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TSDifusión, 16 de marzo de 2021

El Día Mundial del Trabajo Social -16 de marzo- tiene este año como lema: “UBUNTU. Yo soy porque nosotros y nosotras somos. Fortalecimiento de la solidaridad social y de la colectividad global”. Para quienes os preguntáis, qué es Ubuntu, os invitamos a seguir leyendo. 

El Centro Latinoamericano de Trabajo Social nos dice en su web que: “Ubuntu es una palabra originaria de los pueblos indígenas de Sudáfrica y fue popularizada en todo el mundo por Nelson Mandela. Ubuntu es un concepto y filosofía que resuena con la perspectiva del trabajo social de la interconexión de todas las personas y sus entornos. Habla de la necesidad de solidaridad mundial y también destaca el conocimiento y la sabiduría indígenas.” También explica el porqué de la elección de este tema en palabras de Silvana Martínez, presidenta de FITS: “El mensaje que transmite es el de la interconexión de todas las personas y que nuestro futuro depende del reconocimiento de la participación de todas las personas en la construcción conjunta de un futuro sostenible y socialmente justo”.

Desde TSDifusión queremos invitaros a hacer una reflexión personal y profesional, dirigir la mirada hacia la comunidad, hacia esa solidaridad social, hacia la interconexión de las personas y su entorno… ¿Estamos desarrollando este Trabajo Social? ¿Conocemos experiencias en este sentido? ¿Estamos aprovechando las oportunidades del entorno para mejorar la realidad social? 

También queremos ser copartícipes en divulgar esas reflexiones, poder ser altavoz de experiencias positivas desde la intervención social, experiencias de otras/os profesionales desde su territorio o contexto, cómo afrontan dificultades, cómo inventan nuevos recursos y/o aprovechan los existentes, cómo salvan las dificultades administrativas y burocráticas, en definitiva, cómo “se buscan la vida”.

Nos gustaría contar experiencias sobre: promoción de redes entre profesionales, redes de apoyo, coordinación, colaboración, cooperación para promover proyectos de intervención autogestionados, o de forma colaborativa entre administraciones o entidades diferentes, y dar a conocer que se puede trabajar de otra manera, salir de la zona de confort y trabajar en red.

Por otro lado, entendemos que es nuestra responsabilidad, como profesionales que conocemos la realidad social, las necesidades y problemáticas, contárselo al resto de la sociedad, hacerlas visibles y poder así dar otra visión, generar otro relato de la realidad al que hacen algunos medios de comunicación, o las redes sociales. 

Celebremos nuestro día reivindicando ser esenciales, para las personas, grupos y/o comunidades, para construir y transformar la sociedad hacia una más sostenible, resiliente e inclusiva. 

Málaga, 9 de marzo de 2021

Juan Gavilán Perdiguero.
Trabajador Social. Mediador en la entidad SOLUCIONA y Facilitador en el Programa Diálogos Restaurativos. Educador en Servicios Sociales Ayuntamiento de Málaga

Patricia Barcones.
Abogada. Mediadora en la entidad SOLUCIONA y Facilitadora en el Programa Diálogos Restaurativos

Introducción.
La justicia restaurativa es un nuevo paradigma dentro del mundo de la gestión de conflictos, donde las mismas partes involucradas y la comunidad, toman protagonismo frente a la delegación de derechos en la administración de justicia. Quienes están involucrados en un hecho o relación dañosa, pueden acudir a estas formas de resolución de conflictos, asistidas por una facilitadora o un facilitador, logrando así la satisfacción de las necesidades emergentes al daño sufrido. 

Especialmente en el ámbito penal, la Justicia restaurativa puede entenderse como una forma de relacionarse de las personas que han tenido un conflicto con la  ley para reparar el daño cometido por el delito y que pasa por ser uno de los mejores mecanismos reparadores para lograr la reeducación y resocialización de la persona que ha delinquido.

A modo de ejemplo, en el Congreso Internacional de Criminología que tuvo lugar en Budapest en el año 1993, se acuñó el concepto de justicia restaurativa con el fin de restaurar la paz, reparar el daño, y prevenir la repetición de la victimización como nuevo e interesante modelo de resolución de conflictos penales.

La Ley Orgánica 10/1995 de 23 de noviembre, que aprueba el actual Código Penal en España, considera en su art. 21.5 la aplicación de atenuante la de “haber procedido el culpable a reparar el daño ocasionado a la víctima o disminuir sus efectos, en cualquier momento del procedimiento”, debiendo ser la misma real y efectiva para que produzca los efectos de atenuación en el establecimiento de la pena, reparación a la que se llega a través de la mediación penal-reparación del daño que ofrecen algunos juzgados. 

Con posterioridad la Resolución 2002/12 el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas  fijó los denominados “Principios básicos para la aplicación de programas de Justicia Restaurativa en materia penal”, ahondando en la idea de que las cárceles no son ni la única forma ni la mejor como respuesta al delito y que hay otras interesantes alternativas a la justicia penal.

La Recomendación CM/Rec. (2018) 8 del Comité de Ministros a los Estados Miembros de la UE anima a los estados a adoptar la justicia restaurativa dentro de sus ordenamientos jurídicos, especialmente en el ámbito de los conflictos penales, con el objetivo de satisfacer las necesidades que se han creado como resultado de un delito.  Entre sus conceptos definitorios  hace referencia a la Justicia Restaurativa como cualquier proceso que permita a aquellas personas dañadas por el delito y a las personas responsables del daño a participar activamente, si dan su consentimiento libremente para ello, en la resolución de las consecuencias resultantes del delito, con la ayuda de un tercero independiente y cualificado (en lo sucesivo, el “facilitador”).

Específicamente en el ámbito del cumplimiento de penas, el Consejo General del Poder Judicial llevó a cabo un proyecto piloto en seis centros penitenciarios (Granada, Madrid III, Málaga, Nanclares, Pamplona, y Zuera) entre los años 2005-2008) con la utilización de la mediación para aumentar las posibilidades de resolución pacífica de conflictos.

Es bien sabido que las cárceles no son ambientes especialmente resocializadores y que muchas veces aumentan las posibilidades de reincidencia de las personas que ingresan en un centro penitenciario: no ayudan a la rehabilitación, contribuyen a su exclusión social y suponen un gasto importantísimo para las arcas de un país.  De ahí la importancia de los talleres que llevamos a cabo equipos de psicólogos, abogados, educadores y/o trabajadores sociales para trabajar con personas internas del Centro de Inserción Social de Málaga la reparación del daño causado como meta para su reinserción.

Experiencia de Justicia Restaurativa en Málaga.

En el año 2017 la Asociación Soluciona, miembro de la Federación Española de Justicia Restaurativa FERJ junto a otras entidades que forman parte de la misma, comienza a desarrollar en el Centro de Inserción Social “Evaristo Martín Nieto” y con el aval de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias del Ministerio del Interior, el programa “Diálogos Restaurativos y reparación del daño en ejecución de la pena” (en adelante Diálogos Restaurativos) como medida alternativa a la prisión y para favorecer la reinserción de las personas que cumplen una pena. El programa sigue los lineamientos generales, entre otros, presentes en el Manual sobre Programas de Justicia Restaurativa de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, que define a los programas de justicia restaurativa como aquel programa que usaprocesos restaurativos y busca lograr resultados restaurativos”. En nuestro caso específico, el programa tiene como antecedente, entre otros programas de justicia restaurativa penitenciaria, la experiencia de la Confraternidad Carcelaria Internacional “Árbol Sicomoro”. Dicho programa define como objetivos fundamentales a cumplir en su ejecución: la posibilidad de permitir que las personas condenadas por la comisión de un delito, asistencia a un taller donde se trabaje sobre la necesidad de asumir como propia la responsabilidad por el hecho, el arrepentimiento y necesario cambio de conducta, buscando sobre todo la reparación del daño provocado a las víctimas y a la comunidad.

Volviendo al programa Diálogos Restaurativos, la selección de los y las participantes es llevada a cabo por los distintos servicios de gestión de penas y medidas alternativas de los centros penitenciarios.

Durante las sesiones se utilizan distintas dinámicas para presentación, para favorecer la comunicación y colaboración, romper el hielo, etc., como por ejemplo el ovillo en la que cada asistente sentado y/o sentada en círculo se presenta y explica los motivos que le ha llevado al taller o el hecho que motivó la condena. Mientras se lanza el ovillo a la siguiente persona participante, se va tejiendo una red de respeto y compromiso.

Fijamos entre todas las personas participantes unas reglas o pautas a seguir durante las sesiones de puntualidad, control de asistencia, respeto a los compañeros y compañeras y otras que se pactan entre los presentes de común acuerdo, que se relacionan con la forma en la que se relacionarán entre sí, los valores que guiarán el trabajo, necesidades y deseos de cada persona.

Entrevistas 

El programa prevé una serie de entrevistas con las personas derivadas al taller, con el fin de poder hacer un seguimiento en su progreso. La primera toma de contacto tras la presentación al grupo de las personas facilitadoras y la explicación de los objetivos generales previstos a lo largo de las diez sesiones y temas a abordar  dentro de los diálogos restaurativos, se hace a través de una entrevista individual.

En dichas entrevistas interesa conocer su vinculación con los hechos que han causado la condena, la experiencia que tengan con el sistema judicial, las personas más afectadas por sus condenas así como una serie de preguntas específicas en función de la tipología de delito cometido. Especial atención reviste en las entrevistas, el apartado restaurativo. Entre este tipo de preguntas, la entrevista trata de obtener de la persona condenada qué pensaba cuando ocurrió el hecho, que reflexión ha hecho desde el momento de la comisión del acto  y cómo piensa que podría componer  la situación actual.

El Programa

El trabajo realizado con las personas penadas incluye el análisis y contraste justicia penal tradicional y Justicia Restaurativa, la responsabilidad por los hechos y sus consecuencias, el arrepentimiento expresado a través del reconocimiento de conducta delictiva y su expresión concreta, la aceptación de la responsabilidad y compromiso de no volver a cometer la misma acción. En forma transversal, la comunicación no violenta, las emociones y el perdón.

La resiliencia es un recurso esencial del programa. Se recurre a las fuentes y pilares de la resiliencia como un modo práctico de construir las bases sólidas que permitan a las personas afrontar los aspectos negativos que se pudieran presentar a lo largo de sus propias vidas, como escudo protector para no caer en actitudes peligrosas tanto para sí mismas como para la comunidad. Entendemos la resiliencia como una condición humana que debe ser desarrollada y potenciada, tanto a nivel individual como grupal, de ahí que el trabajo en grupo sea para nosotros terapéutico y esencial 

Sesiones telemáticas: consecuencias del Covid-19

Lógicamente la Covid_19 ha venido a alterar el normal desenvolvimiento del Taller, para el que hemos tenido que activar las sesiones telemáticas a distancia, a través de los teléfonos móviles de las personas penadas y la utilización de Video llamadas a través de Zoom y Jitsi, junto con la aplicación de mensajería Telegram. Gracias a las nuevas tecnologías hemos podido dar continuidad a la realización de los talleres durante el ejercicio de 2020 y esperamos que una parte del presente 2021. Poco a poco, iremos reduciendo las sesiones virtuales hasta volver a la normalidad de las sesiones presenciales

ASISTENCIA DE VÍCTIMA 

Víctima. Se suele escoger a una persona que ha sufrido un delito para que exponga la acción de que fue objeto así como el sufrimiento o daño ya sea físico, psíquico o moral padecido. Suele ser muy terapéutica por el feedback que genera, valorándose desde la perspectiva contraria a la suya. Hemos recurrido al “mentor o mentora”: se trata de una figura con muchísima fuerza y convicción para las personas participantes en los talleres, dado que las aproxima a una realidad muy cercana. Suele ser una persona que acaba de pasar por el mismo proceso de sanación, que utiliza su mismo lenguaje, y que lo hace de forma muy cercana y por condenas o delitos similares a las de las personas a las que llega a sensibilizar por su aprendizaje y en su caso, los cambios experimentados en su vida.

