y Browne (2017), el tiempo dedicado a la navegación y la creación de nuevos perfiles va en aumento continuo, puesto que se calcula que un 75% de los y las cibernautas menores de veinticinco años disponen de una cuenta en alguna red social. Además, los autores enfatizan en la importancia que la juventud le otorga a dichas plataformas, al considerarlas esenciales para el mantenimiento de una vida social satisfactoria.

Si bien son innegables las facilidades que ofrecen y los múltiples beneficios que suponen, es indiscutible que la dinámica bajo la cual operan no es del todo tan buena, pues a estas alturas ya son bien conocidos algunos de los inconvenientes más frecuentes que apelan principalmente a la población más joven. Adicciones, problemas de privacidad, uso de la información personal, discursos de odio, discriminación, ciberacoso, entre muchos otros problemas se han convertido en el pan de cada día, y haciendo un análisis desde la perspectiva de género, fácilmente podemos localizar infinidad de desigualdades y violencias que impactan a las mujeres a niveles claramente destacables.  

Para identificar el origen de dichas desigualdades en un entorno a primera vista inofensivo es necesario remitirnos a los años setenta, época en la que el sociólogo Pierre Bourdieu acuña el término “violencia simbólica” para referirse a un tipo específico de dominación social en el que las personas sujetos oprimidas no son conscientes de la violencia ejercida. La realidad es que este tipo de violencia es difícil de identificar debido a que opera, como su propio nombre lo indica, en un campo simbólico que no requiere de expresiones físicas, pues se basa en la imposición de significaciones supuestamente inofensivas e incluso necesarias para la supervivencia que actúan como medio de comunicación y entendimiento del mundo social (Bourdieu, 2002).

Pero ¿Qué tiene que ver esto con las redes sociales? Pues bien, más de lo que nos imaginamos. Si analizamos la creciente popularidad de la autorrepresentación virtual, sumada a la sobreexposición de imágenes, la mercantilización corporal y la imitación de determinados referentes estéticos, nos daremos cuenta de que esto ha pasado a convertirse en una dinámica naturalizada de expresiones egocéntricas y neonarcicistas que generan graves consecuencias (Finol y Hernández, 2015).

Más allá de un inofensivo juego exhibicionista, estos patrones de comportamiento virtual esconden interacciones asimétricas plagadas de estereotipos de género en el que se aprecian claras diferencias en el tipo de representación que se le otorga a hombres y mujeres, pues, mientras los chicos publican fotografías que transmiten fuerza (focalizando la musculatura), las chicas publican imágenes que realzan la belleza y la feminidad (labios, piernas, escote, etc.) (Flores y Browne, 2017). Tal y como opera la violencia simbólica, estas manifestaciones parten de concepciones altamente diferenciadas entre sexos, estableciendo líneas fronterizas que determinan las significaciones de la feminidad y la masculinidad (significaciones usualmente limitantes y excluyentes).  

El papel de la imagen en la reproducción de estereotipos es en definitiva de las más influyentes, ejemplos de ello podemos encontrarlo en aplicaciones o apps de citas, como Tinder. Según explica la periodista Beatriz Serrano (2019), este tipo de redes en repetidas ocasiones han antepuesto sus intereses comerciales por encima de la integridad de sus personas usuarias, exponiendo a las mismas a un juego de mercantilización estética. A diferencia de las compañías competidoras como OkCupid o Meetic, Tinder premia la imagen sobre el discurso, imágenes estereotipadas cuyo éxito en la búsqueda del amor dependerá del cumplimiento de los normotipos corporales. ¡!Ojo a este último dato! porque ya no sólo estamos hablando de dinámicas ejercidas por las propias usuarias y los propios usuarios, sino de manipulaciones algorítmicas discriminatorias que pueden ser controladas por las mismas compañías.

El siguiente planteamiento ante estos hechos podría ser: ¿Cómo se traduce esto en violencia? Y la respuesta está en las consecuencias que se generan. De acuerdo a las investigaciones de Cohen et al. (2017) la cantidad de tiempo que la juventud destinan a la visualización de imágenes consideradas atractivas se relaciona de manera directa con la insatisfacción corporal, siendo las plataformas enfocadas en la fotografía, aquellas que más promueven la internalización de los ideales de delgadez. El problema se agrava cuando analizamos la relación de estas dinámicas con determinados trastornos de la conducta. Tabares (2020) confirma el gran riesgo que suponen tanto en la aparición como en el agravamiento de los TCA (Trastornos de la Conducta Alimentaria), haciendo énfasis en la bulimia y la anorexia.

