Dolores Ruiz Beltrán Trabajadora Social. Alcaldesa de Villanueva de los Castillejos. Presidenta de la Mancomunidad de Municipios Beturia. Presidenta de EDIA SLU
Ya desde muy niña escuchaba a mi madre decirme: “Ahí está mi Loli, la abogada de las causas injustas”. Con el tiempo y conforme fui creciendo me di cuenta que no solo quería defender las injusticias sociales sino transformarlas o, al menos, aportar mi granito de arena para provocar un cambio, por pequeño que fuese. Y ese sentimiento y pensamiento ha guiado todas las actuaciones y decisiones de mi vida.
Cursé los estudios de Diplomada Universitaria de Trabajo Social (1985-1988) por la Universidad de Sevilla, en la Escuela de Trabajo Social de Huelva ya que en aquel entonces nuestra provincia no contaba aún con una universidad propia. Me decidí por esa opción porque era lo que sentía, lo que me atraía y lo que me hacía feliz y era el único cauce que en ese momento encontraba para dar respuesta a esa personalidad comprometida con los demás que bullía con fuerza en mi interior.
Durante los estudios aprendí y al mismo tiempo descubrí un fascinante e interminable campo de conocimientos y futuros campos de trabajo y desarrollo profesional que se abrían ante mí. Conocimientos y aprendizajes que nunca son del todo suficientes ya que al finalizarlos tuve que estar continuamente reciclándome y aprendiendo, porque el camino de los Servicios Sociales era aún incipiente siempre. Basta recordar que no teníamos ni una Ley que los regulase en Andalucía (se aprobó poco después).
Con todo ello, y con una fuerte convicción de “Servidora Pública” he desarrollado todo mi trabajo en los diferentes campos en los que he tenido la oportunidad de trabajar, centrada sobre todo en el ámbito comunitario y sanitario.
He tenido la suerte de trabajar en lo que me gusta, intentando en todo momento satisfacer la necesidad social del otro, desde un planteamiento metodológico y profesional. Por ello, he sido feliz y he vivido con una gran pasión todo lo relacionado con mi profesión.
En ese intento de trabajar por el avance de los derechos sociales entendiéndolos como “aquellos derechos que faciliten a las personas desarrollarse en autonomía, igualdad y libertad así como aquellos derechos que les permitan unas condiciones económicas y de acceso a los mínimos necesarios para una vida digna”, y en el constante compromiso por mejorar la situación de las personas más vulnerables y lograr como fin último el bienestar social de una comunidad, afrontando los problemas sociales, satisfaciendo necesidades y aprovechando las oportunidades sociales que se nos presente (metas, objetivos, ideas compartidas por los profesionales del Trabajo Social) y, ante todo, como defensora acérrima de nuestro Sistema Público de Servicios Sociales y de todos los que promueven y aseguran la protección y la igualdad (sanidad, educación, vivienda…) decidí dar un pequeño salto, como servidora pública, porque entendí que en mi faceta de trabajar por contribuir a lograr tantos objetivos necesitaba recursos, necesitaba cambiar desde arriba algunas planificaciones, necesitaba tener más “poder” para buscar, decidir y plantear soluciones.
Por ello, me centré en mi entorno, en mi pueblo, en mi comarca y en mi provincia. Con el corazón en la mano, con todas mis fuerzas y mis conocimientos, experiencias y vivencias. Partiendo de un fuerte compromiso en la defensa de los derechos sociales y con una gran responsabilidad, aposté por presentarme a las elecciones municipales de mi pueblo, encabezando una lista política, con el anhelo de continuar trabajando por el cambio en la comunidad, para lograr unas políticas locales y/o comarcales inclusivas y conciliadoras teniendo por bandera la Igualdad y la lucha por la supervivencia de nuestros pueblos.
Como alcaldesa, el tiempo que llevo me lo he bebido de un sorbo; han sido cinco años vividos intensamente, sin un respiro, sin pausas, a veces sin prisa y otras a “todo gas”. Todo un trabajo fascinante e ilusionante dedicado a contribuir a mejorar el bienestar de mis vecinos y vecinas.
He podido articular los presupuestos a las necesidades sociales, hemos trabajado para lograr una mayor calidad de las actividades con una gran participación, mejorando las infraestructuras, creando centros y espacios en diferentes áreas y sectores: Deportes, salud, mayores, mujer, juventud, infancia, discapacitados, etc. Hemos dado un impulso a las políticas activas de empleo en general y para las personas más vulnerable, y podría seguir reseñando numerosas actuaciones pero acabaré resumiendo: ha sido y es una experiencia intensa que volvería a repetir, un despertar con un proyecto a diario que cumplir, con muchas ilusiones, alegrías, sin sabores, con éxitos y algún que otro fracaso, pero siempre con la fuerza de querer transformar mi entorno y con ese compromiso de seguir mejorando y avanzando, con toda la humildad del mundo.
Además, desde un plano comarcal, a lo largo de estos últimos años he tenido ocasión de presidir la Mancomunidad de Municipios Beturia y a su vez la Empresa de Diversificación Integral del Andévalo (EDIA SLU) perteneciente a la misma y orientadas ambas al desarrollo rural y local en general y a la realización de proyectos y actividades en el ámbito social en particular. Concretamente, a través de esta última hemos desarrollando en el territorio una amplia tipología de actividades relacionadas con los Servicios Sociales, entre las que tengo que destacar la ejecución del Servicio de Ayuda a Domicilio de la Diputación de Huelva en 24 municipios de la provincia, llegando a contar para ello con más de mil auxiliares contratadas para el desarrollo de dicho servicio. Además de ese hito, desde EDIA se gestionan dos Centros de Días de Personas Mayores, o trabajamos en toda la provincia en el desarrollo de Talleres de Educación en Valores para menores. En definitiva, a través de estas entidades que presido, he tenido ocasión de poner en práctica mis conocimientos en la gestión pública de los servicios sociales desde una perspectiva más amplia que la meramente local.
Quiero resaltar también, además de todo lo dicho anteriormente que, como mujer, estoy segura de que impregnamos a nuestra labor una mirada diferente, que nos sirve para gestionar los Servicios Sociales con otros valores, estilos y estrategias de afrontar los problemas y plantear soluciones, con una manera de gestionar inclusiva, trabajando día a día para que la política social de mi entorno sea algo más que una mera partida en los presupuestos municipales, dejándome la piel, junto a todo el equipo de profesionales y políticos que trabajan conmigo, basando nuestra acción de gobierno en este campo en la participación, el consenso y la siempre necesaria cooperación comunitaria.
Por último, me gustaría subrayar la mayor importancia que adquiere nuestra profesión en los momentos difíciles que estamos viviendo como consecuencia de la pandemia COVID-19, y de las nefastas consecuencias no ya sanitarias, sino desde el plano económico y social. Es por ello que se hace necesaria una mayor visibilidad de nuestra profesión, y una apuesta más decidida desde todos los ámbitos por su universalización como uno de los verdaderos y básicos pilares del estado de bienestar.
José Pedro En-namouss Trabajador social del Programa Fraguas y técnico de Stop Rumores
Desde la antigüedad el ser humano ha estado en constante tránsito. Algunas personas se desplazan en busca de trabajo digno o de nuevas oportunidades económicas, para reunirse con sus familiares o para formarse en alguna especialidad profesional; otras huyen de conflictos bélicos, persecuciones, del terrorismo, en definitiva, por la violación de los derechos humanos; algunas también lo hacen debido a los efectos adversos del cambio climático, desastres naturales u otros factores ambientales.
En la actualidad, el número de personas que vive en un país distinto del que nacieron es mayor que nunca: 272 millones en 2019 – 51 millones más que en 2010. Los migrantes internacionales comprenden hoy un 3,5% de la población mundial, cifra que continúa ascendiendo con respecto al 2,8% de 2000 y al 2,3% de 1980. (Naciones Unidas 2019).
DATOS INEBASE: Estadística de Migraciones, Sexo, Total, 2019
En la siguiente tabla vemos el nº total de personas migrantes que residen en España y sexo el en año 2019.
DATOS INEBASE: Estadísticas de Migraciones, Provincias, Ambos sexos 2019
En la siguiente imagen observamos datos en función de las provincias y la afluencia de población migrante.
Existe cierta connotación negativa sobre estas personas, rumores, estereotipos, prejuicios, normalizados y extendidos socialmente, pero también existen recursos y estrategias que luchan por desactivar este tipo de discursos negativos a cerca de la población de origen extranjero, destacando las características positivas de este grupo de personas, y no solo destacando los aspectos positivos que aportan como ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho, sino destacando también el impacto intercultural tan diverso que tiene para la propia sociedad de acogida.
El trabajo desde la Asociación Huelva Acoge, se fundamenta en el principio de que nuestro mundo es de todos/as y que debemos romper las fronteras que nos impiden vivir con justicia, paz, dignidad y solidaridad internacional, así como en los principios de igualdad y libertad, presentes en la Constitución Española, con el objetivo de prestar todo el apoyo posible a las personas migrantes, atendiendolas en sus necesidades de emergencia, asesoramiento, sanitarias, educativas, culturales, y de inclusión para promover en definitiva el cumplimiento de los derechos humanos de los/as migrantes.
El trabajo Interdisciplinar es un elemento importante y con un valor en alza, te permite, desde las diferentes áreas y entre los diferentes profesionales, poder llegar a alguna solución. Entre las áreas en las que me encuentro trabajando está el Área acción social, en la que se desarrolla diferentes proyectos. Una de las funciones de esta área es la de apoyar, formar, orientar e informar a las personas que acuden. Aunque a nivel general todos/as observamos las necesidades de las personas migrantes y sus dificultades, desde la atención individualizada se hace más difícil y complejo, aunque hay casos que tienen similitudes, la realidad de cada uno es diferente. Además, hay que tener en cuenta en todo momento, que estamos trabajando con personas, que tienen sentimientos, ideales y que el hecho de que vengan implica que están pasando una situación compleja y difícil.
En este último año de 2020 la realidad de todos/as se ha visto empeorada, ya que sus economías dependía mucho de la campaña agrícola, que aunque no ha parado, muchos/as no podían ir por falta de vehículos. El estado de alarma no ha hecho más que empeorar la brecha económica y las situaciones de exclusión social que ya existían previamente, entre las personas que pueden y no pueden económicamente, situaciones que en su mayoría se repetía, la imposibilidad de hacer frente al pago de suministros o alquileres, personas que han tardado mucho en cobrar su ERTE o no lo han cobrado por no cumplir requisitos y que debían decidir que pagar o lo atrasado o lo actual.
Otra realidad que también hay que tener en cuenta es la de aquellas personas “Sin hogarismos” que viven asentamientos, que muchos de ellos están en una situación administrativa regular y trabajan con el objetivo de pagar un alquiler, pero se encuentran con una gran negativa cuando intentan acceder a este por su origen, los asentamientos es una realidad que ha estado siempre allí, pero tapada y olvidada, pero debemos tener en cuenta que muchas de esas personas que estamos dejando vivir (si se puede llamar así) son aquellas que trabajan en las campañas y que lo único que piden es tener un trato digno y se les permita acceder a una vivienda.
La realidad es muy diferente cuando estás inmerso a cuando se observa desde fuera, existen muchas dificultades a las que la población migrante hace frente, desde estar administrativamente irregular, lo cual es de la peor de ellas, ya que no puedes acceder a ningún recurso, aunque existan por allí rumores que dicen que sí, rumores más que desmentidos desde diferentes campañas a otras realidades que lo que hacen es agravar su situación.
Otra de las áreas en las que me encuentro trabajando es el área de sensibilización, muy ligada con el trabajo a pie de calle con las personas, formando e informando sobre las migraciones, una lucha por la convivencia, que es una de las finalidad, defender lo diferente, aprender y que entre todos lleguemos a entendernos sin que existan por medio, elementos negativos tipo rumores, estereotipo o prejuicios en esta área se enmarca el proyecto Stop Rumores; la posibilidad de acompañar a las personas en su proceso de deconstrucción de esas ideas preconcebidas sobre personas migrantes, prefijadas y rumores.