Entrevistas Finales

La comprobación del éxito de la filosofía restaurativa la visualizamos a través de la realización de las entrevistas que ponen fin a los Talleres. A través de 11 items intentamos conocer su valoración sobre el mismo, las cosas positivas que se llevan para su vida, las reflexiones más importantes que han realizados durante las sesiones, las consecuencias de su conducta, las actitudes que han experimentado un cambio en sus vidas, el cumplimiento de las expectativas, los cambios que proponen para futuras ediciones del Taller o nuevos temas y si recomendarían los diálogos restaurativos a personas que estuvieran en su misma situación.

La mayoría de personas participantes en el Programa han valorado de forma muy productiva su participación en el Programa, por su aprendizaje y enseñanza de forma amena, constructiva y esencialmente educativa tanto sobre el valor de las cosas como los sentimientos de las personas.

Para su vida personal dicen llevarse muchas cosas positivas sobre todo a los compañeros y compañeras que han conocido, a las personas facilitadoras y muchos consejos y experiencias de otras personas participantes, además de grandes valores y a saber respetar  a los demás y a recapacitar además de a saber escuchar y disculparse por una mala acción. También valorar esencialmente el trabajo en equipo, la comunicación y una segunda oportunidad en la vida para recomponerse.

La reflexión más importante que manifiestan en sus entrevistas tiene que ver con pararse a pensar las cosas antes de actuar y controlar la impulsividad además de las consecuencias de determinados delitos sobre su libertad.

La condena les lleva sobre todo a pensar las cosas antes de hacerlas, a mejorar en sus relaciones con sus amigos y familia, y sobre todo a solucionar los problemas de forma más inteligente y desde otros ángulos de visión.

Respecto a los temas abordados en los talleres les suelen parecer bastantes completos, valorando de forma muy especial los dedicados al arrepentimiento, la paz y el perdón y una segunda oportunidad en sus vidas.

VÍCTIMAS DE LA EXCLUSIÓN SOCIAL

La vida de estas personas no ha sido fácil, nada fácil. Más bien rampas de subida en barrios o zonas de exclusión social de la capital o alguna localidad de la Costa. Una mayoría de las participantes se encuentran en situación de desempleo, de larga duración y sin cobrar ningún tipo de prestación. Solo algunos de los más afortunados trabajan en la construcción, limpieza o restaurante. Quienes trabajan lo hacen en trabajos precarios y sin alguna estabilidad.

La mayoría de ellas es una población que vive en situación vulnerable, con numerosos indicadores sociales negativos como la tasa de paro, problemas de convivencia o bajísimo nivel educativo, todo además agravado por la larga década de crisis económica que vivimos desde 2008.

CONCLUSIÓN

Todo parece presagiar que los programas de Justicia Restaurativa van a evidenciar unos resultados bastante satisfactorios. A día de hoy no se puede constatar que esta experiencia consiga la reinserción social de las personas que asisten a los Talleres de Diálogos Restaurativos por tratarse de una experiencia que lleva pocos años, pero entendemos que todo lo que beneficie el enfoque resocializador y una ejecución de la pena más humana, supondrá notables beneficios sociales. Indudablemente trabajar la reparación del daño y la asunción de responsabilidad así como el perdón o el arrepentimiento, son elementos que  van a colaborar en esa pretendida reinserción y que va a generar más beneficios que la justicia penal tradicional. Durante el 2021 este programa se extenderá a los tres niveles de cumplimiento de pena, es decir al segundo y tercer grado penitenciarios y a las medidas alternativas (trabajos en beneficio de la comunidad, programas específicos, etc.), intentando llegar así a más población penitenciaria. 

Todavía nos queda pendiente el trabajo con las víctimas directas de los delitos que han realizado las personas que nos derivan a los grupos. Desde el poder judicial el temor a la doble victimización hacen que se dificulte el contacto con las víctimas, aunque sea simplemente para ofrecerles la posibilidad de beneficiarse del programa. Esperamos que poco a poco esto se vea solventado

Las ventajas se antojan muy evidentes, como la de reducir los efectos estigmatizantes de la justicia penal, así como la implicación y responsabilidad de las consecuencias de sus acciones y que finalmente podrían conllevar la pretendida reeducación y reinserción social de las personas participantes en los Diálogos Restaurativos.

BIBLIOGRAFÍA

  • Ley Orgánica 10/1995 de 23 de noviembre, que aprueba el Código Penal español.
  • Resolución 2002/12 el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas.
  • Recomendación CM/Rec(2018)8 del Comité de Ministros a los Estados miembros en  Materia de Justicia Restaurativa Penal.
  • Manual sobre programas de justicia restaurativa. Serie de Manuales sobre Justicia Penal. Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

Málaga, 3 de marzo de 2021

Arantxa Hernández Echegaray
Servicios Sociales Básicos, Ayuntamiento de Palencia.
Profesora colaboradora Universidad Oberta Cataluña (UOC).
Profesora asociada Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)

Javier Pacheco Mangas
Servicios Sociales Comunitarios. Ayuntamiento de Vélez-Málaga.
Profesor Tutor Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)

Artículo breve basado en: Hernández-Echegaray, A., & Pacheco-Mangas, J. (2018). The debate on minimum income in Spain: charity, development or citizen right. Journal of Sociology & Social Welfare, 45(1), 77-94.

Puede consultarse el original en: https://scholarworks.wmich.edu/jssw/vol45/iss1/6/ 

Artículo premiado en la III Edición del Concurso de Publicaciones 2019, en la modalidad de “Mejor artículo científico publicado en 2018 o 2019 vinculado al Trabajo Social” que otorga el Colegio Oficial de Trabajo Social de Valencia.


Los Servicios Sociales Comunitarios en el marco de las Rentas Mínimas

La principal potencialidad con la que cuentan los Servicios Sociales Comunitarios es su construcción en una historia y en un contexto local. Si bien, y en términos generales, su crónica está marcada por dos hitos principalmente, los cuales aún determinan las concepciones del presente y del futuro en las políticas sociales municipales y autonómicas. A saber, la fuerte herencia de la Beneficencia en la configuración de los servicios sociales (Aguilar, 2013) y la reconceptualización del Trabajo Social en las primeras fases democráticas que tratan de adaptarse a las nuevas exigencias sociales (Las Heras y Cortajarena, 2014). En este tiempo y de forma convergente y homogénea en todo el territorio del Estado, Antoni Vilà diferencia cuatro fases o etapas en los servicios sociales: “gestación (1975-1981), configuración (1981-1992), consolidación (1992-2005) y reforma (a partir del 2005)” (2010, p.22).

La crisis económica, en lo referido a los recortes presupuestarios, reformas legislativas y empobrecimiento de la población marca un reto sustancial para los Servicios Sociales de futuro y de proximidad. “La crisis ha puesto en evidencia la debilidad de un sistema de protección inacabado y fragmentado” (Laparra, 2010, p. 469). “El actual modelo asistencial y de servicios sociales no se encuentra adaptado a las necesidades y los mecanismos de funcionamiento de los nuevos pobres” (Tezanos et. al, 2013, p. 162). Ambas afirmaciones, ponen de relieve la necesidad de replanteamiento de los servicios sociales públicos, en cuanto a sistema de organización y en cuanto a red de protección pública y ciudadana.

Abordaje de la problemática. Metodología.

Para abordar esta investigación era necesaria la introducción de una metodología cualitativa, basada en un análisis del discurso según la propuesta de Wetherell y Potter (1996), que se articula a través de los conceptos de función, variabilidad, construcción y unidad analítica del repertorio interpretativo. Muestran los patrones de regularidad discursiva que se dan entre las personas y que “se pueden considerar como los elementos esenciales que los hablantes utilizan para construir versiones de las acciones, los procesos cognitivos y otros fenómenos” (ibídem: 66). 

La recogida de datos se realizó en dos modalidades: una indirecta, a partir del análisis de fuentes documentales (normativa básica, documentos informativos e instrumentos profesionales y artículos de investigación con un objeto de estudio análogo, en concreto Ayala (2009) y Cortinas (2012a y 2012b)); y otra directa, consultando a los profesionales del Trabajo Social implicados en las políticas sociales y en la gestión en los servicios sociales comunitarios, mediante cuestionarios abiertos (con una muestra de 28 sujetos, entre las comunidades de Andalucía y Castilla y León). 

Para el análisis documental y del material recogido en las entrevistas, nos apoyamos en la herramienta-software Atlas.ti 6.  Ello nos ha permitido extraer la información relevante para observar los relatos y los planteamientos discursivos que se ponen en práctica, mediante la aplicación de preguntas implícitas, en el análisis documental y explícitas a los/las profesionales. Presentamos las categorías de análisis y los repertorios discusivos más relevantes. Por la naturaleza de este trabajo, únicamente presentamos los resultados obtenidos, referidos a la política de rentas mínimas de inserción, al entender que engloba los discursos mayoritarios del resto de políticas sociales llevadas a cabo a consecuencia del impacto social de la crisis.

Principales discursos profesionales

De las entrevistas realizadas a los/las profesionales del trabajo social que gestionan las rentas mínimas, se obtuvieron los repertorios interpretativos que se muestran a continuación, de forma sintética. Conviene destacar, la coincidencia de las percepciones entre profesionales, a pesar de sus diferencias geográficas, así como de concepción y gestión de dicha prestación.

  • La lógica del recurso, sobre la lógica de la necesidad. Los/las profesionales enfatizan la “rigidez en la aplicación normativa”, la existencia de “requisitos trampa” y la desconexión de los plazos con los momentos de urgencia social, entre otros. Ello implica que los sistemas de rentas mínimas, a pesar de su renovación legislativa, no responden adecuadamente a las situaciones de necesidad social planteadas por los ciudadanos en los servicios sociales.
  • El/la profesional como agente de control de la estabilidad, sobre el/la profesional como agente de cambio social. Este es un discurso mayoritario en la percepción de la profesión. La escasez de recursos y la desconexión con políticas activas y de promoción familiar, reducen las oportunidades de reinserción social. Son varios los/las profesionales que apuntan discursos latentes, y por otra parte, ya tradicionales sobre estas prestaciones como instrumento de “paz social”, de “pensionismo” o la combinación con rentas no laborales, así como el cambio de paradigma de esta política, como “renta básica”.
  • La obligación, sobre la negociación. El cuestionamiento mayor es de índole ética, pues su aplicación entra en conflicto con principios esenciales del trabajo social, como la autodeterminación. Sobre esto, se avanza sobre la cuestión de la arbitrariedad profesional, “¿tantas contraprestaciones y seguimientos, cómo profesionales?”. En la profesión hay una ausencia clave, en la sistematización de los procesos de inclusión de familias y personas participantes en los sistemas de rentas.
  • Constante: políticas insuficientes e ineficaces. La escasez es un denominador común en los servicios sociales. Un/a profesional resume el discurso en la siguiente expresión “la ineficacia de esta política revierte en un aumento de la caridad y de las prácticas benéficas”.

