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Zaragoza, 5 de octubre de 2022

Raúl Torres Carrillo
Trabajador social en el área de Psicogeriatría en el hospital neuropsiquiátrico Nuestra Señora del Carmen y miembro del comité de ética asistencial de dicho centro.
Coordinador del grupo de mayores y Trabajo Social del Colegio Profesional de Trabajo Social de Aragón.

La Ética es uno de los pilares fundamentales de la profesión de Trabajo Social; respeto a la autonomía y empoderamiento son dos vocablos que las personas que desarrollamos esta profesión tenemos grabadas a fuego en la cabeza, pero… ¿qué ocurre cuando nuestro trabajo se desarrolla en el campo de la Psicogeriatría, es decir, entre personas que tienen su capacidad de autogobierno limitada y/o no pueden aparentemente ser empoderadas debido a un mal pronóstico médico? En este artículo tratamos de ofrecer algunos tips que sirvan de orientación en este terreno pantanoso.

Trabajo Social y Ética, una relación inevitable.

El Trabajo Social es una profesión que acompaña a las personas que atiende; no parte de la base de un/a profesional experto/a en lo que una persona debe hacer para reconducir su vida de una manera adecuada en un momento de dificultad, sino de un/a profesional que, siendo experto/a en relaciones humanas y en recursos (económicos, de servicio y de redes comunitarias) hace que la persona usuaria sea capaz de tomar las riendas de su existencia para, apoyándose en estas ayudas, redirigir su vida del modo en que ella considere más acertado.

Tal es así, y tan fundamental resulta esta cualidad de nuestra profesión, que no sólo la libertad de la persona (usuaria) es uno de los principios básicos de nuestro Código Deontológico (Consejo General del Trabajo Social, 2012), sino que además varios de los principios generales de este documento no vienen sino a reforzar esta idea: respeto activo a la persona, aceptación de la persona, superación de categorizaciones, ausencia de juicios de valor sobre la persona, individualización, personalización, autonomía y autodeterminación. Y en los Códigos Deontológicos, como señala Verde-Diego (2019) “se alude a los deberes u obligaciones morales que son mínimamente exigibles a los y las profesionales en el desempeño de su actividad”

Recordar esto es especialmente importante en un ámbito sanitario. Quienes acuden en busca de ayuda profesional para superar problemas de salud y sus consecuencias buscan, y encuentran, profesionales expertos y expertas, que saben lo que hay que hacer y lo que no. Es cierto que disciplinas como Enfermería o Medicina han evolucionado muchísimo en lo que a autonomía del/la paciente se refiere, pero la población en general sigue considerando aquello de “hazles caso, ellos/as saben lo que hay que hacer”. Sin embargo, los y las profesionales del Trabajo Social Sanitario seguimos siendo acompañantes; por mucho que vistamos una bata o un uniforme blancos, no somos expertos/as en qué, cómo y cuándo debe una persona tomar una determinada decisión.

Todo ello, sin embargo, parece saltar por los aires cuando un o una profesional del Trabajo Social comienza a desarrollar su labor en el ámbito de la Psicogeriatría, máxime si lo hace desde una institución residencial. Y ello es así por tres motivos:

  1. El gran dilema ético de la salud mental nos afecta de pleno; debemos respetar y fomentar la autonomía de personas que, en mayor o menor medida, tienen su capacidad de autogobierno limitada (orgánica y/o legalmente) y, como señala Martínez, M. C. (2002), “es frecuente en algunas enfermedades psiquiátricas, que el enfermo no tenga conciencia de enfermedad y, por consiguiente, no acuda al médico y, si acude, sea precisamente, contra su voluntad”.
  2. Estas personas, además, viven en un centro residencial donde el riesgo de institucionalización es muy real. En estos centros van a dejar de desarrollar muchas de las actividades instrumentales de la vida diaria que en su domicilio particular continuarían ejercitando.
  3. Dada su avanzada edad y/o su deterioro, no es realista plantear un futuro en el que las capacidades perdidas puedan recuperarse.

Así pues, ¿qué sentido tienen los principios expresados al comienzo de este artículo cuando nos referimos a un ámbito como el de la Psicogeriatría?

Psicogeriatría y Ética

Antes de proseguir, conviene detenerse en dos conceptos clave para entender lo que exponemos en este artículo: Psicogeriatría y Ética.

La Psicogeriatría es un ámbito de la salud que se ocupa de la atención a la salud mental de las personas mayores, tanto de aquellas personas que han tenido una patología a lo largo de su vida y ahora han envejecido, como de las que padecen una demencia o proceso neurodegenerativo de manera sobrevenida. A todo ello, debemos añadir un deterioro (incipiente, moderado o avanzado) físico, con lo que las personas que viven en un centro residencial precisan no sólo de cuidados a las alteraciones conductuales que puedan presentar, sino también un apoyo en las actividades básicas de la vida diaria. Dicho de una manera vulgar, nos encontramos en un terreno a medio camino entre la salud mental y la geriatría.

Por otra parte, cuando hablamos de Ética, hacemos referencia a la necesidad de cuestionar nuestras propias acciones profesionales; debemos evitar actuar por inercia o pragmatismo, y procurar que nuestra actividad profesional se desarrolle de manera correcta. No hablamos de cumplir la ley (que por descontado debemos cumplir) ni de seguir los protocolos marcados por la Institución en la que trabajamos. Tampoco hablamos de adecuarnos a nuestra propia escala de valores, sino de tomar la decisión más adecuada entre todas esas posibilidades que la ley y los protocolos permiten, y entre las que solemos encontrar respuestas que nos incomodan porque no se trata de soluciones mágicas, sino terrenales que conllevan alguna consecuencia negativa que, de entrada, parece que debamos evitar.

Navegar en este mar es complicado, y para ello contamos con cuatro balizas que nos pueden orientar, los principios básicos de la Bioética:

  • Autonomía: toda persona tiene derecho a tomar sus propias decisiones, y aquellas que no tengan esta capacidad deben ser protegidas.
  • Beneficencia: toda actuación debe procurar el bienestar de las personas a las que afecta.
  • No maleficencia: ninguna actuación debe producir daño a las personas a las que afecta.
  • Justicia social: toda actuación debe respetar la equidad de distribución de los recursos existentes.

Entonces ¿qué hacemos?

De modo que tenemos por una parte a una población con una capacidad de autogobierno limitada (orgánica y/o legalmente), en mayor o menor grado, y por otra parte cuatro principios que, a priori, parecen difíciles de conjugar. Si las personas a las que atendemos no tienen su capacidad de autogobierno completa y debemos protegerlas ¿podemos respetar su voluntad (Autonomía)? ¿debemos no respetarla si con ello las protegemos, para asegurar la Beneficencia? ¿no estamos incurriendo en Maleficencia, en ese caso?

La clave está en cambiar la óptica desde la que nos planteamos estas cuestiones: no pongamos el foco en la persona usuaria con la que estamos trabajando, sino en nosotros/as mismos/as; debemos cuestionar si nuestras acciones están debidamente justificadas desde un punto de vista ético o no. Debemos cuestionarnos todas y cada una de nuestras acciones. Y debemos ser capaces de justificar el porqué de la decisión finalmente adoptada.

Y para ello es fundamental tener en cuenta los siguientes aspectos:

  • El objetivo debe ser siempre el bienestar de la persona usuaria desde su propia voluntad, no desde nuestra visión profesional. Un interesante artículo de Ulsamer (2013) afronta este aspecto, ilustrándolo con un caso concreto en el que este dilema ético se puede apreciar de una manera muy clara. Y no es cosa sencilla, pues en muchas ocasiones las valoraciones profesionales (participación en determinadas actividades, potenciar las relaciones con los compañeros y las compañeras, comprar un determinado tipo de ropa o calzado, cómo utilizar su dinero, …) no son compartidas por la persona usuaria y, sin embargo, nos obcecamos en ellas porque “son lo mejor para el o la paciente”. Aunque en ocasiones lo que realmente esconden es la incomodidad de permitir que una persona con la capacidad de autogobierno limitada (orgánica y/o legalmente) tome una decisión que choca frontalmente con nuestra opinión profesional. Por supuesto, este dilema ético sólo surge cuando la decisión del o la paciente no coincide con la nuestra; si es coincidente, no dudamos en ningún momento de sus capacidades, y además aportamos su voluntad como prueba de soporte de lo acertada de nuestra decisión.
  • Cada decisión debe ser personalizada. No podemos caer en el error de pensar que pacientes con un mismo diagnóstico deben ser atendidos del mismo modo, sino que cada persona debe serlo de manera individualizada, atendiendo a sus deseos y capacidades, pues la voluntad es algo que varía de una persona a otra. Tampoco podemos pensar que esa voluntad es inamovible; puede variar con el paso del tiempo, así que ojo con dar por sentado que sabemos lo que un usuario o una usuaria quiere en todo momento. Es necesario el diálogo continuo, y preguntar, preguntar y preguntar. En el caso de pacientes sin capacidad alguna de comunicación, conviene indagar en sus creencias y valores a través de las personas más allegadas, para tratar de que nuestras actuaciones sean lo más respetuosas posible con la persona atendida.
  • No debemos escondernos en la legalidad para eludir un debate ético. Como habréis observado, hacemos referencia a limitaciones orgánicas y/o legales de la capacidad de autogobierno, y ello es porque el hecho de que una persona tenga una representación legal no debe hacernos caer en la respuesta fácil de limitarnos a realizar lo que la persona que la ostenta indique, sin cuestionarnos nada, ya que existe una sentencia judicial. En este aspecto, la reciente ley 8/2021 ofrece avances al cambiar la sustitución legal por acompañamientos específicos cuando sean necesarios, en la línea de lo que exponemos en este artículo. Debemos respetar, y exigir respeto, para las decisiones que la persona afectada manifieste, siempre y cuando no supongan un riesgo para sí misma, evitando que una sentencia judicial anule completamente a dicha persona. Aún existiendo una medida judicial de apoyo en lo económico, debemos evitar que esa persona no pueda opinar acerca de qué ropa, de entre la que puede permitirse, debe comprarse, por ejemplo. 
  • No debemos tener miedo a preguntar. Existen diferentes organismos (Comités de Ética Asistenciales, o Comités Deontológicos de Colegios Profesionales) a los que podemos consultar cuando no seamos capaces de decantarnos por una decisión, o no estemos del todo convencidos/as de que la decisión adoptada sea realmente ética. Estos organismos, consultivos, pueden ayudarnos a decidir, y recurrir a ellos no nos hace peores profesionales; esta autocrítica, esta revisión de nuestra propia actuación, es un ejercicio de madurez y conocimiento de nuestras propias limitaciones. Obviamente, no estamos sugiriendo que consultemos a estos comités todas y cada una de nuestras decisiones, pero sí que no dudemos en hacerlo cuando, tras una profunda reflexión, consideremos que necesitamos apoyo.
  • Tampoco debemos tener miedo a no satisfacer la demanda de la persona a la que estamos atendiendo. Dado que se trata de pacientes con su capacidad de autogobierno limitada (orgánica y/o legalmente), en ocasiones nos veremos en la obligación de desechar sus pretensiones y actuar de modo diferente, sería iluso pensar que en este contexto siempre podemos encontrar el medio para facilitar sus aspiraciones. Pero nuevamente, esta decisión deberemos justificarla atendiendo a la necesidad de protección que la Ética nos señala, y en busca de la Beneficencia y la No Maleficencia, es decir, huyendo de la respuesta con base en nuestras creencias o de las de quien ostente la representatividad. 

En definitiva, todo ello nos lleva a dudar, a no dar nada por sentado, a cuestionar las decisiones que tomamos cada día. Y como bien señala Martín (2011, p. 19) “Dudar incomoda; dudar angustia; dudar alarma; dudar asusta. Pero dudar es un ejercicio de prudencia, es la antesala de la reflexión”.

Conclusiones

Podemos resolver que el hecho de trabajar con personas que tengan su capacidad de autogobierno limitada (orgánica y/o legalmente), así como el hecho de desarrollar nuestra labor en un centro residencial, donde en muchas ocasiones deberemos tomar decisiones en nombre de las personas que atendemos, incluso en contra de su deseo manifestado, no puede hacernos olvidar la importancia que la autonomía de la persona atendida tiene para nuestra disciplina.

Y ello podemos hacerlo apoyándonos en la Ética. Debemos cuestionar cada actuación que llevamos a cabo, planteándonos si da respuesta al bienestar de la persona atendida desde su propio punto de vista, evitando tomar decisiones preestablecidas en función de lo hecho en ocasiones similares, y evitando escudarnos en las decisiones tomadas por quien ejerza cualquier figura representativa a nivel jurídico, para facilitar nuestra decisión.

Igualmente, no debemos sentir miedo ni vergüenza a la hora de reconocer que no somos capaces de tomar una decisión que nos satisfaga moralmente de manera absoluta. Lo importante es ser capaces de justificarla a nivel ético, e incluso solicitando apoyo y consejo a los diferentes comités de ética existentes. Ello no es una debilidad, sino una fortaleza.

Bibliografía

Consejo General de Trabajo Social. (2012). Código Deontológico de Trabajo Social. C&M Artes Gráficas.

Martín, M. (2011). Los dilemas éticos en la profesión de trabajo social. En T. Zamanillo (Ed.), Ética, teoría y técnica. La responsabilidad política del trabajo social (pp. 19-43). TALASA.

Martínez, M. C. (2002). Ética psiquiátrica. Desclée de Brouwer, S.A.

Ulsamer Riera, D. (2013). Partim de la necessitat i voluntat de la persona o partim del seu benestar segons l´equip?. Revista de Treball Social, 199, 122-127. 

Verde-Diego, C. (2019). La dimensión deontológica de la ética profesional. En M. J. Úriz Pemán (Ed.), La necesaria mirada ética en Trabajo Social (pp. 79-109). Consejo General del Trabajo Social.

Andalucía, 11 de agosto de 2022

En esta época vacacional os invitamos a compartir algunas de las reflexiones de profesionales asistentes al XIV Congreso Estatal de Trabajo Social y II Congreso Iberoamericano de Trabajo Social, que tuvo lugar en Ciudad Real el pasado mes de mayo. Reflexiones impregnadas de sentimientos y vivencias, de contacto y reencuentro.

Os acercamos las consideraciones de nuestras/os compañeras/os, deseando que nos contagien de sus experiencias. Si quieres puedes acceder a los contenidos del Congreso de manera online.