La posibilidad de generar otra narrativa frente al ellos y nosotros, frente ideas que se basan enteramente en lo que se oye y no en datos, frente a aquellos que utilizan esos datos en su beneficio mostrando parcialmente la realidad mostrándola como real; Las personas migrante pasan por mucho, ya lo hacen desde el primer momento que abandonan y dejan a su familia, amigos, en busca de algo mejor, en busca de esa libertad anhelada en sus países, en busca de un futuro mejor, y cuando llegan encuentran una realidad totalmente diferente y a un grupo de personas que los etiqueta y los desvalora ya no solo como trabajador o profesionales sino como personas.
Como profesional del trabajo social creo que tenemos una labor muy importante y es importante en mi espacio de trabajo ya que es como una conjunción de lo que debemos hacer como profesionales y lo que se hace teniendo presente estar en la lucha por la defensa de los derechos de las personas, a ser tratadas de igual manera sin importar, origen, color, etnia, orientación, tener que actuar en consecuencia aunque en algunos casos nos veamos superados, ser esa voz que al igual que el rumor puede llegar a destruir a ser esa voz que busque el acuerdo, aprendizaje y el trabajo entre todos y todas.
Como bien dice en nuestra definición como trabajadores sociales, “La profesión del trabajo social promueve el cambio social, la solución de problemas en las relaciones humanas y el fortalecimiento y la liberación de las personas para incrementar el bienestar. Mediante la utilización de teorías sobre el comportamiento humano y los sistemas sociales, el trabajo social interviene en los puntos en los que las personas interactúan con su entorno. Los principios de los derechos humanos y la justicia social son fundamentales para el trabajo social.” ( IASSW 2014).
Como he mencionado anteriormente la conjunción entre el trabajo social y lo que se desempeña, se ve reflejado en nuestras funciones como profesionales las cuales señalaré a continuación:
Información, orientación y asesoramiento en materia de acción social a personas, grupos e instituciones.
Detección, Estudio, valoración y/o diagnóstico de las necesidades y problemas sociales.
Prevención (prevención) de la aparición de situaciones de riesgo social.
Planificación (planificación) de programas y proyectos de promoción, prevención y asistencia de desarrollo social en el área de bienestar social con individuos, grupos y comunidades.
Intervención, Atención directa, rehabilitación e inserción social de personas, grupos, instituciones y comunidades.
Supervisión (supervisión). A nivel administrativo con la tarea de estímulo, orientación y guía. A nivel docente como formación.
Promoción de la creación, desarrollo y mejora de recursos comunitarios, iniciativas e inserción social.
Fomentar la integración, participación organizada y el desarrollo de las potencialidades de personas, grupos y comunidades para mejorar su calidad de vida.
Evaluación (evaluación) Investigación social aplicada, encaminada a identificar, obtener y proporcionar, de manera válida y fiable, datos e información suficiente en que apoyar un juicio acerca del mérito o valor de los diferentes componentes de un programa o recurso social. Este juicio puede aplicarse en de las fases del proceso.
Función gerencial. Organización y gestión de servicios sociales y recursos humanos, implementando los procesos de calidad en los servicios tanto a nivel de administraciones públicas como en servicios y organizaciones privadas.
Función de Coordinación, desarrollo de mecanismos eficaces o redes de coordinación Inter-institucional y/o entre profesionales dentro de una misma organización.
Participación en la elaboración y ejecución de políticas sociales.
Mediación (mediación) facilitar la comunicación entre las partes, ayudar en la formulación de propuestas positivas y acuerdos, promover la reflexión de las personas sometidas a tensiones y conflictos, generar confianza en las propias soluciones de las partes implicadas, derivar los casos hacia otros profesionales cuando la función mediadora resulte insuficiente o inadecuada.
Investigación (investigación) de problemas sociales, de la realidad social, investigación de aspectos epistemológicos de la disciplina y divulgación científica con la publicación teórico-práctica de las experiencias e investigaciones. (CPTSH 2020)
El valor de los trabajadores sociales y sus funciones van en la misma dirección con las de esta asociación ya que buscan en común la lucha por los derechos humanos y preservarlos, que se le dé el mismo valor todos por igual, aunque a veces parezca que nuestra profesión no está valorada, siempre hemos estado cuando la ciudadanía nos ha necesitado, cuando hay que dar un paso adelante, adaptándonos a los cambios, a la realidad, intentando buscar soluciones e investigar al respecto, estamos en una formación continua, ya que el trabajo con personas es algo que va variando y la sociedad con ello.
Bibliografía:
Ander Egg, Ezequiel. ”Diccionario del Trabajo Social”. Ed. Lumen. 1995
Vinymata Camp, E. “Aprender mediación” Ed. Paidos. 2003
Consejo General de Colegios de Diplomados en Trabajo Social “Código Deontológico de la Profesión”. 1999
Nadia Vivas Radulich Licenciada en Trabajo Social, Universidad de Buenos Aires
Cuando se emprende un viaje por los motivos que fuere siempre una cuota inmensa de esa decisión es de ilusión. Al llegar a España, comienzan una serie de trámites burocráticos entre los que se encuentra la validación de nuestros estudios. Aquí comenzamos muchas veces a desprender pétalos de esa ilusión tan grande que traemos. Todo es más complejo de lo que una se imagina.
Así llegaba yo en 2016 con mi título de Licenciada en Trabajo Social de la Universidad de Buenos Aires Argentina, imaginando que validarlo aquí sería un trámite simple. Pues no lo fue del todo.
En principio existe en España tres maneras de validar los títulos extranjeros: Homologación, convalidación y equivalencia.
La Homologación es el reconocimiento oficial de títulos de educación superior otorgados por instituciones extranjeras a títulos oficiales universitarios españoles de Grado o Máster, a efectos académicos y laborales. Pero, solo se lleva a cabo para las llamadas profesiones reguladas, es decir, aquellas que tienen una ley que desarrolla su ejercicio. El Real Decreto 967/2014, de 21 de noviembre señala en total 36 profesiones reguladas. Conllevará la posibilidad de ejercicio de la profesión regulada de que se trate en las mismas condiciones de los poseedores de los títulos españoles que habiliten para tal ejercicio.
La Convalidación de estudios extranjeros por estudios universitarios españoles parciales, es el reconocimiento oficial, a efectos académicos, de la validez de estudios superiores realizados en instituciones de educación superior extranjeras, hayan finalizado o no con la obtención de un título, respecto de estudios universitarios españoles parciales que permitan proseguir dichos estudios en una universidad española.
La equivalenciaa titulación o a nivel académico se podrá solicitar para cualquier tipo de título universitario extranjero de Grado o Máster. Permite declarar la equivalencia a titulación o a nivel académico de titulaciones de ramas de conocimiento y campos específicos. La equivalencia a titulación otorga los mismos efectos de los títulos comprendidos en el área y campo de formación al cual se haya declarado la equivalencia, con exclusión de los efectos profesionales respecto de aquellos títulos susceptibles de obtenerse por homologación.
La carrera de Trabajo Social no se homologa en España, lo que se debe solicitar es la equivalencia de título extranjero de educación superior a titulación y a nivel académico de Gradoen la rama de las Ciencias Sociales.
Este trámite lo realiza el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades de España, y se realiza en Málaga en la Sub Delegación de Gobierno. En la Sede Electrónica se encuentra detallada toda la documentación a presentar, como el formulario y el pago de una tasa estipulada.
Todos los documentos que se aporten deberán ser oficiales y estar expedidos por las autoridades competentes para ello, de acuerdo con el ordenamiento jurídico del país de que se trate. Asimismo, los documentos originales han de estar debidamente legalizados. En el caso de la mayoría de los países latinoamericanos los documentos deben estar legalizados por la universidad de origen y por la apostilla de La Haya.
Así explicado resulta un procedimiento sencillo, pero no siempre lo es. Cuando una persona viene de otro país espera que, en alguna institución, alguien, explique mínimamente la diferencia entre estas formas de validar los estudios, los pasos a seguir, qué se hace luego de la obtención de la equivalencia, y demás dudas que traemos; pero esto no siempre sucede.
Nos encontramos con instituciones y funcionarios que no tiene en cuenta la dificultad que implica enfrentarse a mecanismos propios de la burocracia española, tan ajena a la propia. Al fin de cuentas venimos de otros países, de otros continentes, de otras costumbres, modos y formas, y el proceso de habituación no siempre resulta fácil. Por otro lado, hay que decirlo, en muchos casos no se atiende de la mejor manera a las personas migrantes de países latinoamericanos.
Nos encontramos con instituciones públicas que muchas veces no nos acercan la información que necesitamos, nos destratan y confunden.
Pero todo lo anterior no es lo más complicado de este procedimiento, una vez iniciado el expediente el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades tarda entre dos y tres años en resolver. ¡¿Entre dos y tres años?! Si, absurdo, pero así es. Es un plazo absolutamente excesivo para los intereses de los profesionales que necesitan de la equivalencia para comenzar una nueva etapa profesional o académica. Pero lamentablemente es así.
Si volviera mis pasos atrás recomendaría no perder ni un solo día, e iniciar el trámite ni bien se cuente con toda la documentación.
Paralelamente hay opciones para no “perder” completamente este periodo de espera. Una de ellas es realizar estudios en la Universidad de Málaga. Algunas universidades latinoamericanas tienen convenios y no requieren de equivalencia u homologación para comenzar un máster oficial.
Otra buena opción mientras se espera es también homologar el título de bachillerato que tarda cerca de 6 meses y nos habilita para hacer diversos cursos oficiales y para determinados trabajos. Es importante tener en cuenta que, hasta que no se obtenga la validación de nuestro título no se nos reconocerá ningún estudio, ni siquiera de educación primaria. Por lo cual se pasa a ser una persona sin estudios por cerca de tres años para instituciones públicas de educación o empleo, lo que claramente nos limitará para desarrollarnos plenamente en este país. La obtención del título bachiller nos permitirá tener al menos algún tipo de certificación de estudios en menos tiempo.
Recomendaría también, acercarse a espacios de profesionales o personas migrantes que puedan informarte, acompañarte y apoyarte. La migración no es fácil, es mucho más dura de lo que la gente imagina, y esto muchas veces solo lo entiende otra migrante. En mi caso soy parte de la Red Feminista Latinoamericana, un espacio de mujeres migrantes que ha sido un gran acompañamiento y de suma importancia para fortalecerme y empoderarme.
Lejos de desanimar a nadie, considero que ante las adversidades hay que fortalecerse y una forma de hacerlo es estar informadas.
Al fin de cuentas, estoy convencida de que la profesión de Trabajo Social se elige por vocación, convicción y compromiso social. No es una profesión fácil, nos suele enfrentar a realidades dolorosas e injustas, trabajamos a diario con quienes sufren las consecuencias de la pobreza, de la marginación y la exclusión social. Considero que se elige el trabajo social con la ilusión de que otros mundos más justos sean posibles; y que la profesión nos aportará herramientas para sumar nuestro granito de arena para estos cambios.
En definitiva, el Trabajo Social también es como un viaje que se inicia con mucha ilusión, con altos y bajos; un día creemos que podemos cambiar el mundo y al otro la realidad nos devuelve una bofetada. Sin embargo, personalmente, creo que vale la pena.
Por lo tanto, si este trámite engorroso y largo es la llave de acceso para poder trabajar de lo que amamos habrá que armarse de paciencia y realizarlo. Quizá en algún momento podamos abogar por que revisen nuestros expedientes y los tramiten en un tiempo más razonable, quizá podamos incidir para que no se pongan tantas trabas a las personas migrantes para desarrollarse plenamente en España; entre otras muchas luchas que nos toca librar a la hora de migrar y ejercer nuestra profesión. Eso sí, intentando nunca perder la ilusión con la que un día decidimos ser trabajadoras sociales.
El trabajo social se trata de eso, de creer que todo se puede cambiar…
“Al fin de cuentas no es locura ni utopía sino justicia”
Ana Delgado Parrilla Docente en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Huelva
De la vida cotidiana en la sociedad actual
Para Lukacs (1969) no hay individuo sin vida cotidiana: esta es imposible de ser eliminada en cuanto espacio-tiempo de construcción y reproducción del ser social. Lo cotidiano se manifiesta como un nivel constitutivo de lo histórico: ninguna existencia personal cancela la cotidianidad.