Discusión

De los repertorios obtenidos se deduce una importante desconexión de la realidad social con la implementación de los sistemas de rentas mínimas (SRM). Los/las profesionales ponen en práctica una serie de estrategias discursivas que muestran como la intervención en el marco de los SRM ha derivado hacia actuaciones que tienden a la fiscalización, frente a la potenciación de los procesos de cambio y transformación. Este proceso, que tiende a burocratizar la intervención profesional, provoca una despersonalización del proceso que deja de relacionarse con la propia persona usuaria, a intervenir con una composición que se realiza del mismo (Idareta-Goldaracena y Ballestero-Izquierdo, 2013), a la vez que da como resultado la aparición de problemas éticos (Ballestero, Úriz y Viscarret, 2012) Estas prácticas inhibidoras de la creatividad y la innovación en la intervención social son espacios propicios para la involución en el ámbito de los Servicios Sociales, propiciando prácticas asistencialistas y clientelistas que provocan en los/las profesionales sentimientos de frustración, así como una “percibida incapacidad para ayudar a la sociedad a lograr sus objetivos y solucionar sus problemas” (Schön, 1998, p. 47). 

Titmuss (1974) denominará a los/las trabajadores/as sociales como “los trabajadores del Estado” e Illich (1977), usará el término de “profesión inhabilitante” para definir las prácticas llevadas a cabo por los trabajadores sociales. El/la profesional no se siente cómodo/a en el rol de vigilancia sobre normas imperativas, aunque muestran un rol conformista, alejado del ideal reivindicativo que lleva aparejado el desempeño de las profesionales del ámbito de la intervención social. En estos nuevos escenarios, en los que se plantean necesidades y realidades cada vez más complejas, los/las profesionales, en especial los/las trabajadores/as sociales, tienen que asumir un papel proactivo en el diseño, definición e implementación de las políticas sociales, reforzando de esta forma el sistema y contribuyendo a su consolidación (De la Red y Barranco Expósito, 2014).

La intervención social en los sistemas de rentas mínimas debe dar un paso adelante en su configuración transformativa. Por un lado, los/las profesionales tienen que asumir su rol de agente de cambio que han perdido en detrimento de otros con carácter de control y fiscalización, y por otro, se debe tomar una actitud proactiva al cambio, venciendo las resistencias que establece la propia estructura de los sistemas de protección social, evitando prácticas que merman la autonomía y la responsabilidad de la ciudadanía. Así mismo, se ha de avanzar en la participación del diseño de las políticas sociales, donde los/as profesionales tienen que estar representados/as e involucrados/as en todo el proceso de disminuir la vulnerabilidad y la exclusión social.

Referencias

Aguilar, M. (2013). Los servicios sociales en la tormenta. Documentación social, 166, pp. 145-168. 

Ayala, A. (2009). Secretos a voces: exclusión social y estrategias profesionales de construcción de la obligatoriedad en la intervención social vinculada a la Renta Mínima de Inserción (RMI) con el colectivo de etnia gitana. Cuadernos de Trabajo Social, 22, 19-40. 

Ballestero Izquierdo, A., Úriz Pemán, M. J., & Viscarret Garro, J. J. (2012). Dilemas éticos de las trabajadoras y los trabajadores sociales en España. Papers, 97(4), 875-898.

Cortinas, J. (2012a). La identidad profesional de los trabajadores sociales como elemento clave en el acceso a los programas de rentas mínimas: el caso de Catalunya. Zerbitzuan, 51, 95-105.

Cortinas, J. (2012b).  Las normas de clase como base del acceso a las nuevas políticas sociales para hacer frente a la precariedad vital. Papeles del CEIC, 2, 1-25. 

De la Red, N., & Barranco Expósito, C. (2014). Trabajo Social y participación en las políticas sociales. Azarbe. Revista Internacional de Trabajo Social y Bienestar, 3, 39-45.

Idareta-Goldaracena, F., y Ballestero-Izquierdo, A. (2013). Ética, paternalismo y burocracia en Trabajo Social. Portularia. Revista de Trabajo Social, 13(1), 27-35. doi: 10.5218/prts.2013.0004

Illich, I. et al. (197a). Disabling Professions. London: Marion Boyars.

Laparra, M. y Pérez, B. (2010). El primer impacto de la crisis en la cohesión social en España. Madrid: FOESSA.

Las Heras, Mª. P. y Cortajarena, E. (2014). Introducción al Bienestar Social. El libro de las casitas. Madrid: Paraninfo y Consejo General de Trabajo Social.

Schön, D. (1998). El profesional reflexivo. Cómo piensan los profesionales cuando actuan. Barcelona: Paidós.

Tezanos, J.F., et. al. (2013). En los bordes de la pobreza. Las familias vulnerables en contextos de crisis. Madrid: Biblioteca Nueva.

Titmuss, R. M. (1974). Social Policy: An Introduction. London: Allen & Unwin.

Vilà, A. (2010). Los cambios legislativos en materia de Servicios Sociales (2000-2009). En Casado, D. (Coord.). Leyes de Servicios Sociales del siglo XXI. pp- 17-48. Madrid: FOESSA.

Wetherell, M. y Potter, J. (1996). El análisis del discurso y la identificación de los repertorios interpretativos. En Gordo, A. y Linaza, J. (Eds.), Psicologías, discursos y poder. Madrid: Visor, pp. 63-78.

TSDifusión, 17 de febrero de 2021

TSDifusión ha cumplido un año en su nuevo formato, en el que hemos pretendido adaptarnos a las vías de información y comunicación actuales, así como facilitar la difusión del pensamiento y práctica profesional a través de las redes sociales.

Desde la revisión del formato de la revista, a mediados del 2019, el equipo de TSDifusión ha tratado de hacer que la participación de los diferentes actores implicados sea mayor. Desde el diseño hasta el funcionamiento del equipo que lo lleva adelante, este momento de inflexión se convertía en una oportunidad para sumar y enriquecer, un ejercicio tan complejo como el de dar visibilidad a la profesión a través de una herramienta como la revista, que lleva 24 años de andadura.

En aquel momento de revisión, el Consejo Editorial estaba formado por 3 colegios profesionales: Huelva y Cádiz con la creación de contenidos, y Málaga, además, con la coordinación, secretaría y maquetación. Desde el equipo de Málaga se hizo un gran esfuerzo por buscar una fórmula que facilitara el trabajo de coordinación, la toma de decisiones y la gestión de la información de una manera amable y sencilla, pero la dichosa pandemia no nos permitió ensayar el modelo de funcionamiento hasta la mitad de 2020. 

Es en ese momento, 8 de mayo de 2020, donde se ponen en marcha las herramientas tecnológicas (gestión de proyectos virtual), las reuniones virtuales del Consejo Editorial, y sobre todo, la voluntad de sumar de todas las personas que formamos el equipo de TSDifusión, sin protagonismos colegiales.

Durante este tiempo, en el que hemos tenido que aprender a comunicarnos sin la calidez de la presencialidad, a utilizar las nuevas tecnologías -aunque fuéramos de la era del teléfono fijo-, y sobre todo a darle forma a un proyecto colectivo e interinstitucional, tanto por dentro como por fuera -en una época en la que cada entidad está luchando por su supervivencia-; si algo hemos aprendido en estos meses que llevamos de recorrido compartido, es que cuando el objetivo está claro, las capacidades se ponen al servicio de lo común y se asumen liderazgos colectivos, se trabaja con alegría y salen adelante procesos que de otra manera no se podrían llevar a cabo.

Se ha trabajado mucho para la planificación y organización del trabajo, se han establecido protocolos para el funcionamiento del consejo editorial y se hace uso de plataformas y herramientas que facilitan un trabajo colaborativo y organizado. En este crecimiento hemos practicado un trabajo en comunidad, donde se implementan mejoras en las dificultades sobrevenidas de la propia gestión, y donde las personas que forman parte del consejo asumen tareas en función de sus fortalezas, en una relación horizontal de todos los colegios. 

Tal ha sido nuestra ilusión en el trabajo compartido y tanto nuestro interés en que las/os profesionales se expresen y compartan, que hemos sido capaces de organizar y poner en marcha el curso: “Escribir para compartir”. Desde estas líneas agradecer a los Colegios de Cádiz, Huelva y Málaga su apoyo, y el interés expresado por las personas inscritas.

Esperamos que tanto la revista como el curso motiven la expresión personal y profesional, si eso es así esperamos vuestra participación. Nuestras “páginas” están abiertas a todas las personas que quieran compartir sus reflexiones y experiencias, y como no, también os invitamos a formar parte del consejo editorial. Invitación que hacemos extensiva al resto de colegios de Andalucía.

Para concluir, y si sentís curiosidad por el trabajo desarrollado, tenemos una última invitación, nuestra memoria anual, en la que se visualiza el trabajo que te hemos contado, y a la que puedes acceder aquí.

Málaga, 9 de febrero de 2021

José Carlos Montero Díaz
Trabajador Social. Asesor técnico del Servicio de Valoración de la Dependencia de Málaga

Carmen del Pilar Navarro Navarro
Trabajadora Social. Valoradora del Servicio de Valoración de la Dependencia de Málaga

En un portal de ofertas de empleo líder en España, si introducimos en su buscador “trabajo por objetivos”, aparecen 1.627 reseñas, un 5% del total de sus ofertas. Si aplicamos otro filtro más por “trabajo social” y el resultado se reduce a 3 ofertas -una residencia para personas mayores, una en un programa de emergencias con familias en una empresa, y otra en un programa de acogida para refugiados en una ONG-, en cuya descripción de funciones, tareas y condiciones laborales, no encuentro diferencia con cualquier otra oferta de empleo genérica.

Creemos que este es uno de los primeros retos, saber qué es el “trabajo por objetivos”.

Trabajar por objetivos

Desde siempre se ha podido trabajar por objetivos, pero ¿cuándo se hace consciente? Hace ya casi 70 años (1954), Peter F. Drucker -considerado el mayor “filósofo” (pensador) en el campo de la administración de empresas del siglo XX-, desarrolló un modelo de gestión estratégica para mejorar el desempeño dentro de las organizaciones.

Este modelo, aún estudiado en las más prestigiosas escuelas de negocio, tiene como objetivo mejorar el desempeño de una organización al definir claramente los objetivos acordados tanto por la dirección como por los empleados. Según su teoría, tener voz en el establecimiento de metas y planes de acción fomenta la participación y el compromiso entre los/as empleados/as, así como la alineación de objetivos en toda la organización.

Los elementos esenciales de esta metodología son: 1. Establecer unos objetivos claros, concisos y comunicados. 2. Participación en el proceso de establecimiento. 3. Evaluación de las actuaciones basadas en los resultados.

La elección de los objetivos por tanto sería la primera tarea. Según Fernando Calderón, la formulación del objetivo “ayuda a focalizar los esfuerzos del equipo en el reto exacto que se pretende conseguir, y permite evaluar, sin subjetividad, si efectivamente ha surtido el efecto esperado”. Estos objetivos deben ser de mejora, es decir, indican el logro o reto que se pretende conseguir en un periodo de tiempo. Además, deben ser cuantificados, y serán estimados a partir de la información consistente sobre la situación de partida.

En este artículo no podemos profundizar en el método, que se basa en la mayoría de las teorías, en la gestión de proyectos orientados a la eficiencia del proceso; poniendo énfasis especialmente en todo aquello que aporta el valor para el cliente y reduciendo o eliminando todas aquellas actividades y tareas que impactan en coste y esfuerzo.

F. Calderón señala que el proceso de definición de los objetivos tiene tres fases: 

1. Análisis de la situación de partida: En esta fase se pretende hacer “todo lo que haga falta hasta conseguir dimensionar correctamente la situación”. Es recomendable dedicar el tiempo necesario en estas tareas, evitando que los errores o déficit cometidos en este análisis dificulten las fases posteriores.