Ahora bien, los TCA no son los únicos problemas que retoman protagonismo, puesto que incluso están apareciendo nuevos tipos de Trastornos como consecuencia directa de la sobreexposición de imágenes y la autocontemplación corporal. “Dismorfia de Snapchat” es el nombre otorgado al trastorno dismórfico que genera en las personas usuarias una obsesión por modificar su apariencia según la imagen perfeccionada que visualizan de sí mismos a través de los filtros. Sarabia (2018), sostiene que este es experimentado por alrededor de un 2% de la población y se agrupa dentro del Espectro Obsesivo Compulsivo. Como era de esperarse, esto ha provocado un aumento de pacientes en las clínicas estéticas estadounidenses.

Vemos pues, como aquello que comienza como un patrón simbólico en el que los y las sujetos supuestamente de manera libre e independiente expresan su identidad y muestran al mundo la mejor versión de sí mismos ajustando a su gusto la pose, el filtro y el encuadre (Murolo,2015), trasciende posteriormente a consecuencias en la salud física y mental. Es justo de esta manera como trabaja la violencia simbólica, cuya aparente normalidad constituye su arma más letal, convirtiendo en cómplices a las propias personas oprimidas, todo ello a través de un proceso sincrónico de desconocimiento y reconocimiento que legitima la desigualdad (Fernández, 2005).

 Es de vital importancia recalcar que son las mujeres las que se ven mayormente afectadas ante esta situación. Peris et al., (2016) señalan que la histórica presión sociocultural bajo la cual han estado sujetas las convierte en un perfil de riesgo emocional muy diferente al de los hombres. De hecho, el propio Pierre Bourdieu decidió extender el concepto de violencia simbólica hacia la dominación masculina, al considerar que las asimetrías en la jerarquización designadas a los sexos permitían comprender con claridad la economía de los intercambios simbólicos (Bourdieu, 2000). En efecto, son las mujeres las que mayormente han soportado el peso de la normatividad estética, en un intento por definir su “feminidad” bajo restrictivos cánones sociales.

Desafortunadamente, dichos patrones de violencia hacia las mujeres no se ven reproducidos únicamente en la imagen sino también en el discurso. Basta con navegar por plataformas como Reddit, Forocoches, Varones Unidos o mgtow.com para encontrarse con infinidad de debates degradantes y sexualizados hacia estas. Philips (2019) manifiesta que el ataque hacia el movimiento feminista se hace aún más evidente, pues son habituales los insultos, las burlas y hasta las amenazas de muerte o violación. Pero no es necesario adentrarse en estos foros no tan conocidos para descubrir que el discurso en las redes sociales no va precisamente a favor de las mujeres, si nos trasladamos a Instagram, una de las redes más populares del momento, también encontraremos disparidades.

De acuerdo a una investigación publicada por la universidad de Columbia en el año 2018, los hombres tienen 1,2 veces más probabilidades de percibir mensajes y comentarios positivos en sus fotografías, además, las publicaciones de las mujeres reciben cada vez menos representación pese a constituir la mayoría de la muestra. Según afirman los investigadores, los algoritmos absorben patrones repetitivos y los reproducen a gran escala, contribuyendo así a la invisibilización de la participación femenina (Stoica et al., 2018). No bastando con esto, si redirigimos la mirada a Facebook, otra de las redes sociales más populares, nos toparemos con algunos registros de demandas impuestas por discriminación, tal y como ocurrió en el año 2019 al descubrirse que algunos de sus anuncios publicitarios, en relación a servicios financieros e inmobiliarios, se publicaban con menos frecuencia a las personas usuarias de bajo interés mercantil, para lo cual se tenía en cuenta la raza, la nacionalidad y, como era de esperarse, el género, traduciéndose esto en menores oportunidades de crecimiento financiero para las mujeres (Pinto, 2019).