Mientras la organización capitalista de la vida cotidiana no invade todos los espacios de la existencia individual, cada persona dispone de un mínimo campo de maniobra donde puede desarrollar de cierto modo su autonomía (Netto, 1994). No obstante, en la fase actual del capitalismo avanzado, la organización capitalista de la vida cotidiana permea todos los espacios y se cuela en todos los recovecos de la existencia individual, modelando “la organización entera de la sociedad macroscópica”, imponiendo “sus ritmos y sus ciclos” (Netto, 2012, pp.38).
Ahora bien, pese al carácter insuprimible de la vida cotidiana, en la praxis profesional del trabajo social se activa un proceso de análisis -una suspensión de lo cotidiano (Heller, 1998)- donde aquello que se presenta como autodeterminado debe de ser deconstruido. Dicho de otra manera, el trabajo social en su papel de intervención sobre la cotidianeidad de los grupos subalternos, requiere necesariamente de una crítica de la vida cotidiana (Netto, 2012).
Crisis de cuidados: la cotidianidad de los hogares en el siglo XXI
Para sentar las bases ontológicas del “cuidado” es preciso conceptualizar primero qué es “economía”. Y como diría Celia Amorós: conceptualizar es politizar. Pues bien, definimos economía como la organización y la producción de recursos para la satisfacción de las necesidades, así como para la generación de condiciones de vida dignas (Pérez-Orozco, 2010). Si pensamos dónde ocurren estos procesos, una mirada no androcéntrica advertiría que esto no sólo ocurre en el plano de lo productivo: gran parte de dichos procesos se desarrollan en el ámbito reproductivo, es decir, en la cotidianidad de los hogares, en forma de cuidado.
El trabajo de cuidados comprende dos tipos de actividades: por un lado, las actividades de cuidado directo, personal y relacional, como cuidar de un bebé, de personas que están pasando por procesos de enfermedad o que se encuentran en situación de dependencia; y, por otro lado, las actividades de cuidado indirecto, como cocinar y limpiar (OIT, 2018).
Podemos deducir, por tanto, que el cuidado es una actividad esencial para que el sistema funcione, en tanto que todas las personas requerimos de cuidado indirecto a diario y de cuidado indirecto, personal y relacional al menos en algún momento de nuestras vidas. Con el cuidado en la vida cotidiana -ámbito reproductivo- se hace “el conjunto encaje; es decir, que todos los diversos recursos -fruto del ámbito productivo-, transformados, adaptados, etc. finalmente generan bienestar” (Pérez-Orozco, 2010, pp.134).
La división sexual del trabajo ha venido organizando históricamente el reparto de tareas en la vida cotidiana, asignando el ámbito productivo a los hombres y el reproductivo a mujeres. De ahí que todavía hoy, las actividades de cuidado sean fundamentalmente realizadas por mujeres que trabajan sin ningún tipo de remuneración ni derechos laborales, o en su defecto, por cuidadoras profesionales con condiciones laborales muy precarias en la mayoría de los casos. No obstante, en la transición del siglo XX al siglo XXI estamos asistiendo a un “cambio de época” en el que confluyen diversos factores que están poniendo en peligro el modo histórico de provisión de los cuidados en la vida cotidiana, donde las mujeres asumían el papel central (Fantova, 2015):
Por un lado, asistimos a un aumento de la esperanza de vida, lo que provoca que haya más personas en situación de dependencia.
Por otro lado, se ha producido una reestructuración, mutación y diversificación de la estructura familiar tradicional y un acceso masivo de las mujeres al mercado laboral, lo que desestabiliza el esquema de organización de los cuidados basado en la división sexual del trabajo.
Todo ello, sin que se haya asistido a un paralelo desarrollo de políticas públicas que posibilitaran la transición hacia un nuevo modelo de cuidado; ni a un cambio drástico en la mentalidad de los hombres, que empezaran a reclamar su espacio en las tareas propias del ámbito reproductivo (De Miguel, 2015). De modo que, si la desatención de los límites biofísicos del planeta ha conducido a la crisis ecológica que estamos afrontando, los cambios en la organización de los tiempos que aseguraban el cuidado para la satisfacción de necesidades humanas han dado lugar a lo que desde el feminismo se ha denominado “crisis de cuidados” (Herrero, 2011).
Hacia una subversión de la cotidianeidad
La realidad social que estudia y en la que desarrolla su práctica el Trabajo Social tiene mucho que ver con ese espacio de la vida que transita entre lo social y lo íntimo, entre lo personal y lo político; es decir, el espacio de lo cotidiano. Así mismo, parte de las funciones del Trabajo Social se orientan hacia esa dimensión de la vida cotidiana relacionada con el cuidado: acompañar a menores, mayores, personas con discapacidad, personas con adicciones, etc (Fombuena, 2006). Es decir, nuestra relación práctica, teórica y metodológica con el cuidado y la vida cotidiana nos posiciona en un lugar privilegiado para analizar la crisis de cuidados, entendiéndola como una de las principales facetas de la crisis de nuestro modelo de bienestar -y de la economía capitalista sobre la que se sostiene-. Dimensión de la crisis que pone de manifiesto una organización social de los cuidados y de los tiempos injusta, en la medida en que reparte de manera desigual sus costes y sufrimientos: afecta más a mujeres, a personas con niveles de renta bajos, a personas migrantes, etc (Fantova, 2015).
Si no se piensa en su necesaria reformulación desde lo público-común, la organización social de los cuidados supondrá una de las mayores amenazas actuales para la garantía de un futuro trabajo decente (OIT, 2018), así como para la propia sostenibilidad de nuestras vidas. No hace falta tener mucha imaginación: hoy más que nunca, con la actual crisis sociosanitaria, la imposibilidad de cuidar y cuidarnos –y de compatibilizar esto con el trabajo en el ámbito productivo– se está manifestando de manera muy clara.
Ahora bien, no puede decirse que no hayan existido intentos de paliar las consecuencias de la crisis de cuidados. Podemos pensar, por ejemplo, en las políticas conciliadoras de la vida laboral y familiar. Sin embargo, la mayoría de las veces, el concepto “conciliación” se establece como una problemática que atiende casi exclusivamente a la población femenina, por lo que las políticas se diseñan principalmente para las mujeres, actuando como refugio para la reproducción de la división sexual del trabajo (Martín, 2005). Además, los elementos sobre los que pretende mediar la conciliación, la relación entre tiempo y trabajo, son entendidos desde una lógica de mercado androcéntrica y no de aquella que contempla como trabajo algo que va mucho más allá del empleo. Dicho de otro modo, la idea de conciliación emerge para mediar entre espacios de la vida cotidiana contrarios y poco democráticos o equitativos, a saber: la familia y la vida laboral. Si bien el mercado de trabajo reconoce este déficit y establece herramientas para tratar de democratizar este proceso, como la negociación colectiva; en el ámbito de los hogares la lógica democrática queda demasiado lejos, “no tiene reconocida ni negociación colectiva ni agentes sociales en conflicto” pues el “conflicto derivado de la división sexual del trabajo, que tiene como escenario el hogar-familia, es ocultado o negado” (Torns, 2004, pp. 18).
También podemos pensar en la Ley de la Dependencia como otro experimento con el que contamos en España para evaluar medidas en materia de organización social de los cuidados (Fantova, 2015). En este sentido, cabe resaltar lo siguiente: según datos de la estadística mensual del Sistema para la Autonomía y la Atención a la Dependencia, en agosto de 2020 la prestación económica para el cuidado no profesional en el entorno familiar suponía más del 31% del conjunto de prestaciones, ello pese al carácter de excepcionalidad que le confería el artículo 14 de la Ley 39/2006. Si bien esta compensación económica alivia a corto plazo la situación de muchas personas en contextos de dependencia, no resuelve el problema de la desigual organización de los cuidados en la vida cotidiana a largo plazo: esta prestación solo se sostiene en tanto que coincide, por un lado, con las últimas generaciones de mujeres no incorporadas de manera masiva en el mercado laboral y, por tanto, disponibles para el cuidado primario; y por otro lado, con unas elevadas tasas de desempleo (Fantova, 2015). Por ello, cabe preguntarse: ¿qué ocurrirá cuando las responsables de esos cuidados necesiten cuidado? ¿Y cuándo nosotras los necesitemos? ¿Quién podrá asegurar nuestro cuidado, proteger y sostener nuestras vidas en un contexto de profundos cambios en la organización de los tiempos de la vida cotidiana?
Las medidas meramente técnicas, por tanto, no resuelven el problema si lo que nos planteamos es la superación de la crisis de cuidados y el conflicto capital-vida en términos de igualdad de género y no el restablecimiento de un orden social basado en la tradicional división sexual del trabajo. De lo que se trata es de pensar los cuidados como una cuestión estratégica para redefinir una alternativa a la economía de mercado capitalista y su modelo de bienestar (Pérez-Orozco, 2010). Porque lo cierto es que, si bien -desde una lógica liberal y androcéntrica- se tachan de utópicos todos aquellos planteamientos sistémicos que no ponen la vida al servicio de otro fin superior (la acumulación de capital) sino a la propia sostenibilidad de la vida (Perez- Orozco, 2010); cabe plantearse si no es más utópico pensar que el modelo actual de acción social basado en el bienestar puede satisfacer las necesidades sociales de manera universal; cuando el objetivo del sistema sobre el que se sostiene (el capitalismo) no es satisfacer necesidades sino generar y cumplir deseos para promover el consumo; y que, por ende, pone nuestras vidas al servicio de un interés ajeno.
Quizás sea hora de plantear alternativas que respeten y posibiliten la eco-dependencia y la interdependencia relacional y que se ocupen de los cuidados desde una perspectiva comunitaria, relacional, democrática y justa. Porque solo así podremos cuidarnos desde el amor y la empatía, y no desde la culpabilidad (de haber fracasado en la reduccionista lógica capitalista) o el miedo (a hacerlo). Cabe la posibilidad de que, solo si nos reconocemos como colectividad de personas inexorablemente vulnerables e interdependientes podamos, por un lado, acompañarnos en el desafío de los vaivenes de la vida cotidiana y, por otro, superar la estigmatización asociada a las personas usuarias de los Servicios Sociales alcanzando el (tan perseguido) principio de universalidad del sistema. Creo que vale la pena intentarlo.
Bibliografía
Cobo, R. (2005). Globalización y nuevas servidumbres de las mujeres. Teoría feminista: de la Ilustración a la globalización, 3.
De Miguel, A. (2015). Neoliberalismo sexual. Ediciones Cátedra.
Fantova, Fernando (2015). Crisis de los cuidados y servicios sociales. Zerbitzuan, 60, 47-62.
Fombuena Valero, J. (2006). La influencia de la dimensión de género en el Trabajo Social.
Herrero, Y. (2011): “Propuestas ecofeministas para un sistema cargado de deudas”, Revista de Economía Crítica, nº 13, págs. 30-54.
Heller, A. (1998). Sociología de la vida cotidiana. Madrid: Península.
Lukàcs, G. (1969). Historia y conciencia de clase. Grijalbo, Instrumentos, España.
Martín, T. T. (2005). De la imposible conciliación a los permanentes malos arreglos. Cuadernos de relaciones laborales, 23(1), 15-33.
Netto, J. P. (2012). Trabajo Social: Crítica de la vida cotidiana y método en Marx. La Plata: Productora del Boulevard.
Llegué a Irlanda hace ahora 10 años. Cuando me fui de España, salí literalmente con 5 maletas y arrastrando a dos bebés por el aeropuerto de Málaga. Sabía que no volvería, pero no quería admitirlo.
Mis primeros años fueron de adaptación, aunque pronto empecé a trabajar de ‘asistencia técnica’ para una gran empresa cerca de Dublín. ¡Yo! ¡De asistente! Tuvo su gracia, pero no mucha. En esta compañía conocí a una chica de Barcelona que era trabajadora social también, ambas decidimos investigar cómo podríamos ejercer nuestra profesión en este país. No parecía una tarea fácil.