2. Planificar: Esta fase tiene dos partes. Una primera parte de selección de los objetivos, proponiendo para ello métodos cuantitativos y cualitativos. Y una segunda parte donde se elabora el “Plan de Acción”. Este Plan debe contener estos elementos: 1. Objetivo; 2. Responsable del objetivo; 3. Equipo de trabajo; 4. Acciones, responsables y calendario; 5. Recursos extraordinarios necesarios. 

El Plan tiene que quedar registrado en un documento en soporte papel o informático. Se propone que esté expuesto en un espacio de trabajo común, y que sirva como mapa para llegar al destino. 

3. Seguir el Plan: El seguimiento persigue garantizar la ejecución del plan, buscando la agilidad en el mismo. Se establece que el plan no debería durar más de dos o tres semanas. Si alguna acción demanda mayor tiempo, se aconseja que la misma se desglose en varias acciones de menor duración. El cumplimiento de un plan no significa el fin del proceso de mejora, se entiende como un continuo en el tiempo. 

Esta metodología tiene también sus detractores, los cuales esgrimen que se enfatiza indebidamente el establecimiento de metas para lograr los objetivos, en lugar de trabajar en un plan sistemático para lograrlo. También se plantea que establecer objetivos particulares lleva a los trabajadores a cumplir esos objetivos por cualquier medio, incluido atajos que dan como resultado un trabajo de mala calidad.

El mismo Drucker creía que su método no era una panacea, sino una herramienta para utilizar; creía que proporcionaba a las organizaciones un proceso. Y muchos profesionales afirman que su éxito depende del apoyo de la alta dirección, objetivos claramente delineados y gerentes capacitados que puedan implementarlo.

El sector público siempre ha ido a rebufo de estas metodologías, queriendo importarlas y adaptarlas a su misión. Esto ha tenido desarrollos y éxitos concretos, pero en ningún caso se han generalizado, y mucho menos se han interiorizado.

¿Objetivos o agilidad?

Anteriormente, dentro del Plan de Acción del trabajo por objetivos, se señalaba la importancia de la “agilidad”.

La “Fundació Factor Humà”, es una organización con más de veinte años, que tiene el objetivo de mejorar la gestión de las personas en las organizaciones. Hace unos años hacía una reflexión titulada “¿Objetivos o agilidad?” en la que señalaba que “para poder tener éxito en un entorno en continuo cambio, donde tecnologías, conocimientos y modelos de negocio se quedan obsoletos en un abrir y cerrar de ojos, las empresas necesitan agilidad” (García, 2015).

Son muchas las empresas que funcionan en contextos normalizados, pero tienen un mal encaje en contextos turbulentos. El autor señala el ejemplo de las organizaciones que tienen sistemas de gestión por objetivos, identificando entre sus problemas los siguientes:

  • Si bien un requisito de la gestión por objetivos, es que estos fuesen compartidos entre jefes/as y colaboradores/as, en la práctica normalmente esta participación brilla por su ausencia. Habla de objetivos “en cascada”, dictados desde la cúpula que caen a los demás niveles.
  • Otro inconveniente es el carácter vertical y descendente de muchos procesos de establecimiento de objetivos. Con frecuencia, las personas que forman parte de un departamento u otro tipo de unidad organizativa desconocen cuáles son los objetivos de las demás unidades con las que tienen que colaborar.
  • Los sistemas de objetivos a menudo están vinculados a sistemas retributivos que recompensan su consecución, en ocasiones desproporcionadamente.
  • En muchas organizaciones los objetivos son establecidos en base anual o semestral sin que existan mecanismos para su revisión a más corto plazo.
  • A esta rigidez contribuye también el mismo diseño de los procesos de establecimiento de objetivos, a menudo excesivamente enrevesados y lentos. Igualmente influye el grado de detalle con que, en general, se formulan los objetivos, que normalmente se plantean con un nivel de resolución excesivamente bajo, y sin hitos que permitan monitorizar los avances o detectar de manera temprana si nos encontramos fuera de rumbo.
  • Hay que añadir la falta de herramientas. Todavía son muy pocas las empresas que disponen de soluciones tecnológicas que les permitan, entre otras cosas, entender como los objetivos de los miembros de la organización están relacionados unos con otros, o como las relaciones de colaboración que se producen en torno a esos objetivos evolucionan a lo largo del tiempo.

Centrando el debate en la gestión ágil de los proyectos, encontramos diversas iniciativas que promueven metodologías y herramientas para ello. Nos hacemos eco aquí de una web especializada, “proyectosagiles.org”, que se presenta como “la web de Scrum en español para la difusión de la gestión ágil de proyectos”.

Las organizaciones necesitan ser capaces de rastrear el entorno en busca de oportunidades y señales que les indiquen posibles cambios de tendencia, conocerse bien a sí mismas para evitar ángulos muertos, y tomar decisiones con rapidez y lo más cerca posible del lugar donde se producen los efectos de esas decisiones. También tienen que poder reconfigurar sus estructuras para adquirir, integrar, desarrollar y reasignar capacidades internas y externas, y aprender de sus errores, tanto como de sus éxitos. Diría que esto también es aplicable a la transformación que debe llevar a cabo y se espera de la administración pública, donde hasta ahora, la “agilidad en la gestión” es el punto más débil de forma endémica.

Algunas empresas recurren a estas nuevas técnicas de organización del trabajo, como el “scrum”. El Scrum es un proceso en el que se aplican de manera regular un conjunto de buenas prácticas para trabajar colaborativamente, en equipo, y obtener el mejor resultado posible de un proyecto. Estas prácticas se apoyan unas a otras y su selección tiene origen en un estudio de la manera de trabajar de equipos altamente productivos.

Comunidades de prácticas

En estas ideas de “gestión ágil de proyectos” y “scrum”, encuentro similitudes con una metodología que se está desarrollando desde finales del año 2017 dentro de la Junta de Andalucía. El IAAP ha impulsado el proyecto “En comunidad” basado en las Comunidades de Práctica CoPs. Comparte en sus orígenes el análisis del mundo en el que vivimos, en constante cambio y al cual hay que adaptarse. Su propuesta pasa por responder a los desafíos desde la colaboración y aprovechando los muchos conocimientos que tienen las personas que llevan años en la Administración Pública.

Una CoP es un “Grupo de personas que, de manera voluntaria y autorganizada, comparten sus experiencias laborales y habilidades con la finalidad de producir conocimientos y aprendizajes útiles para responder a problemas relacionados con sus contextos laborales” (Rodriguez, E y Artillo, J.I, 2019).

La “Guía gráfica para la creación y dinamización de Comunidades de Práctica” elaborada por estos autores, señalan que una CoP no es ni una “Comisión” ni un “Equipo de Mejora”, los cuales son promovidos verticalmente, de arriba abajo, es decir las personas que los componen suelen estar designadas por la propia organización. Las comunidades son iniciativas autoorganizadas entre iguales que eligen abordar un problema que está fuera del foco de la organización, pero que consideran importante, aunque con el respaldo de las personas directivas. Las COPs se organizan horizontalmente y su metodología de trabajo se basa en la colaboración entre iguales para explorar soluciones y construir conocimiento a partir de la experiencia y los saberes que hay en grupo.

Los rasgos distintivos de una CoP son: co-propiedad, voluntariedad, autoorganización, y conexión entre pares.

La CoP supone un beneficio para los/as participantes, pero también para la organización: Son herramientas idóneas para el desarrollo profesional; se puede convertir el saber de las personas en conocimiento experto y ponerlo al servicio de la innovación; mejora continua de carencias que preocupan a las personas en su desempeño profesional; aumenta el reconocimiento personal, en consecuencia, del compromiso y la implicación en la organización; inciden en el trabajo en equipo y la reciprocidad; aumenta la coordinación y fluidez de los procesos de la organización;  conecta la organización con su entorno.

A modo de conclusión

Los métodos de mejora de las organizaciones, y de los equipos y las personas empleadas en ellas, son múltiples. Son métodos comunicados y complementarios entre ellos, y que buscan mejorar los resultados. La mayoría de ellos surgen desde la iniciativa privada, y por tanto la finalidad última siempre será de un mayor beneficio económico. En la iniciativa pública, la finalidad última es la mejora de su servicio público, prestar más y en el menor tiempo. En ambos casos, se busca mejorar también la calidad, y de ahí que se hayan extendido diferentes métodos para su certificación.

Somos de los que pensamos que de todo se aprende, y que, si hay algo que funciona, copiemoslo. Por tanto, toda teoría, toda metodología, tiene el interés intelectual de conocerla, y el “ansia” por encontrar herramientas para mejorar de forma continua.

Laboralmente hemos desarrollado nuestras carreras profesionales en el sector público; también hemos participado activamente en la gestión de organizaciones sociales. Nuestra experiencia nos lleva a una primera conclusión, y es que en el sector público se confunde el “trabajo por objetivos” con el “trabajo por resultados”. En el sector privado, un entorno de trabajo orientado a resultados es una estrategia de gestión de personal en el trabajo, en la cual los trabajadores y trabajadoras son retribuidos en función de los resultados en vez de las horas trabajadas. Esta estrategia tiene como beneficio una total autonomía a la hora de realizar el trabajo.

En el sector público, la retribución no depende de los resultados. Pero sí se marca a los equipos y las personas unos resultados a obtener, saltándose el resto de fases anteriores, independientemente de que se use una metodología u otra. Da la sensación de que la organización no tiene método alguno, simplemente ejecuta su tarea. 

Muchos de estos métodos son útiles en contextos normalizados. En el trabajo social, tenemos la sensación de que siempre desarrollamos nuestro trabajo en contextos “no normalizados”, o, mejor dicho, nuestro contexto siempre es de una “permanente situación de crisis”. La fuerte demanda de nuestros servicios, desvía la atención en la necesidad de una correcta planificación, focalizando el interés en aumentar la respuesta en un menor tiempo posible. Es decir, el objetivo es tramitar las miles de solicitudes que se “agolpan” en todas las mesas.

Uno de los principales errores que percibimos, es que cuando se ponen en marcha nuevos derechos, servicios o prestaciones, las organizaciones públicas no desarrollan ningún método en su implementación. No hay un plan de acción. 

Este déficit, que por lo general no se resuelve, va arrastrándose a lo largo del tiempo al responder siempre a las necesidades con medias parciales y poco eficaces.

Nuestra conclusión final es que, independientemente del método a seguir, la comunicación y la transparencia son fundamentales para que las personas y equipos sepan hacia dónde dirigirse y estén completamente alineados con los objetivos y metas de la organización. Si no se aplica una metodología que implique y dé participación desde el principio a las personas que han de trabajar por conseguir “los objetivos”, estas sabrán únicamente dónde tienen que llegar, pero no se van a sentir apoyadas, ni motivadas, ni valoradas, pudiendo el trabajo volverse ineficaz e ineficiente, además de completamente desilusionante. Por otra parte, la persona trabajadora no se percibirá a sí misma como parte importante y fundamental en la organización, sino como una mera “gestora” del trabajo, provocando “desapego” hacia la organización. Solo un equipo responsable y comprometido con los objetivos será capaz de trabajar de forma competente, por lo tanto, es necesario hacer un esfuerzo por no descuidar aspectos del trabajo que no son medibles ni cuantificables.

Este artículo nos ha acercado a un reto propuesto por el Consejo de Redacción de esta revista. Este es un primer “capítulo”, donde nos acercamos a la materia desde una perspectiva más genérica. Nuestro propio reto a continuación, es buscar cómo se implementa este tipo de métodos entre las/os profesionales del trabajo social y las instituciones en las que trabajamos.