Una mirada desde el Trabajo Social

Habiendo analizado todo lo anterior nos queda preguntarnos ¿Qué papel cumple el Trabajo Social en toda esta problemática? La realidad es que aún queda bastante camino por recorrer para dar respuesta a dicha cuestión, no obstante, atendiendo a la promoción de la igualdad y la justicia social como principios fundamentales de la profesión, nuestra implicación se hace ineludible, ya que además de constituir una problemática de índole social, del nivel de comprensión de esta dependerá la efectividad del accionar profesional.

Algunas de las redes sociales mencionadas con anterioridad conforman espacios dinámicos, de fácil accesibilidad y gran capacidad de adaptación al cambio que representan una gran oportunidad en el marco de la intervención. Además, la propia naturaleza bajo la cual operan actúa en gran parte a nuestro favor, ya que su alta capacidad de difusión facilita la puesta en marcha de acciones de mayor alcance que refuercen algunos de los pilares básicos de la disciplina como la ampliación de redes apoyo y el fortalecimiento de las interacciones sociales.

Tal y como se ha venido señalando, es indispensable tener en cuenta que nos enfrentamos a un medio que en sí mismo constituye un espacio de riesgo ante la reproducción de estereotipos y formas de discriminación, sin embargo, las intervenciones que se planteen no deben estar dirigidas a la demonización de estos medios, sino a la concienciación respecto a las oportunidades que ofrecen. Se trata simplemente de aprender a sacar provecho de estas plataformas de la forma correcta y enseñarle a la comunidad a utilizarlas de manera consciente, responsable y bajo una perspectiva de género.  Cabe resaltar que sólo adentrándonos en el mundo de las redes sociales desde el punto de vista de las personas usuarias que la utilizan, podremos construir planes de acción verdaderamente atractivos para la comunidad más joven.

Ante la polivalencia que caracteriza a la profesión, la aparición de nuevos tipos de violencia a raíz de las dinámicas virtuales no constituirá un impedimento en nuestro desarrollo, ahora bien, la improvisación no es la solución, por lo que ello no nos exime de hacer frente a los cambios sociales mediante el replanteamiento continuo de nuestro de accionar. Ahora más que nunca se hace necesaria una revisión profunda de nuestras metodologías clásicas y su efectividad en las problemáticas sociales emergentes. Como bien afirmaba Arriazu (2007) la inmersión en nuevos terrenos de investigación inevitablemente implicará épocas de incertidumbre e inseguridad profesional, sin embargo, teniendo en cuenta el terreno en el que se pretende ahondar, nuestra motivación debe basarse en las infinitas posibilidades ya señaladas.

BIBLIOGRAFÍA

Arriazu, R. (2007). ¿Nuevos medios o nuevas formas de indagación?: Una propuesta metodológica para la investigación social on-line a través del foro de discusión. Forum: Qualitative Social Research, 8 (3), 1-17.

Bourdieu, P. (2000). La domination masculine. Editorial Anagrama. 

Bourdieu, P. (2002). lección sobre la lección. Editorial Anagrama.

Cohen, R., Newton-John, T. & Slater, A. (2017). The relationship between facebook and instagram appearance- focused activities and body image concerns in young women. Imagen corporal, 23, 183-187. https://doi.org/10.1016/j.bodyim.2017.10.002

Fernández, J. (2005). La noción de violencia simbólica en la obra de pierre bourdieu: una aproximación crítica. Cuadernos de trabajo social, 18, 7-31.

Finol, J. & Hernández, J. (2015). Sociedad del espectáculo y violencia simbólica: Las nuevas formas de la violencia en el discurso mediático. Espacio Abierto, 24(2), 349-369.

Flores, P. & Browne, R. (2017). Jóvenes y patriarcado en la sociedad TIC: Una reflexión desde la violencia simbólica de género en redes sociales. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 15(1), 147-160.

Murolo, N. (2015). Del mito del narciso a la selfie. una arqueología de los cuerpos codificados. Palabra Clave, 18(3), 676-700.

Peris, M., Maganto, C. & Garaigordobil, M. (2016). Escala de Autoestima Corporal: Datos psicométricos de fiabilidad y validez. Revista de psicología clínica con niños y adolescentes, 3(2), 51-58.