Allá por el 2012, el organismo encargado de hacer los registros (nuestras colegiaciones) era CORU (https://www.coru.ie/). Tenía un sistema bastante extraño, que ofrecía una fecha determinada cada año para hacer el trámite. El problema era que ningún año era en la misma fecha y tenías que adivinarla −o tener la suerte de todos los dioses de acertarla. Nada fácil. No conseguí hacerlo ni en 2012 ni en 2013. Ese año me ofrecieron otro puesto de trabajo más interesante para mí en Cork. Se trataba de una empresa mejor, con más sueldo y sin duda en una ciudad más tranquila para mis dos chiquitinas.
Pasaron unos años y aunque no estaba mal (la empresa me gustaba, el trabajo un poco menos, pero bien), no era lo que yo quería. Yo soy trabajadora social, la vocación estaba en mí y en este país, cosa que me alegra mucho ver, la ayuda, el prójimo, el respeto y el darse la mano el uno al otro, es muy importante (como en los pequeños pueblos en España, donde la red de ayuda es vital). Por lo que volví a investigar y a centrarme en la conversión del título.
Reconocimiento de la titulación
Con sorpresa, esta vez no desagradable, vi que habían cambiado el sistema en CORU: el período de reconocimiento estaba abierto todo el año. Eso sí, el proceso para reconocer mi título era aún más complicado, tenía que pasar por varias fases. Así que me puse manos a la obra.
Lo primero que tuve que hacer fue mandar un mail a [email protected] explicando mi situación y lo que necesitaba hacer. Una vez hecho esto, hay que leerse un documento que se llama “Social Workers Registration Board Standards of Proficiency and Practice Placement Criteria” donde se explican los estándares para que el título sea reconocido (puedes revisarlo aquí https://coru.ie/files-recognition/standards-of-proficiency-for-social workers.pdf) y pagar las tasas de registro, algo más de 500 euros.
El siguiente paso es rellenar una aplicación electrónica y obtener todos los certificados correspondientes (laborales, educacionales y otros documentos relacionados con el trabajo social, tanto los originales como sus traducciones certificadas). En el formulario inicial que tenemos que rellenar hay un ‘check list’ de todos estos documentos. Además de enviar toda la documentación vía online, también se tiene que mandar de manera física. No es necesario trasladar los originales por correo, pero sí las traducciones certificadas y copias.
Una vez se ha enviado todo, lo revisan y este proceso, aunque en la página pone que tarda aproximadamente un mes, puede extenderse casi seis meses. Un agente indica si está todo en orden para seguir con los siguientes pasos o no. Si no lo está −que es lo más probable− te pedirán nuevos documentos, con su nuevo tiempo de espera. Cuando finalmente está todo, los archivos se mandan a la junta directiva, que se reúne una vez cada mes (pero nunca en la misma fecha). Este órgano decide si se procede o no, o si necesita algún paso más.
En realidad, hasta aquí la parte “fácil” porque en mi caso, la decisión de la junta era que necesitaba para completar el proceso de registro, hacer un examen y pagar otra vez las tasas de dicha prueba, que eran algo más de 400 euros o, en su defecto, hacer un período de adaptación.
Inocente de mí, decidí hacer el período de adaptación debido a que soy disléxica y teniendo en cuenta los nervios y que a pesar de que entiendo, escribo y hablo inglés, esta no es mi lengua materna y podría terminar seguramente escribiendo el Quijote o cualquier otra cosa porque no he entendido bien las preguntas. Así que opté por hacer las 540 horas de prácticas que me exigían.
Ciudad de Cork (Irlanda)
Las prácticas
En 2018, en la empresa donde trabajaba decidieron “dejar a la gente ir” con una paga compensatoria, así que pensé que era el mejor momento y a finales de 2018 abandoné la empresa y me puse a buscar un sitio donde quisieran tenerme para hacer las prácticas. No sabía que esto iba a ser tan complicado, llamé a mil puertas, mandé mil emails, hablé con tanta gente que ni me acuerdo.
Un día, mi marido, que ha sufrido todo este proceso tanto o más que yo, me dijo: “¡Oye! ¿Por qué no contactas con esta señora que es la jefa de prácticas de la UCC (University College Cork)?”. Para ser sincera yo era muy reticente con esta idea porque es una persona con mucha responsabilidad y pensé: “¿qué caso me iba a hacer?”. Pues, ¡bendito sea y menos mal que le hice caso!
Esta señora en realidad estaba jubilada, pero recientemente, por lo que tenía todos los contactos frescos. Me dijo que no me preocupara, que sabía que mi situación era delicada, pero que iba a hacer todo lo que estuviera en su mano por ayudarme y dicho y hecho.
A las pocas semanas recibí un mail de ella diciéndome que me pusiera en contacto con el jefe de grupo de trabajo social de TUSLA (agencia de protección de menores) en Cork. Así lo hice y gracias a que existen personas como Padraig, fui a verlo y me dijo que empezara cuando quisiera.
Una vez encontrado quien podía supervisar las prácticas contacté de nuevo con el CORU para confirmarle los datos, me dijeron que no podía empezar hasta que la junta lo aprobara (Julio de 2018).
Así que empecé y tengo que decir que fue una experiencia increíble, unos compañeros inmejorables, un ambiente de trabajo excelente donde todos estaban más que dispuestos a ayudarme. Aprendí muchísimo sobre el sistema de trabajo social en Irlanda, a decir verdad, bastante diferente al de España. Sobre todo, en el área de atención al menor y a la familia.
En diciembre de 2019 terminé mis prácticas con mucha pena por dejar TUSLA, pero con muchas ganas de terminar el proceso ya y de poder ejercer. Padraig y yo hicimos el documento final que tenemos que presentar sobre las prácticas. Esto es un dossier con toda la documentación, más de 60 páginas de documentación y redacción, donde se me pedía hablar de los casos, el aprendizaje sacado y las reuniones con mi supervisor. Tardamos un par de meses en tenerlo completo, o al menos es lo que creíamos. Se mandó el documento para que la junta lo revisara cuando se reuniera (recordemos, una vez al mes no siempre en la misma fecha). Cuando lo revisaron parece ser que no les gustó, así que pidieron más información. Lo corregimos, me pidieron un marco teórico y más información sobre los casos, y volvimos a mandarlo. Con todo esto, ya estamos en plena pandemia, marzo de 2020.
Esta vez sí que les gustó el documento y por fin terminé el proceso de reconocimiento, pero ahora entramos en el proceso de registro, es decir, ya me aceptan que puedo ejercer como trabajadora social, pero tengo que registrarme, por lo que, en realidad, no puedo ejercer.
El proceso de registro
El proceso de registro es algo más ligero (sólo algo más ligero). Para ello he tenido que volver a rellenar una solicitud interminable y volver a mandar documentos, que ya había mandado antes −por lo que un truquito es pedir varias copias de las traducciones certificadas, por si acaso.
Uno de los requisitos para el registro es hacer lo que llaman “Garda vetting”, que es simplemente un registro de penales, pero al contrario que en España, este registro lo tienes que hacer con cada organización con la que quieras trabajar que así lo requiera. En el proceso de aplicación me hicieron varias preguntas, algunas ciertamente incómodas (más tarde hablaré de una de ellas en particular) y una prueba de que sé hablar y escribir inglés. La forma de demostrarlo era un examen de C1 o cartas de mis empleadores anteriores (a pesar de que cómo dije en un principio, llevo ya 10 años aquí). Así que les mandé todas las cartas y un examen que había hecho hace unas pocas semanas para entrar en la universidad.
Ahora mismo, me encuentro precisamente ahí, con la etiqueta de “aplicación incompleta” en mi página de CORU, esperando que revisen esas cartas y terminen el endiablado proceso que tanto tiempo y sufrimiento me ha costado.
Llegó el trabajo
Quiero terminar comentando esa “pregunta incómoda” que mencioné antes. En este momento estoy trabajando como investigadora para el ‘Royal College of Surgeons in Ireland (RCSI)’ con la figura de ‘Social prescriber coordinator o Community link worker’. Este trabajo no está regulado aún en Irlanda, pero sí en Inglaterra. Sin embargo, está en proceso.
Lo curioso de este puesto de trabajo, es que es, en realidad, parte de lo que hace un/a trabajador/a social, al menos en España. El trabajo consiste en que el médico de cabecera deriva un paciente que está en situación de soledad, ansiedad o socialmente aislado, siempre y cuando la situación no llegue a ser clínica (principalmente en el caso de la ansiedad).
Nosotros recibimos al paciente y evaluamos el caso y lo que hacemos es entender sus gustos, sus preferencias en el área social, sus ‘hobbies y tratar’ de buscarle los recursos necesarios para que pueda hacer aquello que busca o cubrir sus necesidades sociales con clubs, voluntariado que les pueda ayudar, asociaciones, etc. Este trabajo, según estamos revisando en el proyecto, tiene un enorme impacto en la salud del paciente, lo que reduce sus visitas al médico y el consumo de medicamentos.
La pregunta incómoda, era que cómo estaba ejerciendo de ‘Social prescriber’ si ellos aún no me habían dejado ejercer como trabajadora social. Es verdad, pero en el RCSI no me exigieron el registro en Irlanda, aunque sí el título español.
Como última nota, quiero comentar que el trabajo de ‘Social prescriber’ está en un momento en extremo importante y se están haciendo reuniones con el HSE (la seguridad social en Irlanda) por lo que es posible que esté asistiendo a la creación de un nuevo puesto en el área social y puede ser que sea un campo a evaluar por todas aquellas personas que no quieran pasar por todos estos años de reconocimiento.
Aunque el puesto aún no esté regulado ni hay muchos puestos abiertos, es algo que parece estar cambiando rápidamente y un campo más donde podemos ejercer nuestra profesión y lo que es más importante: ayudar a aquellos que más lo necesitan.
Rocío Cáceres Damas Trabajadora Social del Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra, Sevilla. Preparadora de Oposiciones.
El mundo del Trabajo Social es muy amplio, ya sabemos que tenemos muchas opciones para buscar empleo, podemos dedicarnos a diversos sectores y actualmente la profesión se está abriendo a otras posibilidades como el emprendimiento, que de un tiempo a esta parte son muchas las personas que se embarcan en el proyecto empresarial de sus vidas.
Pero opositar es una opción que siempre hemos tenido los profesionales del Trabajo Social, pues esta es una profesión que tiene un alto peso en el empleo público, por eso voy a aclarar una serie de conceptos que pueden ser interesantes para todos y todas. Unas posibles preguntas y respuestas básicas para opositar en Trabajo Social.
Allá vamos:
¿En qué campo de oposiciones puedo optar con la titulación de Trabajo Social? Pues tienes varias opciones. La más conocida es la de Servicios Sociales, esto es para Ayuntamientos, Diputaciones, y la Junta de Andalucía.
Otra opción, para quien le guste el mundo sanitario, es la oposición para el Servicio Andaluz de Salud, en la que puedes ejercer tu trabajo en Centros de Salud de Atención Primaria o en Hospitales.
De las oposiciones más desconocidas para Trabajo Social encontramos las que son a nivel estatal: Instituciones penitenciarias y las llamadas de “Ministerios”. Estas últimas encontramos varias ramas que van desde Justicia a IMSERSO. Todo un mundo por descubrir donde hay poca información porque las plazas suelen ser más reducidas.
¿Qué conceptos básicos debo saber antes de preparar una oposición? Tienes que entender que la oposición es en sí misma un proceso de aprendizaje que conlleva hacerse con nuevas terminologías. Lo más esencial lo dejo aquí:
1. Proceso selectivo: se denomina proceso selectivo a todas las tareas y actividades que debe pasar una persona para ser seleccionada al puesto de empleo público. El proceso selectivo lo es todo, desde que comienza con la oferta, hasta que la persona lo supera y comienza su trabajo en un organismo público.
2. Oferta de Empleo Público: esto es el anuncio de que un organismo va a sacar próximamente unas plazas para una determinada categoría. Estas ofertas suelen salir en base al año natural por eso es posible que escuches o alguien te diga que se presenta a la oferta de empleo público de 2017, por ejemplo.
3. La Convocatoria: aquí ya se anuncia el comienzo del proceso selectivo. Con la convocatoria hay que presentar la solicitud, así como la documentación que requieran.
4. Las bases: este documento, que se publica con la convocatoria, es considerado lo más importante del proceso, pues en él se desarrolla cómo se van a realizar los exámenes, test, caso práctico… y cuál será el temario.