Bibliografía

  • Calderón, F (2020). Guía para trabajar por Objetivos. IAAP.
  • García, S (2015). ¿Objetivos o agilidad? Blog “Factor Humá”.
  • Rodríguez, E y Artillo, J.I. (2019). Guía gráfica para la creación y dinamización de Comunidades de Prácticas. IAAP.

Málaga, 3 de febrero de 2021

Mirian del Olmo Moreno
Trabajadora social, técnica de empleo de colectivos vulnerables, intérprete de lengua de signos, especialista en mediación y profesora de Kundalini Yoga

Uno de los talones de Aquiles de las ciencias sociales es lo que nos cuesta a las profesionales sentarnos a escribir, hay mucho trabajo de campo sin documentar, que tan sólo se ve resumido en memorias anuales que terminan siendo esquemas, tablas, números de objetivos inhumanizados y gráficas de barras. Dentro de las ciencias sociales, entendiendo la intervención social como las raíces, el trabajo social sería el tronco de este árbol, con demasiada poca producción escrita para tan grosso como abarca. Nuestro árbol da sombra y cobijo a muchas otras plantas y como una de las ramas de su tronco está la orientación laboral.

El trabajo social es la columna vertebral y transversal de la atención directa y del trabajo multidisciplinar. Entiendo la orientación laboral como una rama del trabajo social, aunque no todas las profesionales que ejercen como técnicas de empleo son trabajadoras sociales. El trabajo social bajo el prisma de su amplio significado constituye la fundamentación de la orientación laboral ya que todo proceso formal para mejorar la calidad de vida de una persona, unidad familiar o grupo de personas es el fin último del trabajo social.

Así, la orientación laboral en el contexto socio-histórico en el que vivimos aparece antes o después en el itinerario de intervención, en cualquier caso, grupo o comunidad. Debido a las circunstancias económicas, muchas veces el factor de la inclusión laboral es determinante para sobrepasar o no, la línea de la exclusión social, el riesgo de la situación de calle o de la accesibilidad a la normalización y completa integración, como en el caso de las personas inmigrantes solicitantes de protección internacional o refugiadas. 

Vivimos en la sociedad líquida, el entorno VUCA, acrónimo del inglés, en español VICA. El concepto VUCA fue acuñado por la Escuela de Guerra del Ejército de los Estados Unidos para describir el contexto socio-histórico en el que se encontraban las relaciones internacionales al terminar la Guerra Fría, VUCA viene de: V de volatilidad, U de incertidumbre(uncertaninty), C de complejidad y A de ambigüedad. El concepto fue rescatado en el área empresarial y de marketing y poco a poco (vete tú a saber por qué) se ha ido extendiendo y aplicando a todo ámbito socio-político, laboral y económico. 

Con este marco interventivo, el factor socio-laboral y económico son determinantes, eso es innegable por lo que en el conjunto de la intervención con cualquier caso la orientación hacia el empleo ha ido adquiriendo cada vez más relevancia, llegando a brotar esta rama dentro de nuestro árbol. Poco a poco, la figura de la técnica de empleo va consolidándose como imprescindible dentro de proyectos de intervención tan ambiciosos como el ERACIS en Andalucía, por citar un único ejemplo, donde la intervención multidisciplinar no se entiende sin la orientación y seguimiento de una búsqueda activa de empleo acompasada con las otras áreas de intervención o pautas a mejorar, como pueden ser la salud, educación, crianza, autoestima y/u otros aspectos psicosociales. En las entidades privadas, empresas del tercer sector, ONGs, fundaciones, etcétera, el área de empleo cuenta ya con un largo recorrido y siguen brotando nuevos programas y proyectos sumándose a los más consolidados como el Incorpora de La Caixa*, de los más veteranos, o las lanzaderas de empleo. De ahí que la especialización de los perfiles profesionales que trabajamos bajo la amplia etiqueta de ser técnicas de empleo tengamos que ser multitarea, flexibles, en continua adaptación al cambio y muy resilentes. Además de tener muy arraigadas y en continuo crecimiento nuestras softs skills o competencias blandas. Las técnicas de empleo tenemos muchas veces que autoformarnos, ya que nuestra profesión aún no cuenta con formación formal reglada, e irnos especializando según, también, la demanda del sector, nuestras propias preferencias o competencias.

Cuando en tu propio jardín profesional, en tu árbol de trabajo social te sale la rama de la orientación, casi que la esperabas porque eres trabajadora social: lo tuyo es la escucha activa, empatizar y saber acompañar, pero si los brotes tiernos son del ámbito de empleo, no sabes muy bien a qué atenerte al principio. 

Sean cuales sean los motivos por los que una termina en este vaivén de contratos temporales enlazando una interinidad con una subvención o un contrato temporal por obra y servicio con una partida presupuestaria, la orientación laboral es apasionante cuando te permites madurar sus frutos.

En estos momentos tan crudos a nivel socio-económico y pandémico donde la precariedad laboral asalta desde cualquier esquina deberían de tenernos a las técnicas de empleo en todo centro de servicios sociales para poder atender con urgencia cualquier emergencia socio-laboral o para pasar consulta como técnicas de empleo de cabecera o familia porque no conozco a nadie que no haya necesitado alguna vez resolver una incertidumbre laboral, reorientar su objetivo laboral o simplemente saber dónde y cómo llevar ese CV a buen puerto. Para eso y mucho más somos y estamos las técnicas de empleo, profesión, aunque invisibilizada con gran anclaje por su innegable utilidad y funcionalidad.

Espero que estas palabras sirvan de reconocimiento para todas las grandes compañeras de la orientación laboral y anime a acercarse a este dinámico jardín interventivo a más trabajadoras sociales. Y por qué no, que anime a mejorar las condiciones laborales de todas las que nos dedicamos a mejorar el futuro laboral de las personas más vulnerables o con más necesidades de apoyo.

Cádiz, 26 de enero de 2021

Inmaculada Aparicio Gutiérrez
Gerente del Gabinete Social y de coaching Motiva-te

Situación actual del Trabajo Social ante la situación de emergencia social: Sobrecarga profesional, falta de recursos, nuevos perfiles de usuarios/as y demandas más exigentes

La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 ha desembocado en una crisis económica que, a su vez, ha causado una crisis social. A raíz de la declaración del estado de alarma comencé a investigar en profundidad sobre la incidencia del “síndrome de burnout” o “síndrome de quemarse en el trabajo” en los y las Trabajadoras Sociales.

Comencé a indagar, a través de grupos de discusión y entrevistas, en el proceso por el que estaban pasando muchos trabajadores y trabajadoras sociales en emergencias sociales, con personas sin hogar, gestionando el duelo en hospitales o cubriendo las necesidades básicas de miles de personas. Encontré muchos casos de profesionales trabajando contra reloj totalmente desbordados/as y con necesidad urgente de más recursos asistenciales. Esta sobrecarga profesional en la que se veían inmersos/as, estaba constituyendo un riesgo no sólo para su propia salud, sino también para la adecuada atención de usuarios/as y su proceso de acompañamiento social. En muchos casos, no podían centrarse en la inclusión social por tener que dar prioridad a tareas de gestión telemáticas y trámites online, ejerciendo en algunos casos como meros tramitadores/as de prestaciones.

Pude además comprobar que habían surgido nuevos perfiles de usuarios/as. Eran personas que nunca habían acudido a servicios sociales, y que aún parecían en estado de shock. Personas que no sabían cómo encajar su situación a nivel mental y emocional.

Los y las trabajadoras sociales, se quejaban de que no disponían de apenas tiempo para cada intervención, que se enfrentaban a demandas más exigentes y que en muchas ocasiones no existía un protocolo de actuación, dando lugar a que los propios profesionales no sabían cómo actuar ante estas demandas.

Estas percepciones que surgían según iba avanzando esta investigación, lo confirmaron en entrevista muchos/as profesionales: Insistían en que debido a los escasos recursos se producía una sobrecarga profesional tremenda. Indicaban que la situación se estaba volviendo muy negativa y afectaba ya a los usuarios y usuarias. Muchos/as transmitían un sentimiento compartido de agobio, estrés y “quemado”.

Dada mi anterior experiencia y que una de las grandes áreas de mi proyecto profesional está relacionada con el autocuidado de los y las Trabajadoras Sociales, vi claramente la necesidad de implementar nuevas herramientas para hacer frente a esta sobrecarga que cada vez era mayor, tanto a nivel personal del propio trabajador/a como a nivel de intervención con los y las usuarias.

Investigación realizada

Dado que una de las técnicas con mayor evidencia científica no sólo para la prevención del estrés sino también para la prevención del burnout es Mindfulness, me propuse relacionar esta técnica con el síndrome de burnout, en el contexto del Trabajo Social.

Encontré que la bibliografía que combina Minfulness, Burnout y Trabajo social es muy escasa en Europa, especialmente en España.

Todo esto derivó en el trabajo de investigación: “Aproximando Mindfulness al Trabajo Social” que estoy llevando a cabo a través del Máster de Mindfulness de la Universidad de Zaragoza, con un convenio de colaboración en prácticas con el Colegio Profesional de Trabajo Social de Cádiz.

El objetivo principal de la investigación es estudiar el síndrome de burnout en el Trabajo Social y analizar los beneficios del Mindfulness en el bienestar de los y las trabajadoras sociales de la muestra, teniendo presente la crisis social actual.

Partiendo de este objetivo principal, se plantean otros objetivos específicos:

  • Analizar el nivel de burnout entre los y las Trabajadoras Sociales, en la muestra de este estudio. 
  • Analizar la aplicabilidad de Mindfulness en el burnout y en el aumento del bienestar entre los y las Trabajadoras Sociales, muestra de este estudio.

Como justificación metodológica, en esta investigación se ha adoptado la metodología cualitativa, y como estrategias de obtención de la información han sido clave los grupos de discusión, complementados con la observación, la conversación, análisis de artículos, entrevistas y participación activa en las actividades que han formado parte del convenio de prácticas a través del Colegio Profesional de Trabajo Social de Cádiz.

La investigación ha comprendido las siguientes actividades, llevadas a cabo hasta el momento: 

  1. Cuestionario para medir el impacto de la crisis Social en los y las Trabajadoras sociales, organizado por el Colegio Profesional de Trabajo Social de Cádiz. Esta actividad ha servido para evaluar el IMPACTO DEL SÍNDROME DE BURNOUT EN EL TRABAJO SOCIAL.
  2. Realización de un Curso online, organizado por el Colegio Profesional de Trabajo Social de Cádiz, titulado “Aprendizaje y práctica de la atención plena en el contexto del Trabajo Social”. En este curso de Mindfulness, se incluyeron dos tests, anterior y posterior al curso, que permitían la evaluación de la APLICABILIDAD DEL MINDFULNESS EN SÍNDROME DE BURNOUT.
  3. Un total de 15 grupos de discusión, grupos focales, utilizando metodología comunicativa y donde los propios profesionales transmiten qué necesitan.

Asimismo, ha jugado un papel significativo el diario de campo.

La investigación se encuentra aún en la parte de análisis, pues se siguen recogiendo más datos a través de entrevistas y análisis de artículos de interés, donde compañeros y compañeras nos acercan con sus relatos y vivencias a realidades desconocidas.