CONCLUSIONES DEL XIV CONGRESO ESTATAL DE TRABAJO SOCIAL Y II IBEROAMERICANO DE TRABAJO SOCIAL

Maite Villaluenga de la Cruz, Ana Jurado Galindo, Antonio Ismael Huertas Mateo, Paqui Bonet Linera
Trabajadoras/es Sociales. Cádiz

Los días 26, 27 y 28 de mayo de 2022 se ha celebrado en Ciudad real el XIV Congreso Estatal y II Iberoamericano de Trabajo Social y el 40 aniversario de su constitución, para ello, el Consejo General contó con la colaboración del Colegio Oficial de Trabajo Social de Castilla La Mancha, la participación de profesionales del trabajo social de países europeos, como Reino Unido, Portugal, Italia y Bélgica y de Iberoamérica así como la participación de los diferentes Colegios Profesionales de España y diferentes asociaciones vinculadas al TS, como ATSEL… La consigna o título de este año era El Trabajo Social en esencia: cambiar para avanzar, crear para crecer teniendo tres importantes temas/ejes de debate que reúnen la esencia de la profesión como son la ética, la deontología y los objetivos del trabajo social. Cada eje integraba una ponencia marco y diversas comunicaciones y talleres que se desarrollaban simultáneamente (había que elegir talleres, comunicaciones).

El primer eje: Ética y deontología como pilares clave para la calidad en la intervención desde el Trabajo Social.

La ponencia marco estuvo a cargo de Adela Cortina “Ética y Deontología como pilares clave para la calidad en la intervención del trabajo social”: Adela Cortina señaló que lo que especifica cada actividad profesional es el bien interno, y el bien interno del trabajo social es estar al servicio de las personas, tratar de empoderar a lo más vulnerables, para que puedan llevar adelante sus propios planes de vida.

Debemos pararnos y reflexionar sobre lo que hacemos, cómo lo hacemos y para qué lo hacemos, generar conocimiento, identificar las acciones que nos acercan al cumplimiento de los objetivos planteados para establecer regularidades y basar nuestras acciones en la evidencia científica. Nunca se puede cambiar el bien interno por el bien externo. Definió vocación, como la actitud de poner todo su esfuerzo en llevar adelante el trabajo. Y advirtió de un peligro, el de convertirse el/la profesional del trabajo social en burócrata. Nos animó a dar lo mejor de uno/a mismo/a, para estar al servicio de las personas. Puso de manifiesto lo importante que es en nuestra profesión tratar de ser competentes, eficientes, no quedándonos en las técnicas, estar a la última, formarnos para el servicio de las personas.

El segundo eje: Generando conocimiento desde la práctica profesional.

Mesa de Debate: El nuevo modelo de servicios sociales en España. Objeto y Funciones del trabajo social en el sistema público de servicios sociales.

Patricia Bezunartea Barrio, Directora General de Servicios Sociales del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, reconoció el debilitamiento del actual sistema público de servicios sociales, que con la pandemia se ha evidenciado.

Izaskum Ormaetxea, su comunicación realiza una importante crítica y toma de conciencia de la situación que estamos viviendo en servicios sociales que es cada vez más coincidente, aunque con gran desigualdad entre el norte y el sur. Estefanía Martín, (Málaga), puso de manifiesto cómo la Ley Andaluza de Servicios Sociales sigue en pañales después de 5 años de su publicación. Y del papel relevante que está tomando el tercer sector.

Oscar Seco Revilla (Bizkaia), durante estos 10 años en los servicios sociales ponen el acento en la relación y en las personas. Se han revelado a otros sistemas, que consideraban a los servicios sociales como sucursales. Están consolidando cartera. Consideran el Ingreso Mínimo Vital como oportunidad para la cobertura material y oportunidad de servicios sociales. 

Estas exposiciones pusieron con mayúsculas la importancia de CAMBIAR PARA AVANZAR Y CREAR PARA CRECER.

Ponencia marco: Generando conocimiento desde la práctica profesional. 

Concha Vicente. Insiste en la importancia y necesidad de tender puentes entre las Universidades, la formación y las prácticas profesionales. 

Pedro Celiméndiz. Destacó tres de los grandes problemas que sufrimos actualmente:

– Abandono de las funciones propias de los servicios sociales, mientras que han asumido otras necesidades no resueltas por otros sistemas.

– Abandono de espacios de encuentros

– Desprestigio de la profesión.

Mesa de presentación de comunicaciones-descriptor: respuestas desde el trabajo social en tiempo de pandemia.

De las distintas presentaciones destacamos la que presentó el departamento de servicios sociales San Blas-Canillejas (Madrid), que expusieron cómo fue la intervención social en los servicios sociales comunitarios como consecuencia del estado de alarma. Lo bueno es que han podido evaluar la experiencia y valorar aquellos aspectos que requieren mejorar y mantener. Creo que es algo que tenemos pendiente, realizar reflexiones sobre cuáles fueron nuestras fortalezas y cuáles nuestras debilidades en aquellos momentos del estado de alarma. Entre los muchos ponentes que nos acompañaron disfrutamos de la presencia de Elsa Punset, la cual nos deleitó con su intervención sobre “Inteligencia emocional: ¿Cómo cuidar y cómo cuidarse? La importancia de los abrazos”.

Eje 3. Entornos sostenibles y libres de desigualdades, motores de cambio desde el Trabajo Social.

Ponencia Marco: Entornos sostenibles y libres de desigualdades, motores de cambio desde el trabajo social 

El concepto de sostenibilidad ha estado presente en diversas mesas así como ponencias, planteándose como parte de nuestra esencia de nuestra forma de trabajar y actuar.

La presidenta del Consejo General del Trabajo Social, Emiliana Vicente, ha destacado el papel que tienen que desempeñar las y los trabajadores sociales para crear “sociedades socialmente sostenibles libres de desigualdades”, frente “a las cifras insufribles de pobreza, exclusión y desigualdad”. Sin olvidar al querido autor Malcolm Payne que nos habló sobre “Entornos sostenibles y libres de desigualdades, motores de cambio desde el Trabajo Social”, quien invitó a  hacer una mirada interna de nuestro quehacer profesional. Es importante ver lo que estamos haciendo como trabajo relevante para la sociedad, examinar nuestras acciones, qué valores reflejan, qué valores transmitimos con nuestra práctica.

Música, ponencias, presentaciones, talleres, presentación de libros, mesas de debates, exposiciones, fotomatón, escape room, cenas y la entrega de premios, han hecho que haya sido un Congreso dinámico, en permanente desafío que han hecho que el tiempo pasara rápidamente y el día se quedase corto y con ganas de más.


COMPARTIR FRUSTRACIONES Y ACTITUD DE CAMBIO, UNA EXPERIENCIA POSITIVA

Mª Angustias Varo Benavides
Trabajadora Social. Córdoba

En mi caso era la primera vez que asistía a un Congreso de Trabajo Social y la experiencia no ha podido ser más positiva.

Todos/as las trabajadoras y trabajadores sociales que allí nos encontrábamos sufrían las mismas frustraciones ante la imposibilidad de “poder hacer” Trabajo Social, pero también compartíamos la actitud de querer mejorar las cosas.

Destaco la magnífica organización por parte del Consejo General y el Colegio Oficial de Castilla La Mancha. Manejar a tal volumen de personas requiere una gran maestría.

Con respecto a las ponencias y mesas de trabajo, destacar el “Trabajo Social en ejercicio libre” por dar una visión de apertura a este tema y mostrar con un ejercicio práctico donde está nuestra valía como profesionales. Destacar la conferencia dada por Adela Cortina y cómo la ética debe de estar presente en cada uno de nuestros pasos en nuestra práctica profesional, como la manera de poder realizar una intervención ‘excelente’.


REENCUENTRO CON LA NORMALIDAD Y EL TRABAJO SOCIAL

María José Urbano Maldonado
Trabajadora Social. Córdoba

El XIV Congreso Estatal de Trabajo Social III Congreso Iberoamericano de Trabajo Social, ha sido un reencuentro con la normalidad y con el Trabajo Social. Dentro de la programación planteada en estos días, quiero destacar la mesa de debate “Innovando en Trabajo Social” que dio una perspectiva actual de otras maneras de ver nuestra profesión, donde entidades sociales abren camino e innovan donde las entidades públicas no llegan, y como desde Europa se apuesta por formas diferentes de trabajar, dando mucha importancia a la digitalización y a las nuevas tecnologías para fomentar la independencia de las personas.

También quiero resaltar la mesa de debate “Trabajo Social en el ámbito Rural”, en esta mesa nos expusieron las dificultades que supone trabajar con una población dispersa, pero eso no ha sido impedimento para que las experiencias expuestas hayan obtenido resultados positivos, adaptando los recursos generales a necesidades concretas, un estudio completo de la población, sus características, costumbres y necesidades permite obtener resultados favorables para nuestra población. 


EL CONGRESO DE LOS ABRAZOS

Belén Navarro Llobregat
Trabajadora Social. Granada

Si solo una palabra tuviese que definir este XIV congreso estatal de trabajo social elegiría abrazos. Abrazos entre compañeras deseosas de tocarnos, de sentirnos, de disfrutarnos después de tanta pantalla. Abrazos en forma de ponencias como la de Elsa Punset o comunicaciones como la de Izaskun Ormaetxea, que nos conminaba a la conjura colectiva. Abrazos al ritmo de la música del flasmob y de los diferentes momentos de ocio que invitaron al baile y al disfrute, al ansiado disfrute después de casi dos años de encierro.

Pudimos compartir el malestar con muchas compañeras que por fin lo van politizando a través de protestas como en Burgos o Granada, o a través de reflexiones bien amuebladas ofreciendo propuestas para aliviar el sufrimiento de la ciudadanía y acompañarla en sus proyectos vitales. Y sentí que, también por fin, las mujeres vamos reclamando y ocupando el espacio que, legítimamente, nos corresponde en esta profesión. Porque esta es una profesión de mujeres y se nota. También en los abrazos.


“DUELOS Y QUEBRANTOS” DESDE EL TRABAJO SOCIAL

Darío Hidalgo Domínguez
Trabajador Social. Málaga

Como ese buen revuelto manchego, el Congreso de Trabajo Social de Ciudad Real ha mezclado muchas cosas, dando lugar a un plato sabroso a la vez que contundente.

Durante 3 días pudimos disfrutar en dicha ciudad de ponencias, conferencias, encuentros con profesionales del Trabajo Social, actividades prácticas, así como charlas en los pasillos y cafés con muchas personas a las que hemos podido desvirtualizar de las redes sociales.

Eso sí, puede que nos faltara un postre, nos hemos quedado con un gusto de echar de menos un poco más de tiempo para poder haber compartido más espacios con otras personas, en los que poder interactuar, aparte de los círculos por los que nos hemos movido. Por lo demás, nos volvimos con el estómago lleno de satisfacción y ganas de más encuentros profesionales pronto.


UN REENCUENTRO NECESARIO

Joaquín Sánchez Espinosa
Trabajador Social. Málaga

Fueron tres intensos días en los que Ciudad Real se convirtió en el punto de reencuentro de la profesión. Compañeras y compañeros de múltiples puntos de la geografía española, latinoamericana y de otras partes del globo se daban cita viéndose las caras, por fin, sin una pantalla de por medio por primera vez en mucho tiempo.

El mundo ha cambiado y la disciplina lo sabe. Durante tres días, además de dejar fluir los abrazos, las risas y las anécdotas, hemos compartido una ingente cantidad de experiencias, preocupaciones, enfoques y propuestas. Es difícil pensar que alguna de las personas asistentes se haya marchado sin un crecimiento de este encuentro, cuyos espacios, si bien apenas han logrado contener el volumen de actividad que con tanto entusiasmo se ha desarrollado, ha sabido ser aprovechado por la organización.

Engranaje, mano, rama. Trabajo social en esencia.


FORMARNOS, UNA EXIGENCIA PROFESIONAL Y ÉTICA

Lola Ruiz Segura
Trabajadora Social. Málaga

En muchas ocasiones renunciamos nosotras mismas a asistir a cursos, jornadas, congresos, etc. porque, pensamos que no podemos permitirnos faltar ni un solo día al trabajo. Sin embargo, me siento muy agradecida, de haber podido asistir al XIV Congreso Estatal de Trabajo Social, aunque eso signifique tiempos extras de dedicación posterior al trabajo. Han sido tres días de conocimiento y reconocimiento a nuestra profesión, la del Trabajo Social, que cuenta con grandes profesionales, que trabajan por la Igualdad, Equidad, Solidaridad, Justicia Social y en definitiva la Dignidad Humana con rigor científico-técnico, compartiendo saberes y experiencias y construyendo comunidad. “Un ser humano no puede ser cuidado por otra única persona. Necesita una comunidad entera para ser cuidado”, dice M° José Aguilar Idáñez.

Vuelvo muy contenta de lo vivido y con la mochila llena de lecturas para los próximos meses, “….desde, por y para el Trabajo Social….”, como indica la dedicatoria del libro “Trabajo Social y Servicios Sociales, Conocimiento y Ética” de Patrocinio Las Heras porque “formarnos es una exigencia profesional y ética” como dice Natividad de La Red.


REAFIRMACIÓN PROFESIONAL

Rafael Arredondo Quijada
Trabajador Social. Málaga

Han transcurrido semanas desde la celebración del Congreso Estatal de Trabajo Social, y en este tiempo he podido leer e incluso escribir sobre el mismo en mi blog con el título “Un Congreso lleno de humanidad”, pero me rectificaría a mí mismo y tras estas semanas hablaría de hermandad, de camaradería, de unidad… es lo que respiré y uno de los términos que más recorrido tuvo fue el que nos dejó nuestra compañera Izaskum “nos tenemos que conjurar” cuando presentó el nuevo Sistema de Servicios Sociales.

No ha sido un congreso típico, ha sido un congreso diferente, donde en su mayoría las más de 900 personas inscritas han querido compartir, no pensando tanto en que no se me olvide el certificado de haber estado, porque era lo de menos. Se ha estado más en la cercanía y el contacto, difícil será llegar a superar este nivel, pero seguro que no imposible. Ha sido un chute de adrenalina y de reafirmación de la profesión que hemos elegido, porque es difícil enseñar y trasladar qué somos y qué hacemos desde el Trabajo Social, si no lo vivimos, y este congreso ha tenido mucha vida y mucho aire fresco, que no termine.


REENCUENTROS Y ENCUENTRO CON EL EJERCICIO LIBRE PROFESIONAL

Ahahí Rama Samperio y Javier Espinosa Mateo
Trabajadora y Trabajador Social. Málaga

Resumir todo lo vivido en el Congreso Estatal de Trabajo Social celebrado en el  mes de mayo, se antoja difícil, aunque es un reto que asumimos con gusto. 

En nuestro caso, como trabajadora y trabajador social en ejercicio libre, teníamos que  valorar nuestra propia asistencia puesto que los compromisos laborales por esas fechas eran muchos y no era fácil priorizar. Sin embargo, teníamos muchas razones para  apostar por nuestra presencia en el Congreso: 

  • Suponía el primer gran evento presencial de la profesión después de 4 años con  una pandemia mundial en la que el contacto entre personas estuvo realmente  limitado.
  • Teníamos “mono” de encuentro con las compañeras y compañeros para  compartir vivencias y reflexiones. 
  • Teníamos el convencimiento de que teníamos mucho que aportar a través de  nuestras experiencias y, así, participamos activamente en varias actividades  (comunicaciones y talleres). 
  • Y, especialmente, queríamos nutrirnos de la esencia del Trabajo Social para  seguir innovando en nuestro día a día. 