5. Personal Laboral o Funcionario: esto es la tipología de contratación que la administración pública va a llevar a cabo. La diferencia os la encontráis en el Estatuto Básico del Empleado Público que dice en su artículo 9 sobre los funcionarios que: “En todo caso, el ejercicio de las funciones que impliquen la participación directa o indirecta en el ejercicio de las potestades públicas o en la salvaguardia de los intereses generales del Estado y de las Administraciones Públicas corresponden exclusivamente a los funcionarios públicos, en los términos que en la ley de desarrollo de cada Administración Pública se establezca”
¿Cómo se hacen los exámenes? Para saber cómo se va a desarrollar el proceso selectivo, hay que leer bien las bases, pero todo va a venir determinado de tres formas:
1. Proceso selectivo basado en oposición: esto es que se escogen a las personas exclusivamente por la nota del examen o los exámenes, es decir, el que saca más nota de queda con la plaza.
2. Proceso selectivo basado en concurso oposición: en estos casos primero se hacen los exámenes y con los aprobados se contabilizan los posibles méritos basado en experiencia y formación que tengan las personas candidatas. Últimamente es el proceso más común.
3. Proceso selectivo basado en concurso: aquí solo cuentan los méritos que se concentran en experiencia laboral y formación, y que dependen de cada convocatoria. Para ello hay que leer bien las bases de los procesos selectivos.
¿Cómo me entero de las convocatorias que salen? Dependiendo de la oferta a la que vas a opositar, así tendrás que buscar en un sitio u otro, pero ten en cuenta que:
– Oposiciones para la Administración Local debes mirar en el BOP de cada provincia todos los días.
– Oposiciones para el SAS o la Junta de Andalucía: en el boja.
– Oposiciones de Instituciones Penitenciarias y otras: en el BOE.
¿Cómo me preparo? Muchas personas me preguntan si es posible prepararse una oposición por su cuenta, y si lo es, aunque es más difícil y vas a tardar más tiempo. Tienes que pensar que no tienes ninguna guía, y que debes ir aprendiendo a cómo estudiar, preparar el temario, organizarte…
Otra duda que suele haber con este tema es ¿mejor un preparador o una preparadora, o una academia? Para mí ambas opciones son buenas, ahora bien lo esencial es que además de facilitar el temario os indiquen cómo estudiarlo y cómo programar el estudio. En realidad el temario no es complejo, cuando te haces con la normativa y legislación, lo entiendes, por eso necesitas un poco más, básicamente que te enseñen a estudiar.
*Sobre las oposiciones en Servicios Sociales.
Las oposiciones más conocidas por todos y todas, y a la que más gente aspira sin dudas, es la de Servicios Sociales.
En esta rama nos encontramos como he dicho antes con tres organismos que voy a pasar a explicar brevemente:
Junta de Andalucía, son en total setenta temas y se desarrollan en tres exámenes que son un tipo test de 100 preguntas, caso práctico y desarrollo de dos temas elegidos al azar.
Bajo mi punto de vista, la dificultad de la Junta radica en que es un temario muy amplio y cambiante porque se actualiza mucho la legislación. Además van saliendo las ofertas sin una temporalidad fija, y eso dificulta mucho la organización, porque no es como otras convocatorias de otras profesiones que sabes que salen cada dos o tres años…
Para Ayuntamientos y Diputaciones, no hay una estructuración fija para estos organismos, ya que cada uno se organiza de forma distinta. Suelen tener menos temario que la Junta y lo normal es que sean test y caso práctico.
Lo que sí que es evidente entre estas oposiciones es que las funciones no son las mismas. Si consigues una plaza para la Junta de Andalucía trabajarás en servicios sociales especializados (valoración de la dependencia, protección de menores, centros de valoración de la discapacidad…) mientras que si la obtienes en Diputaciones o Ayuntamientos trabajarías en servicios sociales comunitarios y entre otros, se trabaja en el servicio de información, programa de familia, servicio de ayuda a domicilio…
*La decisión de opositar.
La decisión de opositar en esta o en cualquier oposición es dura y difícil porque tu vida va a cambiar. Se sacrifican muchas cosas cuando te lo tomas en serio y comienzas a estudiar, te enfrentas a miedos e incertidumbre. Si no sabes si este puede ser tu camino, te dejo un decálogo de ayuda:
1. Escribe en un papel el motivo real por el que opositar. Esta será tu motivación principal, vas a tener que recurrir mucho a este escrito, así que piénsalo, que no sea solo encontrar un empleo estable.
2. Enumera los pros y contras de opositar. De esta manera podrás ver los puntos negativos y compensarlos con los positivos.
3. Infórmate muy bien antes de escoger la oposición. Saber de qué va cada proceso, como son los temas,…, además te ayudará a tomar una buena decisión.
4. Elige una meta y céntrate en ella. Los temas no suelen ser coincidentes y como dice el dicho: quien mucho abarca poco aprieta, elige y se consecuente con esa decisión.
5. Antes de estudiar planifica la oposición según tus temas y tú tiempo. Recuerda que nadie más que tú lo puedes hacer.
6. Mira exámenes de años anteriores, te darán una orientación sobre qué estudiar.
7. Lee mucho, te ayudarán a mejorar tu redacción.
8. No dediques todo el tiempo a estudiar, deja algo para el descanso.
9. Ve el lado positivo de las redes sociales, hay mucha gente compartiendo su día a día estudiantil, verlo como una inspiración.
10. Recuerda: es duro, pero quien la sigue la consigue. Podrás hacerlo SI LO DESEAS, LO TRABAJAS Y LO LUCHAS.
Mariano Sánchez Robles Trabajador Social Sanitario. Motril
Las profesiones de Trabajo Social y Enfermería son diferentes pero, en el ámbito de la atención a la Salud, son complementarias. Comparten espacio en la intervención, desde la óptica de una atención integral y de calidad y comparten el objetivo de prestar su atención a los usuarios de los centros sanitarios.
Pero también es cierto que Enfermería y Trabajo Social intervienen en esta realidad del ámbito de atención a la SALUD, de forma distinta. La propia definición de la Salud ya lo contempla y diferencia: Bienestar físico, psíquico y social. Mientras Enfermería interviene en el ámbito de los cuidados de enfermería, el Trabajo Social lo hace centrando su intervención en el entorno en el que interactúan las personas, promoviendo cambios y mejoras en las situaciones de malestar y/o riesgo social, tanto a nivel individual como grupal/familiar y comunitario.
En la práctica, ambos profesionales pueden ejercer su labor de forma conjunta y coordinada, en equipos interdisciplinares y será su formación específica y su idoneidad profesional, las que determine las funciones y competencias a desarrollar por cada uno de ellos, y lo que proporcione al equipo una intervención y mediación sociosanitaria de calidad, dirigida al cumplimiento de los objetivos marcados por el propio equipo.
Dicho esto, lo que no parece lógico es el solapamiento, duplicidad, injerencia profesional o directamente el intrusismo profesional, ni entre éstas, ni entre otras categorías profesionales, que se relacionan de forma interdisciplinar en un mismo equipo de trabajo o centro sanitario. Es aquello de “zapatero a tus zapatos”, y a que no tiene ninguna lógica que “el barbero opere y el cirujano rape”.
LA JURISPRUDENCIA
La jurisprudencia se orienta en el sentido de atender fundamentalmente el nivel de conocimientos que se derivan de los títulos profesionales, pero huyendo de la determinación de una competencia exclusiva general, sin que sea indispensable que actúe siempre el profesional estrictamente especialista. Las orientaciones actuales huyen de consagrar monopolios profesionales en razón exclusiva del título ostentado y mantienen la necesidad de dejar la puerta abierta a todo título oficial que ampare un nivel de conocimientos técnicos suficientes.
La existencia de una base de enseñanzas comunes, podrían dotar a sus titulados de un fondo igual de conocimientos técnicos que permiten el desempeño de puestos de trabajo en los que no sean necesarios unos determinados conocimientos, sino una capacidad técnica común y genérica, que no resulta de la situación específica obtenida, sino del conjunto de los estudios que se hubieran seguido”.
LA ENFERMERA DE ENLACE Y/O GESTORA DE CUIDADOS
Lo primero que hay que dejar muy claro, antes de aventurarnos en la elaboración de este documento, es que la Enfermera de Enlace, ahora denominada Gestora de Casos, No es una categoría profesional. No tiene definidas legalmente otras atribuciones que las de su propia categoría profesional, ni otra formación académica reglada exigible que la de Enfermera.
Esta figura profesional, y así lo atestigua toda la bibliografía consultada, tanto de autores particulares como de la propia administración sanitaria andaluza, se origina y se implanta en Andalucía raíz de la publicación de la Ley 137/2002 de Apoyo a las Familias Andaluzas, que en su artículo 24, relativo a los cuidados a domicilio, establece una serie de medidas a favor de los mayores y las personas con discapacidad, entre las que se encuentra potenciar y mejorar los cuidados a domicilio.
La Gestión de Casos es definida por el propio colectivo como un modelo de atención integrada de casos complejos; una estrategia para afrontar el reto de la cronicidad, estableciendo su población diana en personas de edad avanzada, pacientes que requieren cuidados paliativos, pacientes con Alzheimer y personas que precisas cuidados en su hogar, incidiendo así mismo en el bienestar de sus cuidadoras, mayoritariamente mujeres. Esta figura ya existía en el Servicio Canario de Salud desde el año 2000. Por lo tanto esta figura no se crea en 2002 en Andalucía, se copia y se traspone al SAS del Servicio Canario de Salud. Veamos íntegramente la normativa mencionada.
CONSEJERÍA DE LA PRESIDENCIA BOJA 52 (04/05/2002). DECRETO 137/2002, de 30 de abril, de apoyo a las familias andaluzas.
MEDIDAS A FAVOR DE LOS/AS MAYORES Y PERSONAS CON DISCAPACIDAD
CAPÍTULO VII, Sección 1ª Medidas de carácter sanitario
Artículo 24. Cuidados a domicilio.
1. Por el Sistema Sanitario Público de Andalucía se prestarán cuidados enfermeros, de forma reglada y continuada, en su domicilio a todas aquellas personas mayores o con discapacidad que lo necesiten y por indicación médica o enfermera. Este servicio se prestará en todo caso de forma coordinada con los Servicios Sociales correspondientes.
2. Con carácter complementario se establecerán las medidas para facilitar a las personas responsables del cuidado de los mayores o de personas con discapacidad el apoyo y formación suficientes para el desempeño adecuado de esta labor.
3. A estos efectos, se reforzarán los equipos de enfermería en los grandes núcleos de población, en los que existe un elevado número de personas mayores o con discapacidad.
4. La aplicación de esta medida se reflejará en los correspondientes contratos programa, con la cuantificación necesaria, para garantizar su desarrollo efectivo conforme a la finalidad prevista en el presente Decreto.
ANTECEDENTES
Durante muchos años, tanto el SAS como la EASP, como las asociaciones profesionales de enfermería y las enfermeras que ocupan o han ocupado cargos de responsabilidad en las mismas, en el SAS, Consejería o EASP, han venido repitiendo “machaconamente” que la Enfermería de Enlace (hoy gestora), nació, se creó, se inventó, con la llegada del Plan de Apoyo a la Familia de 2002. Nada más lejos de la realidad.
Como ya he relatado en otros escritos, en 1999 en Chiclana en una reunión del SAS de profesionales de diversas categorías, sanitarias y no sanitarias, ya se habló de la Gestión de Casos, con opinión mayoritaria de que la gestión de casos debía ser compartida por un equipo formado por profesionales de la medicina/enfermería/trabajo social. Un año después se implanta en el Servicio Canario de Salud, de la mano de un enfermero: Gonzalo Duarte Climents, en un contexto muy diferente al andaluz, ya que en aquella época, mientras que en Canarias el trabajo social sanitario estaba restringido a los programas, protocolos y nivel de apoyo, no asistencial, en Andalucía cada Centro de Salud disponía de su propio profesional de Trabajo Social Sanitario, básicamente asistencial.
La enfermería, o mejor dicho, su “lobby” de empoderamiento, no del colectivo de enfermería, sino del propio, decidió, con el beneplácito y un apoyo brutal y desmedido del SAS, implantar en Andalucía la figura de la primeramente denominada Enfermera de Enlace Comunitaria. Y lo hace, supuestamente, en base al Decreto 137/2002 que he traspuesto literalmente en este documento.