Sin embargo, ya en este momento se pueden extraer conclusiones importantes:

Síndrome de burnout en el Trabajo Social en tiempos de crisis

El término “síndrome de burnout”, que en español se traduce como “síndrome del quemado” o “síndrome de estar quemado por el trabajo” se usó por primera vez en 1969. A lo largo de estos años ha habido muchas definiciones de distintos autores, aunque coinciden en que se produce un desgaste, agotamiento y quemado del profesional. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido oficialmente el síndrome de burnout como enfermedad. Este reconocimiento entrará en vigor el próximo 01/01/2022. Lo describe como “un síndrome conceptualizado como resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito”, caracterizado por tres dimensiones:

  1. Sentimientos de falta de energía o agotamiento.
  2. Aumento de la distancia mental con respecto al trabajo, o sentimientos negativos o cínicos con respecto al trabajo.
  3. Eficacia profesional reducida.

En la investigación realizada se propuso, bajo el marco de un convenio con el Colegio Profesional de Trabajo Social de Cádiz, la realización y difusión de un cuestionario para profundizar en el conocimiento del impacto de la crisis social en los y las Trabajadoras Sociales. Dicho cuestionario, estuvo disponible desde agosto hasta noviembre de 2020 y constó de un total de 47 preguntas, entre las que se incluyeron preguntas validadas usadas en cuestionarios tipo para investigaciones sobre el “Síndrome de burnout” (“Escala validada de MASLACH BURNOUT INVENTORY”), junto con otras preguntas adaptadas a las particularidades de la profesión, para poder relacionarlas y extraer conclusiones.

Los resultados más relevantes obtenidos de la muestra han sido:

  • IMPACTO DE LA CRISIS SOCIAL: Casi unánimemente, los y las Trabajadoras Sociales se han visto impactados/as laboralmente por las circunstancias actuales. Más de la mitad de la muestra indica que su desempeño se ha visto afectado.
  • RELACIÓN CON LAS INSTITUCIONES: Una mayoría siente que las funciones de los y las Trabajadoras sociales no están bien definidas y que existe un exceso de burocracia. 

Además, abrumadoramente consideran que se ha olvidado priorizar sus necesidades durante la crisis.

  • ESTADO PERSONAL.CANSANCIO FISICO Y PSIQUICO: Se aprecia que, un alto porcentaje dice sentir semanalmente molestias físicas (dolor de espalda, de cuello, o dolor de estómago) 

Casi la mitad de la muestra afirma sentirse “consumido/a” al final del día. La mayor parte de éstos (aproximadamente una de cada tres personas) se declara también “quemado/a” al menos una vez por semana.

  • ESTADO PERSONAL. CANSANCIO EMOCIONAL: Se extrae del análisis de los gráficos que aproximadamente el mismo porcentaje que dice sentirse “quemado/a” se declaran emocionalmente agotados /as por su trabajo. 

De éstos/as, la mayoría manifiestan haber necesitado algún tipo de ayuda emocional durante la crisis, al menos una vez por semana. Se trata de aproximadamente una de cada cuatro personas de la muestra.

  • RELACIÓN CON LA PROFESIÓN: Las conclusiones más relevantes de las preguntas en relación al ambiente laboral y relación con la profesión son que; aunque la mayor parte de la muestra está satisfecha con su trabajo actual, hay aproximadamente un 20% (una de cada cinco) que no sólo se plantea el cambio de trabajo, sino el dejar de ejercer la profesión.
  • AUTOCUIDADO: Se aprecia una distribución de las respuestas en relación al autocuidado que practican los y las Trabajadores Sociales, encontrando porcentajes significativos tanto entre los que lo practican como en lo que no. 

Sin embargo, estos profesionales creen mayoritariamente que no se están tomando medidas en este sentido en su ámbito profesional.

Herramientas de autocuidado para su prevención: Mindfulness

Para hacer frente a la sobrecarga laboral, es necesario en muchos casos usar herramientas de desarrollo personal y profesional en estas nuevas situaciones. 

Para el autocuidado en los y las profesionales del ámbito social existe un gran abanico de herramientas; como son el Coaching, la Programación Neurolingüística, herramientas y competencias derivadas de la Inteligencia Emocional, entre otras. Sin duda, una de las herramientas más efectivas con evidencia científica para la prevención y tratamiento del estrés y prevención del síndrome de burnout es Mindfulness. 

Mindfulness (que podría traducirse como “estar atento”) se refiere por un lado a un estado de la mente; y por otro lado, a las técnicas que permiten desarrollar este estado de la mente. Aunque existen muchas definiciones, una de las más utilizadas fuera de los ambientes científicos es la del monje budista Ticht Nat Hanh, quien la define como “mantener viva la propia conciencia focalizada en la realidad presente”.

Algunas de las técnicas que permiten desarrollar ese estado de la mente serían la meditación atencional, generación de aceptación, prácticas informales etc.

Es una técnica multiefectos, con beneficios a nivel atencional, sensorial, somático, experiencial y emocional. 

En la investigación realizada, para evaluar la aplicabilidad del Mindfulness en el tratamiento y prevención del síndrome de burnout se propuso la realización de un Curso online, organizado por el Colegio Profesional de Trabajo Social de Cádiz, con una duración de 8 horas (4 sesiones de 2 horas) titulado “Aprendizaje y práctica de la atención plena en el contexto del Trabajo Social”. En este curso de Mindfulness, se incluyeron dos tests, anterior y posterior al curso, que permitían evaluar cómo afectó la práctica al alumnado.

Como conclusión principal tras el análisis de los tests, se comprueba cómo las personas participantes con nivel de quemado alto, que no faltaron a ninguna sesión y que realizaron las prácticas recomendadas e hicieron seguimiento, al finalizar el curso no solo había aumentado su nivel de mindfulness, sino que también se había reducido su nivel de quemado.

Conclusiones generales hasta el momento

En la investigación realizada, por el momento se pueden extraer las siguientes conclusiones:

  1. En la muestra analizada, se comprueba cómo los y las Trabajadoras Sociales se consideran impactados/as laboralmente por esta crisis social, presentándose consecuencias en su salud física, mental y emocional.
  2. Aquellas personas de la muestra que se sentían “quemadas”, han reducido su nivel de quemado tras la práctica de Mindfulness. Asimismo, dentro del contexto del Trabajo Social, esta práctica les ha proporcionado otro tipo de beneficios, como por ejemplo la reducción de la rumiación, regulación emocional, exposición de miedos, etc.

Como investigación en curso, las conclusiones anteriores se consideran aún provisionales. 

En tiempos de incertidumbre, me motiva seguir moviendo al Trabajo Social, promoviendo el autocuidado desde la investigación para seguir avanzando en nuestra profesión. ¡JUNTOS Y JUNTAS HACEMOS MÁS! 

Bibliografía

  • El Sahili, L. (2015). Burnout. Consecuencias y soluciones. México: Manual Moderno.
  • Gil-Monte, P. R. (2005). El síndrome de Quemarse por el Trabajo (burnout). Una enfermedad laboral en la sociedad del bienestar. Madrid: Pirámide.

Málaga, 19 de enero de 2021

Patricia Manosalvas Asensio
Trabajadora Social del Programa ERACIS de PRODIVERSA, Progreso y Diversidad

Tomemos el concepto pobreza económica, facilitado por la Estrategia Nacional de Prevención y Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social (2019- 2024) como punto de partida de nuestro artículo. Según esta Estrategia, la pobreza económica puede materializarse en la carencia de recursos económicos, lo que conduce a la persona a una situación de desigualdad y a una exposición e inclusión en una situación de exclusión social. Pero en esta misma estrategia, nos habla de otros focos del amplio concepto de pobreza alineando directamente dicho término con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, así como la Agenda del 2030 de las Naciones Unidas en la cual, en su artículo 1 ya señala: “Poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo”. Es decir, recuerdan a las personas que saben de las distintas formas de pobreza y descubren a las que no se han parado a analizar su entorno más inmediato, que existen tipologías de pobrezas más allá de la económica que pueden conducir a una persona y/o unidad familiar a una situación de exclusión social. 

Hablando de pobreza económica frente a pobreza energética, es evidente que el concepto de pobreza económica, seamos profesionales del sector social o no, es extensamente conocido por todas las personas. Pero, ¿qué ocurre, además, si queremos definir la relación entre pobreza energética y exclusión social? Cuando abordamos el término pobreza energética, aún existen profesionales dentro y fuera de nuestro sector profesional que desconocen la demarcación del propio término. De ahí que el primer paso de la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética 2019- 2024, elaborada por el Ministerio para la Transición Ecológica cumpliendo con lo establecido en el Real Decreto 15/2018 de 5 de octubre de medidas urgentes para la transición energética y la protección de los consumidores, fuese establecer, por primera vez, una definición de situación de pobreza energética y de consumidor considerado vulnerable. Estableciendo la pobreza energética como “la situación en la que se encuentra un hogar en el que no pueden ser satisfechas las necesidades básicas de suministros de energía, como consecuencia de un nivel de ingresos insuficiente y que, en su caso, puede verse agravada por disponer de una vivienda ineficiente en energía”. Por ende, en este primer término, se establece como necesidad esencial un suministro de energía para la cobertura de las necesidades básicas de la persona. Detalle que incluso cuando estudiamos las necesidades esenciales del ser humano y pensamos en una casa, en el derecho a una educación, a sanidad… no pensamos que necesitamos para la cobertura de dichas necesidades los suministros, haciendo que sean indispensables los mismos en la vida de las personas. 

¿Cómo suele manifestarse la pobreza energética en una unidad familiar?

Puede mostrarse por medio de diversos hechos, pero, básicamente, tomaremos los más comunes que suelen ser: retraso en el pago de facturas de suministros, gasto de suministros más elevado al nivel de ingresos de la unidad familiar, o en su defecto, tener un gasto excesivamente bajo. También puede darse por el hecho de no poder mantener una temperatura adecuada en el hogar por algunas de las siguientes causas: carencia de cierres adecuados, ausencias de sistemas adecuados de ventilación, refrigeración de la vivienda, etc. Es decir, confluyen una serie de factores, algunos indirectos, como los señalados en líneas anteriores que dependen directamente de la calidad de la vivienda, y otros directos, como la educación y hábitos de la familia en cuanto al uso de los suministros del hogar. De hecho, una de las causas de la pobreza energética en un hogar suele ser que la unidad familiar y/o la persona contratante desconoce la tarifa que tiene contratada. Otra de las características que suele darse en las unidades familiares que se encuentran en pobreza energética es que dependen de una tipología de ingreso de prestación o contrato temporal, por tanto, su nivel de ingresos en la unidad familiar es bajo. Además, suelen ser familias que viven en viviendas alquiladas en su mayoría, cuyos contratos de alquiler son verbales y llamémosles ‘fantasmales’ porque el contrato de arrendamiento es algo de lo que se llega a hablar, pero en raras ocasiones se llega a materializar, lo cual dificulta que muchas de estas personas tengan acceso a las ayudas de las administraciones, al igual que el acceso, simplemente visual, a sus recibos de suministros. 

Estos hechos no sólo ponen de manifiesto la pobreza energética, también han dado lugar al concepto de consumidor vulnerable, el cual es “la persona consumidora de energía que se encuentra en situación de pobreza energética pudiendo ser beneficiaria de las ayudas y medidas de apoyo establecidas por las administraciones”. Puede solicitar entre otras, bono eléctrico, bono térmico, rehabilitaciones, tarifas sociales, etc. Aunque nadie dijo que fuera fácil, claro.

¿Es importante considerar el acceso a la energía como un factor que pueda conducir a la persona a la pobreza? Después de lo expuesto, espero que nos planteemos un evidente ‘sí’ desde la profesión y desde otros muchos campos profesionales de intervención directa e indirecta con la población, que pueden hacer cambiar e invertir el rumbo en el ámbito de la pobreza y la exclusión social hacia un adecuado y real bienestar social para todas y todos. 