No cabía duda de que este era el Congreso del reencuentro. Ya en la estación de tren y  durante del viaje estuvimos charlando con nuestras queridas y queridos colegas del  Colegio de Málaga, con su Presidente a la cabeza, sobre todo lo que esperábamos de  este evento y, en general, de nuestras experiencias cotidianas. 

En la comida ya tuvimos un “aperitivo” de lo que nos esperaba, abrazos y besos para  compañeras y compañeros con quienes trascendemos lo laboral y nuevos  descubrimientos.

Nada más entrar en el recibidor del Pabellón de Ferias y Congreso de Ciudad Real, había  un grupo que se arremolinaba y que iba creciendo cada vez más porque nos reconocíamos de inmediato; trabajadoras y trabajadores sociales en ejercicio libre (Ana  Hernández y su equipo, Jonathan Regalado, Ángel Luis Arrecivita, Gema Cámara, Silvia  Monge, Maite Villaluenga, Mª Jesús Bárcenas, etc.) con Loli Rodríguez como Presidenta  de la Asociación Nacional de Ejercicio Libre (ATSEL). 

Como dijimos al principio, queríamos aprovechar este escaparate ante toda la profesión  para hacer nuestras aportaciones desde el ejercicio libre que cada vez va “calando más” dentro de la Disciplina y la sociedad. Así, participamos activamente en: 

  • Comunicación “Pericial social en un caso de asesinato” (Anahí Rama) en la que expuse el valor de la pericial social para perseguir la justicia social más allá de la  gravedad del delito. Aprovecho para agradecer a mi compañera de batallas Sandra Tornero por su generosidad ya que, a pesar de haber sido una de las  perito en este caso, no podía acudir al Congreso y, aún así, consideró que era  más importante dar visibilidad a este trabajo que el hecho de firmar la comunicación. 
  • Encuentro con la BlogoTSfera (Javier Espinosa): espacio en el que presenté mi blog profesional de Jábega Social junto a otras/os colegas, compartiendo impresiones sobre esta forma de hacer profesión.
  • Comunicación “Somos los perros verdes del Trabajo Social”: quienes suscriben,  junto al compañero Jesús Jiménez, hablamos de los peritajes sociales, ofrecimos  consideraciones generales y presentamos oficialmente la Asociación Nacional de  Peritaje Social.

No queremos dejar pasar la oportunidad sin destacar otro de los hitos del ejercicio libre, la presentación de la Guía informativa sobre el ejercicio libre del Trabajo Social  encargada por el Consejo, cuyas autoras son Ana Hernández y Mª Jesús Ortiz, herramienta imprescindible para quienes quieran saber más sobre la posibilidad de ejercer desde el ámbito privado y, por supuesto, para quienes ya estamos en este  camino. 

Para concluir, queremos expresar lo que “nos llevamos” del Congreso: 

  • La alegría del reencuentro y de los descubrimientos reflejado en compañeras y  compañeros que se nos han acercado para preguntarnos, reflexionar, opinar, escuchar, etc. sobre el ejercicio libre del Trabajo Social. Momentos “de pasillo” y espacios distendidos de gran riqueza profesional y humana. 
  • La satisfacción de compartir nuestros conocimientos en el ámbito académico, aportando nuestro granito de arena en la visibilización del Trabajo Social privado y, en especial, del peritaje social. 
  • El sentimiento colectivo de haber salido reforzados y reforzadas después de los momentos tan duros que hemos tenido que afrontar tras la pandemia del COVID. 
  • La reconexión que te dan estos eventos con la propia Disciplina ya que te permiten ver, una vez más, su grandiosidad; su riqueza, su ser holístico, su capacidad de innovar y transformar. Estos encuentros son como esos “viajes” que se toman las parejas (sin familia, sin niños/as…) para re-enamorarse, porque lo cotidiano, la exigencia de los tiempos, etc., pueden acabar con el mayor de los amores y, por eso, estos encuentros permiten parar y mirar; “beber de la fuente” para fortalecernos hasta que nos volvamos a encontrar.

Huelva, 28 de julio de 2022

María Antonio Cortés
Trabajadora Social

La maternidad ha sido una cuestión ignorada por parte de la investigación, de hecho, hasta finales del siglo XX no se publican las primeras evidencias empíricas. Desde la antigüedad la maternidad se ubica en el centro de las relaciones de poder del sistema patriarcal y ha estado vinculada a la reproducción sexual biológica. No obstante, la idea de maternidad y familia ha experimentado un profundo cambio debido a la promoción de igualdad entre hombre y mujeres, la incorporación de la mujer en todas las esferas de la vida, la independencia económica, los cambios legislativos, la planificación familiar, la falta de compromiso y la inestabilidad de las relaciones de pareja, entre otros motivos, han llevado a que la mujer se plantee la maternidad en solitario de manera voluntaria y planificada.

A pesar del creciente porcentaje de mujeres que deciden un proyecto maternal en solitario, los mandatos patriarcales se encuentran muy arraigados en nuestra cultura impuestos para castigar a cualquier mujer que no desee una relación biparental, ya sea a través del matrimonio o de una pareja amorosa, y vivir la maternidad como experiencia única sin la presencia de la figura paterna. Para alcanzar esta opción familiar recurren a las técnicas de reproducción asistida y los procesos de adopción, tanto nacional como internacional. Cuando se hace referencia a la monoparentalidad no sólo se alude a la familia va mucho más allá, es hablar de mujer, de maternidad y de cómo sus derechos las deriva a una posición de subordinación.

Durante el siglo XIX, la pensadora feminista Adrienne Rich rastrea en su obra “Nacemos de mujer. La presencia de la maternidad como institución a lo largo de la historia”, asentada como un pilar fundamental del mundo tal y como lo conocemos, junto a la heterosexualidad obligatoria, para describir cómo se sustrajo el conocimiento y el poder de las personas con capacidad reproductora; cómo se mediatizó la relación con el embarazo y el parto, expropiando saberes, y cómo se construyó la noción de madre en el seno de la familia nuclear pero que no cuenta con ellas. Por otra parte, alude al término de ‘matrofobia’ para considerar la escisión femenina del yo, el deseo de expiar de una vez por todas la esclavitud de nuestras madres, y convertirnos en individuos libres” (Rich, 1996, 310).

Con respecto a la maternidad en solitario, el sistema va a castigar a estas mujeres por negar implícitamente que puedan tener una familia al margen de otro progenitor. Las mujeres solas con hijos a cargo siempre han sido mal vistas, influyendo el nivel socioeconómico en la percepción de la sociedad ante las mujeres solteras por el motivo que sea. La ausencia del padre significa que va a haber un estigma, sin un padre los y las menores podrían tener algún trauma. Sin embargo, estamos en este punto a causa de la violencia institucional que sufrieron muchas mujeres y que abrieron este camino por el hecho de querer ser madres en solitario. Cabe destacar que la maternidad implica unos deberes y cuidados que casi siempre son ejercidos por las mujeres en solitario, aunque tenga una pareja y, a pesar de ello, esta institución se ha encargado de invisibilizar y culpar a estas mujeres que escapan del mandato social. Por tanto, decidir iniciar la maternidad en solitario ha sido una de las mayores transgresiones por parte de las mujeres (FAMS, 2020).

En líneas generales, no es posible hablar de monoparentalidad sin adoptar una perspectiva feminista que permita analizar y estudiar sus dificultades y problemáticas desde la subordinación histórica de las mujeres. Por lo tanto, es necesario integrar en la reflexión y en el diagnóstico cómo influye la lógica del sistema patriarcal en las mujeres que crían solas a sus hijos e hijas sin la presencia de un hombre y en el ejercicio de los derechos sexuales y los derechos reproductivos de las mujeres. Las consecuencias de esta visión hegemónica de legislar a favor de un determinado modelo de familia biparental conllevan invisibilizar la diversidad familiar y, por ende, negar la libertad de la mujer a elegir si desea formar o no una familia y cómo debe ser esta para ser moralmente “aceptable” (Assiego et al., 2019).

El concepto que se utiliza en la actualidad para referirse a este tipo de sistemas familiares es relativamente joven, pues no fue hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX cuando se dieron las condiciones sociales y estructurales necesarias para su aparición en determinados países como Estados Unidos e Inglaterra, así como la manera en la que afectaron a las propias familias monoparentales (Avilés, 2013). Tras la Segunda Guerra Mundial se produce un profundo cambio de valores que favorece la autorrealización de los individuos provocando una evolución hacia otras formas de convivencia, lo que lleva a las mujeres a poder planificar la familia que desean e incluso a desvincularla de un proyecto en pareja (Assiego et al., 2019). 

Lo que caracteriza a las familias monoparentales, en concreto las madres solas por elección, es ser fruto de una opción voluntaria y libremente elegida, y ello las diferenciaría de las madres solteras en el sentido tradicional, mujeres que han tenido hijos e hijas como resultado de relaciones prematrimoniales de los y las que luego el padre se ha desentendido. Solé y Parella hablan de la gineparentalidad de las madres solteras voluntarias, cuya maternidad se insertaría en un conjunto de estrategias vitales que pasarían por la realización personal sin el recurso a la pareja estable y, por tanto, formando parte de un paradigma de parentesco postradicional o posmoderno (citado en Jociles et al., 2008).

Las mujeres que deciden ser madres sin pareja cuentan, principalmente, con dos vías para llevar a cabo su tarea: la adopción y las técnicas de reproducción asistida (Díez, 2015). Estos distintos procesos de acceso a la maternidad entrañan experiencias vitales muy diferentes en lo que se refiere a la cercanía/lejanía de los lugares en que dichos procesos tienen lugar, al tipo de entidades con las que deben ponerse en contacto durante los mismos, a las relaciones que las mujeres mantienen con los y las expertos/as o profesionales de estas entidades, a los sentimientos que embargan a las mujeres en el tiempo de espera, etc. Estas experiencias resultan cruciales para entender ciertas características que estas mujeres presentan y, particularmente, la distinta actitud que adoptan ante la necesidad y/o posibilidad de cambio y, sobre todo, de transformar el trato diferencial de que son objeto con relación a otros modelos familiares (Jociles y Rivas, 2009).

Actualmente no resulta una tarea sencilla poder determinar cuántas de las familias monoparentales están encabezadas por una madre sola por elección debido a la ausencia de perspectiva de género en el abordaje de censos y datos estadísticos sobre familias y hogares. En tal sentido, requieren una profunda revisión metodológica con el fin de captar mejor la diversidad en la composición de los hogares y ofrecer datos fiables a nivel individual (ONU Mujeres, 2019). Es cierto que existe una gran variedad de causas o vías de entrada, permanencia y salida de las situaciones de monoparentalidad que no son captadas a partir del estado civil, una categoría que en definitiva solo caracteriza una situación formal-legalista de los progenitores monoparentales. De este modo, tendrían que incluirse los perfiles, las trayectorias, los análisis de las dinámicas de los grupos monoparentales y en cualquier caso la realidad de estas familias (Almeda y Di Nella, 2011).

Entre los principales cambios demográficos en el contexto español y que afectan a lo que se conoce como familias monoparentales-monomarentales, pueden señalarse, entre otros, el menor número de matrimonios, el incremento de la convivencia, el aumento de las tasas de separación y divorcio o el incremento de hogares unipersonales (CEET, 2012). De este modo, se comenta la transformación socio-demográfica más destacada en la dinámica de formación de la familia o sea la maternidad en solitario, que está experimentando un importante aumento en su visibilidad estadística y social, enmarcadas en las familias monoparentales.

Por otra parte, es necesario recalcar que el Derecho europeo no dispone de una normativa expresa sobre la autonomía reproductiva de las mujeres. No obstante, los atentados contra esta se han canalizado a través del derecho a la vida privada de manera que a través de la protección de este derecho se ha dado una protección indirecta de aquella. Atendiendo a esta consideración, no existe ningún documento vinculante que comprenda la visibilidad, reconocimiento y protección de la autonomía reproductiva a nivel europeo, lo que constituye una muestra del sesgo androcéntrico, y sólo recientemente están siendo incorporadas al discurso jurisprudencial. En lo referente a los derechos específicos de las mujeres en el ámbito de la reproducción, se parte de una óptica igualitarista en la que hombres y mujeres deben tener el derecho intangible de adoptar decisiones sobre las cuestiones sexuales y reproductivas en condiciones de igualdad. Por tanto, no se estarían tomando en cuenta las dificultades que tienen las mujeres a la hora de adoptar sus decisiones reproductivas de forma libre. Tampoco se precisa si el derecho a la salud sexual y reproductiva abarca el derecho a beneficiarse de las técnicas de reproducción asistida (González, 2015).

A modo de conclusión, la institución de la maternidad sigue influyendo negativamente en la decisión deliberada del proyecto maternal en solitario ante la presencia de normas heteropatriarcales y los roles sociales asignados a hombres y mujeres, provocando la minusvaloración de las familias monoparentales por elección. Así pues, las mujeres que encabezan esos modelos familiares siguen sufriendo estigmatizaciones e invisibilidad, dado que excluyen la figura paterna y la reproducción sexual patriarcal en la panificación de su maternidad, quebrantando los códigos de la familia nuclear a través de las técnicas de reproducción asistida o la adopción.

El movimiento feminista ha sido crucial en la transgresión de las familias monoparentales: por una parte, vincula la reproducción biológica y social como el sustento del sistema patriarcal que arrebata la autonomía de las mujeres y oculta sus condiciones de desigualdad y dominación masculina. Y, por otra parte, reivindica la lucha por los derechos de las mujeres, logrando su independencia y su participación en la sociedad y su capacidad para criar en solitario a sus hijos e hijas, sin depender del “cabeza de familia”, que históricamente representaba legalmente a las mujeres y tomaba las decisiones sobre los y las menores. Los aportes feministas también han sido necesarios para generar cambios sociales y políticos hacia la igualdad de mujeres y hombres, así como para replantear nuevas formas de atender los problemas sociales, éticos y legales que surgen con el cambio del paradigma reproductivo, ya que antiguamente la maternidad estaba ligada fundamentalmente a la biología.

BIBLIOGRAFÍA

Almeda Samaranch, Elisabet y Di Nella, Dino. (2011). Monoparentalidad, género y bienestar. Colección familias monoparentales y diversidad familiar, 2(11), 93-123. Recuperado de http://www.ub.edu/tiifamo/wp-content/uploads/2014/11/volumen2_cap5.pdf.

Assiego Cruz, Violeta et al. (2019). Madres y punto: la realidad invisible de la monoparentalidad en España: desde las prácticas sociales a la voz de las madres. Madrid: Federación de Asociaciones de Madres Solteras. Recuperado de http://familiasmonomarentales.es/wp-content/uploads/2019/12/Estudio-FAMS-Mujeres-y-Punto.pdf.