ANÁLISIS DEL CONTENIDO
El Decreto se denomina de APOYO a las familias, un poco más adelante volveré sobre este término para comentar lo que yo he denominado Decreto de AGOBIO a las familias.
MEDIDAS A FAVOR DE LOS MAYORES Y PERSONAS CON DISCAPACIDAD.
Lo primero que hace este Decreto es fijar claramente en su artículo 24, a quién van dirigidas, en el ámbito sanitario, sus actuaciones: los mayores y personas con discapacidad. Ni menores, ni personas en riesgo social, ni violencia de género, ni adicciones, ni otros ámbitos de actuación que no sean los fijados en el Decreto.
ARTÍCULO 24: CUIDADOS A DOMICILIO.
Lo segundo es delimitar perfectamente el ámbito de actuación que, en materia sanitaria, dispone este Decreto sobre las medidas en favor de mayores y personas con discapacidad. EL DOMICILIO. Ni el Ayuntamiento, ni los Servicios Sociales, ni los Centros Educativos, ni el Centro de Salud, ni el Hospital. El domicilio de mayores y personas con discapacidad.
Y no limita sólo el ámbito de actuación, sino la actuación en sí, que no es otra que CUIDADOS ENFERMEROS. No otro tipo de cuidados, ni actuaciones, ni gestiones, ni ámbitos de actuación. CUIDADOS ENFERMEROS A DOMICILIO.
DE FORMA COORDINADA CON LOS SERVICIOS SOCIALES.
En este apartado me voy a remitir a la Dirección General de Asistencia Sanitaria del SAS, que en su “Argumentario”, deja bien claro que:
“La Enfermera Comunitaria de Enlace no es el referente para la coordinación socio-comunitaria. La Coordinación con los servicios socio-comunitarios desde Atención Primaria es una de las funciones los Trabajadores Sociales de Salud (TS). El TS de Salud se coordinará con los Servicios Sociales comunitarios con el propósito de una mejor utilización de los recursos socio-comunitarios. Las Enfermeras Comunitarias de enlace – al igual que el resto de los profesionales de referencia del paciente- detectará casos de riesgo social, transfiriendo la responsabilidad de la gestión de éstos a la trabajadora social de referencia para el paciente”.
APOYO Y FORMACIÓN DE LAS FAMILIAS.
Al principio de estas línea hacía referencia a lo que yo vengo en denominar “la Ley de AGOBIO a las familias”, en el sentido de que ya se observa con demasiada frecuencia, que las familias empiezan a asumir, cuidados y acciones sobre la salud de la familia, propias de un profesional de enfermería, y no propios de la familia. Si algunas de esas funciones se atreviera a sumirlas una Auxiliar de Enfermería o un Técnico Especialista de un Hospital, serían denunciados inmediatamente por el Colegio de Enfermería por intrusismo, pero se permite, alienta, enseña y explica a los familiares cómo tienen que hacerlo. El apoyo a la familia se convierte de esta forma en AGOBIO, por “obligarles” a asumir, con el pretexto de enseñarles y facilitarles la tarea, funciones que deberían desarrollar enfermeros.
REFUERZO DE LOS EQUIPOS DE ENFERMERÍA.
Entiendo que cuando se hace referencia a que bajo el “paraguas” de este Decreto se crea la figura de la Enfermera Comunitaria de Enlace, pese a que el Decreto en si no la nombre específicamente, debe hacerse en base a este texto de “refuerzo de los equipos de enfermería”. Pero la norma, una vez más, delimita claramente el ámbito de actuación de este refuerzo a “los grandes núcleos de población en los que existe un elevado número de personas mayores o con discapacidad”. Y cuando se habla de refuerzo enfermero para cuidados enfermeros a mayores y discapacitados a domicilio, no se “amplía” en modo alguno ninguno de estos aspectos, para que la hoy “Enfermera Gestora de CUIDADOS”, asuma sin rubor alguno, ámbitos, actuaciones, trámites, informaciones, competencias y funciones de otros colectivos profesionales, de enfermería de familia, psicológicos, de fisioterapia y, especialmente, de TRABAJO SOCIAL SANITARIO.
En caso de ser cierto, que no lo es, que la Enfermera Comunitaria de Enlace surgiera como respuesta a las necesidades planteadas en el Decreto 137/2002, es más que evidente y palmario, que el objeto y el ámbito de su actuación, el motivo y la causa por la que esta figura se implantó en el SAS, ha sobrepasado con creces los cometidos por los que originariamente fue implantada, ya que ha rebasado el ámbito domiciliario, el de los cuidados enfermeros, el de las personas mayores y el de los incapacitados. Todos a la vez, con el consiguiente malestar, queja y denuncia de otros profesionales y del propio Equipo Básico de Salud, en algunos casos, obviados, relegados, ninguneados y despreciadas sus aportaciones profesionales, cuando no claramente llevando a cabo labores de injerencia e intrusismo profesional.
LAS ATRIBUCIONES DE COMPETENCIAS
El Juzgado Contencioso Administrativo nº 1 de Sevilla, a raíz del procedimiento 204.1/2008, dispone la “suspensión cautelar de los Protocolos para la Gestión Compartida de la Demanda Aguda no demorable”, por entender que se atribuyen a los enfermeros, funciones que en principio serían propias de los licenciados en medicina. (Julio de 2019).
Entiende el Consejo Andaluz de Enfermería que los enfermeros poder realizar un diagnóstico “COLABORATIVO”, y defiende que dichos Protocolos supondrían una mejora para el usuario y el sistema sanitario.
En modo alguno se discute que la Consejería de Salud o el SAS tengan competencia en materia de gestión sanitaria, lo que se discute es si se ha seguido el procedimiento legalmente establecido para ello, al atribuirle a unos profesionales, funciones y competencias propias de otros.
Trasponiendo los razonamientos de esta sentencia al ámbito del TRABAJO SOCIAL SANITARIO, entendemos que algunos de los protocolos actuales del SAS, facultan a las gestoras de cuidados de enfermería a prestar asistencia, desarrollar funciones y competencias, no sólo colaborativa, sino finalista, los que implica que sean ellas, y no las trabajadoras sociales sanitarias, las que inicien y finalicen los procedimientos sin la intervención de la trabajadora o trabajador social sanitario.
En consecuencia, se infiere o se deduce, que los mencionados protocolos no se limitan a establecer los procedimientos para la prestación de un servicio de “colaboración” con el Trabajo Social Sanitario, sino que se aprovecha para atribuir a las enfermeras gestoras de cuidados, funciones que a priori vendrían atribuidas a las trabajadoras sociales sanitarias, prescindiendo de todo procedimiento para ello, por lo que ciertamente nos encontraríamos ante una vía de hecho y carente de base normativa.
A mayor abundancia, nos consta incluso la existencia de procesos formativos para poder conocer y adquirir los conocimientos y habilidades para salvar cualquier dificultad a la hora del desarrollo de esas funciones, por pate de las enfermeras gestoras de cuidados, algo que no es nuevo, ni en lo que se refiere a la formación, ni en lo referido a la asunción de funciones y/o competencias, propias de las Trabajadoras Sociales Sanitarias.
Así, y en lo referido al ámbito de la coordinación socio sanitaria, recordar el documento publicado por la Dirección General de Asistencia Sanitariadel SAS, que es claro y meridiano en este terreno y que traspongo literalmente, incluido subrayado y negrita: Página 8
“La enfermera comunitaria de enlace no es el referente para realizar la coordinación socio-comunitaria”. Mensaje a reforzar: La Coordinación con los servicios socio-comunitarios desde Atención Primaria es una de las funciones de los Trabajadores Sociales de Salud (TS). El TS de Salud se Coordinará con los Servicios Sociales Comunitarios con el propósito de una mejor utilización de los recursos socio comunitarios. Las Enfermeras Comunitarias de Enlace, al igual que el resto de los profesionales de referencia del paciente, detectará casos de riesgo social, transfiriendo la responsabilidad de la gestión de éstos a la trabajadora social de referencia del paciente”.
De igual modo, el Documento “Marco Estratégico para la mejora de la Atención Primaria en España 2007-2012” Proyecto AP-21, consensuado por todos los Servicios de Salud, en acuerdo del Consejo Interterritorial de Salud, del 11 de diciembre de 2006, en su página 55 recoge la Estrategia 27: Mejorar la coordinación entre servicios sanitarios y sociales, para mejorar la cooperación de los servicios sanitarios y los servicios sociales en la atención a los usuarios. Una de las medidas es la siguiente:
“Impulsar la figura del trabajador social en Atención Primaria para mejorar la coordinación entre los servicios sanitarios y sociales”.
No pretendo insistir en lo evidente. La coordinación socio-sanitaria es una función de las trabajadoras y trabajadores sociales sanitarios, NO de las enfermeras y enfermeros gestores (de cuidados), y por lo tanto, su papel “colaboracionista” en estas tareas, es INADMISIBLE, e incluso contrario a la normativa vigente, ya que acaban siempre siendo finalistas, como por ejemplo en el Protocolo de Recuperación y Reasignación de Material Ortoprotésico, o el de Tarjetas de Apoyo al Cuidador, del que las Trabajadoras Sociales Sanitarias hemos sido, en no pocos casos, obviados e incluso “expulsados” sin contemplaciones, pese a ser iniciativas ambas, creadas, pilotadas y desarrolladas por Trabajadoras Sociales Sanitarias y “asignadas” ahora a las gestoras de cuidados enfermeros.
ENTREVISTA A Rocío Laura Flores Mulero Trabajadora Social en Residencial Lago de Arcos
En el momento actual, en el que se ha vuelto a decretar el estado de alarma, continuamos compartiendo experiencias de profesionales durante el estado de alarma anterior y la situación de confinamiento. En esta ocasión contamos la experiencia en un centro geriátrico.
Tu trabajo diario, durante el confinamiento, ¿fue distinto? ¿En qué cambió?
Sí, durante el confinamiento nos enfrentamos a diversos cambios.
La atención a familiares que habitual y generalmente se hacía de manera presencial en el despacho de trabajo social, se estuvieron realizando vía telefónica o a través de emails debido al cierre de visitas en residencia provocado por el estado de alarma.
Al mismo tiempo, también quedó suspendido el servicio de centro de día impuesto por la Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de Andalucía como medida de prevención ante las agresivas consecuencias que estaba teniendo el virus en los mayores. El departamento de trabajo social continuó durante el confinamiento manteniendo el contacto con estas usuarias, porque en este sentido son todas de género femenino, o familiares de las mismas, llevando un seguimiento de su estado en domicilio compensando así el cierre del servicio.
¿Qué echaste en falta para haber podido desarrollar tu trabajo en unas mejores condiciones?
Sobre todo sentimos la ausencia de conocimiento de la situación de gravedad en la que nos estábamos sumergiendo y EPIs desechables para una mayor precaución ante la atención directa con las mayores. Al principio del Estado de Alarma, aún sin conocimientos detallados de la importancia de todo lo que estaba ocurriendo a nuestro alrededor, a nivel mundial, es de obviar que todos los profesionales socio sanitarios nos hemos encontrado en la misma situación, una situación de incertidumbre donde nos ahogaba una gran batería de preguntas y sensación de incertidumbre sobre lo que acontecía.
Desde la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, así como desde la Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de Andalucía, nos iba llegando instrucciones, las cuales hemos acatado a “raja tabla”.
¿Se puede implementar de manera permanente la tecnología en algún aspecto de tu trabajo? ¿De qué forma?
Podríamos implementar las vídeo-llamadas permanentes como manera de contacto auditivo-visual entre residentes y familiares. Es una innovación que llevamos a la práctica desde el principio del confinamiento obteniendo un resultado enriquecedor, donde la emoción de los mayores ha superado con creces los objetivos propuestos. El orgullo que ellos sienten al utilizar este tipo de tecnología y poder ver a su familiar al otro lado de la pantalla nos provoca un gran sentimiento de satisfacción en nuestro campo de trabajo.
¿Han puesto en marcha desde tu puesto de trabajo algún nuevo servicio o prestación? ¿Algo relevante o innovador?