Phillips, A. (2019, 7 de marzo). 24 horas en la internet machista. La Vanguardia. https://www.lavanguardia.com/tecnologia/20190308/46865478527/dia-de-lamujer trabajadora-8-marzo-8m-huelga-feminismo-internet-machismo.html 

Pinto, T (2019, 18 de noviembre). Facebook afronta otra demanda por orientar sus anuncios de forma discriminatoria. El País. https://elpais.com/tecnologia/2019/11/13/actualidad/1573669848_630951.html

Renau, V., Carbonell, X. & Oberst, U. (2012). Redes sociales online, género y construcción del self. Aloma, 30 (1) , 97- 107.

Sarabia, D. (2018, 6 de agosto). La “dismorfia de Snapchat”: operarse para ser como tú “yo” del filtro. El Diario. https://www.eldiario.es/tecnologia/dismorfia-snapchatquerer-parecerte-filtro_1_1987028.html

Serrano, B. (2019, 23 de mayo). Proposiciones indecentes, insultos y “ghosting”: por qué los hombres pierden la educación en Tinder. El País. https://smoda.elpais.com/placeres/sexo/proposiciones-indecentes-insultos-yghosting-por-que-los-hombres-pierden-la-educacion-en-tinder/

Stoica, A. A., Riederer, C., & Chaintreau, A. (2018, April). Algorithmic Glass Ceiling in Social Networks: The effects of social recommendations on network diversity. In Proceedings of the 2018 World Wide Web Conference (pp. 923-932).Tabares, S. (presentadora). (2020, 3 de junio). Redes sociales, el nuevo espejo de los trastornos de la conducta alimentaria [Capítulo 74]. Cadena Ser. https://cadenaser.com/emisora/2020/06/02/radio_valencia/1591083829_979456. htm

Granada, 13 de julio de 2022

Gema Ruiz Rodríguez
Trabajadora Social. Zonas desfavorecidas. Diputación de Granada

Gema Ruiz Rodríguez, diplomada en Trabajo Social por la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Granada 2008-2011. Experta en Discapacidad 2012 por la Universidad de Granada, Máster en Mediación por la Universidad de Granada 2013-2015 y Experta en Pérdida y Duelo por la Universidad de Almería en 2018.

En su trayectoria profesional destaca la intervención con mujeres migrantes, jóvenes en riesgo de exclusión social y personas en situación de dependencia.

En este artículo se quiere dar a conocer un proyecto ecofeminista para llevar a cabo en Zafarraya, un pequeño pueblo de 2.120 habitantes* de la provincia de Granada, Andalucía (España). Un grupo de mujeres pretende crear una sociedad cooperativa dedicada a generar pellet como combustible para las estufas y/o calderas con los residuos de piñas de pino silvestre. 

Llevar a cabo este proyecto liderado por mujeres habitantes del territorio supone un paso más hacia el movimiento ecofeminista en España, dimensión poco conocida entre proyectos feministas del país. El interés hacia esta corriente pone de manifiesto el capitalismo natural, tan necesario en el actual sistema capitalista para pasar de la economía de consumo a la economía de servicios y reinvertir los beneficios en la mejora e implementación de los recursos naturales.


*https://www.ine.es/jaxiT3/Datos.htm?t=2871


Propuesta

La Directiva 2009/28/CE relativa al fomento del uso de la energía procedente de fuentes renovables, define la biomasa como “la fracción biodegradable de los productos, desechos y residuos de origen biológico procedentes de actividades agrarias (incluidas las sustancias de origen vegetal y de origen animal), de la silvicultura y de las industrias conexas, incluidas la pesca y la acuicultura, así como la fracción biodegradable de los residuos industriales y municipales”.

En los últimos años, a medida que ha ido aumentando la explotación del inmenso potencial disponible y se ha ido consolidando un mercado para la biomasa, aumentando los agentes implicados y los volúmenes comercializados, se han acrecentado los esfuerzos por estandarizar y certificar la calidad de este tipo de combustibles, principalmente las astillas y los pellet (normas ISO 17225), habiendo incluso estudios recientes (BIOMASUD) y normas específicas que también se dirigen a residuos como los huesos de aceituna y las cáscaras de frutos (normas UNE-164003 y UNE-164004, respectivamente).