Avilés Hernández. (2013). Origen del concepto de monoparentalidad: un ejercicio de contextualización sociohistórica. Papers: Barcelona, 98(2), 263-285. Recuperado de https://papers.uab.cat/article/view/v98-n2-aviles.

Centro de Estudios Económicos Tomillo. (2012). Estudio sobre familias formadas por una sola persona adulta con hijo(s) y/o hija(s) a su cargo: diagnóstico y propuestas. Madrid: Instituto de la Mujer. Recuperado de https://www.inmujeres.gob.es/areasTematicas/estudios/estudioslinea2013/docs/FamiliasFormadas.pdf.

Díez López, Marta. (2015). Familias de madres solas por elección como contextos para el desarrollo infantil. (Tesis doctoral). Depósito de Investigación Universidad de Sevilla. Recuperado de https://idus.us.es/handle/11441/31006.

Federación de Asociaciones de Madres Solteras. III Congreso familias monoparentales: entre redes y cuidados, tejiendo oportunidades. Bloque 3. Maternidades y feminismo. El estigma de madres solteras. (2020). Madrid: Ministerio de sanidad, consumo y bienestar social. Recuperado 18 de marzo de 2021 de https://www.youtube.com/watch?v=ezDhU8Nei_8.

González Moreno, Juana María. (2015). Autonomía reproductiva y derecho. Un análisis de los marcos jurídicos internacional, europeo y español desde la teoría jurídica feminista. (Tesis doctoral). Depósito de Investigación Universitat Autònoma de Barcelona. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=117403.

Jociles, María Isabel y Ana María Rivas. (2009). Entre el empoderamiento y la vulnerabilidad: la monoparentalidad como proyecto familiar de las MSPE por reproducción asistida y adopción internacional. Revista de Antropología Social, 18, 127-170. Recuperado de https://revistas.ucm.es/index.php/RASO/article/view/RASO0909110127B

Jociles, María Isabel et al. (2008). Una reflexión crítica sobre la monoparentalidad: el caso de las madres solteras por elección. Portularia: Huelva, 8(1), 265-274. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2797266.Rich, Adrienne (2019). Nacemos de mujer. La maternidad como experiencia e institución. Traficantes de sueños. Recuperado de https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/map54_Rich_web_2.pdf.

Málaga, 19 de julio de 2022

Gabriela Orrego Sánchez
Trabajadora Social- estudiante del máster universitario de Igualdad y Género. Universidad de Málaga.

Laura Domínguez de la Rosa
Profesora contratada doctora. Departamento de psicología social, trabajo social y servicios sociales y antropología social.
Universidad de Málaga

Las redes sociales online constituyen una parte fundamental de nuestra cotidianidad. Desde que las tenemos al alcance de nuestros teléfonos móviles se han hecho indispensables para el correcto desarrollo de las interacciones sociales. A través de estas, no sólo tenemos la posibilidad de mantener una conexión continua con nuestros contactos, sino que también podemos diseñar nuestra propia plataforma de autorrepresentación en la que exponemos al público nuestra identidad en función de lo que deseamos o no deseamos mostrar (Renau et al., 2012).

Tal es su importancia en nuestro día a día, que la falta de participación en las mismas te excluye de algunas circunstancias y situaciones que inevitablemente requieren de su uso, y ante nuestro natural instinto de pertenencia social, la tendencia a la cibernavegación se incrementa a niveles impensables. De acuerdo con Flores y Browne (2017), el tiempo dedicado a la navegación y la creación de nuevos perfiles va en aumento continuo, puesto que se calcula que un 75% de los y las cibernautas menores de veinticinco años disponen de una cuenta en alguna red social. Además, los autores enfatizan en la importancia que la juventud le otorga a dichas plataformas, al considerarlas esenciales para el mantenimiento de una vida social satisfactoria.

Si bien son innegables las facilidades que ofrecen y los múltiples beneficios que suponen, es indiscutible que la dinámica bajo la cual operan no es del todo tan buena, pues a estas alturas ya son bien conocidos algunos de los inconvenientes más frecuentes que apelan principalmente a la población más joven. Adicciones, problemas de privacidad, uso de la información personal, discursos de odio, discriminación, ciberacoso, entre muchos otros problemas se han convertido en el pan de cada día, y haciendo un análisis desde la perspectiva de género, fácilmente podemos localizar infinidad de desigualdades y violencias que impactan a las mujeres a niveles claramente destacables.  

Para identificar el origen de dichas desigualdades en un entorno a primera vista inofensivo es necesario remitirnos a los años setenta, época en la que el sociólogo Pierre Bourdieu acuña el término “violencia simbólica” para referirse a un tipo específico de dominación social en el que las personas sujetos oprimidas no son conscientes de la violencia ejercida. La realidad es que este tipo de violencia es difícil de identificar debido a que opera, como su propio nombre lo indica, en un campo simbólico que no requiere de expresiones físicas, pues se basa en la imposición de significaciones supuestamente inofensivas e incluso necesarias para la supervivencia que actúan como medio de comunicación y entendimiento del mundo social (Bourdieu, 2002).

Pero ¿Qué tiene que ver esto con las redes sociales? Pues bien, más de lo que nos imaginamos. Si analizamos la creciente popularidad de la autorrepresentación virtual, sumada a la sobreexposición de imágenes, la mercantilización corporal y la imitación de determinados referentes estéticos, nos daremos cuenta de que esto ha pasado a convertirse en una dinámica naturalizada de expresiones egocéntricas y neonarcicistas que generan graves consecuencias (Finol y Hernández, 2015).

Más allá de un inofensivo juego exhibicionista, estos patrones de comportamiento virtual esconden interacciones asimétricas plagadas de estereotipos de género en el que se aprecian claras diferencias en el tipo de representación que se le otorga a hombres y mujeres, pues, mientras los chicos publican fotografías que transmiten fuerza (focalizando la musculatura), las chicas publican imágenes que realzan la belleza y la feminidad (labios, piernas, escote, etc.) (Flores y Browne, 2017). Tal y como opera la violencia simbólica, estas manifestaciones parten de concepciones altamente diferenciadas entre sexos, estableciendo líneas fronterizas que determinan las significaciones de la feminidad y la masculinidad (significaciones usualmente limitantes y excluyentes).  

El papel de la imagen en la reproducción de estereotipos es en definitiva de las más influyentes, ejemplos de ello podemos encontrarlo en aplicaciones o apps de citas, como Tinder. Según explica la periodista Beatriz Serrano (2019), este tipo de redes en repetidas ocasiones han antepuesto sus intereses comerciales por encima de la integridad de sus personas usuarias, exponiendo a las mismas a un juego de mercantilización estética. A diferencia de las compañías competidoras como OkCupid o Meetic, Tinder premia la imagen sobre el discurso, imágenes estereotipadas cuyo éxito en la búsqueda del amor dependerá del cumplimiento de los normotipos corporales. ¡!Ojo a este último dato! porque ya no sólo estamos hablando de dinámicas ejercidas por las propias usuarias y los propios usuarios, sino de manipulaciones algorítmicas discriminatorias que pueden ser controladas por las mismas compañías.

El siguiente planteamiento ante estos hechos podría ser: ¿Cómo se traduce esto en violencia? Y la respuesta está en las consecuencias que se generan. De acuerdo a las investigaciones de Cohen et al. (2017) la cantidad de tiempo que la juventud destinan a la visualización de imágenes consideradas atractivas se relaciona de manera directa con la insatisfacción corporal, siendo las plataformas enfocadas en la fotografía, aquellas que más promueven la internalización de los ideales de delgadez. El problema se agrava cuando analizamos la relación de estas dinámicas con determinados trastornos de la conducta. Tabares (2020) confirma el gran riesgo que suponen tanto en la aparición como en el agravamiento de los TCA (Trastornos de la Conducta Alimentaria), haciendo énfasis en la bulimia y la anorexia.

Ahora bien, los TCA no son los únicos problemas que retoman protagonismo, puesto que incluso están apareciendo nuevos tipos de Trastornos como consecuencia directa de la sobreexposición de imágenes y la autocontemplación corporal. “Dismorfia de Snapchat” es el nombre otorgado al trastorno dismórfico que genera en las personas usuarias una obsesión por modificar su apariencia según la imagen perfeccionada que visualizan de sí mismos a través de los filtros. Sarabia (2018), sostiene que este es experimentado por alrededor de un 2% de la población y se agrupa dentro del Espectro Obsesivo Compulsivo. Como era de esperarse, esto ha provocado un aumento de pacientes en las clínicas estéticas estadounidenses.

Vemos pues, como aquello que comienza como un patrón simbólico en el que los y las sujetos supuestamente de manera libre e independiente expresan su identidad y muestran al mundo la mejor versión de sí mismos ajustando a su gusto la pose, el filtro y el encuadre (Murolo,2015), trasciende posteriormente a consecuencias en la salud física y mental. Es justo de esta manera como trabaja la violencia simbólica, cuya aparente normalidad constituye su arma más letal, convirtiendo en cómplices a las propias personas oprimidas, todo ello a través de un proceso sincrónico de desconocimiento y reconocimiento que legitima la desigualdad (Fernández, 2005).

 Es de vital importancia recalcar que son las mujeres las que se ven mayormente afectadas ante esta situación. Peris et al., (2016) señalan que la histórica presión sociocultural bajo la cual han estado sujetas las convierte en un perfil de riesgo emocional muy diferente al de los hombres. De hecho, el propio Pierre Bourdieu decidió extender el concepto de violencia simbólica hacia la dominación masculina, al considerar que las asimetrías en la jerarquización designadas a los sexos permitían comprender con claridad la economía de los intercambios simbólicos (Bourdieu, 2000). En efecto, son las mujeres las que mayormente han soportado el peso de la normatividad estética, en un intento por definir su “feminidad” bajo restrictivos cánones sociales.

Desafortunadamente, dichos patrones de violencia hacia las mujeres no se ven reproducidos únicamente en la imagen sino también en el discurso. Basta con navegar por plataformas como Reddit, Forocoches, Varones Unidos o mgtow.com para encontrarse con infinidad de debates degradantes y sexualizados hacia estas. Philips (2019) manifiesta que el ataque hacia el movimiento feminista se hace aún más evidente, pues son habituales los insultos, las burlas y hasta las amenazas de muerte o violación. Pero no es necesario adentrarse en estos foros no tan conocidos para descubrir que el discurso en las redes sociales no va precisamente a favor de las mujeres, si nos trasladamos a Instagram, una de las redes más populares del momento, también encontraremos disparidades.

De acuerdo a una investigación publicada por la universidad de Columbia en el año 2018, los hombres tienen 1,2 veces más probabilidades de percibir mensajes y comentarios positivos en sus fotografías, además, las publicaciones de las mujeres reciben cada vez menos representación pese a constituir la mayoría de la muestra. Según afirman los investigadores, los algoritmos absorben patrones repetitivos y los reproducen a gran escala, contribuyendo así a la invisibilización de la participación femenina (Stoica et al., 2018). No bastando con esto, si redirigimos la mirada a Facebook, otra de las redes sociales más populares, nos toparemos con algunos registros de demandas impuestas por discriminación, tal y como ocurrió en el año 2019 al descubrirse que algunos de sus anuncios publicitarios, en relación a servicios financieros e inmobiliarios, se publicaban con menos frecuencia a las personas usuarias de bajo interés mercantil, para lo cual se tenía en cuenta la raza, la nacionalidad y, como era de esperarse, el género, traduciéndose esto en menores oportunidades de crecimiento financiero para las mujeres (Pinto, 2019).

Una mirada desde el Trabajo Social

Habiendo analizado todo lo anterior nos queda preguntarnos ¿Qué papel cumple el Trabajo Social en toda esta problemática? La realidad es que aún queda bastante camino por recorrer para dar respuesta a dicha cuestión, no obstante, atendiendo a la promoción de la igualdad y la justicia social como principios fundamentales de la profesión, nuestra implicación se hace ineludible, ya que además de constituir una problemática de índole social, del nivel de comprensión de esta dependerá la efectividad del accionar profesional.

Algunas de las redes sociales mencionadas con anterioridad conforman espacios dinámicos, de fácil accesibilidad y gran capacidad de adaptación al cambio que representan una gran oportunidad en el marco de la intervención. Además, la propia naturaleza bajo la cual operan actúa en gran parte a nuestro favor, ya que su alta capacidad de difusión facilita la puesta en marcha de acciones de mayor alcance que refuercen algunos de los pilares básicos de la disciplina como la ampliación de redes apoyo y el fortalecimiento de las interacciones sociales.

Tal y como se ha venido señalando, es indispensable tener en cuenta que nos enfrentamos a un medio que en sí mismo constituye un espacio de riesgo ante la reproducción de estereotipos y formas de discriminación, sin embargo, las intervenciones que se planteen no deben estar dirigidas a la demonización de estos medios, sino a la concienciación respecto a las oportunidades que ofrecen. Se trata simplemente de aprender a sacar provecho de estas plataformas de la forma correcta y enseñarle a la comunidad a utilizarlas de manera consciente, responsable y bajo una perspectiva de género.  Cabe resaltar que sólo adentrándonos en el mundo de las redes sociales desde el punto de vista de las personas usuarias que la utilizan, podremos construir planes de acción verdaderamente atractivos para la comunidad más joven.

Ante la polivalencia que caracteriza a la profesión, la aparición de nuevos tipos de violencia a raíz de las dinámicas virtuales no constituirá un impedimento en nuestro desarrollo, ahora bien, la improvisación no es la solución, por lo que ello no nos exime de hacer frente a los cambios sociales mediante el replanteamiento continuo de nuestro de accionar. Ahora más que nunca se hace necesaria una revisión profunda de nuestras metodologías clásicas y su efectividad en las problemáticas sociales emergentes. Como bien afirmaba Arriazu (2007) la inmersión en nuevos terrenos de investigación inevitablemente implicará épocas de incertidumbre e inseguridad profesional, sin embargo, teniendo en cuenta el terreno en el que se pretende ahondar, nuestra motivación debe basarse en las infinitas posibilidades ya señaladas.

BIBLIOGRAFÍA

Arriazu, R. (2007). ¿Nuevos medios o nuevas formas de indagación?: Una propuesta metodológica para la investigación social on-line a través del foro de discusión. Forum: Qualitative Social Research, 8 (3), 1-17.

Bourdieu, P. (2000). La domination masculine. Editorial Anagrama. 

Bourdieu, P. (2002). lección sobre la lección. Editorial Anagrama.

Cohen, R., Newton-John, T. & Slater, A. (2017). The relationship between facebook and instagram appearance- focused activities and body image concerns in young women. Imagen corporal, 23, 183-187. https://doi.org/10.1016/j.bodyim.2017.10.002

Fernández, J. (2005). La noción de violencia simbólica en la obra de pierre bourdieu: una aproximación crítica. Cuadernos de trabajo social, 18, 7-31.