A causa de que el servicio de centro de día se vio suspendido, se puso en marcha una tarea de seguimiento activo de aquellas usuarias que ahora se encontraban en domicilio. Semanalmente se rellenaron unos cuestionarios on-line creados por la Agencia de Servicios Sociales y Depedencia – Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, donde se analizaba la necesidad de atención domiciliaria por profesionales. En nuestro caso, debido a que las usuarias del servicio se encontraban atendidas por sus familiares, no han tenido la necesidad de atención por auxiliares del servicio de Ayuda a Domicilio ni tampoco personación de fisioterapeuta para llevar a cabo las actividades funcionales varias que se llevan a cabo desde dicho departamento del centro.
Por otro lado, con respecto a la reanudación de visitas en el centro, se creó un protocolo para las mismas donde se contempló las distintas fases de transición hacia la nueva normalidad. (BOJA extraordinario núm. 31 – Jueves, 28 de mayo de 2020), visitas planificadas y previamente concertadas según el tamaño del centro, de una hora de duración cómo máximo y realizándose por una única y misma persona a ser posible con previa declaración responsable certificando no manifestar síntomas compatibles con el COVID-19 para evitar así que el virus entrará en el centro.
¿Qué debe aportar el Trabajo Social después de lo vivido en estos tiempos de crisis sanitaria por el COVID?
La crisis sanitaria que estamos viviendo está teniendo un fuerte impacto social sobre la sociedad provocando así una importante crisis económica que está afectando a las diversas clases sociales.
De ahí que el trabajo social garantice a la población, a través de los Servicios Sociales Comunitarios, la cobertura de sus necesidades y cree una red de recursos de apoyo para aquellos que lo precisen.
Específicamente en el ámbito geriátrico, el trabajo social tiene que seguir trabajando en coordinación con el sistema sanitario intentando frenar la propagación del COVID-19.
¿Qué más se podría haber hecho desde tu puesto de trabajo?
Desde mi propia experiencia me quedo con el ‘buen sabor de boca’ de que hemos trabajado sobre todas nuestras posibilidades. Hemos llevado a cabo cada una de las indicaciones y precauciones recibidas por la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, con la suerte de que todo ha marchado hasta el momento correctamente, sin tener que lamentar ningún caso y/o víctima en el centro.
¿Podrías contarnos alguna anécdota o un caso relevante durante el Estado de Alarma? Podría contar como anécdota las lágrimas que nos han sacado nuestros mayores tras el reencuentro con sus familiares una vez abierta la verja de las visitas. Visitas llenas de emoción, ansias, tensión y ganas de un largo abrazo por todo el tiempo perdido desde ese lejano 14 de marzo del 2020, pero respetando a su vez en contra de sus necesidades, las medidas de precaución impuestas por los órganos competentes frente al freno de transmisión del COVID-19. Hay que reconocer que ante una situación tan esperada y considerando las edades de nuestros mayores y las ganas e impaciencia por ese reencuentro, tanto ellos/as como sus familiares, han cumplido con creces nuestras expectativas respecto a sus actitudes y comportamiento durante las visitas, comportamiento que nos hace sentir a toda la plantilla que forma el centro, sentimiento de orgullo y de admiración por ello.
A causa de la alerta sanitaria, profesionales del Trabajo Social y tantas otras profesiones, tuvimos que marcharnos a casa de un día para otro, teniendo que aprender a trabajar en remoto, a no poder usar herramientas muy nuestras, como la visita o la entrevista directas a las familias, y cambiar estas técnicas por el portátil sobre la mesa del comedor, suprimiendo el contacto físico y la observación directa.
Las Administraciones, que ni siquiera habían terminado de implantar la administración electrónica, tuvieron que pensar y formular estrategias para poner en marcha “el teletrabajo” en un país que estaba cerrado y casi paralizado, donde no había suministros, ni plataformas, ni casi asistencia técnica. A esto hay que sumarle que la mayoría del colectivo usuario del sistema público de servicios sociales parte de una brecha digital por lo que el acceso a ellos se hace más dificultoso si cabe.
Casi siete meses después y con los brotes multiplicándose, la recomendación de priorizar el teletrabajo permanece en nuestro ejercicio profesional. Lo que nos cogió con el pie cambiado y casi por sorpresa, ahora no debe resultar igual, pues hemos tenido siete meses para prepararnos, para planificar. A las autoras de este artículo al menos, nos ha removido lo suficiente como para escribir esta reflexión en voz alta.
Y es que no solo a las administraciones le ha cogido el toro. También se ha evidenciado que no todo nuestro colectivo profesional tiene el mismo conocimiento, las mismas habilidades y aptitudes frente a las tecnologías. En ese sentido, desde la crítica constructiva, es precisa la actualización y adaptación tecnológica. Sorprende que el Código Deontológico no tiene ningún apartado expreso sobre el deber de formación continua, si bien aparece recogido en nuestra Ley de Servicios Sociales de Andalucía.
En esta coyuntura es de destacar la consideración de nuestra actividad como “trabajo esencial”, lo queunido a la tensión de mantener y aumentar la respuesta ante las demandas ya existentes y el incremento de necesidades por una nueva parte de la población que por primera vez acudían al SPSS motivadas por la crisis económica derivada de la pandemia, nos convertían en las denominadas “ucis sociales”, que al igual que las sanitarias también se han visto desbordadas.
De modo que al estrés, miedo e incertidumbres derivados de la crisis sanitaria que hemos vivido junto con el resto de la sociedad se suma, en nuestro caso, el desconcierto por una crisis técnica, organizacional y ética. Sobre la marcha se han ido estableciendo canales de comunicación para todos y todas, y articulando grupos de mensajería inmediata, no siempre de la manera más práctica y útil.
Al abordar este tema nos surgían algunas preguntas que lanzamos con idea de sugerir un debate y no tanto con la pretensión de responderlas.
¿Cómo mejoraría el teletrabajo la conciliación familiar-laboral en profesiones como la nuestra que está tan feminizada?, ¿qué podemos aprender del teletrabajo en otros países y regiones?
¿Mejoraría nuestro quehacer profesional y la atención a la ciudadanía? ¿Contribuiría a reducir la burocratización y el colapso por la emergencia social? ¿Tenemos los elementos para valorar esto (indicadores de evaluación)?
¿Cómo favorecer esa transición tecnológica hacia la administración electrónica con la ciudadanía, sobre todo con aquellos colectivos donde existe la brecha digital?
Nos aproximamos al Teletrabajo a través de tres apartados: (1) Concepto Del Teletrabajo (2) Condiciones Laborales Del Teletrabajo, Ventajas E Inconvenientes (3) Teletrabajo En El Ejercicio Profesional.
En España, el término teletrabajo legalmente corresponde a la situación en que la prestación de la actividad laboral se realiza de manera preponderante en el domicilio de la persona trabajadora o en el lugar libremente elegido por ésta, alternando con su desarrollo presencial en el centro de trabajo de la empresa.
La definición de trabajo flexible o trabajo en remoto, es más precisa, pues el concepto incluye la posibilidad de trabajar desde donde y cuando el/la profesional considere que resulta más eficiente realizar su trabajo. Hablamos por tanto de grupos de convivencia, horarios flexibles, trabajo fuera de la oficina, movilidad, etc. Estos nuevos modelos, más flexibles y libres, residen en culturas organizacionales más maduras, en las que prima la confianza y la autogestión de las y los profesionales y donde la presencia no es un factor fundamental, como sí lo es la orientación a resultados. Es un cambio de paradigma en la forma de trabajar que desvincula definitivamente el trabajo a un espacio concreto.
En España disponemos del recién publicado Real Decreto Ley 28/20, de 22 de septiembre, de Trabajo a Distancia.
Desde la perspectiva laboral, tradicionalmente el teletrabajo se ha advertido como una fuente de ventajas y oportunidades para la persona trabajadora, la sociedad y la empresa:
Facilita la conciliación en tanto permite combinar su trabajo con la atención a la familia, siempre que las condiciones de prestación sean flexibles.
Supone un ahorro de tiempo para la persona trabajadora en tanto obvia el dedicado a los desplazamientos.
Su uso disminuye la contaminación pues reduce los desplazamientos y el uso del vehículo privado.
Facilita la vida en zonas y núcleos no urbanos en tanto permite el desarrollo del trabajo sin la cercanía a un centro de trabajo que habitualmente se hallaría cerca de una gran urbe.
Ahorro de costes de todo tipo para las empresas vinculados a la desaparición o reducción de la necesidad de instalaciones físicas en la cual se presta el trabajo.
Sin embargo, la realidad ha mostrado también los aspectos desfavorables:
Puede suponer la intromisión del ámbito profesional en la vida privada, haciendo más difícil el deslinde entre ambas.
Propicia jornadas sin final. La persona trabajadora se encuentra al servicio continuo de la empresa. Cuando el teletrabajo está mal concebido no existen límites horarios en la prestación.
Respecto a estos dos últimos aspectos hemos trabajado más y lo hemos hecho en condiciones precarias, desde el sofá o la cocina, compartiendo espacios improvisados con parejas e hijos. Trabajando a costa del sueño. A este respecto elogiamos la profesionalidad y el compromiso de nuestro colectivo.
El teletrabajo ha desnivelado la balanza en el binomio trabajo/ocio. Los distintos agentes sociales denunciamos que la conectividad no debe ser en ningún caso sinónimo de “disponibilidad permanente” hacia las necesidades de la empresa. La conectividad constante (atender el teléfono o la mensajería, revisar el correo electrónico o acceder a redes sociales de la empresa, etc.) dificulta la desconexión mental y la propia recuperación física y psíquica de las personas trabajadoras. Los sindicatos manifiestan que esta disponibilidad permanente conlleva riesgos psicosociales e incrementa los niveles de estrés. Ya se habla de nuevas patologías como el tecnoestrés laboral o la “nomofobia” u otras adicciones derivadas del uso continuado y no racionalizado de las nuevas tecnologías.
Favorece el individualismo y hace más difícil la articulación colectiva, disminuyendo la protección que puede tener la persona trabajadora gracias a la representación sindical y situándola de nuevo en solitario frente a la empresa, acentuándose el desequilibrio natural de la relación entre ambos.
Uno de los defectos planteados hasta ahora era que la empresa podía trasladar a la persona trabajadora costes claros propios de la actividad productiva (iluminación, equipos de trabajo) sin compensación alguna. Sin embargo, la nueva legislación avanza hacia que las empresas deberían proveer de equipos de trabajo a distancia a esos profesionales, además de negociar con ellos todo el capítulo de novedades que incluye la ley, desde la compensación de gastos a horarios.
Se dificulta el control de las condiciones de seguridad y salud en las cuales se presta la actividad, haciendo el empresario dejación de sus obligaciones en esta materia.
La implantación del teletrabajo requiere de una nueva mentalidad en el modelo organizacional, supone introducir elementos de innovación en las empresas y en la administración con líderes y equipos dispuestos a dichos cambios. El factor humano y cultural es clave.
El teletrabajo es una forma de organización de la actividad laboral que posee ventajas tanto para las personas trabajadoras como para las empresas. Estamos ante una forma de organización del trabajo voluntaria y reversible y que resulta una magnífica herramienta para conciliar nuestras vidas.
En la aplicación del Teletrabajo al ejercicio profesional del Trabajo Social se ha abierto un debate entre profesionales, y son numerosas las incertidumbres o cuestiones éticas que han surgido en nuestro desempeño profesional respecto del teletrabajo instaurado repentinamente durante el confinamiento. Queremos destacar y valorar positivamente el importante papel que ha jugado el Consejo General a través de formaciones virtuales de total actualidad para asesorarnos y acompañarnos en estos convulsos momentos. Algunas de las cuestiones planteadas como dificultad o reticencia en el uso del teletrabajo estaban relacionadas con los siguientes aspectos:
– Confidencialidad y protección de datos: hemos de tener precaución en los dispositivos para velar por ello. Usaremos protección antivirus, claves, programas de encriptación, modelos de autorización y/o consentimiento de la persona, entre otros. La Agencia Española de Protección de Datos ofrece recomendaciones para proteger la seguridad de los datos personales y en el uso del teletrabajo, las empresas cuentan con un/a delegado/a de protección de datos y la institución tiene la obligación de formar a sus trabajadores en esta materia.