El municipio de Zafarraya ha sido declarado “Lugar de Importancia Comunitaria” (LIC) según la información de los espacios Red Natura 2000 remitida por el MITECO a la Comisión Europea*. Este pequeño pueblo se encuentra situado entre la transición entre la Axarquía malagueña y la tierra de Alhama; es el accidente geográfico que corta y separa las pantallas rocosas de las sierras de Alhama y Tejeda y abre camino natural entre el Poniente Granadino y el litoral mediterráneo en el área geográfica del Poniente Granadino. Desde el punto de vista de su comarcalización, se incluye en la comarca del Poniente Granadino. Tiene una superficie de 21 km2, la distancia a la capital es de 79 km. Limita al norte con Loja, al este con Alhama de Granada y al sur con la provincia de Málaga.    


*Decisión de ejecución (UE) 2021/159 de la Comisión de 21 de enero de 2021, publicada en el Diario Oficial de la Unión Europea el 15 de febrero de 2021.


Comparativamente el sector agrícola en Zafarraya supone un gran porcentaje respecto al total provincial. Consecuencia de ello es la gran actividad agrícola existente en la zona.

La principal idea a llevar a cabo para desarrollar el presente proyecto es generar pellet con residuos de piña de pinos silvestres de las principales sierras que rodean el polje natural de Zafarraya (paisaje kárstico), el mayor de la península ibérica y uno de los más importantes de Europa. Los pellet son pequeños cilindros de 6 a 12 mm de diámetro y de 10 a 30 mm de longitud hechos con serrín, astillas u otros residuos comprimidos que pueden utilizarse como combustibles.

En la actualidad, la producción de pellet sólo se produce en la industria maderera, en España concretamente en las zonas del norte como Cantabria, Castilla y León o el País Vasco. 

El estudio de las especies de pinos del Llano de Zafarraya hace constatar que es viable extraer de las piñas serótinas del pino carrasco dicho residuo para la producción de pellet ya que éstas sólo se abren en caso de incendio o de temperaturas muy elevadas (mayores de 50ºC)  y generan no sólo fuego sino que cuando hay una sequía fuerte impide la hidratación que favorecen su inflamabilidad como estrategia adaptativa.

El pellet lo podemos utilizar tanto para calefacción como agua caliente. Para su uso, se utilizan estufas o calderas especiales para pellet resultando muy cómodas y muy fáciles de usar.

Las ventajas del pellet son las siguientes: 

  • Al ser un producto 100% natural no mancha, ni es tóxico ni contamina ya que es Biomasa CO2 neutro.
  • No requiere de la tala de árboles ya que procede del serrín, por lo que se convierte en un consumible totalmente ecológico.
  • No tiene fecha de caducidad. La única condición que requiere el pellet para su cuidado y perdurabilidad es que se guarde en un lugar seco. 

Diseño de la metodología

Búsqueda bibliográfica en Google Académico con palabras clave como: ecofeminismo, biomasa, desarrollo sostenible, capitalismo natural, principio de precaución, economía de servicios. 

Posteriormente se efectúa lectura detallada de  los artículos y se recaba información para abordar la temática. 

Para llevar a cabo el proyecto se crea un grupo autogestionado de 10  mujeres ecofeministas residentes en el municipio concienciadas con el cuidado medioambiental, la problemática ecológica, el cuidado de la salud y la necesidad de adecuar la economía a las necesidades de las personas así como luchar hacia una transición de modelo de desarrollo económico sostenible. Tras diversos encuentros y reuniones se genera compromiso y cohesión humana entre las integrantes del grupo lo que permite trazar una estrategia y un posterior plan de actuación sobre la viabilidad, sustentabilidad, productividad y rentabilidad del proyecto. 

En primer lugar se asesoran con personas emprendedoras para poder preguntar dudas, conocer sus experiencias y escuchar recomendaciones que les pueden ser útiles para ir alternando obstáculos.