Finol, J. & Hernández, J. (2015). Sociedad del espectáculo y violencia simbólica: Las nuevas formas de la violencia en el discurso mediático. Espacio Abierto, 24(2), 349-369.

Flores, P. & Browne, R. (2017). Jóvenes y patriarcado en la sociedad TIC: Una reflexión desde la violencia simbólica de género en redes sociales. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 15(1), 147-160.

Murolo, N. (2015). Del mito del narciso a la selfie. una arqueología de los cuerpos codificados. Palabra Clave, 18(3), 676-700.

Peris, M., Maganto, C. & Garaigordobil, M. (2016). Escala de Autoestima Corporal: Datos psicométricos de fiabilidad y validez. Revista de psicología clínica con niños y adolescentes, 3(2), 51-58.

Phillips, A. (2019, 7 de marzo). 24 horas en la internet machista. La Vanguardia. https://www.lavanguardia.com/tecnologia/20190308/46865478527/dia-de-lamujer trabajadora-8-marzo-8m-huelga-feminismo-internet-machismo.html 

Pinto, T (2019, 18 de noviembre). Facebook afronta otra demanda por orientar sus anuncios de forma discriminatoria. El País. https://elpais.com/tecnologia/2019/11/13/actualidad/1573669848_630951.html

Renau, V., Carbonell, X. & Oberst, U. (2012). Redes sociales online, género y construcción del self. Aloma, 30 (1) , 97- 107.

Sarabia, D. (2018, 6 de agosto). La “dismorfia de Snapchat”: operarse para ser como tú “yo” del filtro. El Diario. https://www.eldiario.es/tecnologia/dismorfia-snapchatquerer-parecerte-filtro_1_1987028.html

Serrano, B. (2019, 23 de mayo). Proposiciones indecentes, insultos y “ghosting”: por qué los hombres pierden la educación en Tinder. El País. https://smoda.elpais.com/placeres/sexo/proposiciones-indecentes-insultos-yghosting-por-que-los-hombres-pierden-la-educacion-en-tinder/

Stoica, A. A., Riederer, C., & Chaintreau, A. (2018, April). Algorithmic Glass Ceiling in Social Networks: The effects of social recommendations on network diversity. In Proceedings of the 2018 World Wide Web Conference (pp. 923-932).Tabares, S. (presentadora). (2020, 3 de junio). Redes sociales, el nuevo espejo de los trastornos de la conducta alimentaria [Capítulo 74]. Cadena Ser. https://cadenaser.com/emisora/2020/06/02/radio_valencia/1591083829_979456. htm

Granada, 13 de julio de 2022

Gema Ruiz Rodríguez
Trabajadora Social. Zonas desfavorecidas. Diputación de Granada

Gema Ruiz Rodríguez, diplomada en Trabajo Social por la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Granada 2008-2011. Experta en Discapacidad 2012 por la Universidad de Granada, Máster en Mediación por la Universidad de Granada 2013-2015 y Experta en Pérdida y Duelo por la Universidad de Almería en 2018.

En su trayectoria profesional destaca la intervención con mujeres migrantes, jóvenes en riesgo de exclusión social y personas en situación de dependencia.

En este artículo se quiere dar a conocer un proyecto ecofeminista para llevar a cabo en Zafarraya, un pequeño pueblo de 2.120 habitantes* de la provincia de Granada, Andalucía (España). Un grupo de mujeres pretende crear una sociedad cooperativa dedicada a generar pellet como combustible para las estufas y/o calderas con los residuos de piñas de pino silvestre. 

Llevar a cabo este proyecto liderado por mujeres habitantes del territorio supone un paso más hacia el movimiento ecofeminista en España, dimensión poco conocida entre proyectos feministas del país. El interés hacia esta corriente pone de manifiesto el capitalismo natural, tan necesario en el actual sistema capitalista para pasar de la economía de consumo a la economía de servicios y reinvertir los beneficios en la mejora e implementación de los recursos naturales.


*https://www.ine.es/jaxiT3/Datos.htm?t=2871


Propuesta

La Directiva 2009/28/CE relativa al fomento del uso de la energía procedente de fuentes renovables, define la biomasa como “la fracción biodegradable de los productos, desechos y residuos de origen biológico procedentes de actividades agrarias (incluidas las sustancias de origen vegetal y de origen animal), de la silvicultura y de las industrias conexas, incluidas la pesca y la acuicultura, así como la fracción biodegradable de los residuos industriales y municipales”.

En los últimos años, a medida que ha ido aumentando la explotación del inmenso potencial disponible y se ha ido consolidando un mercado para la biomasa, aumentando los agentes implicados y los volúmenes comercializados, se han acrecentado los esfuerzos por estandarizar y certificar la calidad de este tipo de combustibles, principalmente las astillas y los pellet (normas ISO 17225), habiendo incluso estudios recientes (BIOMASUD) y normas específicas que también se dirigen a residuos como los huesos de aceituna y las cáscaras de frutos (normas UNE-164003 y UNE-164004, respectivamente).

El municipio de Zafarraya ha sido declarado “Lugar de Importancia Comunitaria” (LIC) según la información de los espacios Red Natura 2000 remitida por el MITECO a la Comisión Europea*. Este pequeño pueblo se encuentra situado entre la transición entre la Axarquía malagueña y la tierra de Alhama; es el accidente geográfico que corta y separa las pantallas rocosas de las sierras de Alhama y Tejeda y abre camino natural entre el Poniente Granadino y el litoral mediterráneo en el área geográfica del Poniente Granadino. Desde el punto de vista de su comarcalización, se incluye en la comarca del Poniente Granadino. Tiene una superficie de 21 km2, la distancia a la capital es de 79 km. Limita al norte con Loja, al este con Alhama de Granada y al sur con la provincia de Málaga.    


*Decisión de ejecución (UE) 2021/159 de la Comisión de 21 de enero de 2021, publicada en el Diario Oficial de la Unión Europea el 15 de febrero de 2021.


Comparativamente el sector agrícola en Zafarraya supone un gran porcentaje respecto al total provincial. Consecuencia de ello es la gran actividad agrícola existente en la zona.

La principal idea a llevar a cabo para desarrollar el presente proyecto es generar pellet con residuos de piña de pinos silvestres de las principales sierras que rodean el polje natural de Zafarraya (paisaje kárstico), el mayor de la península ibérica y uno de los más importantes de Europa. Los pellet son pequeños cilindros de 6 a 12 mm de diámetro y de 10 a 30 mm de longitud hechos con serrín, astillas u otros residuos comprimidos que pueden utilizarse como combustibles.

En la actualidad, la producción de pellet sólo se produce en la industria maderera, en España concretamente en las zonas del norte como Cantabria, Castilla y León o el País Vasco. 

El estudio de las especies de pinos del Llano de Zafarraya hace constatar que es viable extraer de las piñas serótinas del pino carrasco dicho residuo para la producción de pellet ya que éstas sólo se abren en caso de incendio o de temperaturas muy elevadas (mayores de 50ºC)  y generan no sólo fuego sino que cuando hay una sequía fuerte impide la hidratación que favorecen su inflamabilidad como estrategia adaptativa.

El pellet lo podemos utilizar tanto para calefacción como agua caliente. Para su uso, se utilizan estufas o calderas especiales para pellet resultando muy cómodas y muy fáciles de usar.

Las ventajas del pellet son las siguientes: 

  • Al ser un producto 100% natural no mancha, ni es tóxico ni contamina ya que es Biomasa CO2 neutro.
  • No requiere de la tala de árboles ya que procede del serrín, por lo que se convierte en un consumible totalmente ecológico.
  • No tiene fecha de caducidad. La única condición que requiere el pellet para su cuidado y perdurabilidad es que se guarde en un lugar seco. 

Diseño de la metodología

Búsqueda bibliográfica en Google Académico con palabras clave como: ecofeminismo, biomasa, desarrollo sostenible, capitalismo natural, principio de precaución, economía de servicios. 

Posteriormente se efectúa lectura detallada de  los artículos y se recaba información para abordar la temática. 

Para llevar a cabo el proyecto se crea un grupo autogestionado de 10  mujeres ecofeministas residentes en el municipio concienciadas con el cuidado medioambiental, la problemática ecológica, el cuidado de la salud y la necesidad de adecuar la economía a las necesidades de las personas así como luchar hacia una transición de modelo de desarrollo económico sostenible. Tras diversos encuentros y reuniones se genera compromiso y cohesión humana entre las integrantes del grupo lo que permite trazar una estrategia y un posterior plan de actuación sobre la viabilidad, sustentabilidad, productividad y rentabilidad del proyecto. 

En primer lugar se asesoran con personas emprendedoras para poder preguntar dudas, conocer sus experiencias y escuchar recomendaciones que les pueden ser útiles para ir alternando obstáculos.

En segundo lugar, contando con el  asesoramiento del área de emprendimiento de la Cámara de Comercio de Granada, elaboran un diagnóstico de evaluación socioeconómica cuyas variables serán: 

  • A nivel organizacional: conocimiento del y/o la cliente, de la competencia, función de mercado, búsqueda  de clientes potenciales a través de las TIC (tecnologías de la información y comunicación), adecuar el producto y diferenciarlo del resto, información para la elaboración técnica de pellet de biomasa (humedad del material, homogeneización de la materia prima y utilización de aditivos, alimentación frecuencial, maquinaria) difusión a través de marketing digital, cronograma de trabajo (recursos humanos y recursos materiales).
  • A nivel de búsqueda de apoyos y desarrollo social: ocupación de la mano de obra de la zona, cualificación de la mano de obra de la zona, mantenimiento de infraestructuras, capacidad productiva, desarrollo local y comunitario, proyecto con fuerte responsabilidad social, educación medioambiental y mejora del ecosistema. 

Evaluando la estrategia y plan de actuación se procede a elaborar  un plan de trabajo productivo y un plan de negocio que tras un compromiso cooperante permitirá que se proceda a llevarlo a cabo siendo flexible y susceptible de cambios en función de su progreso.  Individualmente cada integrante de la cooperativa depositará una cantidad de capital financiero que, sumado al importe que se consiga de los apoyos sociales tras una difusión del proyecto a éstos, será el punto de partida para poder empezar con los primeros gastos de inversión. 

¿Para qué un proyecto ecofeminista?

El ecofeminismo plantea una actitud de prudencia hacia la tecnocracia y hace algunas propuestas en el ámbito de la salud como son:

  • Estilo de vida saludable. 
  • Vegetarianismo y soberanía alimentaria. 
  • Autonomía del cuerpo y derechos sexuales y reproductivos. 
  • Preocupación por los entornos saludables.

Las condiciones ambientales causan entre el 20-25% de muertes al año en todo el mundo. En el Estado Español se dan 16.000 muertes prematuras al año por enfermedades derivadas de la contaminación del aire.

Los pesticidas tóxicos, los disruptores hormonales o la contaminación ambiental son ejemplo de cómo la calidad ambiental  repercute en la salud, especialmente en las mujeres.

¿Por qué es importante el ecofeminismo?

El análisis feminista pone de manifiesto que, en prácticamente todas las culturas y a lo largo de la historia, quienes han cuidado esos cuerpos vulnerables han sido las mujeres y lo han hecho en espacios que el modelo hegemónico se ha encargado de invisibilizar y desvalorizar. Este espacio invisible y sin valor, que se ha construido activamente como tal (De Sousa Santos, 2011) es el espacio de los hogares que son verdaderos núcleos de producción de bienes y servicios imprescindibles para que pueda darse la vida humana Nuestras sociedades siguen siendo patriarcales y esto se mantiene gracias a los procesos de socialización de niños y niñas que transmiten de manera explícita e implícita y a través de todos los dispositivos sociales, que quienes deben encargarse de mantener la vida son quienes la dan y esto justifica la separación sexual del trabajo, del espacio y del poder. Precisamente porque el modelo actual de desarrollo no tiene en cuenta esta perspectiva es por lo que el ecofeminismo afirma que este es un modelo ecocida, porque destruye naturaleza; es patriarcal, porque utiliza el trabajo hecho en los hogares invisibilizándolo y sustrayéndole la plusvalía que genera en forma de tiempo de cuidado. Esto lo convierte en esencialmente injusto. (Herrero, 2016)

¿Qué resultados persigue el proyecto?

  • Concienciar a la población del municipio sobre la importancia que tiene la energía renovable para proteger el medioambiente.
  • Transmitir la importancia entre el crecimiento económico, el cuidado del ecosistema y el bienestar social, valorando el impacto en la salud de las personas, en especial la salud de las mujeres biológicamente más vulnerables ante la contaminación medioambiental. 
  • Reinvertir los  beneficios en la mejora e implementación de los recursos naturales.
  • Elaborar el producto empleando un único material  “bio”, a fin de simplificar los procesos de reciclaje.
  • Apoyar  las nuevas tecnologías para mejorar la eficiencia del producto.
  • Generar empleo entre las mujeres del territorio a corto, medio y largo plazo contribuyendo al emprendimiento rural femenino. 
  • Instaurar el principio de sororidad como base del ecofeminismo. 
  • Participar en foros y encuentros sobre políticas de género y ecología.
  • Contribuir al empoderamiento de las mujeres del municipio facilitando el acceso al empleo. 
  • Generar las oportunidades necesarias para fomentar y consolidar la participación de las mujeres en todos los espacios públicos.

Bibliografía: 

Málaga, 29 de junio de 2022

Irene Fernández Hernández
Trabajadora Social

Almudena Macías León
Profesora del Área de Trabajo Social y Servicios Sociales, Universidad de Málaga

El abuso sexual en la infancia y la adolescencia constituye una de las formas de maltrato infantil más graves que existe, dejando consecuencias devastadoras a corto y largo plazo en la vida del/la menor. No es un problema reciente, sino que ha existido siempre. Se trata de un tema tabú, una pandemia silenciada, se ve como un crimen y no se piensa que pueda ocurrir a nuestro alrededor, por lo que se evita hablar de ello. Pero la realidad es que uno de cada cinco niños, niñas o adolescentes ha sufrido abuso sexual infantil antes de cumplir los 17 años (OMS, 2020) y en más del 50% de los casos, se ha producido antes de los 12 años (Save the Children, 2021).

La Organización Mundial de la Salud (1986) define el abuso sexual infantil (ASI) como la situación en la que “un niño es víctima de un adulto, o de una persona evidentemente mayor que él con fines de satisfacción sexual”. En este sentido, se considera abuso sexual en la infancia, “involucrar a un niño, niña o adolescente en actividades sexuales que no llega a comprender en su totalidad, a las cuales no está en condiciones de dar consentimiento informado o para las cuales es evolutivamente inmaduro” (Rebels, 2021).

Hoy en día, aunque se está visibilizando más y se está concienciando más del impacto del abuso sexual en la infancia y la adolescencia a través de los medios de comunicación de masas, las redes sociales y la opinión pública en general, favoreciendo así su detección; esto no es suficiente, sigue siendo una realidad oculta. Es un problema que afecta a todas las culturas y clases sociales y que, si no se detecta a tiempo, conlleva graves consecuencias para la víctima que pueden perdurar a lo largo de la vida. 