El acceso a la energía aplicada al ámbito doméstico es de vital importancia en varios aspectos: climatización de la vivienda, cocina para garantizar una alimentación adecuada, iluminación para la cobertura de otras necesidades básicas de la vida cotidiana de la persona, consumo de agua caliente para las necesidades higiénico sanitarias, etc. Todo está conectado y es dependiente. Si tenemos en cuenta que la persona tiene un acceso adecuado a la energía, al mismo tiempo que se garantiza dicho acceso, se estará dando cobertura a otras necesidades básicas como: salud, alimentación, higiene…

Pero incluso dentro de la pobreza energética, al igual que como ya sabemos ocurre fuera de ella, refiriéndonos al consumo de la misma, podemos encontrar desigualdades. Es curioso que, hasta en el modelo energético instalado en nuestro país existan desigualdades en el acceso a los servicios, una alta desigualdad entre mujeres y hombres, desigualdades entre ricos y pobres e incluso dentro de los pobres los haya aún más pobres. Pues bien, hablemos ahora de esas desigualdades energéticas que ya los Objetivos de Desarrollo Sostenible abordaron señalando que 1 de cada 7 personas, aunque parezca increíble a día de hoy, no tienen acceso a la electricidad, poniendo su foco en que la mayoría de esas personas pertenecen a zonas rurales.  

Un simple y sencillo gesto que a diario realizamos, como pulsar un interruptor al llegar a casa, por desgracia, miles de personas se lo piensan dos veces antes de hacerlo. Por si aún pueden aprovechar un poco más la luz del sol, por si con la simple claridad que emite la televisión les es suficiente para iluminar la estancia. En España entre unos 3,5 y unos 8,1 millones de personas se encuentra en situación de pobreza energética, según los datos facilitados para elaborar los resultados generales de la situación de pobreza energética en España que en 2017 fueron recogidos y finalmente procesados para la Estrategia Nacional de Prevención y Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social (2019- 2024). A eso habría que añadirle los datos socioeconómicos de las personas que se han visto afectadas a causa de la situación sociosanitaria y económica del COVID-19. Si no llega a ser por el ‘odiado, no entendido, necesario, comprendido, etc’ estado de alarma, que estableció, temporalmente, la prohibición del corte de suministros durante dicho periodo del estado, muchas personas, se habrían visto empujadas al agónico paso de: “mañana cariño estamos sin luz/agua”. Aunque después del estado de alarma su momento agónico, por desgracia, haya continuado.  Es triste que hayamos tenido que esperar hasta el año 2017 para hablar públicamente y, en términos y medidas sociopolíticas, de otros ámbitos de pobreza, viendo en otros países en los cuales estamos colaborando in situ con proyectos de cooperación internacional para el desarrollo, esta tipología de carencias desde hace años con millones de euros en inversión. Pero que contradictorio ¿no? ¿Cómo era ese refrán que decía “En casa del herrero…”?

Es cierto que la persona no tiene por qué verse envuelta en una situación de vulnerabilidad energética constante, más bien, suelen ser situaciones temporales de mayor o menor persistencia en el tiempo según la gravedad de cada caso y la respuesta que podamos ofrecer según la idiosincrasia de cada situación social de la persona.  Pero si no comenzamos a trabajar desde una educación de la persona como medida preventiva, además de las medidas asistencialistas que ya se vienen llevando a cabo a fecha de hoy, que, aunque a veces nos pesen, son necesarias porque el problema hay que solucionarlo, nunca podremos convertir la piedra en escalón. Debemos además de trabajar con la educación, facilitar puntos de atención individuales a los ciudadanos, diagnósticos energéticos de las propias viviendas, etc. Es decir, las familias conocen de ayudas para pagar la luz o el agua, pero si miran su factura de luz, y no entienden las siglas PVPC (Precio Voluntario Para el Pequeño Consumidor), si están dentro de un Mercado libre o regulado con su comercializadora, tipos de tarifas, etc, no estamos haciendo que la ciudadanía sea libre para hacer un uso responsable y adecuado de sus propios recursos y, por tanto, de los recursos públicos que, finalmente, es una cuestión de todas y de todos. Enseñamos a las ciudadanas y ciudadanos a no tirar basura, a hacer un uso responsable de los equipamientos y recursos comunitarios, a que la educación es un derecho de todas y todos, pero, ¿cuánto menos conozcamos del mercado de la electricidad, menos libres seremos para reivindicar nuestros derechos a las comercializadoras? 

Ayer por la tarde, en una reunión de trabajo, entre muchas idas y venidas, alguien planteó una reflexión que me hizo pensar. Esa persona dijo: “Llevamos más de 20 años ayudando a las personas a encontrar trabajo, ¿por qué no creamos trabajo?”

Como trabajadora social llevo más de 12 años luchando contra la pobreza y la exclusión social, por tanto, trato de identificar cada uno de los factores que dan lugar a dichas situaciones en todas y cada una de las familias que atiendo a diario y hoy, debo entonar el mea culpa porque hasta que no he comenzado a formarme en este campo de pobreza energética sobre el cual estoy compartiendo mi opinión con vosotras y vosotros, no me había parado a pensar lo importante que puede llegar a ser para una familia o persona, el tener pleno acceso a los suministros básicos que dan garantía de cobertura a las necesidades básicas. Aunque tengo que decir que nunca es tarde si la dicha es buena y después de haber comenzado este camino de conocimiento, una nueva ‘relación’ ha surgido y os invito a que os unáis a este campo de conocimiento porque no hará más que ampliar más vuestra cartera de recursos y hacer más independientes a las personas que atendemos a diario, e incluso a nosotras mismas. No creáis, hasta yo he cambiado hábitos de mi día a día que realizaba de manera rutinaria y mal, como ventilar mi casa a primera hora del día en invierno sin tener en cuenta que las mejores horas son las horas centrales para aprovechar las altas temperaturas de esa jornada del día. He descubierto cosas de mi factura de la luz que desconocía por completo como que según pertenezcas como cliente al mercado libre o al mercado regulado según tu comercializadora estarás sujeta a unas u otras condiciones, que el cambio de comercializadora es totalmente gratuito… 

No pretendo con este escrito criticar y mucho menos ofender a nadie, simplemente que todas y todos nos paremos a pensar QUÉ estamos haciendo, hacia ADÓNDE vamos y si estamos enfocadas correctamente hacia los ODS, porque, personalmente, pienso que no, que, en ocasiones, estamos poniendo parches y EDUCAndo poco, usando tiritas y CREAndo algo pasajero olvidando DEJAR HUELLA EN LA PERSONA.

Bibliografía

Huelva, 13 de enero de 2021

Alba López Pozo
Alba López Pozo- Supervisora de Vivienda Tutelada de Personas Con Enfermedad Mental derivada de Adicciones

Los últimos años se ha hecho mucho hincapié sobre el Trabajo Social Sanitario, pero realmente ‘¿Qué sabemos del Trabajo Social Sanitario?’. En este artículo se destacan varios puntos entre ellos quién promueve esta especialización. 

¿QUÉ ES EL TRABAJO SOCIAL SANITARIO?

Para comenzar, se realizará una aclaración sobre el Trabajo Social en el ámbito de la salud, éste es: ‘la actividad que se ocupa de los aspectos psico-sociales del individuo, a través del estudio, diagnóstico y tratamiento de los factores sociales que concurren en el mantenimiento de la salud y en la aparición de la enfermedad de las personas, los grupos y las comunidades, colaborando en potenciar el carácter social de la medicina […] Su trabajo se centra también en la prevención y el fomento de la salud a través de programas preventivos, aplicando la estrategia de detección de riesgo, identificando a las personas en riesgo social para cada programa’ (Guía de Intervención de Trabajo Social Sanitario, 2012).

Es muy importante la denominación adecuada, con nombre y apellidos, así como la propia ubicación de la misma. La terminología correcta tiene como consecuencia el factor que diferencia el Trabajo Social Sanitario de otros ámbitos de intervención del Trabajo Social, como el jurídico. 

El Trabajo Social Sanitario interviene desde la enfermedad, motivo de la consulta sanitaria, ingreso hospitalario o su propia vivencia como punto de partida. En las intervenciones que se realiza, el o la profesional del Trabajo Social debe descubrir los recursos emocionales, educativos y socioeconómicos de las personas usuarias, ya que en varias ocasiones las personas que acuden no son conscientes de sus propias herramientas y recursos para hacer frente a la situación que ellas mismas padecen o sufren de forma indirecta como su futuro. Cabe destacar que la enfermedad, directa o indirecta, afecta a todas las esferas de la vida diaria generando un estrés consciente o inconsciente por los cambios, por ejemplo, en los horarios de la rutina. ‘La vulnerabilidad de la persona está expuesta a sí misma y a los demás, como lo están sus fortalezas, en las cuales se apoya el trabajo social sanitario’ (El trabajo social sanitario en el marco de la optimización y sostenibilidad del sistema sanitario, 2010). No hay que olvidar que el Trabajo Social Sanitario interviene con toda la unidad de convivencia, trabajando por un presente y un futuro según evoluciona o no la enfermedad. La calidad de la intervención psicosocial en tiempo real, junto a otros y otras profesionales del equipo multidisciplinar, supone una optimización de los recursos sociosanitarios. 

HISTORIA

De forma muy resumida, los antecedentes del Trabajo Social Sanitario se ubican en los Estados de la Costa Este de Estados Unidos. Las personas más destacadas de la promoción de esta disciplina son las siguientes: Dr. William Osler, el Dr. Charles P. Emerson, el Dr. Richard C. Cabot, Mary E. Richmond, Garnet Isabel Pelton, Ida M. Cannon, James Minnick, Jane Addams, el Dr. Michael M. Davis o Gordon Hamilton. En este apartado se destacarán el papel fundamental que llevó a cabo Garnet Isabel Pelton. Esta mujer, Trabajadora Social y Médica, se formó como visitadora-cuidadora. Pelton fue pionera gracias al Dr. Cabot, éste acudió en 1903 para crear un puesto de trabajo específico, y así la introdujo en la atención directa hospitalaria en su clínica de medicina en el Massachusstets General Hospital (Boston).

FUNCIONES

Seguidamente, se describe las funciones desarrolladas por los trabajadores y las trabajadoras sociales según ‘El documento de consenso sobre las funciones del profesional de Trabajo Social Sanitario’ (2013):

1. Incorporar y favorecer la inclusión de la perspectiva social en todas las actividades, ámbitos asistenciales y profesionales de los centros sanitarios.

2. Identificar los factores y situaciones de riesgo social relacionados con la salud en individuos, familias y comunidad.

3. Realizar el estudio y elaborar el plan de intervención social que complete la atención integral del proceso de salud-enfermedad como parte del trabajo en equipo.

4. Participar en la elaboración, desarrollo, implantación y evaluación de los procesos asistenciales, así como en los programas de salud y la cartera de servicios, aportando la dimensión social.

5. Proporcionar orientación, apoyo psicosocial y asesoramiento a la persona enferma, a la familia y a la comunidad.

6. Promover la utilización adecuada de los recursos del Sistema de Salud tanto en su gestión como en la cooperación con otros sistemas asistenciales, con el fin de garantizar la continuidad de cuidados y la sostenibilidad de los recursos públicos.

7. Fomentar la participación de profesionales de salud en actividades comunitarias que corresponsabilizan a la ciudadanía en la creación de entornos más saludables.

8. Facilitar la comunicación y coordinación con el Sistema de Servicios Sociales y con otros sistemas que garanticen una atención integral, evitando la prestación de servicios inconexos.