En segundo lugar, contando con el  asesoramiento del área de emprendimiento de la Cámara de Comercio de Granada, elaboran un diagnóstico de evaluación socioeconómica cuyas variables serán: 

  • A nivel organizacional: conocimiento del y/o la cliente, de la competencia, función de mercado, búsqueda  de clientes potenciales a través de las TIC (tecnologías de la información y comunicación), adecuar el producto y diferenciarlo del resto, información para la elaboración técnica de pellet de biomasa (humedad del material, homogeneización de la materia prima y utilización de aditivos, alimentación frecuencial, maquinaria) difusión a través de marketing digital, cronograma de trabajo (recursos humanos y recursos materiales).
  • A nivel de búsqueda de apoyos y desarrollo social: ocupación de la mano de obra de la zona, cualificación de la mano de obra de la zona, mantenimiento de infraestructuras, capacidad productiva, desarrollo local y comunitario, proyecto con fuerte responsabilidad social, educación medioambiental y mejora del ecosistema. 

Evaluando la estrategia y plan de actuación se procede a elaborar  un plan de trabajo productivo y un plan de negocio que tras un compromiso cooperante permitirá que se proceda a llevarlo a cabo siendo flexible y susceptible de cambios en función de su progreso.  Individualmente cada integrante de la cooperativa depositará una cantidad de capital financiero que, sumado al importe que se consiga de los apoyos sociales tras una difusión del proyecto a éstos, será el punto de partida para poder empezar con los primeros gastos de inversión. 

¿Para qué un proyecto ecofeminista?

El ecofeminismo plantea una actitud de prudencia hacia la tecnocracia y hace algunas propuestas en el ámbito de la salud como son:

  • Estilo de vida saludable. 
  • Vegetarianismo y soberanía alimentaria. 
  • Autonomía del cuerpo y derechos sexuales y reproductivos. 
  • Preocupación por los entornos saludables.

Las condiciones ambientales causan entre el 20-25% de muertes al año en todo el mundo. En el Estado Español se dan 16.000 muertes prematuras al año por enfermedades derivadas de la contaminación del aire.

Los pesticidas tóxicos, los disruptores hormonales o la contaminación ambiental son ejemplo de cómo la calidad ambiental  repercute en la salud, especialmente en las mujeres.

¿Por qué es importante el ecofeminismo?

El análisis feminista pone de manifiesto que, en prácticamente todas las culturas y a lo largo de la historia, quienes han cuidado esos cuerpos vulnerables han sido las mujeres y lo han hecho en espacios que el modelo hegemónico se ha encargado de invisibilizar y desvalorizar. Este espacio invisible y sin valor, que se ha construido activamente como tal (De Sousa Santos, 2011) es el espacio de los hogares que son verdaderos núcleos de producción de bienes y servicios imprescindibles para que pueda darse la vida humana Nuestras sociedades siguen siendo patriarcales y esto se mantiene gracias a los procesos de socialización de niños y niñas que transmiten de manera explícita e implícita y a través de todos los dispositivos sociales, que quienes deben encargarse de mantener la vida son quienes la dan y esto justifica la separación sexual del trabajo, del espacio y del poder. Precisamente porque el modelo actual de desarrollo no tiene en cuenta esta perspectiva es por lo que el ecofeminismo afirma que este es un modelo ecocida, porque destruye naturaleza; es patriarcal, porque utiliza el trabajo hecho en los hogares invisibilizándolo y sustrayéndole la plusvalía que genera en forma de tiempo de cuidado. Esto lo convierte en esencialmente injusto. (Herrero, 2016)

¿Qué resultados persigue el proyecto?

  • Concienciar a la población del municipio sobre la importancia que tiene la energía renovable para proteger el medioambiente.
  • Transmitir la importancia entre el crecimiento económico, el cuidado del ecosistema y el bienestar social, valorando el impacto en la salud de las personas, en especial la salud de las mujeres biológicamente más vulnerables ante la contaminación medioambiental. 
  • Reinvertir los  beneficios en la mejora e implementación de los recursos naturales.
  • Elaborar el producto empleando un único material  “bio”, a fin de simplificar los procesos de reciclaje.
  • Apoyar  las nuevas tecnologías para mejorar la eficiencia del producto.
  • Generar empleo entre las mujeres del territorio a corto, medio y largo plazo contribuyendo al emprendimiento rural femenino. 
  • Instaurar el principio de sororidad como base del ecofeminismo. 
  • Participar en foros y encuentros sobre políticas de género y ecología.
  • Contribuir al empoderamiento de las mujeres del municipio facilitando el acceso al empleo. 
  • Generar las oportunidades necesarias para fomentar y consolidar la participación de las mujeres en todos los espacios públicos.

Bibliografía: 

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