Tanto familias como profesionales se horrorizan al hablar del tema, dificultando así su detección. Ya que, como se ha mencionado anteriormente, es necesario una detección temprana para evitar que las consecuencias a corto y largo plazo se agraven.

Por ello, es necesario normalizar hablar de ello, así como ampliar la formación de los/as profesionales y de las familias para que así puedan prevenir que se produzcan casos de este tipo.

No obstante, la detección del abuso sexual es complicada, ya que la mayoría de los casos se producen en el ámbito familiar y por las personas más cercanas al menor, provocando su silenciamiento. Pero más se complica si se viven situaciones como la del periodo de pandemia. Según UNICEF (2020), los/as niños/as están más expuestos, en este caso, al abuso sexual cuando “cierran escuelas, se interrumpen los Servicios Sociales y Centros Médicos y se restringen los desplazamientos”, que es lo que ha ocurrido debido a la pandemia provocada por la Covid-19. Además de la familia, las escuelas y los centros médicos son los principales puntos de detección de cualquier situación de maltrato, ya que son los/as profesionales que más contacto tienen con los niños, niñas y adolescentes. 

Este artículo se basa en los resultados de un TFG (Fernández, 2021) que se presentó en el Grado de Trabajo Social. El objetivo del mismo era conocer la problemática del abuso sexual infantil en el ámbito intrafamiliar. Para conseguir este objetivo, se indaga sobre los posibles factores e indicadores de riesgo y protección. Ya que, como dijo Rutter (1999), cuanto más conocimiento se tenga de estos factores, mayor probabilidad de actuar con anticipación y así poder cambiar las condiciones que exponen a los/as personas menores de edad a sufrir daños.

Asimismo, se analizaron los recursos existentes en Andalucía para atención a menores víctimas de abuso sexual y el protocolo de actuación que se lleva a cabo en estos casos desde la perspectiva del Trabajo Social. En este artículo se presentan parcialmente algunos de los resultados del mismo. 

Para obtener dichos resultados, se llevó a cabo una revisión bibliográfica en la cual se consultaron diversos estudios sobre la problemática. Además, se entrevistaron a varias profesionales del ámbito social con el fin de contrastar y comparar los resultados obtenidos en las mismas con los de los estudios revisados.

Dicho esto, existen una serie de factores de riesgo que, aunque no sean determinantes, hay que tenerlos en cuenta a la hora de evaluar el abuso sexual infantil. A través de las entrevistas realizadas en el TFG (Fernández, 2021), se obtuvo como resultados que, entre los factores de riesgo más comunes entre las víctimas de abuso sexual, destacan el incremento del uso de las redes sociales por los niños/as y adolescentes, las familias desestructuradas, la pobreza, el aislamiento social, la discapacidad, la carencia de afecto, el consumo de alcohol y drogas, etc.

Sin embargo, se puede llegar a pensar que el sexo y la clase social son también factores de riesgo. Pero la realidad es que ni la cultura ni la clase social son factores determinantes.

Al igual que el sexo, que según Gil (1997), Vázquez Mezquita y Calle (1997), el hecho de ser niña si es un factor de riesgo, ya que, en los casos de abuso sexual intrafamiliar, la mayoría de los agresores son hombres heterosexuales. Pero, según las respuestas obtenidas a través de las entrevistas, el sexo no sería un factor de riesgo puesto que hay años donde predominan los casos en niños y otros años donde predominan los casos en niñas.

Tras los resultados expuestos, se llegó a la conclusión de que para evitar que se produzcan casos de abuso sexual hay que trabajar en disminuir los factores de riesgo y fomentar los de protección como son las habilidades de autoprotección, la alta autoestima, la comunicación entre progenitores e hijos/as, integrar socialmente al/la menor y sus progenitores, la supervisión de los progenitores, etc. 

También, es muy importante que haya una adecuada coordinación entre las instituciones dedicadas a trabajar con menores, para que la intervención se realice de la mejor forma posible y el/la niño/a sufra el menor daño posible.

Y, en cuanto al papel del Trabajo Social y de la familia, ambos son de vital importancia en el proceso de intervención del/la menor. Ya que, en el primer caso, los/as trabajadores/as sociales realizan diversas funciones en beneficio y protección de la persona menor de edad y su entorno familiar. Y en el segundo caso, porque la familia es el punto de apoyo de los/as niños/as y adolescentes, su figura de referencia, y, sin ésta, los avances del/la menor podrían verse afectados.

A modo de conclusión, he de decir que la búsqueda de bibliografía referente al abuso sexual no ha sido compleja, se han encontrado numerosos documentos, pero si que ha habido dificultad a la hora de encontrar información y estadísticas recientes, teniendo que ampliar el campo de búsqueda a los últimos diez años.

Dicho esto, se ha podido comprobar a lo largo de la investigación realizada, que hay poca información entre la población acerca del abuso sexual, sobre cómo detectarlo, cuáles son sus consecuencias y qué factores de riesgo y protección predominan en estos casos. Todo ello se debe a la escasa formación de los/as profesionales y de las familias.

La mayoría de las personas entrevistadas para el TFG (Fernández, 2021), coinciden en la importancia del Trabajo Social en la intervención de este problema y en cómo esta profesión ha de coordinarse y trabajar de manera interdisciplinar con otros/as profesionales de diferentes ámbitos para poder realizar la intervención de manera eficaz.

La clave para erradicar esta problemática está en prevenir, detectar y saber actuar. Es necesaria una detección precoz; una prevención primaria dirigida a incrementar la información, proporcionar pautas de relación positiva y autodefensa, mejorar la comunicación y confianza entre los cuidadores y los niños, niñas o adolescentes, normalizar la sexualidad, promover la educación afectivo-sexual, entre otros; una prevención secundaria destinada a las poblaciones de riesgo (familias desestructuradas, miembro con diversidad funcional, en situación de pobreza…); una prevención terciaria orientada al/la menor, familia y persona agresora; y, por último, más formación a profesionales y familiares para saber cómo actuar en estos casos.

Es por ello, que considero necesario establecer algunas propuestas de mejora que han ido surgiendo a lo largo de la investigación, como son las siguientes:

  • Más sensibilización e información a través de campañas de fomento de la detección activa por parte de instituciones públicas. La población, en general, cuenta con información muy limitada sobre esta problemática, hablar del tema es de vital importancia para la sanación de las víctimas y para que se reduzca el número de casos. Además de que los/as distintos/as profesionales que intervienen en estos casos no están lo suficientemente preparados para tratar un problema tan complicado. 
  • Más reconocimiento a las instituciones y asociaciones que si cuentan con formación suficiente en materia de abuso sexual en la infancia y la adolescencia.
  • Talleres y charlas de mejora de habilidades sociales de comunicación y confianza bidireccional entre progenitores e hijos/as.
  • Una educación afectivo-sexual clara y cercana desde la infancia, por parte de la familia y de los centros educativos.
  • Más recursos públicos para menores víctimas de abuso sexual y también para aquellas víctimas que han cumplido la mayoría de edad y siguen con dificultades para desarrollar su vida de manera cotidiana.
  • Fomentar la investigación del uso de las nuevas tecnologías y, por consiguiente, de la aparición de nuevas formas de abuso sexual como el grooming, sexting o happy slapping.
  • Investigar sobre el impacto y las consecuencias de la Covid-19 en el abuso sexual infantil y su consecuente aislamiento social preventivo y obligatorio.

Tras lo expuesto, se puede resumir que el abuso sexual infantil es un problema grave y difícil de detectar y que, por ello, es necesario que familiares, profesionales y niños, niñas y adolescentes reciban una formación integral con el fin de prevenir que se produzcan más casos de esta índole.

Bibliografía

Fernández, I. (2021). Abordaje del abuso sexual infantil intrafamiliar desde el Trabajo Social en Andalucía [Trabajo Fin de Grado no publicado]. Grado en Trabajo Social, Universidad de Málaga.

Fundación General de la Universidad de Málaga. (15 de marzo de 2021). III Jornadas ASI y Feminicidio Universidad de Málaga (primera jornada) [Archivo de Vídeo]. Youtube https://www.youtube.com/watch?v=fzoxzO7-Y8Q

Fundación General de la Universidad de Málaga. (15 de marzo de 2021). III Jornadas ASI y Feminicidio Universidad de Málaga (segunda jornada) [Archivo de Vídeo]. Youtube https://www.youtube.com/watch?v=Um9P5cssIMw&t=6533s

Gil, A. (1997). Los delincuentes sexuales en las prisiones. En M. Lameiras y A. López (Eds.), Sexualidad y salud (pp. 181-214). 

Organización Mundial de la Salud (8 de junio de 2020). Maltrato infantil. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/child-maltreatment

Rutter, M. (1999). Resilience concepts and findings: implications for family therapy. Journal of family therapy, 21 (2), 119-144. https://doi.org/10.1111/1467-6427.00108

Save the Children (18 de noviembre de 2021). Los abusos sexuales hacia la infancia en España. https://www.savethechildren.es/actualidad/analisis-abusos-sexuales-infancia-espana

UNICEF, (10 de abril de 2020). No dejemos que los niños sean las víctimas ocultas de la pandemia de COVID- 19. https://www.unicef.org/argentina/comunicados-prensa/no-dejemos-ninos- victimas-ocultas-pandemia-covid19Vázquez Mezquita, B. y Calle, M. (1997). Secuelas postraumáticas en niños. Análisis prospectivo de una muestra de casos de abuso sexual denunciados. Revista de Psiquiatría Forense, Psicología Forense y Criminología, 1, 14-29.

Gijón, 19 de mayo de 2022

Noelia Ordieres Buarfa-Mohamed
Trabajadora social y escritora

Vivimos en un contexto social cambiante, dinámico e imprevisible de manera continua y esto es irremediablemente inherente al papel del trabajo social en él, pero ¿estamos preparadas como profesionales para asumir estos retos?

Hace dos años nos encontrábamos con una situación, como es la epidemia por COVID-19, que ya estaba pronosticada por epidemiólogos y expertos en materias de desastres, dejó al sistema en la mayor crisis mundial de los últimos años.

Actualmente, nos encontramos inmersas en una guerra que quizás, como el caso anterior, ya estaba pronosticada y que, como buenas sociedades abducidas por el capitalismo, trabajadas en el individualismo y la insolidaridad, hemos preferido obviar. 

Pero, ¿es nueva una guerra? ¿Por qué de repente esto os merece toda la atención y recursos del Estado? ¿Qué ha ocurrido para que nos haya afectado de manera directa una guerra que no roza nuestras fronteras?

No, sabemos de manera veraz que no es una guerra nueva, como no lo son las guerras de otros países en los que intervenimos como miembros de la OTAN, como receptores de personas migrantes solicitantes de asilo, o como miembros de los cuerpos diplomáticos.

Lo que no sabíamos como sociedad, o para lo que nos habían preparado, es para ser una sociedad totalmente dependiente. Desde las negociaciones de la industrialización de los 80 a los abandonos a los que están sumergidas las zonas rurales con especial incidencia en los trabajadores y trabajadoras del campo, hemos seguido un sendero que nos ha traído hasta aquí.

Renunciamos al autoabastecimiento de recursos básicos, a las negociaciones intensas de las cuotas pesqueras y de un largo etcétera que nos ha llegado en este momento con las consecuencias que ahora vemos, vivimos, sentimos, la dependencia absoluta de guerras que siguen necesitando de víctimas civiles para alimentarse.

El genocidio que está ocurriendo en Ucrania es necesario, es necesario en términos geopolíticos, es necesario para la propia Ucrania y para el resto de países que viven con ansias de víctimas para justificar el monopolio de los grandes intereses que subyacen de estos conflictos.

Los desabastecimientos, las presiones económicas, los muertos, los millones de desplazados.

Y ahí está una vez más el trabajo social, como herramienta que vuelve a gestionar la miseria, las migajas en forma de ayudas de la UE, ahí vuelve a encontrarse entre ratios mínimos de profesionales que sostienen a las víctimas de esta guerra.

Pero esto ya lo veníamos haciendo, ya conocemos las consecuencias de las guerras, del capitalismo salvaje, de la soledad no deseada que se vive en las zonas rurales del Estado y ya lo veníamos advirtiendo.

España, en estos tres últimos meses se ha convertido en un país solidario, SOLIDARIO en mayúsculas, pero ¿lo hemos hecho bien?

NO, definitivamente. De repente miles de personas se han convertido en héroes y heroínas por un día. 

Hemos sumido en el caos la gestión de llegada de personas solicitantes de asilo. Todo el mundo ha querido tener un niño refugiado, rubio y de ojos azules en casa. Todas hemos querido tener nuestro propio pobre al que salvar o con el que salvarnos.

¿Las consecuencias de todo esto? 

El racismo subyacente de estas acciones, las personas que llegan a nuestras playas huyendo de la guerra llevan años siendo grabadas en su desembarco en tierra y cuentan con millones de comentarios que rechazan que sus sucios y negros pies pisen nuestras delicadas arenas blancas. Pero esto no ha ocurrido (en un primer momento) con las personas que huyen de la guerra ucraniana. Sigue habiendo pobres de primera y de segunda.

El caos de miles de mujeres y niños y niñas llegando sin ningún control a nuestro país y al resto de Europa.  Mafias aprovechándose de las miserias humanas (una vez más), aumento del consumo de porno con búsquedas tales como “porno con ucranianas” y un largo etcétera…

Personas que en su buenismo acrecentado por las opiniones de tertulianas del “prime time” han acogido a personas en sus casas y después de unas semanas se han dado cuenta de que huir de una guerra no es renunciar a una misma, a su forma de entender la vida, la familia. Se han dado cuenta de que no son esos pobres acogidos por la iglesia católica en la edad media y que debían agradecer a Dios la bendición de haber sido tocados por una mano cristiana, siendo más bien animales sometidos y carentes de derecho u opinión.

Hemos gestionado millones de toneladas de alimentos con destino la frontera polaca, donde miles de productos se amontonan sin ningún criterio esperando ser adquiridos por las personas que pasan por allí, provocando ventas en el mercado negro.

Hemos obviado a las entidades que llevan años gestionando situaciones de guerra porque hemos preferido enviar una caja de galletas que trajera una etiqueta con nuestro nombre.

Y en todo este caos, estamos nosotras, una vez más, gestionando el malhacer del Estado, las miserias del capitalismo, acogiendo a las víctimas de una y tantas guerras.

Lo seguimos haciendo sin recursos, sin respuestas y en muchos casos sin la suficiente fuerza de la voz.Deberíamos pararnos a reflexionar en qué posición nos encontramos en estas guerras, cuál debe ser la voz de la profesión y cuál ha de ser la denuncia continua de quienes, una vez más, formamos parte (inevitablemente, parece ser) de la estructura que a su vez sostiene el equilibrio.