9. Participar y fomentar actividades de promoción y prevención de la salud, dirigidas a individuos, familias y comunidad, así como a colectivos específicos por causa de enfermedad o exclusión social.

10. Participar en los planes de formación continuada, de la formación pregrado y posgrado, así como diseñar y colaborar en proyectos de investigación relativos a la salud y factores psicosociales.

11. Registrar la actividad realizada y emitir cuando sea preciso el correspondiente informe social.

¿PUEDO INTERVENIR EN EL ÁMBITO DE LA SALUD SOLO CON EL GRADO UNIVERSITARIO DE TRABAJO SOCIAL?

Sin embargo… Si soy Trabajador/a Social ¿puedo ejercer solamente con el Grado Universitario? Julio Piedras – Trabajador Social Sanitario de una Unidad de Salud Mental Comunitaria del Servicio Andaluz de Salud, y actual Presidente del Colegio Profesional de Trabajo Social de Huelva- en su Blog (2020) realiza un escrito sobre qué formación complementaria se debe realizar. Actualmente, formación especializada de posgrado solo existe el Máster Universitario de Trabajo Social Sanitario ofertado por la Universitat Oberta de Catalunya. También cabe destacar los siguientes Másteres:

  • Máster Universitario en Dirección y Gestión Sociosanitaria de la UNIR.
  • Máster en Atención Integral al Paciente organizado por la Universitat de Barcelona (UB) y el Colegio  Oficial de Médicos de Barcelona (CoMB).
  • Máster Propio de Trabajo Social en Salud Mental por la Universidad de Zaragoza.

Se ha de añadir que los distintos Colegios de Trabajo Social ofertan formación complementaria presencial y on-line en materia de Trabajo Social y Salud.

BIEN… ¿Y AHORA, DÓNDE PUEDO TRABAJAR?

Los y las profesionales del Trabajo Social ejercen en distintos recursos públicos y privados – Complejos Hospitalarios, Centros de Atención Primaria, Centros de Días, Residencias Socio-sanitarias (personas mayores, personas con enfermedad mental, personas con diversidad funcional, etc)-. Desde hace unos años, se está incorporando poco a poco la figura del Trabajo Social en las MUTUAS.

Dependiendo de si la institución es privada o pública, con la candidatura o autocandidatura suele ser suficiente para acceder a un puesto de trabajo en una entidad privada (siempre y cuando el/la profesional de Trabajo Social tenga formación complementaria en el ámbito de la salud). Algunas instituciones privadas pueden realizar pruebas selectivas (exámenes y/o entrevistas). Sin embargo, para acceder a puestos de entidades públicas, por ejemplo al Servicio Andaluz de Salud se debe pertenecer a la Bolsa Única de esta plataforma y cumplir los requisitos.

¿QUIÉN PROMUEVE LA ESPECIALIZACIÓN DEL TRABAJO SOCIAL SANITARIO?

Para finalizar este escrito, desde el 2017 el Colegio Andaluz de Trabajo Social promueve el Trabajo Social Sanitario realizando campañas bajo el lema ‘Un/a Trabajador/a Social x cada Centro de Salud’. Esta difusión para promover la contratación de profesionales del Trabajo Social para realizar intervenciones integrales y de calidad está respaldada por la Ley 9/2016, de 27 de diciembre, de Servicios Sociales de Andalucía. Es por ello, que todos y todas los/las profesionales del Trabajo Social deben estar colegiadas, así los Colegios Profesionales Provinciales de Trabajo Social tienen más fuerzas para presionar para exigir intervenciones integrales y de calidad desde, en este caso, el ámbito sanitario. 

DOCUMENTOS CONSULTADOS

Castrillo, J.L; Diez, T.; Escaja, M.A., García, J.M.; González, E.; González, R.; Guzmán, Mª.A.; Mercado, T. Rodríguez, M.; Torres, T.; Velasco, Mª. (2013). El documento de consenso sobre las funciones del profesional de Trabajo Social Sanitario. Castilla y León.

Colom, D. (2010). El trabajo social sanitario en el marco de la optimización y sostenibilidad del sistema sanitario. En Agathos. Atención Sociosanitaria y Bienestar (pp. 109- 119). Institut de Serveis Sanitaris i Socials (ISSIS): Ekaina.

Conselleria de Sanitat. (2012). Guia de Intervención de Trabajo Social Sanitario. Comunitat Valenciana: Generalitat. Conselleria de Sanitat.

Piedras, J. (2020). Cómo especializarse en el Trabajo Social. 2020, de Julio Piedras. Trabajo Social Sanitario Sitio web: https://juliopiedra.com/como-especializarse-en-trabajo-social-comunitario/Piedras, J. (2020). Cómo Pueden Acceder Profesionales Del Trabajo Social A Un Empleo En El Sistema Público De Salud. 2020, de Julio Piedras. Trabajo Social Sanitario Sitio web: https://juliopiedra.com/como-pueden-acceder-profesionales-del-trabajo-social-a-un-empleo-en-el-sistema-publico-de-salud/

TSDifusión, 22 de diciembre de 2020

A pocos días de concluir el año parece que la frase que todos/as deseamos decir, como si fuese en un mantra liberador es: “¡Adiós 2020!”, como si con ello consiguiéramos dejar atrás un año de pesadilla: pandemia, miedo, enfermedad, muerte, pérdida, distancia social, paro, paralización social y económica, aumento de la pobreza,…; y de vorágine de protocolos, legislación e información social y profesional. Sin duda 2020 será recordado en la historia como el año de la COVID-19, el año de la mayor crisis socio-sanitaria mundial de nuestra historia reciente.

Desde TSDifusión queremos invitaros a la reflexión, a dedicar unos minutos no a todo lo negativo que hemos sufrido este año, si no a pensar en lo positivo, en las oportunidades que nos ha traído esta crisis, como hace unos años hiciera el escritor Alex Rovira en su libro “La buena crisis”, 2009. 

Como nosotros/as, os preguntaréis, pero ¿qué ha tenido de bueno este duro año? Para dar respuesta a esta pregunta recurrimos a una improvisada “lluvia de ideas” con la mirada en la oportunidad en el plano profesional, hablamos de teletrabajo, del avance en el uso de las nuevas tecnologías, el reconocimiento del trabajo social como profesión esencial y la revalorización de los servicios públicos.

Teletrabajo

El pasado 14 de marzo, tras ser decretado el estado de alarma, se inició un período de confinamiento nacional, que paralizó gran parte de la actividad laboral nacional durante más de 3 meses. Este confinamiento, hizo que la mayoría de la población se quedara en casa y con ello la mayor parte de profesionales de trabajo social del país.

Young Asian Business Woman Meeting with Multiethnic Business People and VDO Conference Live Streaming in Work from Home Concept – Social Distancing in Coronavirus(Covid-19) Outbreak

Durante este periodo hemos demostrado que no solo es posible trabajar desde un espacio diferente a la convencional oficina o sin el contacto directo y personal, si no que a pesar de la difícil situación, hemos podido dar una respuesta profesional a las personas, familias y/o poblaciones a las que atendemos.

El inicial caos organizativo, el no saber qué hacer y cómo hacerlo, conllevó una respuesta adaptiva en nuestra forma de organizarnos, trabajar y comunicarnos, demostrando que es posible trabajar de forma presencial y no presencial, lo que ha incidido directamente en hacer ver que el teletrabajo es una vía para la conciliación de la vida laboral y familiar, que puede facilitar la atención y cuidados de menores y mayores a nuestro cargo. 

Durante el tiempo de confinamiento hemos demostrado que la presencia es importante, pero no esencial. Que lo realmente importante es nuestra capacidad de adaptación a las circunstancias y de aprendizaje; que nuestros años de escucha activa nos permite empatizar, informar y hacer buenas entrevistas a través de un teléfono; que en el tiempo no presencial se puede desarrollar un trabajo más reflexivo, organizativo, de planificación, de elaboración de informes, es decir, el trabajo que no permite la hiperactividad práctica de muchos/as profesionales.

Han pasado meses y continuamos instalados en la provisionalidad de nuestra nueva forma de trabajar, demostrando lo que ya sabíamos propio del trabajo social, la capacidad de adaptación y evolución ante nuevas situaciones, implementando un trabajo de responsabilidad hacia las personas, sustentado sobre pilares muy finos. Hemos abordado los retos cargándonos de coraje emocional, haciendo útil la improvisación para buscar otros caminos.

Nuevas tecnologías

Las nuevas tecnologías acompañan nuestras vidas desde hace años, en lo profesional y en lo laboral, pero éramos muchos los/as profesionales que no pasábamos de un conocimiento práctico muy básico.

El confinamiento y la necesidad de comunicarnos con otras personas, profesionales, usuarios/as, han dado otro sentido al teléfono móvil y al ordenador, que han pasado de meras herramientas de trabajo a medios de atención, comunicación e interconexión.

Las redes sociales han sido nuestro alta voz para difundir información importante en un corto espacio de tiempo y/o al mayor número de personas posible.

Tenemos una nueva forma de reunirnos y formarnos vía “on line”, lo que nos ha abierto un abanico de oportunidades participativas y reciclaje profesional que hace un año muchos/as de nosotros/as no contemplábamos.

Servicio esencial

La crisis del coronavirus ha conllevado que el Gobierno español considere el trabajo social como servicio esencial, igualándonos al personal sanitario y de seguridad ciudadana.

Esta consideración conlleva un doble reconocimiento:

  • Que estamos ante una crisis no solo sanitaria, si no social, a la que urge dar respuestas.
  • La importancia del trabajo social para abordar la crisis, lo que ha permitido que lleguen “refuerzos” a los servicios de atención social, especialmente a Servicios Sociales Comunitarios. 

Pero solo el reconocimiento no es suficiente, como vemos en el próximo punto.

Revalorización de los servicios públicos

Los servicios públicos llevan más de una década sufriendo “recortes”, privatizaciones, desatención y desmantelamiento. Nuestros políticos han dejado de promover y desarrollar política social para la mejora de la calidad de vida de la ciudadanía, para evitar o compensar las desigualdades y la vulnerabilidad social. La gestión politizada de recursos y servicios públicos merman sin cesar un Estado de Bienestar que nunca llegamos a culminar.

En estos momentos de crisis, han sido los/las profesionales públicos, de todos los ámbitos de la administración, quienes con su buen hacer, dedicación e implicación, han tenido la oportunidad de atender a la población y dar respuestas a la ciudadanía con los escasos recursos con los que contamos, pese a la precariedad y la falta de respuesta política a las necesidades. Hemos puesto en valor lo público, trabajando de forma coordinada y complementaria con entidades del Tercer Sector y privadas.

Para muchos/as de estos/as trabajadores/as del sector público, este año ha traído una oportunidad de reconocimiento de derechos laborales. La Sentencia de 19 de marzo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, ha reconocido que nadie, ni siquiera las administraciones públicas, pueden abusar de contratos temporales, reconociendo así el abuso que en sus contrataciones vienen sufriendo personas interinas y laborales indefinidos no fijos desde hace años, situación en la que se encuentran entre 800.000 y 1.000.000 de trabajadores/as de este país. De estos, miles son trabajadores/as sociales con décadas de experiencia profesional sin estabilidad en sus empleos, a los que la administración de momento solo ofrece procesos selectivos contrarios a la sentencia europea o irse al paro sin ningún tipo de compensación.

Con la mirada puesta en las oportunidades y mejoras que puede tener nuestra profesión y nosotras/os como profesionales, decimos adiós al duro 2020, deseando lo mejor para 2021 a las personas que nos leen y nos comparten. Gracias.

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