– Disponibilidad de medios: debemos dar a conocer a la organización las condiciones y medios indispensables para llevar a cabo la intervención social, así como aquello que obstaculice su labor (art. 39 del código deontológico) así como proponer cambios y actuaciones mediante los canales apropiados (art 46). Siendo autocríticas, en ocasiones ha faltado reclamar los medios suficientes, actualizados tecnológicamente, para poder ejercer la actividad con eficiencia. O bien hemos puesto los propios medios, movidas y movidos (aunque quedaría mejor “motivadas y motivados”) por la vocación y sentido del servicio público y del deber, asumiendo un coste personal.
– Sensación de “ir a ciegas”: la percepción del profesional deestar mermados en la comprobación de datos u observación, de insuficientes elementos para el análisis y diagnóstico, puede contrarrestarse con el uso de métodos complementarios o alternativos (videoconferencias-TICs). Además, recordemos la importancia del trabajo en red, completando el estudio del caso con información de otros agentes y sistemas con los que podemos y debemos coordinarnos y ser interoperables.
Respecto a nuestra metodología, entendemos que la Visita Domiciliaria -salvo situaciones excepcionales similares a esta emergencia sanitaria- es una técnica propia, originaria, que debemos preservar. La sustitución por entrevistas telefónicas en la situación de crisis vivida ha satisfecho muchas necesidades de la ciudadanía, y evidenciado la importancia del apoyo como técnica y de las habilidades de comunicación (el uso del refuerzo, los silencios, la reformulación etc); pero la visita domiciliaria ofrece un conocimiento más completo e integral de la realidad en que vive la persona o unidad convivencial, tanto en la observación y recogida de datos, como en establecer una relación cercana y empática, y en la comprensión del entorno no solo físico sino también relacional. La visita es una seña de identidad de nuestra profesión y debemos seguir usándola, realizándose a criterio del profesional y con las medidas de seguridad pertinentes.
Realmente en determinados ámbitos el uso de las tecnologías de la comunicación no es una novedad. Por ejemplo, ya existen el voluntariado virtual o la mediación civil on line.
Opinamos que el teletrabajo es factible en las actividades indirectas de tipo documental, en la elaboración de informes, para las que requerimos mayor concentración y abstracción, así como para gestiones telefónicas, bien con profesionales como con las personas destinatarias. A este respecto, desde el punto de vista de la ciudadanía y la comunicación, vemos que la accesibilidad y la comodidad de un teléfono móvil son facilitadores de la misma, siendo un medio con el que las personas están familiarizadas, se muestran más abiertas y libres en la expresión, menos coartadas que en una entrevista en una oficina.
Sin embargo, algunos sectores de la población son analfabetos digitales y la presencialidad es ineludible, entonces es necesario realizar un trabajo de empoderamiento digital que les posibilite la autonomía y acceso a los servicios, y para ello convendría incorporar profesionales de la mediación tecnológica y comunicativa a nuestros sistemas.
– funcionamiento de equipo: frente a quienes consideran que el teletrabajo menoscaba el trabajo en equipo, detallamos herramientas que podemos utilizar para sostener las dinámicas de trabajo colectivo.
Dinámicas de equipo. Establecer protocolos para trabajar con el resto de compañeras y compañeros en remoto, de manera que se puedan replicar las dinámicas de trabajo cotidianas que tendríamos en la oficina. Por ejemplo, una reunión matinal de 15 minutos cada día, una llamada antes de acabar la jornada, etc.
Motivación y vínculo. Mantener una comunicación constante con iguales y responsables es fundamental para la motivación. Hoy existen múltiples herramientas en línea, que permiten la comunicación fluida. Además, ayudan a conocer el estado de nuestros compañeros en cada momento (disponible, reunido, ausente…).
El correo electrónico: Sigue siendo el pilar de las comunicaciones en internet, aunque cada vez más está siendo desplazado por la mensajería instantánea.
Videoconferencias: Actualmente es la forma de telepresencia que existe, y aunque no forma parte del día a día de quien teletrabaja, es muy útil para reuniones y decisiones importantes. Skype o Google Hangouts ofrecen videoconferencias de forma sencilla y gratuita. En las residencias de personas mayores se ha incorporado esta herramienta y en nuestra comunidad autónoma recientemente las han autorizado para valoraciones de dependencia, para interactuar con la persona dependiente.
Herramientas de trabajo colaborativo: Es habitual que varias personas deban trabajar conjuntamente en la redacción de un documento, y es por eso que resultan muy prácticas las herramientas de trabajo colaborativo como Google Drive, por citar la más común, aunque existen versiones mucho más potentes enfocadas a la empresa.
Recursos compartidos: es habitual el uso de servicios como Dropbox, Box, Google Drive o OneDrive de Microsoft, que permiten compartir y sincronizar archivos fácilmente.
El teléfono como herramienta de eficiencia. Esta vía de comunicación es muchas veces más efectiva que el correo o la mensajería instantánea y evita muchos malos entendidos de la comunicación por escrito.
Software específico: si la empresa utiliza en su oficina un software específico de gestión, el personal deberá contar con ese mismo software en su puesto de trabajo, adaptado si fuera necesario para trabajar remotamente.
Herramientas de monitorización: para evitar el temor de las y/o los responsables de equipo al “escaqueo”, existen programas que sirven para controlar el tiempo de quien teletrabaja, mediante su conexión a las aplicaciones de trabajo y el lugar desde el que accede.
Para ello es imprescindible la cultura de confianza, apertura a la innovación y a la creatividad tanto de las instituciones como de las personas concretas que las forman. Desde la perspectiva organizacional es importante que las personas responsables de equipos y programas sean líderes, que sepan animar a su equipo, transmitir correctamente los objetivos, aclarar las dudas, moverse en el medio tecnológico para desempeñar sus funciones también a través de las TIC´s (convocar a reuniones a través de videoconferencias y gestionarlas en ese entorno).
A pesar de los inconvenientes que ya han aparecido o se presenten en un futuro queremos concluir trasladando nuestra actitud positiva frente al reto y crisis que se ha producido con la pandemia y el teletrabajo sobrevenido. El teletrabajo creemos que es fundamentalmente una oportunidad de crecimiento y enriquecimiento profesional y laboral.
BIBLIOGRAFÍA
Hermoso, M. Pérez, L. Varela, J. y Viñas, A. (2020). El teletrabajo en la encrucijada. Análisis y Propuestas. Estudios nº5. Servicios de estudios de la Confederación UGT.
Consejo General de Trabajo Social. Código Deontológico de Trabajo social. Edición II (2015). Madrid: CGTS.
BOJA Nº 170 de 2 de septiembre de 2020. Acuerdo de 28 de agosto de 2020, del Consejo de Gobierno, por el que se adoptan medidas para la mejora de la atención a las personas en situación de dependencia.
BOJA núm. 248, de 29 de diciembre de 2016. Ley 9/2016, de 27 de diciembre, de Servicios Sociales de Andalucía.
Real Decreto Ley 28/2020 de 22 de septiembre de Trabajo a Distancia.
ENTREVISTA A Eva Tubío Martínez Trabajadora Social de Servicios Sociales Comunitarios (Ayuntamiento de Cádiz). Actualmente, Concejala del Ayuntamiento de Cádiz (Delegaciones de Vivienda, Salud y Servicios Comunes)
Desde hace aproximadamente 7 u 8 años estamos viendo que profesionales del Trabajo Social, implicados en los movimientos sociales o en organizaciones profesionales, dan un paso adelante en la vida política que se desarrolla especialmente a nivel local. Queremos conocer qué razones movilizaron a estos profesionales a tomar la iniciativa.
1. ¿Cuáles fueron tus motivaciones para ser Trabajador/a Social? ¿Cuánto tiempo hace que ejerces la profesión?
Siempre me habían preocupado las cuestiones sociales, las necesidades y la injusticia. Trabajo Social, entonces Asistencia Social, era una profesión con proyección de futuro por cuanto el contexto socio-político evolucionaba hacia los principios del Bienestar Social, la consecución de algunos derechos sociales y la conformación de un sistema. Por tanto, me gustaba la profesión, creía en ella y tenía salidas laborales. Ejerzo desde el año 1987.
2. ¿En qué momento decides dar el paso a la participación política? ¿Por qué?
Aunque comencé a participar activamente en el 2014, siempre tuve esa inquietud, máxime a raíz del 15M que fue un revulsivo para la acción y la protesta ante la corrupción, la desigualdad y la política de recortes de derechos y servicios públicos que se aplicó durante la crisis. Esto se unió a mi propia experiencia personal y profesional. Entre 2012 y 2013 echaron a 24 compañeros/as de los servicios sociales de mi ayuntamiento y se aprobó la ley de racionalización y sostenibilidad de la administración local que ponía en jaque a los servicios sociales comunitarios e iniciaba así una etapa de desmantelamiento y reducción nunca vista anteriormente. Me dije que o salíamos a defender lo nuestro o no lo haría nadie por nosotros/as. A diferencia de la Sanidad o la Educación, Servicios Sociales, al menos en este país, es todavía un sector desconocido y con escasa influencia. Necesitamos voces para su defensa entre los/las profesionales y la ciudadanía.
3. Desde tu experiencia como Trabajador/a Social y como política/o ¿qué crees que aporta nuestra profesión?
Aporta en cuanto que conocemos el origen de la desigualdad y los mecanismos de justicia que se necesitan para corregirlo. Hoy pocos se atreven a cuestionar la necesidad de los servicios sociales, pero no siempre es una prioridad y no siempre se desliga de lo asistencial y lo privado. Es importante que estemos para advertir y defender nuestro sistema público de servicios sociales y todo aquel que promueva la protección y la igualdad social ya sea desde la sanidad, la vivienda, la educación, el empleo o cualquier otro.
Aportamos también en tanto que la mayoría somos mujeres y esto es una cualidad a destacar puesto que imprimimos otros valores, estilos y estrategias que son novedosas y valiosas en política, además de justas y necesarias. Me gusta pensar que reforzamos en cuestiones importantes como la participación y el trabajo comunitario
4. Desde hace unos años estamos viendo que los profesionales del Trabajo Social se están implicando de forma más explícita en la dinámica de las organizaciones políticas. ¿Qué crees que ha motivado esta movilización del colectivo?
Nuestra profesión es eminentemente política: buscamos un cambio de modelo que asegure la protección y el bienestar de la gente, especialmente la más vulnerable, y que restablezca equilibrios de igualdad. Los Colegios o cualquier otra forma de asociación de profesionales son claves en esta apuesta y evidentemente hacen política. No es ningún defecto ni ningún insulto, es la realidad y unos la harán hacia un lado y otros hacia el contrario, pero todos la hacen. Igual ocurre con nosotros y nosotras, las profesionales. Por mucha herramienta que haya y por mucha objetividad que intentemos asegurar, hay un componente personal que te dicta si crees que la responsabilidad está más en el individuo o más en la sociedad y en función de eso actúas de una forma u otra. Por mucho que en la carrera nos formaran sobre esta cuestión, ni todas las personas lo interpretaran igual ni el profesorado universitario lo transmitió igual. No obstante, cada vez hay más compañeros/as que creen que nuestro bonito desempeño profesional se complementa a la perfección con salir fuera a cambiar, o a soñar cambiar, las bases de la desigualdad y la injusticia.
5. Durante el estado de alarma hemos visto a personas expertas del ámbito sanitario, especialmente epidemiólogos/as, médicos/as, enfermeros/as, ¿por qué crees que no han aparecido en los paneles de expertos/as los profesionales del Trabajo Social?
Puede que tenga que ver con el sector de los servicios sociales que es un sistema relativamente más joven y con menos peso institucional que otros. También con nuestra profesión que sigue siendo desconocida, de ahí la importancia del trabajo que tenemos que hacer como colectividad profesional. Se cree que es cuestión de género y que al ser una profesión feminizada nos hemos organizado menos en este aspecto por temas de conciliación o de poca tradición participativa pero ahí están las enfermeras que también han tenido que luchar por encontrar su sitio. Hay que persistir, pero lo conseguiremos, seguro, así que vaya mi agradecimiento a todas y todos los colegas que dedican su tiempo y su formación para poner esta profesión en el lugar que se merece.
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