Málaga, 11 de mayo de 2022

ENTREVISTA A
Ana Cristina Ruiz Mosquera

Trabajadora Social y Psicóloga. Asociación Ahlelí

ENTREVISTA A
María de las Olas Palma García

Profesora Titular de Trabajo Social y Servicios Sociales. Universidad de Málaga Doctora, Trabajadora Social

Se trata de una lectura altamente recomendable, cómoda, y que genera interés. Un manual imprescindible que a lo largo de sus cinco capítulos, nos muestra la pérdida desde una perspectiva resiliente, sus etapas y los diferentes tipos de duelo. Todo ello con distintas propuestas de intervención desde el trabajo social, estrategias y claves necesarias para el autocuidado profesional y personal, ante las intervenciones.

ENTREVISTA

  1. Cómo surge la idea de escribir el libro y porqué Anna Forés para el prólogo.

Este libro surge de la motivación por la transferencia de la práctica de intervención con personas en duelo tras la pérdida de seres queridos a la disciplina del Trabajo Social. En segundo lugar, responde a la necesidad que hemos venido detectando desde hace tiempo en diferentes foros de profesionales del Trabajo Social, respecto a disponer de una herramienta práctica que nos aporte claves y estrategias para la intervención en este contexto específico de adversidad que suponen las pérdidas y los procesos que ante ellas se ponen en marcha. Precisamente, una de las personas con mayor compromiso en el desarrollo de estas estrategias resilientes en todas aquellas situaciones complejas en las que nos vemos inmersos, es Anna Forés, Como escritora reconocida a nivel internacional es referente en el campo de la resiliencia y de las oportunidades que en este nuevo paradigma encontramos para fortalecernos ante las experiencias de dolor.

  1. Podríais explicar brevemente en qué consiste el círculo vital de la persona doliente.

El círculo vital de la persona engloba sus características, sus circunstancias, sus relaciones sociales, vínculos personales, formación, actividad laboral, es decir, se trata de una forma de definir a la persona en su totalidad. Se trata de un círculo que describe nuestras vidas y cuando se produce una pérdida de un ser querido, todo lo que incluye ese círculo se desestabiliza pues el dolor de la pérdida se incorpora en él y la persona tiene que aprender a convivir con esta nueva situación, incorporando la ausencia de la persona fallecida en su círculo, tratando de reconstruirse con la energía de los recuerdos positivos, aquellos que forjaron un vínculo tan especial.

  1. En el diseño de una intervención individual con personas en duelo, ¿cuáles son los principales objetivos que debemos plantear?

Como profesionales debemos trabajar con el objetivo de empoderar a la persona doliente, ya que el proceso emocional y social que atraviesa tras la pérdida del ser querido demanda de predisposición para su elaboración desde una perspectiva sana. Se trata de un entrenamiento en resiliencia, pues ante la situación adversa, sin duda una de las más difíciles a las que se hace frente a lo largo de la vida, la persona doliente tiene que trabajar para recomponerse y aprender a vivir su vida sin la persona fallecida. Además, otro de los objetivos que a tener muy presente desde el Trabajo Social es la prevención del aislamiento social, mejorando el apoyo social, a través del fortalecimiento de vínculos sociales en los momentos de elaboración del duelo. 

  1. “Caminar en los zapatos del doliente”, y escuchar “desde los zapatos del doliente”, son expresiones que se utilizan. ¿A qué situaciones se refieren?

Con estas expresiones nos queremos referir a la importancia que tiene reconocer el proceso de duelo en cada persona de forma única y personalísima pues es un proceso que cada persona pone en marcha con sus propios recursos y herramientas personales y sociales por lo que debemos evitar las generalizaciones o la devolución de falsa empatía. Se trata de un proceso emocional y social dinámico y personal que se debe reconocer a cada doliente. No van a existir dos pérdidas iguales ya que no existen dos vínculos iguales, ni personas iguales, ni relaciones iguales. 

  1. En el libro se hace una descripción muy clara sobre los diferentes tipos de duelo. ¿En cuales consideráis que resulta más compleja la intervención? ¿En cuales hay más riesgo de que se convierta en patológico?

Se convierte en patológico aquel proceso de duelo en el que no se habla de la persona fallecida, en el que se evitan los sentimientos y emociones del proceso de duelo, aquel en el que la persona no se permite llorar la ausencia del ser querido o en aquellas personas que encuentran en el aislamiento social la distancia con el dolor. La intervención resulta más compleja cuando la persona en duelo no presenta la predisposición para elaborar el proceso emocional.

La práctica diaria de la intervención con personas en duelo nos enseña que no hay un duelo que tienda a patologizarse por sí mismo, sino una serie de conductas como las que hemos descrito antes que impiden a las personas la elaboración del proceso de duelo de una forma sana. De ahí la importancia de prevenir y acompañar desde estrategias resilientes todos estos procesos. 

  1. Desde vuestro conocimiento y experiencia. ¿En qué tipo de duelo suele ser más habitual la búsqueda de ayuda?

La experiencia de estos años muestra un perfil muy variado de personas que piden ayuda para la elaboración de su duelo, aumentando el número de casos atendidos año tras año. La sensibilización y la promoción de la salud mental está permitiendo que cada vez sean más las personas que demandan orientación, acompañamiento y apoyo para la elaboración de este proceso emocional pese a considerarse un proceso natural. También existe una elevada demanda de ayuda para trabajar el aspecto social del duelo, pues las personas buscan comprensión e inspiración en otras personas que también están atravesando el mismo dolor de la pérdida de un ser querido, de ahí el capítulo dedicado a la intervención con grupos de personas en duelo. 

Si hubiera que destacar por tipo de vínculo y circunstancias de la pérdida, en la actualidad existe una elevada demanda de madres que han perdido a sus hijos, ya sea de forma repentina por accidentes, asesinatos, muertes súbitas, pérdidas infantiles y perinatales, suicidios o tras largas enfermedades (la que más se repite el cáncer), pero es cierto que continúan siendo numerosas las personas necesitan también elaborar el duelo tras haber perdido a padres, hermanos, parejas o amigos por suicidios, tras largas enfermedades, accidentes y violencia de género. 

En cuanto al tiempo, cada vez más son las personas que requieren este acompañamiento en los primeros meses tras la pérdida, aspecto remarcable pues hace visible la alta predisposición que presenta para elaborar su duelo. No es fácil pedir ayuda y ese primer paso marca de forma destacada la elaboración que se va a realizar del proceso emocional y social.

  1. ¿Qué papel juega el autocuidado del profesional, en la intervención con grupos de ayuda en duelo?

Las sesiones de grupo de ayuda de personas en duelo tienen una elevada carga emocional pues lo que une a todas las personas que asisten es el dolor de la ausencia de la persona fallecida. Cuando entramos a las sesiones de grupo de personas en duelo como profesionales, es necesario hacerlo desde nuestro mejor estado anímico, con conocimiento y responsabilidad, pues cada persona va a presentar un estado distinto en cada sesión debido a la vulnerabilidad emocional propia de los momentos del duelo. Tanto los profesionales del Trabajo Social, como los de otras disciplinas relacionadas con el acompañamiento a personas estamos formados en competencias para trabajar ante situaciones de riesgo y estrés, pero trabajar con personas que han perdido a seres queridos, más si cabe cuando se trata de pérdidas traumáticas como las que se describen en el libro, requiere de un esfuerzo excepcional de autorregulación para poder estar y dar lo mejor a cada persona en duelo.  

  1. Y por último, ¿es posible intervenir desde la creatividad y entrenar la resiliencia?

Es posible y muy necesario. Como hemos comentado anteriormente, las personas en duelo traen consigo las experiencias más difíciles a las que tienen que hacer frente en sus vidas, aprender a convivir con la ausencia de la persona fallecida y hacerlo teniendo presente sus recuerdos, lo que les sitúa ante una gran vulnerabilidad emocional, buscando apoyo y acompañamiento profesional donde hasta el momento no lo han encontrado. Es por eso que desde cada caso, de forma personalísima, hay que diseñar con las personas estrategias que le puedan ayudar en su día a día  a gestionar sus emociones y sentimientos, descubrir sus recursos y que conozcan herramientas para elaborar el proceso emocional y social, lo que nos exige como profesionales a ser creativos para dar respuesta a cada caso de forma única y, entrenar el resiliencia ya que durante el proceso serán numerosos los obstáculos o situaciones adversas a las que tendremos que hacer frente pero con la energía y predisposición que nos permita enfrentarnos a ellos y salir fortalecidos, con aprendizaje y crecimiento personal y profesional. 

Madrid, 5 de mayo de 2022

Rubén Yusta Tirado
Trabajador Social especializado en el ámbito de la gerontología.
Doctorando en Trabajo Social por la UCM

Han pasado ya más de dos años desde que en España se decretó el Estado de Alarma. Una situación que, sin duda, cambió la vida de todos y todas y, en especial, de las personas mayores de nuestro país. Han tenido que pasar los meses para poder ser conscientes, no solo del impacto directo que esta pandemia ha tenido para este sector, que en la actualidad, solo en el ámbito residencial se traduce en más de 32.000 decesos, sino para poder tomar distancia y a la vez conciencia de las consecuencias que esta enfermedad ha tenido en lo que actualmente se conoce como el Cuarto Pilar del Estado de Bienestar (Navarro y Pazos, 2020) o como el Pilar de los cuidados (Gallardo y Sánchez, 2020). 

Pero vayamos al origen de la que ya podemos categorizar como anómala situación dentro del ámbito de la gerontología. Tras el grave impacto del Covid-19 en el ámbito de la gerontología en general y en el ámbito residencial en particular, profesionales, entidades y organizaciones públicas coincidían en un aspecto: lo sucedido en las residencias españolas, no podía volver a ocurrir. Para ello, y dejando atrás un sinfín de cuestiones sucedidas en los meses más duros de la pandemia y sobre las que aún apenas se han depurado responsabilidades, diferentes organizaciones e instituciones se fueron haciendo eco de la necesidad de cambio en nuestro actual sistema de cuidados de larga duración. Un claro ejemplo de esto fue la Declaración en favor de un necesario cambio en el modelo de cuidados de larga duración de nuestro país, promovida por Fundación Pilares (2020) y a la que se sumaron más de 1000 profesionales de diversas disciplinas. Este documento pretendía, tal y como se ha señalado, aprovechar la compleja situación vivida durante la pandemia para crear e impulsar un nuevo modelo de cuidados, tanto en el ámbito domiciliario como en el residencial. Pues bien, ¿qué ha quedado de todo aquello? ¿Hasta dónde ha llegado todo este “empuje” por parte de profesionales y entidades y cuánto de todo esto está llegando realmente a las personas usuarias?. 

Si tuviéramos que responder de una forma rápida a estas preguntas, podríamos afirmar que poco o nada ha cambiado la situación de las personas mayores en estos dos últimos años, atendiendo a las afirmaciones de Pérez et al., (2022) y Vila (2022). En cambio, si queremos hacer un buen análisis de la situación actual de este cuarto pilar, es importante que analicemos qué cuestiones motivan estas afirmaciones y, en definitiva, esta pérdida de fuerza y de motivación respecto a los principios desarrollados en 2020. 

Muchas instituciones y profesionales, se han hecho eco de la sobrecarga que las personas dedicadas a la intervención sociosanitaria, han sufrido durante los meses más complejos de la pandemia (Elola, 2020; Blanco-Donoso, 2021). Como respuesta a esto, algunas instituciones y manifestaciones, han señalado la necesidad de cuidar a estas personas cuidadoras y de establecer acciones que mejoraran sus condiciones sociolaborales, facilitando aspectos como la conciliación familiar, el nivel socioeconómico y, por consiguiente, la disminución de los niveles de sobrecarga en este sector. En relación a esto, la realidad nos aporta una respuesta clara, la cual la encontramos en la negociación del VIII Convenio Colectivo para el ámbito residencial que, en palabras de de Martí (2022), debería estar vigente desde hace 3 años y cuya pugna se encuentra en el desacuerdo entre sindicatos y patronales de residencias por el aumento del IPC. En el ámbito de la atención domiciliaria, sector en el que suele emplearse el Régimen Especial de Empleados del Hogar, la situación no dista mucho de la anterior, puesto que aunque poco a poco parece que ya se va avanzando en la subsanación de este aspecto, aún hoy en día estas personas siguen sin tener derecho a la prestación por desempleo a la finalización de su contrato. Sin duda, aspectos muy relevantes en cuanto a la mejora de las condiciones laborales de los y las profesionales de este sector. 

Pero los cambios, o la ausencia de éstos, no sólo están afectando a los y las profesionales del ámbito de la gerontología. Las personas usuarias también están siendo protagonistas de esta ausencia de medidas tras la pandemia, tal y como se está poniendo de manifiesto en bastantes Comunidades Autónomas. Sin ir más lejos, la entrada en vigor del nuevo Acuerdo Marco de la Comunidad de Madrid, dejaba a más de 600 personas usuarias en una situación de vulnerabilidad al tener que buscar un nuevo centro residencial (Tragacete, 2022), al quedarse fuera de este acuerdo varios centros concertados de la región. 

Cabe destacar que, en esta Comunidad Autónoma, más del 75% de las residencias son privadas (Abellán et al., 2018), por lo que podemos hacernos a la idea de lo que podría haber supuesto para las personas usuarias la salida del acuerdo de más centros.  

Pero esto no es algo que únicamente suceda en la capital, ya que hace apenas unos días también descubrimos que el reglamento de un centro residencial de Alcalá de Guadaíra, fijaba sanciones para las personas usuarias que pudieran hacer declaraciones que supusieran el “descrédito” del centro residencial (Sosa, 2022), lo que sin duda choca de forma directa con los principios de dignidad, individualidad, autodeterminación y promoción de la autonomía que desde un primer momento han formado parte de la piedra angular de este nuevo sistema de cuidados y, por tanto, de nuestro cuarto Pilar del Estado de Bienestar. 

Por último, no podemos olvidarnos de la Ley de Dependencia, motor principal de la atención a las personas mayores y/o dependientes de nuestro país que, tras más de 15 años de desarrollo, sigue presentando carencias en cuanto a su aplicación y en la llegada de las prestaciones y servicios a la ciudadanía, lo cual es manifestado por múltiples profesionales instando a una necesaria renovación que permita ajustar estas prestaciones y servicios a las necesidades y preferencias de las personas usuarias (Novillo y Cubero, 2021; Sanchís, 2022). 

En definitiva, nos encontramos ante una situación en la que podemos confirmar, a tenor de lo desarrollado, que la oportunidad de cambio que muchas instituciones y profesionales identificaron en las complejas situaciones vividas tras la pandemia, apenas ha servido para cambiar la realidad del sector más golpeado por la situación de emergencia vivida en los dos últimos años. Parece ser que todos los propósitos, iniciativas y proyectos de enmienda y mejora, apenas han calado en las principales instituciones prestadoras de servicios y, en mucho menor grado, en la situación de las personas mayores de nuestro país. Por tanto se puede afirmar que la situación, lejos de mejorar, continúa en un proceso de languidecimiento en el que los principales afectados son las personas usuarias y las personas profesionales que conforman el actual sistema de cuidados a nivel nacional. Todo ello, no hace más que indicarnos el largo camino que tenemos por delante y la necesidad de, ahora sí, comenzar a trabajar en un nuevo modelo de cuidados integral e integrado por todos los agentes que confluyen en este ámbito. 

BIBLIOGRAFÍA

Abellán, A., Aceituno, M. P., y Ramiro, D. (2018). Estadísticas sobre residencias. Distribución de centros y plazas residenciales por provincia. Datos de julio de 2017. Informes Envejecimiento en Red Nº18. http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/enred-estadisticasresidencias2017.pdf

Blanco-Donoso, L. M. (2021). Riesgos psicosociales del personal de residencias geriátricas en el contexto del COVID-19. Archivos de Prevención de Riesgos Laborales, 24(4), 414-419. DOI: https://doi.org/10.12961/aprl.2021.24.04.08

De Martín, J. (2022). Desacuerdo en las tablas salarias de residencias 2022. InfoResidencias.com. https://www.inforesidencias.com/blog/index.php/2022/02/28/desacuerdo-en-las-tablas-salarias-de-residencias-2022/

Elola, F. J. (Dir.). (2020). Los sanitarios frente a la COVID-19. La reforma necesaria del Sistema Nacional de Salud. Instituto para la Mejora de la Asistencia Sanitaria. http://sectcv.es/wp-content/uploads/2020/04/LOS_PROFESIONALES_SANITARIOS_FRENTE_A_LA_COVID-19.pdf

Fundación Pilares. (2020). Declaración en favor de un necesario cambio en el modelo de cuidados de larga duración de nuestro país. Fundación Pilares para la Autonomía Personal. https://www.fundacionpilares.org/wp-content/uploads/2020/08/Declaración-en-favor-de-un-cambio-de-modelo-en-el-ámbito-de-los-cuidados-de-larga-duración.pdf

Gallardo, L., y Sánchez, E. (2020). ¿Para qué servimos las trabajadoras sociales?. Catarata. 

Navarro, V., y Pazos, M. (Coords.) (2020). El cuarto pilar del Estado de Bienestar. Una propuesta para cubrir necesidades esenciales de cuidado, crear empleo y avanzar hacia la desigualdad de género. Comisión para la reconstrucción social y económica. https://www.upf.edu/documents/3943251/0/INFORME+-+4º+Pilar+del+Estado+del+Bienestar/80828c07-ae14-8419-2225-f18c2744fb93

Novillo, B., y Cubero, M. (2021). Los factores sociales en el acceso a las prestaciones y servicios del catálogo de servicios del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de Dependencia. Trabajo Social Hoy, 92(1), 125-137. DOI: http://dx.doi.org/10.12960/TSH.2021.0006

Pérez, S., Noriega, D., y Borraz, M. (7 de febrero de 2022). Nada ha cambiado en las residencias dos años y 32.000 muertos después. Eldiario.es. https://www.eldiario.es/sociedad/cambiado-residencias-anos-32-000-muertos-despues_1_8719287.html

Sanchís, J. (31 de marzo de 2022). La dependencia acumula casi 14.000 casos sin resolver y dos años de retrasos. Las Provincias. https://www.lasprovincias.es/comunitat/dependencia-acumula-14000-20220330163338-nt.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.lasprovincias.es%2Fcomunitat%2Fdependencia-acumula-14000-20220330163338-nt.html

Sosa, M. (12 de abril de 2022). Una residencia fija sanciones para los mayores que hagan declaraciones que supongan el “descrédito” del centro. El País. https://elpais.com/sociedad/2022-04-12/una-residencia-fija-sanciones-para-los-mayores-que-hagan-declaraciones-que-supongan-el-descredito-del-centro.html

Tragacete, M. (24 de abril de 2022). La entrada en vigor del nuevo acuerdo marco de residencias de Madrid obliga a trasladar de centro a 649 mayores. 20minutos. https://www.20minutos.es/noticia/4975360/0/traslado-mayores-residencias-comunidad-madrid-entrada-vigor-nuevo-acuerdo-marco/

Vila, I. (16 de marzo de 2022). ¿Está cambiando la pandemia las residencias de mayores?. El país. https://elpais.com/podcasts/hoy-en-el-pais/2022-03-16/cambiara-la-pandemia-las-residencias-de-mayores.html

Málaga, 8 de abril de 2022

Rafael Arredondo Quijada
Trabajador Social
Doctor por la Universidad de Málaga (UMA)
Profesor en los grados de Trabajo Social y Criminología de la UMA

El pasado enero se cumplieron cinco años de la entrada en vigor de la actual ley de Servicios Sociales de Andalucía (Ley 9/2016, de 27 de diciembre). Por recordar, por aquello de la memoria histórica, tuvieron que pasar 28 años para alcanzar una nueva ley que viniera actualizar la aprobada en 1988 (Ley 2/1988, de 4 de abril), donde el colectivo de profesionales del Trabajo Social estuvimos en primera línea ante una reivindicación como la de actualizar una norma casi treinta años después, obsoleta y fuera de contexto.

Una nueva norma que en sus disposiciones se marcaba un tiempo máximo de 12 meses para la elaboración de toda una serie de elementos claves para su desarrollo, como:

  • El Mapa de Servicios Sociales (Disposición adicional tercera).
  • El Mapa de Servicios Sociales (Disposición adicional tercera).
  • El Catálogo de prestaciones (Disposición adicional cuarta).
  • El Plan Estratégico (Disposición adicional quinta).
  • La Carta de los Derechos y Deberes de las personas usuarias de los Servicios Sociales (Disposición adicional sexta).

Transcurrido este tiempo (cinco años), de estos cuatro objetivos sólo se ha cumplido el primero, la aprobación del Mapa de Servicios Sociales (Orden de 5 de abril de 2019, modificado por Orden de 15 de febrero de 2022), no sin una demora sobre lo marcado de más de un año. En tanto en cuanto el resto de las cuestiones aún se las espera. Otra cuestión y que daría para otra publicación, es el contenido y utilidad del mapa. Los sistemas de información geográfica son herramientas ampliamente desarrolladas desde hace años y que, como en muchas de otras áreas, la implantación de las nuevas tecnologías llega tarde a nuestro Sistema Público de Servicios Sociales.

Uno de los elementos claves se encuentra en su última fase de elaboración y aprobación. Nos referimos al “Plan Estratégico de Servicios Sociales”, cuyo proyecto se publicó con alevosía y nocturnidad el pasado 23 de diciembre, coartando la gobernanza de la que presume y que ha levantado las quejas, entre otros, del Consejo Andaluz de Trabajo Social. Metodológicamente, parece que el plan estratégico debería haber sido el primer elemento en aprobarse, siendo el que diera sentido y coherencia a los demás planes, programas y estrategias. Pero no, tenemos aprobados, por ejemplo, el I Plan Estratégico Integral para Personas Mayores en Andalucía 2020-2022, o el I Plan de Investigación e Innovación en Servicios Sociales de Andalucía 2021-2025.

De las cuestiones aún pendientes, hago un especial hincapié en el Catálogo de Prestaciones ya que, al no haberse aprobado, está afectando al desarrollo de las prestaciones garantizadas (art. 42 de la Ley 9/2016, de 27 de diciembre), para que sean consideradas con carácter de derecho subjetivo, tal y como indica la Disposición transitoria segunda, ya que hasta que no se apruebe no surtirán efecto. Me permito copiar literalmente lo que dice la norma, debido a su importancia y trascendencia:

“Disposición transitoria segunda. Exigibilidad de las prestaciones garantizadas.

Las prestaciones definidas en el artículo 42 como garantizadas surtirán efectos jurídicos a partir de la aprobación y publicación del Catálogo de Prestaciones del Sistema Público de Servicios Sociales de Andalucía.

Artículo 42. Prestaciones garantizadas.

1. Se considerarán prestaciones garantizadas aquellas cuyo reconocimiento tiene el carácter de derecho subjetivo, son exigibles y su provisión es obligatoria para las Administraciones Públicas, en las condiciones establecidas en cada caso en el Catálogo de Prestaciones del Sistema Público de Servicios Sociales y en el ejercicio de las competencias propias en materia de servicios sociales que les atribuyen el Estatuto de Autonomía de Andalucía y la Ley 5/2010, de 11 de junio, de Autonomía Local de Andalucía.

2. El Catálogo de Prestaciones del Sistema Público de Servicios Sociales describirá de forma clara las prestaciones garantizadas, entre las que, al menos, estarán:

a) Los servicios de información, valoración, orientación y asesoramiento.

b) La elaboración y ejecución del Proyecto de Intervención Social, a fin de garantizar una adecuada atención acorde con la valoración social de la persona, familia o unidad de convivencia, donde se incorporarán los objetivos a alcanzar, los medios disponibles, los plazos máximos de tramitación y ejecución, así como las acciones específicas orientadas a fomentar, en su caso, la inclusión personal, social, educativa y laboral.

c) El servicio de teleasistencia.

d) La atención inmediata en situaciones de urgencia y emergencia social.

e) Los servicios específicos para la protección de niños o niñas en situación de riesgo o desamparo.

f) La protección jurídica y social de las personas con capacidad limitada y de personas menores de edad en situación de desamparo.

g) Las prestaciones económicas específicas y directas orientadas a la erradicación de la marginación y la desigualdad y a la lucha contra la exclusión social, que deberán incorporar un itinerario a través de un plan de inclusión y/o inserción sociolaboral.

h) Las prestaciones contempladas en la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, y en su normativa de desarrollo.

i) La protección y amparo a las personas víctimas de violencia de género o trata, así como, en su caso, a su unidad de convivencia.

j) El reconocimiento de la situación de discapacidad, determinando su tipo y grado.

k) El servicio de ayuda a domicilio de los servicios sociales comunitarios no vinculados a la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia.

l) El alojamiento alternativo.

m) La prestación de servicios de apoyo psicosocial y psicoeducativa de atención a la infancia y la familia.

n) El tratamiento integral para las personas con problemas de drogodependencia y otras adicciones.

ñ) Atención a personas mayores víctimas de violencia intrafamiliar.

o) Las prestaciones económicas para menores en acogimiento familiar (último punto incorporado tras modificación en la Ley 4/2021, de 27 de julio, de Infancia y Adolescencia de Andalucía).

3. La efectividad jurídica de las prestaciones garantizadas contempladas en el punto anterior estará sujeta a la aprobación y publicación del catálogo definido en el artículo 41, salvo las referidas en las letras h) y j), que se rigen, en este aspecto, por su propia normativa.”

Después de ver el conjunto de prestaciones que se encuentran afectadas, imagino que el lector habrá comprendido la importancia de que el catálogo tuviera que estar aprobado en menos de un año y los perjuicios que esto puede estar ocasionando a la ciudadanía.

Revisando lo que se lleva elaborado de cara al catálogo, se encuentra la “Memoria económica financiera del proyecto de decreto por el que se aprueba el catálogo de prestaciones del Sistema Público de Servicios Sociales de Andalucía” (Tabla 1) que, haciendo un resumen de las partidas que contempla para los años 2021 a 2024, se observa una disminución del 1% que en el caso del programa de “Protección contra la violencia de género” alcanza el 50,48%, pasando de cerca de los siete millones a tres millones y medio. Dejaremos el tema económico para otro momento aunque, obviamente, es de suma importancia.

Tabla 1. Memoria económico financiera del proyecto de Decreto por el que se aprueba el Catálogo de Prestaciones del Sistema Público de Servicios Sociales de Andalucía 

PROGRAMAS Año 2021Año 2022Año 2023Año 2024Evolución 2021-2024
Programa 31E Atención a la Infancia174.706.062,00162.191.382,00163.629.505,00 165.262.983,00– 5,41 %
Programa 31G Acción comunitaria e inserción226.195.462,75 225.057.180,00 225.057.180,00 225.057.180,00 – 0,50 %
Programa 32E Proyectos de interés social45.603.848,00 45.603.848,00 45.603.848,00 45.603.848,00 
Programa 31R Atención a la dependencia, envejecimiento activo y discapacidad1.447.938.203,00 1.442.956.124,00 1.439.902.082,00 1.438.723.186,00 0,64 %
Programa 31F Pensiones asistenciales20.864.669,00 20.613.669,00 20.362.669,00 20.111.669,00 3,61 %
Programa 32G Acciones para la igualdad y promoción de las mujeres15.906.084,00 15.906.084,00 15.906.084,00 15.906.084,00 
Programa 31T Protección contra la violencia de género6.970.245,00 3.451.449,00 3.451.449,00 3.451.449,00 50,48 %
Programa 31B Plan sobre adicciones22.407.644,69 24.971.346,39 24.970.397,39 24.970.397,39 11,44 %
Programa 31P Servicio de apoyo a familias5.010.000,00 5.010.000,00 5.060.400,00 5.060.400,00 1,01 %
Total 1.965.602.218,44  1.945.761.082,39 1.943.943.614,39 1.944.147.196,39 – 1,09 %
Fuente: Elaboración propia

Por recordar algunos otros datos, Andalucía:

Mantiene una renta por hogar un 16% inferior a la media nacional y una renta por persona un 19% menor que la nacional.

Una tasa de riesgo de pobreza del 28,5% sobre un 21% a nivel estatal (+7,5).

Con más de 33.000 personas usuarias de renta mínima de inserción y un 30% del total de personas beneficiarias del Ingreso Mínimo Vital.

Con 99 zonas con necesidades de transformación social, que en 1989 eran 8, donde se encuentra el barrio más pobre de España.

Más de 70.000 personas están a la espera de su resolución de grado de dependencia o resolución del PIA, con 540 días de espera desde que se presenta la solicitud hasta que se resuelve el recurso.

Y se podría seguir…, situación de vivienda, empleo, educación o sanidad, totalmente relacionado con la intervención y el Sistema de Servicios Sociales.

Son solo una serie de datos cuantitativos que confirman la necesidad y urgencia de un cambio en lo que se ha venido realizando y cómo se ha venido realizando, adentrándonos en la parte más cualitativa. Un modelo de intervención que olvida realmente a las personas y recarga la opción burocrática que requiere de adaptaciones y de que realmente ese modelo de atención centrado en la persona, recogido en la ley, sea una realidad desde una apuesta contundente por reforzar en personal y material todo el Sistema Público de Servicios Sociales, mientras tanto se seguirá “mareando la perdiz” y los de siempre, estén quien estén, haciendo de las suyas.

En el borrador del Plan Estratégico de Servicios Sociales, se identificaba como elementos claves para la formulación del Plan, la “consolidación del Sistema Público de Servicios Sociales”, y “el refuerzo del liderazgo estratégico de la Junta de Andalucía sobre la red de servicios locales”.

Revertir la situación actual, necesita de ambas cosas.

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